Una nueva cepa del virus más letal para los cetáceos se extiende por el Mediterráneo

El Mediterráneo es testigo de la expansión de uno de los virus más devastadores a los que se enfrentan hoy los cetáceos que habitan estas aguas.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 3 oct 2019, 20:41 CEST
Delfines Mediterráneo virus
Tras la fatídica plaga de los 80, un millar de delfines Stenella coeruleoalba murió en 1990 en el Mediterráneo a causa de este virus. Entre 2007 y 2011, diversos episodios afectaron de nuevo a varios cientos de delfines. En los últimos 25 años, varias cepas de este virus han provocado numerosos varamientos masivos.
Fotografía de Kent Kobersteen, Nat Geo Image Collection

La mayor amenaza a la que se enfrentan hoy en día los cetáceos salvajes del Mare Nostrum se trata de un virus, el morbillivirus de los cetáceos. Siete delfines han muerto en Sicilia a causa de este patógeno, que ha sido detectado ahora en la Comunidad Valenciana por los científicos de la Fundación Oceanogràfic y del Instituto Zooprofilattico Sperimentale della Sicilia.

Este patógeno provocó en 1988 la muerte de aproximadamente la mitad de los delfines mulares del Atlántico estadounidense y ha causado a lo largo del último cuarto de siglo diversas epidemias masivas con una alta mortalidad extendida por todo el mundo.

Los investigadores del estudio, publicado en Scientific Reports y realizado junto a investigadores del Istituto Zooprofilattico Sperimentale della Sicilia (Italia) y de la Universidad Complutense de Madrid, identificaron una nueva cepa del virus en los delfines que hallaron varados en nuestras costas, pero hasta ahora no conocían el alcance de esta nueva cepa.

Este estudio confirma que es la misma cepa hallada en Silicia, aunque “es necesaria más investigación para determinar cómo se mueve este morbillivirus y su impacto potencial sobre las poblaciones de cetáceos que habitan en el Mare Nostrum”, afirman los expertos en un comunicado de la Fundación Oceanogràfic. “Todo apunta a que la nueva variante del virus está circulando por todo el Mediterráneo”.

La investigación es la única acción posible

“El morbillivirus de los delfines es ahora el patógeno más letal para cetáceos”, explica Consuelo Rubio-Guerri, coordinadora de Investigación de la Fundación Oceanogràfic. “En animales salvajes es muy difícil controlar la acción de un patógeno así, de forma que no nos planteamos por ahora desarrollar una vacuna ni un tratamiento específico, pero sí es importante conocer lo máximo posible acerca de la enfermedad y su evolución”.

Descrito por primera vez en 1990, el morbillivirus de los cetáceos se colocó entonces como el causante de la gran mortandad de delfines mulares de la costa atlántica estadounidense a finales de los años 80. Hasta entonces, se habían barajado teorías sobre la posibilidad de que un contaminante estuviera causando la plaga de muertes. Según explican los investigadores, “los animales varados mostraban síntomas de una extraña afección que combinaba neumonía, encefalitis y daños al sistema inmune”.

Tras la fatídica plaga de los 80, también un millar de delfines Stenella coeruleoalba murió en 1990 en el Mediterráneo. Poco después, unos cien delfines mulares morían en el Golfo de México. Entre 2007 y 2011, diversos episodios en el Mediterráneo afectaron de nuevo a varios cientos de delfines.

En los últimos 25 años, varias cepas de este virus han provocado numerosos varamientos masivos. Los científicos subrayan en su publicación “la necesidad de más investigación para determinar no sólo cómo circula esta cepa del morbillivirus de los delfines, sino también su impacto potencial sobre las poblaciones de cetáceos que habitan en el Mediterráneo”.

Enfermedad más letal, pero sin epidemias

A pesar de la agresividad de este virus, que ha mostrado un efecto especialmente devastador en los animales, desde 2011 no se han repetido estas grandes mortandades masivas.

El año pasado, el análisis de cinco delfines varados en nuestro litoral ayudaron a los expertos a determinar el patrón de la enfermedad, lo que les llevó a pensar que eran casos aislados causados por una nueva cepa, introducida probablemente por animales que vienen del Atlántico.

Así fue como los investigadores postularon que los casos que se habían dado en la costa valenciana no habían sido una única colonización en las costas españolas por su cercanía al Estrecho, sino que la cepa circula ya por las aguas de todo el Mediterráneo.

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