Las “lágrimas de cocodrilo” son muy similares a las nuestras

Según un nuevo estudio, este descubrimiento podría contribuir al desarrollo de mejores tratamientos para personas con problemas oculares.

Por Virginia Morell
Publicado 14 ago 2020, 11:48 CEST
Caimán de hocico ancho

El caimán de hocico ancho (Caiman latirostris) puede pasar horas sin pestañear, lo que inspiró la nueva investigación.

Fotografía de Arianne P. Oriá

Muchos pensamos que las lágrimas son un fenómeno humano, parte del complejo tejido de las emociones humanas. Pero no son solo para llorar: todos los vertebrados, incluso reptiles y aves, tienen lágrimas, que son fundamentales para la salud ocular.

Ahora, un nuevo estudio publicado esta semana en la revista Frontiers in Veterinary Science revela que las lágrimas de los animales no humanos no son tan diferentes de las nuestras. De hecho, presentan tantas similitudes químicas que la composición de las lágrimas de otras especies —y cómo se adaptan a sus entornos— podría proporcionar información para mejorar los tratamientos de las enfermedades oculares humanas.

Antes, solo se habían estudiado las lágrimas de unos pocos mamíferos, entre ellos humanos, perros, caballos, camellos y monos. En el nuevo estudio, un equipo de veterinarios brasileños analizó por primera vez las lágrimas de reptiles y aves, concentrándose en siete especies: la lechuza común, el guacamayo azulamarillo, el busardo caminero, el caimán de hocico ancho y las tortugas boba, carey y verde.

Un científico toma una muestra de una lágrima de lechuza común.

Fotografía de Arianne P. Oriá

Las lágrimas, emitidas por los conductos lacrimonasales (en humanos y algunos mamíferos) u otras glándulas similares, forman una película sobre el ojo que consta de tres ingredientes: mucosidad, agua y lípidos. La mucosidad recubre la superficie del ojo y ayuda a que la película se fije a este; el agua es una solución salina natural que contiene proteínas y minerales, y los lípidos impiden que el ojo se seque.

Los humanos son la única especie conocida que produce lágrimas emocionales. La expresión “lágrimas de cocodrilo”, que se refiere a una muestra falsa de emoción por parte de una persona, procede de la misteriosa tendencia de los cocodrilos a producir lágrimas mientras comen.

Pero las lágrimas desempeñan otros papeles importantes, señala Lionel Sebbag, oftalmólogo veterinario de la Universidad del Estado de Iowa en Ames que no participó en la nueva investigación. Ayudan a la vista al lubricar el ojo y limpiar los desechos. También protegen el ojo de las infecciones y aportan nutrición a la córnea, la capa externa transparente del ojo, que carece de vasos sanguíneos, explica Sebbag.

“Se trata de un análisis fascinante de un conjunto de especies tan diverso”, afirma Sebbag sobre el nuevo estudio.

Cómo analizar las lágrimas

La lideresa del estudio, Arianne Pontes Oriá, veterinaria en la Universidad Federal de Bahía en Brasil, ya sabía que los caimanes de hocico ancho —unos parientes de los caimanes con “ojos preciosos”— pueden mantener los ojos abiertos sin pestañear durante un máximo de dos horas. Las personas, en cambio, pestañeamos cada 10 o 12 segundos. El pestañeo distribuye las lágrimas sobre la superficie del ojo, lo mantiene húmedo y estabiliza la vista.

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    Las lágrimas secas de una tortuga boba muestran un patrón único cuando se cristalizan. Estos patrones variaban mucho entre las especies, una de las mayores sorpresas de la investigación.

    Fotografía de Arianne P. Oriá

    Las lágrimas de una lechuza común son muy diferentes a las lágrimas de los reptiles cuando se cristalizan.Ç

    Fotografía de Arianne P. Oriá

    Para analizar las lágrimas de los caimanes y las otras seis especies, Oriá y sus colegas trabajaron con 65 animales cautivos en un centro de conservación, un centro veterinario y un criadero comercial en Brasil. De conformidad con las agencias gubernamentales que regulan el bienestar de los animales, el equipo tomó muestras de lágrimas de forma humana de los ojos de los animales mediante tiras reactivas o una jeringuilla, así como las lágrimas de 10 voluntarios humanos sanos. Los científicos emplearon kits especiales diseñados para medir la cantidad de sustancias químicas y compuestos, como electrolitos (una mezcla de sodio y cloruro) y proteínas.

    Dado que las aves, los reptiles y los mamíferos poseen estructuras diferentes para producir lágrimas, a los autores les sorprendió que las lágrimas de todas las especies —humanos incluidos— presentaran una composición química parecida, con cantidades similares de electrolitos, aunque las lágrimas de aves y reptiles tenían concentraciones algo superiores. Esta diferencia podría deberse a que viven en el agua y en el aire, lo que podría alterar la superficie del ojo. Oriá afirma que es posible que necesiten niveles de electrolitos más altos en sus lágrimas para protegerse de la inflamación.

    Las lágrimas humanas y las de los caimanes y las lechuzas comunes tenían niveles más elevados de proteínas frente a las otras especies. Dichas proteínas son importantes para mantener la estabilidad de la superficie ocular. Los caimanes y las lechuzas podrían poseer concentraciones de proteínas superiores porque ambas especies tienen ojos grandes y pestañean a intervalos largos. Los caimanes también tienen que vivir con los ojos sumergidos en agua dulce durante periodos prolongados, así que necesitan lágrimas estables.

    Los investigadores también analizaron los patrones de cristalización de las lágrimas que se forman cuando se secan, una técnica que suele emplearse para el diagnóstico de enfermedades oculares. Según explica Oriá, esta fue la mayor sorpresa: “Había mucha más variación en sus cristales que en la composición lagrimal”. Los cristales de las lágrimas de tortugas marinas y caimanes eran particularmente singulares, “probablemente debido a su adaptación a los entornos acuáticos”, señala.

    Las lágrimas secas de un busardo caminero. La cristalización es una práctica común para evaluar las enfermedades oculares en personas.

    Fotografía de Arianne P. Oriá

    Los cristales de las lágrimas de un caimán de hocico ancho son más distantes entre sí que en las otras especies estudiadas.

    Fotografía de Arianne P. Oriá

    Las tortugas marinas también presentaban las lágrimas más densas con diferencia, por eso los investigadores tuvieron que recogerlas con una jeringuilla. “Viven en agua salada y necesitan lágrimas adaptadas a ese entorno”, afirma Oriá. Es probable que tener una mucosidad más gruesa en la película lagrimal proteja la vista de las tortugas marinas; sin esa película densa, las lágrimas se diluirían y se volverían inútiles.

    Proteger la vista de tortugas marinas, personas, perros y gatos

    Al proporcionar información sobre cómo proteger la vista de, por ejemplo, las tortugas marinas que se encuentran en peligro de extinción, el estudio podría ser de utilidad para las iniciativas de conservación. “Si sabemos cómo es una película lagrimal sana, entonces podremos entender cómo perjudican a los ojos de los animales los contaminantes u otros efectos ambientales”, afirma Oriá.

    Saber cómo utilizan las lágrimas las aves y los reptiles también podría inspirar nuevas medicaciones para afecciones como la queratoconjuntivitis seca, que se produce cuando los conductos lacrimonasales no producen suficientes lípidos. La enfermedad, que es común en gatos, perros y personas, puede provocar ceguera en algunos casos.

    Según Brian Leonard, oftalmólogo veterinario de la Universidad de California, Davis, la investigación ilustra lo poco que sabemos sobre las lágrimas y su funcionamiento en humanos y otros animales.

    “Es un ámbito importante, pero muy poco estudiado, así que este estudio resulta interesante a varios niveles”, señala.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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