Fotografía: guepardos africanos entre la nieve

Estas imágenes, sacadas hace poco en la reserva natural Rogge Cloof, demuestran que los felinos silvestres se adaptan mucho mejor de lo que creíamos.

Por Christine Dell'Amore
fotografías de Kirsten Frost
Publicado 11 sept 2020, 12:44 CEST

Un guepardo macho liberado hace poco en la reserva natural Rogge Cloof escudriña el paisaje. Los felinos recién trasladados son introducidos en un boma, o recinto vallado, para que se acostumbren a su nuevo entorno.

Fotografía de Kirsten Frost

Kirsten Frost llevaba dos días siguiendo a un guepardo hembra que llevaba un collar de rastreo a través de las colinas pedregosas de la reserva natural Rogge Cloof, el lugar más frío de Sudáfrica. La nevada era cada vez más intensa.

Forzando la vista mientras avanzaba entre los copos cegadores, avistó la cara del felino salvaje; el resto del cuerpo se perdía en la blancura del paisaje.

«Me pareció surrealista: ¿de verdad estoy viendo a un guepardo en la nieve en el extremo meridional de África?», nos contó Frost, que es un fotógrafo de fauna silvestre afincado en Ciudad del Cabo, por email. «Me percaté de que era un momento que pocas personas han experimentado y un momento en la naturaleza que jamás olvidaré».

Es probable que sus fotografías de dos machos y de una hembra a la que los conservacionistas llaman Mona, sacadas en agosto, sean los segundos registros conocidos de guepardos africanos en la nieve, según señala Vincent van der Merwe, que gestiona la reintroducción de los guepardos para el Endangered Wildlife Trust, una organización sin ánimo de lucro con sede en Sudáfrica. El equipo de van der Merwe sacó la que él cree que ha sido la primera fotografía en la nieve en 2014 en la reserva natural del monte Camdeboo, en la provincia sudafricana de Cabo Oriental.

Ambos ejemplos muestran a guepardos reintroducidos en reservas naturales privadas en partes de su área biogeográfica autóctona. Estas reintroducciones son fundamentales para una estrategia de conservación diseñada para proteger a especies cuyas poblaciones están disminuyendo al mismo tiempo que se ofrece a los turistas la oportunidad de observarlas. Con casi 7000 ejemplares en estado silvestre, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza considera al guepardo una especie vulnerable a la extinción.

«Solemos clasificarlos en categorías», como si asumiéramos que los guepardos solo viven en la sabana del este de África, señala van der Merwe, cuyas iniciativas de traslado son financiadas en parte por la National Geographic Society. Afirma que las nuevas fotos demuestran «que estos animales se adaptan mucho mejor de lo que creemos».

De hecho, antes de que los colonos aniquilaran al 95 por ciento de la población de guepardos para la década de 1960, los felinos vivían en casi todo el continente, desde cordilleras montañosas de 3000 metros de altitud hasta bosques costeros, pasando por desiertos como el Kalahari, donde las temperaturas caen por debajo de cero durante la noche.

En las últimas décadas, los conservacionistas como van der Merwe —que se autodescribe como casamentero de guepardos— han trasladado a casi 60 de estos ágiles felinos a varias reservas naturales. En 2018 colocaron a dos machos y dos hembras en Rogge Cloof, una reserva de 184 kilómetros cuadrados en la provincia de El Cabo Norte.

Sudáfrica es uno de los países donde las poblaciones de guepardos están creciendo. En 2017, van der Merwe y su equipo trasladaron a guepardos sudafricanos a Malaui —que se encuentra a unos 2600 kilómetros de Sudáfrica por aire—, donde el felino se había extinguido en los años ochenta.

«Nuestra meta es utilizar nuestro excedente de guepardos para reintroducirlos en otras partes de África», explica.

«Nunca he visto nada igual»

La reserva Rogge Cloof se creó a partir de una granja de ovejas familiar en 2017. Van der Merwe dice que es lo bastante grande para sustentar a cinco guepardos adultos y a sus crías, y alberga una gran cantidad de gacelas saltarinas, una de las presas favoritas de los guepardos.

Con todo, al principio estaba preocupado por si los guepardos podrían soportar las temperaturas de la región, con mínimas de hasta -15 grados Celsius. «Las consecuencias de que un guepardo muriera congelado... Los medios se te comerían para desayunar», dice.

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    Mona, la hembra mayor de la reserva, no se siente incómoda cerca de las personas.

    Fotografía de Kirsten Frost

    Así que hizo los deberes: investigó los antiguos documentos coloniales británicos y confirmó que los cazadores habían matado guepardos en esta parte de Sudáfrica. Según él, esto quería decir que en el pasado Rogge Cloof había formado parte del área biogeográfica autóctona de los guepardos y sugiere que los guepardos modernos poseen la capacidad innata de soportar la nieve.

    Por ahora, la jugada de van der Merwe ha dado sus frutos: los cuatro guepardos han sobrevivido y una hembra tuvo cachorros en julio de este año, en pleno invierno en el hemisferio sur.

    Luke Hunter, director ejecutivo del programa de grandes felinos de la Wildlife Conservation Society, dice que las fotografías de Frost son «preciosas, nunca he visto nada igual».

    Está de acuerdo en que, históricamente, los guepardos han vivido en Rogge Cloof, aunque dice que no era un hábitat «idóneo» debido al entorno frío y árido.

    Señala que la región es similar en clima y topografía a la meseta iraní central, que ahora alberga a unos 50 guepardos asiáticos, los últimos de su especie en estado salvaje. En el pasado, esta subespecie abundante se distribuía por toda Asia Central, llegando hasta la India.

    Explica que los animales iraníes, que suelen vivir con nieve, desarrollan un pelaje denso en invierno, algo que también hacen los guepardos africanos que viven en zoológicos del hemisferio norte. Esto sugiere que los guepardos «poseen alguna capacidad evolutiva inherente» para soportar la nieve, como cree van der Merwe.

    Aunque «el hecho de que los hayan fotografiado en la nieve es asombroso y brillante, no es tan inesperado», afirma Hunter.

    Advierte que es probable que los guepardos no soporten bien la nieve profunda, sobre todo porque los cachorros no regulan bien la temperatura corporal. Según dice, posiblemente solo puedan soportar unos pocos centímetros, como en Rogge Cloof.

    Felinos de hielo

    Para los que ansíen ver en persona este espectáculo, es posible visitar Rogge Cloof. Como ha ocurrido en la mayoría de las reservas naturales de África, el recinto atraviesa dificultades debido a las repercusiones de la pandemia en el turismo, según cuenta van der Merwe.

    Rogge Cloof es una de las pocas reservas naturales sin depredadores que supongan un peligro para los humanos, como leones y leopardos, lo que permite que los turistas observen a los guepardos a pie, aunque desde una distancia prudencial para no molestar a los animales.

    Mona, la hembra mayor de la reserva y estrella de las fotografías de Frost, se muestra muy relajada en presencia de humanos. «Básicamente no le importan un comino los humanos», bromea van der Merwe.

    En lo que respecta a Frost, ahora está enganchado a los que denomina «los felinos de hielo de África» y quiere volver y grabarlos para un documental sobre animales salvajes.

    «El hecho de que los guepardos hayan soportado la nieve invernal y que esto se haya documentado relativamente poco demuestra que la naturaleza alberga muchos secretos», dice Frost.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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