Estos voluntarios rescatan a los jaguares y a otros animales heridos en los incendios de Brasil

La destrucción del Pantanal, el mayor humedal tropical del mundo, podría poner en peligro la biodiversidad y aislar recursos vitales para la fauna silvestre y las personas.

Por Jill Langlois
fotografías de Edson Vandeira
Publicado 6 oct 2020, 11:11 CEST
Un jaguar y su cachorro

Un jaguar y su cachorro sentados bajo la vegetación calcinada del parque estatal Encontro das Águas. Son los supervivientes de un enorme incendio forestal que destruyó un 20 por ciento de los humedales del país.

Fotografía de Edson Vandeira

Las patas del jaguar estaban rosas y en carne viva cuando los voluntarios lo encontraron al borde del río, su destino final en una búsqueda desesperada de agua.

Desde enero, los incendios forestales —que probablemente hayan sido provocados por los agricultores al despejar terreno— han quemado casi un 20 por ciento del hábitat del joven macho en el Pantanal, Brasil, que forma parte del mayor humedal tropical del mundo. El Pantanal abarca una superficie de 181 000 kilómetros cuadrados a lo largo de Brasil, Bolivia y Paraguay y alberga la mayor densidad de especies de mamíferos de la Tierra. Aunque la selva amazónica, que tiene 30 veces la superficie del Pantanal, suele copar los titulares por los frecuentes incendios que sufre, estos no son tan normales en el Pantanal. Según los satélites de la NASA, los mayores incendios de este año en el Pantanal han quemado el cuádruple de terreno que los incendios más extensos de la Amazonia.

Para salvar a su biodiversidad singular, varios equipos de voluntarios se han repartido por la región, rescatado a cientos de animales y dejado agua y comida para otros.

En septiembre, un equipo que viajaba en barco avistó a un jaguar herido que yacía de costado en una ribera del parque estatal Encontro das Águas, que alberga una de las mayores poblaciones de la especie.

El equipo sedó al animal y lo trasladó a Porto Jofre, la sede de muchas organizaciones sin ánimo de lucro, bomberos voluntarios y organizaciones gubernamentales que trabajan para combatir los incendios y ayudar a la fauna. El jaguar fue transportado por aire a un hospital de urgencias y, aunque se está recuperando bien en un centro de rehabilitación, es demasiado pronto para saber si regresará al medio natural.

«Si el jaguar —un animal en la cima de la cadena trófica que nada, trepa árboles, corre— está sufriendo así, no me imagino cómo debe de ser para animales más indefensos», dice Carla Sássi, veterinaria, bombera y coordinadora del Grupo de rescate de animales en desastres, una de las organizaciones locales sin ánimo de lucro que rescataron al felino.

Los veterinarios voluntarios Antônio Carlos Csermak Jr. y Amanda Yumi atienden a un tapir amazónico quemado al que rescataron del río Piquirí cerca de Porto Jofre, Brasil. El animal fue trasladado a un hospital veterinario para recibir tratamiento.

Fotografía de Edson Vandeira

Una serpiente que murió durante el incendio junto a la carretera en el norte del Pantanal.

Fotografía de Edson Vandeira

Los reptiles (en la foto, un caimán muerto) son especialmente susceptibles a los incendios forestales porque dependen del agua.

Fotografía de Edson Vandeira

Sássi y sus colegas han establecido 72 puntos de agua y comida a lo largo de 145 kilómetros de la Transpantaneira, una carretera importante que atraviesa el Pantanal. La situación es tan grave que algunos animales, como monos y tapires, acuden a diario al encuentro de los rescatadores cuando regresan para reponer las provisiones.

A muchos, como el coatí —un pariente del mapache—, los encuentran vagando por la cuneta, deshidratados y exhaustos. Los animales que dependen del agua, como el caimán, son los que más sufren cuando su hábitat arde.

Sássi dice que las especies cuyas poblaciones ya estaban descendiendo antes de los incendios son las más preocupantes. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica al jaguar como especie casi amenazada. En el Pantanal hay entre 4000 y 7000 jaguares de un total de unos 170 000 animales que viven en Centroamérica y Sudamérica. El tapir amazónico y el oso hormiguero gigante se consideran especies vulnerables.

Además de las vidas perdidas, los expertos indican que los incendios tendrán repercusiones ecológicas a largo plazo. Destruirán los hábitats de muchas especies y es probable que los animales se vean obligados a competir por los recursos hídricos restantes. El Pantanal también proporciona agua y comida y protección contra las inundaciones para la fauna silvestre y las comunidades humanas, y estos servicios podrían verse afectados durante décadas.

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    Los incendios arden a lo largo de la Transpantaneira, una carretera que atraviesa el Pantanal.

    Fotografía de Edson Vandeira

    La veterinaria Carla Sássi atiende a un coatí cuyas patas han sufrido quemaduras graves. El animal falleció más adelante.

    Fotografía de Edson Vandeira

    Agua vital para animales y personas

    Antes de los incendios, el Pantanal, que abarcaba principalmente los estados brasileños de Mato Grosso y Mato Grosso del Sur, conservaba intacta un 83 por ciento de su cubierta vegetal autóctona.

    Sus humedales actúan como una gran esponja y retienen el agua de las crecidas en su cuenca superior de octubre a marzo, creando una protección natural contra las inundaciones para las personas y los animales que viven río abajo antes de secarse poco a poco de abril a septiembre. La entrada de agua en otoño e invierno hidrata la región mucho después de la desaparición de las lluvias estivales, lo que mantiene con vida a más de 4700 especies de plantas y animales como anacondas, tucanes, osos hormigueros, guacamayos y capibaras.

    Como parte de su ciclo hidrológico, los niveles del agua en el Pantanal oscilan entre crecidas altas y bajas cada siete a diez años. Actualmente, el ciclo se encuentra en su punto de declive natural y es probable que dure de cuatro a seis años más. Pero en los dos últimos años, este bioma —o gran ecosistema— ha recibido menos lluvia de la esperada.

    Un grupo de guacamayos jacintos posados en un árbol quemado por los incendios en el Pantanal brasileño.

    Fotografía de Edson Vandeira

    Parte del problema es lo que ocurre en los biomas vecinos. Muchos de los 1200 ríos y arroyos que componen el Pantanal nacen en el Cerrado, una sabana tropical al este y al sur que también se ha visto asediada por el fuego. Al norte, la Amazonia sigue menguando debido a la deforestación. La humedad del aire evaporada por la flora de la selva es responsable de parte de las precipitaciones del Pantanal. Cuando los árboles desaparecen, también lo hace la fuente del agua.

    Para agravar la situación, el bioma está sufriendo la mayor sequía en cinco décadas: el volumen de precipitaciones entre octubre de 2019 y marzo de 2020 fue un 40 por ciento inferior a la media de ese semestre.

    Si el patrón de sequía e incendios forestales continúa, el Pantanal podría perder su patrón de inundaciones anuales y, con el paso del tiempo, podría convertirse en otra caatinga, un bioma ubicado en el nordeste de Brasil donde las especies se han adaptado a la escasez del agua.

    «Básicamente, depende del agua procedente de fuera, así que, si no entra agua, el paisaje del Pantanal podría cambiar», afirma Felipe Dias, director ejecutivo de SOS Pantanal Institute, una organización de conservación sin ánimo de lucro.

    Esto podría resultar desastroso para los más de 2,2 millones de habitantes del Pantanal brasileño, muchos de los cuales dependen de sus recursos naturales como sustento, pero también para el ecoturismo.

    En busca de soluciones a los incendios

    Conservacionistas como Dias están esforzándose para impedir que vuelvan a ocurrir incendios como estos. Explica que la clave de su estrategia es defender la creación de un sistema de alerta nacional de incendios forestales e invertir más en la formación y la equipación de los bomberos voluntarios locales.

    Fernando Tortato, investigador de jaguares en el Pantanal para Panthera, una organización de conservación de grandes felinos, señala que dichas medidas también se traducirían en una mejor protección para los jaguares.

    Un equipo de veterinarios voluntarios captura a un jaguar herido durante los incendios forestales cerca de Porto Jofre, Brasil.

    Fotografía de Edson Vandeira

    «El Pantanal es una de las zonas fundamentales para la conservación del jaguar», afirma Tortato. Esto se debe a que se consideraba que su población estaba relativamente bien conectada antes de los incendios. Las poblaciones del felino han decrecido debido a la fragmentación del hábitat y la invasión humana, que ha provocado conflictos con las personas y los han dejado expuestos a los cazadores furtivos.

    Si los incendios forestales se convierten en la nueva normalidad, es importante que los conservacionistas comprendan cómo se adaptan los jaguares a los hábitats quemados. Para dicho fin, Tortato quiere vigilar a un animal que sufrió quemaduras superficiales durante los incendios de este año y que prevén reintroducir en el medio natural con un collar de rastreo GPS.

    Por ahora, los rescatadores seguirán centrándose en ayudar a los animales que necesitan atención inmediata. Sássi y su grupo de rescate han colocado cámaras trampa para vigilar a los animales que se benefician de la comida y el agua y siguen proporcionando atención veterinaria a los que la necesitan.

    Añade que tratar animales por quemaduras y deshidratación en un humedal es una labor que nunca pensó que haría.

    «En mi vida me habría imaginado que tendría que traer agua al Pantanal».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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