Esto es lo que ocurre cuando los elefantes son abandonados a la soledad

Las investigaciones demuestran que el confinamiento solitario es perjudicial para el cerebro humano. Es probable que ocurra lo mismo con los elefantes.

Por Rachel Fobar
Publicado 1 feb 2022, 15:02 CET
La elefanta africana Asha, de casi 40 años, fotografiada aquí con su cuidador en Virginia

En el zoo de Natural Bridge, en Virginia, la elefanta africana Asha, de casi 40 años, fotografiada aquí con su cuidador, ha estado sola la mayor parte de su vida. El año pasado, un veterinario la describió como "poco estimulada" y "desapegada" y observó que se balanceaba de un lado a otro, un signo de frustración en los elefantes cautivos. El propietario del zoo dice que Asha "tiene una vida tremendamente buena".

Fotografía de Erica Yoon, The Roanoke Times

En un crudo día de diciembre, mientras la música navideña suena por los altavoces, una elefanta africana llamada Asha camina en círculos apretados en un recinto del zoológico de Natural Bridge, una atracción de carretera en Virginia (Estados Unidos). Su residencia consiste en un establo y tres patios exteriores: una parcela de hierba vallada de unos 27 por 12 metros, una parcela de tierra con algunos troncos esparcidos y un patio en el que da paseos a los niños por unos 13 dólares (11,5 euros) y en el que sus enormes patas han dejado un anillo en la hierba. Su espacio es un granero, sin arbustos, árboles ni abrevaderos.

Los elefantes, como los humanos, son animales sociales. En la naturaleza, las hembras suelen vivir en manadas de ocho o más, pero Asha, de casi 40 años, lleva más de 30 años confinada en solitario.

Hace tres décadas y a miles de kilómetros de distancia, un recluso ingresó en régimen de aislamiento en la prisión estatal de Pelican Bay, en Crescent City, California (EE. UU.). No tenía problemas psiquiátricos documentados cuando lo encerraron en la habitación de 7 metros cuadrados, vacía excepto por un inodoro, un lavabo y una cama.

El preso pasó más de 22 horas al día durante varios meses en la celda blanca de hormigón, iluminada por el resplandor de una luz fluorescente superior. Al cabo de unas semanas, un psiquiatra de la prisión observó que no podía dormir. Le perseguía el deseo de matar a alguien, o a sí mismo. Durante un episodio de alucinaciones, golpeó repetidamente la puerta de la celda. Decía que le visitaban "entidades". "Puedo verlos a través de las paredes, el mal negro", dijo. "Temo que voy a morir".

En 1993, los reclusos de Pelican Bay presentaron una demanda colectiva contra la prisión por lo que alegaban eran condiciones inhumanas. El juez federal Thelton Henderson les dio la razón. Dictamino que los funcionarios de la prisión habían violado la Octava Enmienda, que prohíbe los castigos crueles e inusuales, en parte debido al sufrimiento infligido por el aislamiento. Los reclusos "pueden pasar semanas, meses o potencialmente años con poca o ninguna oportunidad de contacto social normal con otras personas", escribió Henderson. Durante una visita a la prisión, observó que "algunos reclusos pasan el tiempo simplemente paseando por los bordes del enrejado; la imagen que se crea es inquietantemente similar a la de los felinos enjaulados paseando en un zoológico".

Décadas de investigación indican que cualquiera que pase más de 10 días en soledad involuntaria sufrirá, al menos, algunos efectos emocionales, cognitivos, sociales y de salud física, que van desde problemas para dormir hasta ataques de pánico y alucinaciones. El neurocientífico Bob Jacobs, del Colorado College estadounidense, que ha estudiado tanto el cerebro humano como el de los animales, afirma que otros mamíferos sociales pueden reaccionar de forma similar. "En general, todos los mamíferos siguen los mismos esquemas básicos en cuanto a estructura y funcionamiento del cerebro", afirma.

En Estados Unidos, al menos nueve elefantes viven ahora solos, en empresas no acreditadas como el zoológico Natural Bridge y en zoológicos acreditados por la Asociación de Zoológicos y Acuarios (AZA). En algunas instalaciones con elefantes solos, sus cuidadores creen que están mejor solos, pero en otras, los elefantes muestran signos de estrés y depresión.

"Por todo lo que sabemos sobre el cerebro, no hay razón para pensar que el cerebro de un elefante reaccione de forma diferente al confinamiento solitario que el de un cerebro humano", afirma Jacobs. Para bien o para mal, dice, los cerebros de todos los tipos están diseñados para entornos específicos, y son sensibles a los cambios en esos entornos.

El propietario del zoo de Natural Bridge, Karl Mogensen, dice que Asha tiene una buena vida en el zoo. "Fue producto de una operación de sacrificio en el 85", dice. "Es lo que llamamos una elefanta familiar: está totalmente unida a nosotros y a la gente [de aquí], tiene una vida tremendamente buena... Estamos muy cómodos con la forma en que la cuidamos". Tiene una atención constante y "unas instalaciones preciosas", añade. "Sí, es solitaria, pero es una mascota familiar".

En su página de Facebook, el zoo se ha posicionado en contra de los grupos animalistas "radicales" que se llevarían a Asha. "En un mundo perfecto, ella estaría en África, LIBRE", escribió el zoológico en junio de 2018. "Pero debido al comercio de marfil, la caza furtiva y la deforestación, estos increíbles animales se enfrentan a una destrucción segura". (Los elefantes africanos están en peligro de extinción, principalmente por la caza furtiva).

En una reciente revisión de la literatura científica, Jacobs plantea la hipótesis de cómo los entornos escasos y en cautiverio afectan a los mamíferos de gran cerebro, como los elefantes. Por supuesto, los elefantes son difíciles de estudiar: "No quieres tener un animal de laboratorio que sea capaz de matarte", dice. Los científicos no pueden crear experimentos controlados para animales tan grandes en un laboratorio, y no pueden ponerlos en un escáner de resonancia magnética y echar un vistazo dentro de sus enormes cráneos. Por ello, Jacobs dice que su investigación es una cuestión de extrapolación basada en las condiciones en las que viven los elefantes y en cómo los cerebros de otros animales responden al estrés y a diferentes entornos.

Elefantes jugando en un baño de barro en Sudáfrica. En la naturaleza, gran parte de la estimulación de los elefantes proviene de otros elefantes.

Fotografía de Robert Harding Picture Library, Nat Geo Image Collection

Una pareja entrelaza sus trompas en el Parque Nacional South Luangwa de Zambia.

Fotografía de Chris Schmid, Nat Geo Image Collection

Pocas leyes o reglamentos impiden el aislamiento de los elefantes. La AZA exige que los zoológicos con elefantes hembras "tengan un mínimo de tres hembras (o el espacio para tener tres hembras)", lo que significa que un zoológico puede mantener su estatus de acreditado incluso si tiene un elefante, siempre que la instalación tenga espacio suficiente para tres elefantes. Lo ideal sería que los elefantes estuvieran agrupados, dijo el año pasado el presidente de la AZA, Dan Ashe, a National Geographic, pero añadió que "a veces los animales no quieren estar en grupo". La Ley de Bienestar Animal, aplicada por el Departamento de Agricultura de EE.UU., tiene múltiples reglamentos que abordan las necesidades sociales de los animales, incluidos los primates, los perros y los mamíferos marinos, pero ninguno para los elefantes.

El número de elefantes en cautividad ha disminuido en EE.UU., y como en los zoológicos mueren más elefantes de los que nacen, el número de elefantes solitarios aumentará. Más de 30 zoológicos norteamericanos han eliminado sus exhibiciones de elefantes desde la década de 1990 por diversas razones, entre ellas el coste y la dificultad de cuidar a los elefantes.

"Habrá instalaciones que se queden con un solo elefante", dice Delcianna Winders, directora del Programa de Derecho Animal de la Facultad de Derecho de Vermont. ¿Decidirán enviarlos a santuarios donde estarán con otros elefantes? "¿O afirmarán que son demasiado viejos para moverse y los mantendrán solos?".

La AZA, que supervisa los programas de cría para la conservación de los elefantes africanos y asiáticos, reconoce que las poblaciones de los zoológicos no pueden mantenerse sin una afluencia de nuevos animales procedentes de las poblaciones salvajes, una postura polémica en sí misma, ya que a menudo implica la ruptura de las familias de elefantes.

Un elefante nunca olvida

En la naturaleza, gran parte de la estimulación cerebral de los elefantes proviene de otros elefantes, dice Joyce Poole, especialista en comportamiento de elefantes y exploradora de National Geographic. Siempre están en movimiento (escuchando, oliendo, jugando), mientras que los elefantes solitarios en cautividad "no están muy animados": no tienen otros elefantes con los que interactuar ni ningún lugar donde explorar, dice. (Lee sobre el etograma del elefante africano de Poole, la biblioteca audiovisual más completa jamás realizada sobre el comportamiento de los elefantes de la sabana africana).

Los elefantes macho pasan de 10 a 14 años con sus madres antes de irse a formar sus propios "grupos de solteros". Las hembras permanecen con sus madres toda la vida, en grupos sociales multigeneracionales de hasta 50 ejemplares.

"Crecer en un contexto social, o en una familia, es fundamental para su desarrollo", afirma Poole, y las interacciones sociales siguen siendo fundamentales para su bienestar durante toda la vida.

Esto puede estar relacionado con ciertas características del cerebro de los elefantes. Sus células, o neuronas, tienen dendritas especialmente largas y ramificadas, lo que puede sugerir que los elefantes procesan la información de forma más profunda y contemplativa que otros mamíferos. Tienen tantas neuronas en su corteza cerebral como los humanos, y tienen neuronas piramidales relativamente más grandes, un tipo de neurona cortical fundamental para los procesos cognitivos, según Lucy Bates, una científica especializada en la cognición de los elefantes.

Aunque no se sabe con certeza, estas características también pueden ayudar a explicar por qué los elefantes tienen una gran memoria, especialmente en un contexto social. Algunas pruebas sugieren que después de hasta 27 años de separación, los elefantes en cautividad aún pueden reconocer el olor de la orina de su madre. En la naturaleza, los elefantes pueden distinguir entre las llamadas de los miembros de la familia y las de los extraños; pueden reconocer las voces de al menos un centenar de otros elefantes y pueden registrar la ubicación de hasta 17 miembros diferentes de la familia. Por el contrario, se cree que los humanos son capaces de retener unos siete elementos a la vez en su memoria a corto plazo.

El hecho de que los cerebros de los elefantes "estén tan adaptados a este tipo de procesamiento social de la información demuestra lo importante que es para ellos la interacción familiar y social", afirma Bates.

Cambios en el cerebro

En el zoo de Natural Bridge, Asha pasa horas dando vueltas en su patio, pastando tranquilamente.   

El veterinario Philip Ensley, que trabajó con elefantes en el zoo de San Diego durante casi 30 años, visitó el zoo en septiembre para observarla y evaluar su salud para la organización sin ánimo de lucro Free All Captive Elephants (Liberad a todos los elefantes en cautividad), uno de los muchos grupos de defensa de los animales que ha criticado las condiciones de Asha. En un informe privado compartido con National Geographic, observó que Asha se balanceaba de un lado a otro, desplazaba su peso de ciertas extremidades (lo que podría indicar artritis o enfermedades de las articulaciones, que son comunes en los elefantes en cautividad), y parecía "poco estimulada" y "desapegada".

"Es inadecuado en el ámbito del cuidado y la gestión de los elefantes en cautividad mantener a una hembra sola", concluyó en el informe. La falta de una compañera "está haciendo sufrir a Asha".  

El estrés del cautiverio puede cambiar el cerebro, dice Jacobs. En los animales salvajes cautivos, uno de los efectos pueden ser las estereotipias, es decir, comportamientos repetitivos y aparentemente sin sentido, como que un mono se arranque el pelo. Los animales aburridos y sociales en cautividad son los que más a menudo los manifiestan y rara vez se ven en la naturaleza. En el caso de un elefante solitario en cautividad, la pérdida de control sobre su entorno y la falta de estimulación causada por el aislamiento a largo plazo pueden desencadenar paseos, meneos de la cabeza, balanceos o bamboleos, entre otros comportamientos repetitivos.

En un informe de 2017 sobre elefantes cautivos solitarios en 14 zoológicos acreditados a nivel nacional en Japón, se observó que casi todos mostraban comportamientos estereotipados.

"Si hay un problema de comportamiento o un problema psicológico, hay un problema neuronal subyacente", dice Jacobs. Los comportamientos repetitivos, según estudios realizados en humanos y otros animales, se han asociado a alteraciones en los ganglios basales, una parte del cerebro que ayuda a controlar los movimientos voluntarios.

En los elefantes que se balancean o se pasean, sus ganglios basales probablemente están tan alterados que no pueden detener estas acciones repetitivas, dice Jacobs. (Esto también es cierto para los seres humanos que tienen condiciones que implican daños en los ganglios basales, como la enfermedad de Huntington y la enfermedad de Parkinson, dice, que pueden causar movimientos involuntarios y temblores debilitantes).

En el caso de los animales salvajes en cautividad, se cree que ese tipo de daño cerebral está asociado a la falta de estimulación. "El cerebro se nutre de la estimulación", dice Jacobs. Sin ella, las dendritas se encogen por falta de uso, y los capilares disminuyen su diámetro, reduciendo el flujo de sangre al cerebro. Un estudio de 2018 sobre los efectos del aislamiento prolongado en el cerebro de los ratones encontró una reducción del 20 por ciento en sus neuronas. "'Úsalo o piérdelo': se aplica a los músculos, pero también al cerebro", dice.

El estrés, ya sea causado por el aislamiento o por cualquier otra cosa, también activa la respuesta de lucha o huida del cuerpo, que libera cortisol en el torrente sanguíneo, dando al cuerpo un impulso de energía para responder a la amenaza percibida. Cuando la respuesta de lucha o huida se estimula continuamente, acaba dañando las células nerviosas del hipocampo, que es fundamental para el aprendizaje y la memoria. En los seres humanos, un hipocampo comprometido se asocia a menudo con la depresión, el trastorno bipolar y otras enfermedades relacionadas con el estrés.

¿Por qué se sigue permitiendo esto?

Un elefante solo en cautividad no tiene "nada que hacer, ningún sitio al que ir, nadie a quien ver, nadie con quien comunicarse", dice Poole.

"¿Por qué se sigue permitiendo esto para estos animales de los que sabemos tanto? ¿Por qué nuestras leyes no hacen algo al respecto?", dice Delcianna Winders, de la Facultad de Derecho de Vermont.

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    En Nueva York, Happy, la elefanta asiática del zoo del Bronx, está en el centro de un polémico caso judicial sobre derechos de los animales por la decisión del zoo de mantenerla sola. Happy puede ver y ocasionalmente tocar a Patty, la otra elefanta del zoo, a través de una valla, pero las mantienen separadas porque los responsables del zoo dicen que no se llevan bien. Los críticos dicen que Happy debería ser trasladada a un santuario; el zoo dice que es mejor que se quede aquí.

    Fotografía de Bebeto Matthews, AP

    Cuando se les presiona para que entreguen elefantes solitarios a los santuarios, los zoológicos suelen argumentar que es mejor que el animal se quede allí. Es demasiado viejo, está demasiado enfermo o no le gusta la compañía de otros elefantes, dicen. Ese es el argumento que esgrime el zoo del Bronx (Nueva York; Estados Unidos) en el caso de Happy, una elefanta asiática de 51 años que está en el centro de un caso presentado por el Proyecto de Derechos de los No Humanos (NhRP) en el que se argumenta que tiene derechos legales, entre ellos el de no ser encarcelada.

    El zoo del Bronx tiene una segunda elefanta, llamada Patty, que también está sola. Happy y Patty no se llevan bien, según los responsables del zoo, aunque pueden verse a través de la valla que separa sus recintos y ocasionalmente se tocan. El director, James Breheny, dice que Happy "se siente más cómoda con sus cuidadores y con barreras seguras entre ella y otros elefantes" y que quienes critican su situación "no saben nada de nuestro animal individual, su personalidad, preferencias o tendencias".

    El NhRP sostiene que Happy disfrutaría de la compañía de otros elefantes, ya que vivió con un compañero llamado Grumpy durante 25 años hasta la muerte de ese elefante en 2002. La máxima instancia judicial del estado de Nueva York ha accedido a escuchar el caso de Happy, pero aún no se ha fijado una fecha.

    Cuando un elefante está demasiado enfermo o es demasiado viejo para ser trasladado, o tiene una enfermedad que puede transmitirse a otros animales, es posible que tenga que quedarse solo, dice Joshua Plotnik, presidente y director ejecutivo de Think Elephants International, un grupo de conservación que estudia el comportamiento de los elefantes. En estos casos, hay que tener en cuenta la individualidad del animal para garantizarle una vida lo más plena posible.

    "Al igual que si se tienen mascotas, cada perro o gato tiene una personalidad diferente, lo mismo ocurre con los elefantes", dice Plotnik. En el caso de los elefantes que necesitan un reto, los cuidadores pueden inventar actividades de búsqueda de comida más complejas; en el caso de los animales ansiosos por complacer, pueden centrarse más en el refuerzo positivo. 

    El traslado de elefantes puede ser arriesgado, y algunos han muerto durante o poco después de ser trasladados, aunque las causas de sus muertes han sido muy discutidas.

    Pero cuando los elefantes se instalan en los santuarios, muchos animales antes solitarios, sumisos o tímidos se abren, aumentando sus interacciones con los demás y reduciendo sus estereotipias. A los seis meses de su traslado al Santuario de Elefantes de Tennessee, una elefanta llamada Sissy (que había matado a uno de sus cuidadores en el zoo Frank Buck, en Gainesville (Texas), y que se caracterizaba por ser "antisocial") entabló una estrecha amistad con otros elefantes; más de 20 años después, prospera pacíficamente.

    Después de 10 años sola en el zoo de Alaska, una elefanta africana llamada Maggie se convirtió en uno de los miembros más sociables de la manada del santuario de la Performing Animal Welfare Society (PAWS), en California, según Catherine Doyle, directora de ciencia, investigación y defensa. Los responsables del zoo habían previsto que, debido a su agresividad con su anterior compañero, fallecido en 1997, no se llevaría bien con otros elefantes. (PAWS tiene ahora una elefanta aislada porque sus compañeros elefantes asiáticos murieron. Como santuario, PAWS no cría ni compra elefantes).

    ¿Qué se puede hacer?

    En algunos casos, la Ley de Especies en Peligro de Extinción se ha utilizado para obligar a los zoológicos a proporcionar compañeros a los animales solitarios. La ley prohíbe dañar a las especies en peligro de extinción, lo que incluye "perjudicar significativamente los patrones de comportamiento esenciales". Para los elefantes, socializar con otros elefantes forma parte de su naturaleza, dice Winders, por lo que alojar a un elefante solo puede violar la ley.

    Al igual que los humanos, los elefantes son animales sociales con mucho cerebro y, en la naturaleza, gran parte de su estimulación proviene de otros elefantes. "Crecer en un contexto social, o en una familia, es fundamental para su desarrollo", dice la especialista en comportamiento de elefantes Joyce Poole, y añade que esas interacciones siguen siendo fundamentales para su bienestar durante toda la vida.

    Fotografía de Chris Schmid, Nat Geo Image Collection

    En Estados Unidos, hay precedentes con otros animales sociales. En 2019, por ejemplo, un tribunal de Maryland dictaminó que el Parque Zoológico Tri-State violó la Ley de Especies en Peligro de Extinción al mantener a leones y lémures solos. Aunque todavía no se ha juzgado ningún caso relacionado con un elefante solitario, una demanda de 2015 estuvo a punto de hacerlo: el Fondo de Defensa Legal de los Animales demandó al zoológico de San Antonio (Texas) en virtud de la Ley de Especies en Peligro de Extinción por mantener a su elefante asiático, Lucky, solo durante más de dos años tras la muerte de su compañero. Pero después de presentar la demanda, el zoológico introdujo otros dos elefantes como compañeros, y el fondo solicitó que se desestimara su demanda.

    En 2020, la Asamblea General de Virginia estuvo a punto de poner fin a los paseos en elefante del zoológico Natural Bridge cuando prohibió el "contacto directo con animales cautivos peligrosos". El proyecto de ley se refería originalmente a los elefantes, así como a los tigres, leones y osos, entre otros, pero tras la campaña del propietario del zoo, Mogensen, apoyada por los delegados Daniel Helmer y Tony Wilt, los elefantes fueron eliminados del proyecto de ley antes de que la Asamblea lo aprobara.

    El futuro de los elefantes en cautividad en Estados Unidos es incierto, sobre todo a medida que se intensifica el debate sobre si ciertas especies sociales y muy inteligentes deben mantenerse en cautividad. "Cuantas más pruebas se observan... más se llega a la conclusión de que no es éticamente justificable mantener a estos animales en cautividad", afirma el neurocientífico Bob Jacobs, reflexionando sobre sus últimas investigaciones. Incluso los grandes zoológicos son "demasiado pequeños" para animales tan grandes, dice, pero los elefantes solitarios mantenidos en recintos pequeños... "eso es probablemente lo peor que se puede hacer".  

    Wildlife Watch es un proyecto de investigación periodística entre National Geographic Society y National Geographic Partners que se centra en los delitos y la explotación de la fauna salvaje. Lee más historias de Wildlife Watch aquí, y conoce más sobre la misión sin ánimo de lucro de National Geographic Society en natgeo.com/impact. Envía sus sugerencias, comentarios e ideas de historias a NGP.WildlifeWatch@natgeo.com.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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