Ancas de rana y la "extrema crueldad" detrás de su comercio en Europa

Cada año se matan y exportan a la UE millones de ranas silvestres, pero los expertos afirman que hay poca transparencia en torno a este comercio, lo que da lugar a prácticas crueles y al descenso de la población de especies sobreexplotadas.

Por Rachel Nuwer
Publicado 2 mar 2023, 10:38 CET
Las ranas abarrotan una granja cerca de Lyon, en Francia

Las ranas abarrotan una granja cerca de Lyon, en Francia, donde las ancas de estos anfibios son desde hace tiempo un plato popular. La UE importa millones de ranas salvajes sacrificadas en países como Turquía, Albania e Indonesia.

Fotografía de Jeff Pachoud, AFP, Getty Images

La demanda europea de ancas de rana ha amenazado durante mucho tiempo a estos animales, primero en Europa y ahora en otras regiones del mundo, según un nuevo estudio.

En la década de 1980, las ranas se capturaban en Europa en cantidades tan grandes que estaban desapareciendo a nivel local, lo que llevó a la Unión Europea a prohibir el comercio de la mayoría de las especies. Los proveedores satisfacían el continuo gusto de los europeos por las ancas de rana importándolas, legalmente, de otros países.

Poco se sabía sobre la naturaleza de este comercio o su impacto en las poblaciones mundiales de ranas, pero un estudio publicado el mes pasado en Nature Conservation ha llenado algunas lagunas.

Según los autores, cada año se matan millones de ranas salvajes por sus ancas. Esto supone una amenaza de extinción, local o mundial, para múltiples especies y los ecosistemas donde desempeñan importantes funciones, como comer insectos, servir de presa a otras especies, airear el suelo con sus madrigueras y, como renacuajos, filtrar el agua.

Un empleado rocía desinfectante en una granja de Ji'an, en la provincia china de Jiangxi, donde se crían juntas ranas y arroz.

Fotografía de Li Fusun, VCG, Getty Images

La importancia de las ranas en los ecosistemas

"Los anfibios son muy susceptibles a la contaminación, la crisis climática y el mortífero hongo quitridio", afirma Sandra Altherr, una de las autoras y cofundadora de Pro Wildlife, organización conservacionista alemana. "Por si fuera poco, la enorme y continua avidez de ancas de rana de la UE está diezmando las poblaciones de ranas silvestres en un número cada vez mayor de países".

La UE, señalan Altherr y sus colegas, es el mayor importador mundial de ancas de rana, pero no ha tomado medidas aparentes para garantizar que el comercio sea sostenible.

Jorge Rodríguez Romero, jefe de la Unidad de Cooperación Medioambiental Global y Multilateralismo, la rama de la Comisión Europea que se ocupa de las cuestiones relacionadas con el comercio de especies silvestres, no respondió a una solicitud de comentarios.

Ranas vivas de los arrozales, muy extendidas en los bosques de la India y el Sudeste Asiático, a la venta en un mercado húmedo de Kuala Lumpur (Malasia).

Fotografía de Photo by Ahmad Yusni, EPA, Shutterstock

Falta de control de la UE sobre el comercio de ancas de ranas

Al investigar el comercio de ancas de rana, el equipo descubrió que "nada es transparente", dice el coautor Mark Auliya, herpetólogo del Instituto Leibniz para el Análisis del Cambio en la Biodiversidad, de Bonn (Alemania). La UE, por ejemplo, no exige que se informe de las especies o cantidades de ranas importadas por los Estados miembros, sólo del peso de las "ancas de rana" genéricas.

Utilizando esta información, los investigadores dedujeron que entre 2011 y 2020, la UE importó alrededor de 40 millones de kilos de ancas de rana, lo que equivale a un estimado de entre 814 millones a 2000 millones de ranas. Bélgica y Francia representaron la mayor parte.

Para obtener más información, el equipo recurrió a diversas fuentes, como bases de datos de varios países y organizaciones, estudios científicos, noticias y evaluaciones de especies incluidas en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el inventario más completo del mundo sobre el estado de conservación de animales, plantas y hongos silvestres.

Los habitantes del centro de Burdeos (Francia) saben dónde ir a comer ancas de rana y rosbif.

Fotografía de Alamy

En todo el mundo, se comercializaron al menos 190 especies de ranas, lo que casi con toda seguridad es una subestimación, ya que los animales se identifican fácilmente de forma errónea. En un estudio de 2017, por ejemplo, los científicos compraron ancas de rana en tiendas de comestibles de Francia y, mediante análisis de ADN, demostraron que 206 de los 209 ejemplares etiquetados como ranas gigantes de Java eran de otras especies.

De las ranas identificadas en el estudio, la UICN clasifica 58 en peligro de extinción y 10 en peligro crítico. Pero también es probable que estas cifras estén subestimadas, afirma Alice Hughes, coautora del estudio y bióloga conservacionista de la Universidad de Hong Kong (China). Ello se debe a que no se ha evaluado la situación de algunas ranas comercializadas, y a que muchas de las evaluaciones existentes no proporcionan información completa sobre las amenazas a las poblaciones globales de cada especie.

Una rana de ojos rojos se agarra a una rama en un bosque tropical de Australia. Las ranas se enfrentan a la crisis climática, la contaminación y un hongo mortal, agravados por la demanda europea de sus ancas. Los ecologistas afirman que la UE debería hacer más por regular el comercio y proteger las especies.

Fotografía de Science Source

El comercio de ancas de rana ha sido perjudicial. En Indonesia, por ejemplo, especies de patas grandes como la rana gigante de Blyth y la rana malaya han disminuido tanto que el país pasó a exportar ranas cangrejeras, más pequeñas y comunes. En Albania, la sobreexplotación está contribuyendo a la desaparición de la rana de agua albanesa, una especie amenazada. Y las exportaciones de ranas de agua de Anatolia a Europa desde el sur de Turquía provocaron descensos de la población del 20% anual, y la extinción de la especie es probable para 2032 si no se controla el comercio, según descubrimientos científicos.

La gente confunde el comercio legal con el comercio sostenible, "pero en realidad ambos están completamente divorciados", afirma Hughes. "Sin legislación de los países compradores, no vamos a ver sostenibilidad".

Además de la disminución de la población causada por el comercio, los investigadores descubrieron que las ranas capturadas por sus ancas suelen ser desmembradas aún vivas y abandonadas a su suerte. "Todo el que quiera tener este pequeño tentempié debería ser consciente de la extrema crueldad que hay detrás", afirma Altherr.

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Europa debe asumir su responsabilidad

Sólo dos ranas comercializadas por sus ancas están incluidas en la lista de CITES, el tratado mundial para garantizar que el comercio de fauna salvaje no amenaza la supervivencia de las especies. En 1985, la CITES protegió el comercio de Euphlyctis hexadactylus y Hoplobatrachus tigerinus en respuesta al declive de sus poblaciones en India y Bangladesh debido a la exportación de sus ancas a Europa.

El chef Olivier Couvin, en el centro, prepara ancas de rana en el Auberge Du Pont de Collonges, cerca de Lyon. "El enorme y continuo apetito de la UE por las ancas de rana está diezmando las poblaciones de ranas salvajes en un número cada vez mayor de países", afirma la conservacionista Sandra Altherr.

Fotografía de Jeff Pachoud, AFP, Getty Images

"Desde entonces no se ha hecho nada para regular el comercio de las especies restantes", afirma Auliya.

Esta ausencia de protección para las ranas "puede causar una falsa sensación de seguridad y una falta de atención adecuada a la conservación", afirma Jonathan Kolby, herpetólogo que no participó en la investigación. "En todo caso, el comercio es aún mayor de lo que los autores pudieron describir, debido a la ausencia de informes y datos normalizados".

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Posibles soluciones ante la desportección de las ranas

El estudio de Nature Conservation sugiere varias soluciones a la falta de transparencia y sostenibilidad del comercio de ancas de rana.

La UE podría supervisar y centralizar la recopilación de información fiable sobre el tamaño de las poblaciones de las especies y las amenazas a las que se enfrentan, aplicar decisiones con base científica a la regulación de los volúmenes de comercio y hacer un seguimiento de las importaciones. Podría formular y supervisar normas industriales para el trato humano de las ranas y empezar a hacer pruebas de contaminación por pesticidas en la carne de rana para garantizar la seguridad del consumidor. Los autores también piden que se controle el número de ranas que mueren durante el transporte y el procesamiento antes de que se exporten sus ancas. Ninguna de estas medidas se aplica actualmente, afirman.

Las ranas capturadas por sus ancas suelen ser desmembradas en vida y abandonadas a su suerte.

Fotografía de Dorling Kindersley, UIG, Bridgeman Images

También es importante que la UE tome la iniciativa en la creación de listas CITES para todas las especies importadas, afirma Hughes. "Tenemos que empezar a responsabilizar a quienes impulsan la demanda. Debe considerarse irresponsable importar muchos miles de animales de la naturaleza sin datos que permitan evaluar el impacto de ese comercio en las poblaciones silvestres."

Sin la implicación de la UE, no es probable que las cosas cambien, afirma Annemarie Ohler, especialista en ranas del Museo Nacional de Historia Natural de París (Francia), que no participó en la investigación. "Los países europeos están transfiriendo la responsabilidad a los países de origen, que consideran el comercio de ranas como un recurso financiero", afirma. "Está claro que Europa debería asumir su responsabilidad".

La National Geographic Society apoya Wildlife Watch, nuestro proyecto de reportaje de investigación centrado en los delitos y la explotación de la fauna salvaje. Lee más reportajes sobre Wildlife Watch aquí, y envía sugerencias, comentarios e ideas para reportajes a NGP.WildlifeWatch@natgeo.com. Más información sobre la misión sin ánimo de lucro de la National Geographic Society en natgeo.com/impact.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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