¿Por qué estas cuatro nutrias muertas tienen tan alarmadas a los científicos?

Una infección parasitaria inusualmente virulenta que mató a estos animales también afecta a los humanos, y los expertos temen que pueda suponer una amenaza mayor.

Por Melanie Haiken
Publicado 1 jun 2023, 11:57 CEST
Nutria marina del sur

Una nutria marina del sur, subespecie en peligro de extinción, se alimenta de una almeja en la bahía californiana de Monterrey.

Fotografía de Suzi Eszterhas, Nature Picture Library

Esta primavera, los responsables de la fauna salvaje de California (Estados Unidos) hicieron algo inusualmente dramático: dieron la voz de alarma por la muerte de cuatro nutrias marinas salvajes infectadas por un parásito extremadamente raro.

Esta cepa de Toxoplasma gondii, el parásito unicelular causante de la toxoplasmosis, nunca se había registrado antes en EE.UU. Además, es inusualmente virulenta y podría suponer una amenaza para otros mamíferos, incluidas las personas.

Las nutrias, encontradas muertas en la costa central de California entre 2020 y 2022, tenían "niveles astronómicamente altos de parásitos y cantidades masivas en la grasa, que estaba gravemente inflamada", dice Melissa Miller, veterinaria especialista en vida silvestre del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California. Esto contrasta notablemente con otros tipos de toxoplasmosis, que suelen afectar al cerebro y al sistema nervioso central del animal.

"Estas nutrias parecían más enfermas y murieron más deprisa que las infectadas con otras cepas. Estamos hablando de semanas en lugar de meses o años", afirma Miller, coautora de un nuevo estudio publicado en Frontiers in Marine Science.

(Relacionado: Cómo las nutrias marinas protegen las praderas submarinas)

Una toxoplasmosis diferente

El Toxoplasma, que infecta al menos a un tercio de la población humana mundial en un momento dado, sólo puede reproducirse en los intestinos de gatos domésticos o salvajes, razón por la cual se advierte a las mujeres embarazadas que no limpien las cajas de arena de los gatos. Aunque suele ser leve, el parásito está muy extendido en la naturaleza y afecta a todos los mamíferos de sangre caliente; el 60% de las nutrias marinas adultas tienen infecciones activas, afirma Miller. La nutria marina del sur, una subespecie, está en peligro de extinción en California, donde sólo quedan 300 animales.

Karen Shapiro, profesora asociada de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de California en Davis, afirma: "Estos hallazgos nos han conmocionado por completo".

"Llevamos 20 años caracterizando otros tipos de toxoplasmosis en nutrias marinas, pero ésta es una cepa muy rara, relacionada con una forma muy grave de la enfermedad que nunca habíamos visto antes. Necesitábamos que la gente lo supiera", dice Shapiro, también coautora del estudio.

El análisis genético reveló otra sorpresa: la cepa del parásito coincidía con muestras tomadas de dos pumas canadienses hace casi 30 años. Esa cepa, apodada COUG por su origen, se detectó e identificó después de que los habitantes de Victoria (Columbia Británica; Canadá) contrajeran toxoplasmosis a través del agua potable contaminada.

Las personas también pueden estar expuestas a través de sus gatos, o de algunos alimentos, como la carne poco hecha y el marisco crudo. Los síntomas, si los hay, incluyen fiebre leve y dolores musculares, pero algunas personas, especialmente las inmunodeprimidas, pueden desarrollar enfermedades graves, con daños en el cerebro y otros órganos.

Al menos otros cinco casos sospechosos de COUG en nutrias se encuentran actualmente en diversas fases de análisis, añade Shapiro.

"Cuantos más casos encontramos y más aprendemos, más tenemos que averiguar cómo proteger a los animales y a las personas".

Después de que el Toxoplasma entre en el océano a través de la escorrentía de las aguas pluviales, el parásito es recogido y concentrado por mariscos y cangrejos, que son los alimentos favoritos de las nutrias marinas del sur. Los investigadores acaban de relacionar otro grupo de variantes de T. gondii, conocido como tipo X, con gatos de cuencas hidrográficas cercanas, lo que refuerza la conexión tierra-mar.

T. gondii puede sobrevivir en el agua de mar hasta dos años. El parásito también puede permanecer latente durante años, escondiéndose en las células y reactivándose si el sistema inmunitario del huésped se debilita.

"Se les considera uno de los parásitos de mayor éxito en todo el mundo porque tienen muchos ases en la manga para desplazarse y esconderse en los huéspedes", afirma Miller.

Y puede que el aumento de las precipitaciones en el Oeste les esté dando un empujón.

Las recientes e intensas lluvias, inundaciones y mareas altas de California, que se espera que se intensifiquen debido al cambio climático, podrían aumentar la cantidad de materia fecal de gato infectada por Toxoplasma que fluye hacia el océano. Sin embargo, Shapiro advierte que se necesitan más estudios a largo plazo para sacar conclusiones sólidas.

Para atar cabos, los científicos están estudiando una serie de parásitos diferentes y las vías por las que se abren camino en el medio ambiente. La investigación de Shapiro ha encontrado más Toxoplasma en los mejillones recogidos durante la estación húmeda que durante la seca, mientras que otro estudio relacionó el aumento de los niveles del parásito en el océano con el aumento de las precipitaciones.

Los científicos han confirmado la relación entre el mar y la lluvia con otro parásito, el Sarcocystis neuroma, que recibe menos atención porque no es un patógeno humano. Alojado en zarigüeyas en lugar de gatos, el sarco, como se le llama, es más fácil de rastrear porque la enfermedad se desarrolla más rápidamente. En una ocasión, murieron 40 nutrias marinas en un tramo de costa de 19 kilómetro.

"Observamos una tendencia bastante parecida: si pasa una gran tormenta, varias semanas después se produce un aumento de los casos de sarco", afirma Devinn Marie Sinnott, patóloga veterinaria y estudiante de doctorado en UC Davis que estudia el fenómeno.

Sinnott pasó el lluvioso invierno pasado preocupada por la llegada de cada nueva tormenta. "Una parte de mí sabía que necesitábamos la lluvia, pero otra siente pavor porque sé que pronto veremos muchas nutrias enfermas. Es un poco desgarrador".

Mientras tanto, los investigadores esperan que el amor del público por las nutrias marinas y otras formas de vida marina centre la atención en las formas en que el uso del suelo y el desarrollo están afectando al medio marino.

"No sólo somos responsables del cambio climático, sino también de la forma en que hemos alterado los entornos costeros para que haya mucha más contaminación en el mar", afirma Shapiro.

"El hecho de que hayamos rellenado todos esos humedales y pavimentado todos esos aparcamientos y calzadas significa que el agua no tiene otro lugar al que ir que río abajo, y el agua entra en el mar con mucha más fuerza, llevando consigo los parásitos".

Además, las nutrias marinas no tienen adónde ir, dice Sinnott. Su área de distribución está limitada por el aumento de la población de tiburones blancos al norte y al sur.

"Las nutrias marinas ya están sometidas a mucha presión por la pérdida de hábitat, el contacto con vertidos de petróleo, las mordeduras de tiburón y otras enfermedades, y su población sigue intentando recuperarse de su mínimo histórico", afirma Sinnott.

"Si queremos preservar y conservar esta especie clave, realmente tenemos que tener en cuenta esta conexión tierra-mar y cómo el cambio climático está afectando a la salud de su población".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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