Explota el prototipo del cohete Starship de SpaceX durante un aterrizaje de prueba

Elon Musk está transformando la remota costa del sur de Texas para construir y probar el mayor sistema de lanzamiento espacial del mundo. Los vuelos espaciales —y la playa antes tranquila— nunca serán lo mismo.

Por Joe Pappalardo
fotografías de Dan Winters
Publicado 11 dic 2020, 14:16 CET

El prototipo del cohete Starship de SpaceX, Serial Number 8 (SN8), despega sobre la playa de Boca Chica en el sur de Texas el 9 de diciembre. El cohete de 50 metros estalló al aterrizar, pero generó datos suficientes para considerarse un éxito rotundo.

Fotografía de Dan Winters, National Geographic

Los motores se encendieron con una explosión fogosa, levantando una nube de polvo marrón mientras el cohete de 50 metros, conocido como Serial Number 8 (SN8), ascendía hacia el cielo azul sobre la playa de Boca Chica, a las afueras de Brownsville, Texas. El prototipo parecía tambalearse bajo su peso de 110 toneladas, a pesar de los tres motores que lo impulsaban por el aire.

El SN8 se elevó a unos 12 500 metros —más altitud que los aviones domésticos— antes de apagar motores y colocarse en horizontal, según lo planeado. Durante la caída libre, las aletas mantuvieron el cohete en horizontal, por lo que se parecía más a un dirigible que a una nave espacial mientras descendía a la plataforma de lanzamiento. Con un movimiento sorprendentemente grácil, el prototipo volvió a la posición vertical con el reencendido de dos de los motores y, con una llamarada blanca verdosa, descendió para realizar un aterrizaje digno de Flash Gordon.

Pero cuando tocó tierra, el SN8 explotó creando una gran bola de fuego. Cuando el humo se despejó, lo único que quedaba del cohete era el cono frontal chamuscado y deforme sobre la plataforma de aterrizaje.

Hay un motivo por el que estos prototipos reciben números de serie tan desapegados en lugar de nombres. El nuevo plan de vuelo del cohete era tan arriesgado que Elon Musk, el multimillonario iconoclasta que fundó SpaceX, había predicho abiertamente que el SN8 «probablemente no sobreviva».

Para un prototipo como el SN8, que forma parte de un programa de pruebas para desarrollar un nuevo cohete llamado Starship, el éxito no lo define la supervivencia, sino la cantidad de datos generados durante el vuelo. Cuanto más largo es el vuelo y más maniobras se intenten, mejor.

Con su afilada nariz, las aletas de la cola y su lustre metálico, el diseño del Starship parece sacado de un libro de ciencia ficción de los años cincuenta. Su objetivo declarado no arruina la ilusión. SpaceX concibe una nave monstruosa diseñada para transportar 100 toneladas —e incluso hasta 100 personas— al espacio y para que aterrice en cualquier lugar de la Tierra, la Luna o Marte.

El explosivo vuelo de prueba de esta semana es un primer paso fundamental hacia lo que SpaceX y otros expertos en vuelos espaciales esperan que acelere el avance de la humanidad hacia el cosmos. «Starship lo cambiará todo, y punto», afirma Laura Forczyk, consultora industrial y experta en misiones de ciencia planetaria de la NASA. «Si tiene el éxito que concibe actualmente, podrá transportar a más personas al espacio en un lanzamiento que el número total de personas lanzadas al espacio cada año en la actualidad».

Para lograrlo, SpaceX está transformando una zona tranquila en una playa del sur de Texas en la fábrica y centro de pruebas del mayor sistema de lanzamiento que se ha construido jamás. No ha sido precisamente coser y cantar. La empresa compró la mayoría de las viviendas de una comunidad local entre el resentimiento de los propietarios y los medioambientalistas están cada vez más preocupadas por que los enormes cohetes que está construyendo SpaceX perturben a las especies silvestres de este litoral antaño tranquilo.

Los momentos finales de la Starship SN8 de SpaceX, un prototipo del aterrizador marciano y lunar de la empresa, que explotó durante el intento de aterrizaje tras su lanzamiento. Están construyéndose más prototipos para aplicar las lecciones aprendidas. El SN9 ya se ha ensamblado y será el próximo en volar.

Fotografía de Dan Winters, National Geographic

La empresa no ha aceptado entrevistas de los medios sobre Starship, «sino que intenta que el equipo se concentre en las tareas fundamentales de la misión», afirma el portavoz de SpaceX James Gleeson.

Sin embargo, tras el vuelo Musk publicó en Twitter un mensaje eufórico de que la prueba había generado los datos que esperaban. Explicó que, durante los últimos momentos del vuelo, la baja presión de un tanque de oxígeno líquido había quitado la alimentación que necesitaban los motores para ralentizar el SN8 y que consiguiera aterrizar. Tras ello se produjo un «desmontaje rápido inesperado», que significa un choque exclusivo.

«Poner el cráter en el lugar adecuado fue épico», añadió.

Un cohete para establecerse en Marte

La escala del proyecto Starship es abiertamente futurista: un cohete gigantesco y reutilizable con la capacidad de aterrizar en varios mundos. «Starship debería ser capaz de llevar naves más pesadas al espacio, transportar humanos y carga a la Luna y posiblemente Marte, y también lanzar una nave planetaria, como misiones a Marte o a Europa, en trayectorias más rápidas», afirma Matthew Shindell, comisario de ciencia y exploración planetaria del Museo Nacional del Aire y el Espacio del Smithsonian.

Pero además de la carga, Musk mantiene que el fin último de su empresa es hacer que la especie humana sea multiplanetaria. Starship es la encarnación metálica de esa ambición. SpaceX aspira a construir y operar mil Starships, algunos de los cuales transportarán suministros y personas a Marte.

Lo que antes era un proyecto apasionante para Musk ha impresionado a la NASA lo suficiente para incluir el Starship entre los tres vehículos que tendrá en cuenta para llevar astronautas a la Luna. El ejército estadounidense también está planteándose utilizar el cohete para llevar carga a varios lugares del planeta.

La compañía ha avanzado mucho desde su fundación en 2002. Con la orientación firme de la presidenta Gwynne Shotwell, SpaceX se hizo con el mercado de lanzamiento de satélites comerciales de Estados Unidos, lanzando cargas útiles en su eficaz cohete Falcon 9, que hace poco voló por 100ª vez. Empezó a llevar carga a la Estación Espacial Internacional para la NASA en 2012 y satélites de seguridad nacional para el ejército en 2018. A principios de este año, SpaceX se convirtió en la primera empresa de la historia que ha lanzado humanos.

Shotwell es la responsable de hacer realidad las nobles metas de Musk. «Cuando Elon dice algo, debes hacer una pausa y no soltar de inmediato: “Eso es imposible”», dijo durante una charla TED en 2018. «Así que lo callas, lo piensas y encuentras formas de lograrlo».

Por el camino, las ambiciones multiplanetarias de SpaceX han atraído a fans apasionados. «Esta idea de llevar humanos a Marte parece descabellada y quizá nunca se materialice, pero sí parece ser una fuente de motivación dentro de SpaceX y un aspecto de la identidad pública de SpaceX», afirma Shindell. «Están vendiendo servicios de lanzamiento, pero también venden imágenes e ideas de futuro».

El puerto espacial de Boca Chica

La improbable plataforma de lanzamiento para estos sueños de ciencia ficción es la playa de Boca Chica, a 32 kilómetros a las afueras de Brownsville, entre refugios nacionales de especies silvestres y la frontera de México y Estados Unidos. Está en medio de la nada; la carretera que lleva desde Brownsville por la Ruta 4 termina en la playa pública, topándose literalmente con la arena. Las tortugas loras, los ocelotes y las bandadas de aves habitan los refugios que salpican este litoral inexplotado.

Los residentes humanos viven principalmente en Boca Chica Village, un pueblecito no incorporado que, en su apogeo, tenía unas 30 viviendas y caravanas en sus fronteras no oficiales y sus alrededores. Los pozos de agua y los tanques sépticos remplazan los servicios públicos en este pueblo remoto.

Cheryl Stevens creció en Brownsville y, para su familia, la playa aislada ha sido su secreto mejor guardado durante cuatro generaciones. Había alquilado su casa de la playa y tenía pensado jubilarse allí. La falta de infraestructura en Boca Chica —como la ausencia de farolas y camiones de basura— nunca la disuadió. «Incluso en Brownsville, hay gente que no conoce Boca Chica y nunca viene aquí. Tienes que desviarte mucho para encontrarla», afirma.

Pero SpaceX vio en Boca Chica un posible puerto espacial para el futuro. El lugar ofrece ventajas importantes para el lanzamiento de cohetes: muy pocas personas viven en los alrededores, hay una gran masa de agua donde los cohetes pueden caer a salvo y la proximidad al ecuador significa que la rotación de la Tierra da un empujoncito adicional hacia el espacio.

Incluso la NASA había considerado la zona para su centro de lanzamiento principal en los años sesenta, pero eligió Florida porque el pantano donde ahora se encuentra el Centro Espacial Kennedy se considera mucho más remoto y porque en 1947 el gobierno estadounidense estrelló por accidente un cohete balístico experimental en México, provocando un incidente diplomático. Ahora, SpaceX ha devuelto el sueño de un centro de lanzamiento a la frontera.

El prototipo SN8 del Starship a 12,5 kilómetros de altitud alcanza el apogeo —punto más alto— justo antes de apagar los motores. Después cayó en picado hacia la Tierra hasta que reactivaron los motores para el intento de aterrizaje que terminó en un choque explosivo.

Fotografía de Dan Winters, National Geographic

La empresa, que pasó 15 años luchando por su supervivencia como startup contra gigantes aeroespaciales como Being y Lockheed Martin,  ha irrumpido con fuerza en la órbita terrestre. SpaceX lanza carga y tripulaciones a la Estación Espacial Internacional para la NASA y transporta decenas de satélites civiles y militares para clientes de todo el mundo cada año.

En 2014, tras comprar discretamente porciones de tierra, SpaceX anunció que la playa de Boca Chica sería el emplazamiento de su centro de pruebas y vuelos y Texas aportó 15 millones de dólares para la infraestructura del condado. La empresa empezó a traer toneladas de tierra para estabilizar el suelo bajo la que se convertiría en una plataforma de lanzamiento. Pero en 2016, cuando SpaceX se concentró en lanzar a astronautas de la NASA, las obras pararon. Lo único que identificaba la playa como la ubicación del proyecto más audaz en la historia aeroespacial era un montículo de tierra y una señal de metal que decía «SpaceX South Texas Launch Site».

Entonces, en 2017 llegaron camiones con hormigón para construir los cimientos. Apareció una fábrica donde los trabajadores metalúrgicos apilaron cascos vacíos de acero inoxidable para los prototipos del Starship. Cuando se terminó la plataforma de lanzamiento, un convoy constante de camiones circuló retumbando por la Ruta 4 con tanques de oxígeno y metano para potenciar los cohetes.

Cuando SpaceX empezó a probar su motor para cohetes Raptor en 2018, aparecieron folletos de papel en las puertas de la aldea anunciando el cierre de la Ruta 4 durante el encendido. Los cierres solían durar todo el día y a veces se producían varias veces a la semana. Los residentes no podían pasar los controles de carretera sin una prueba de que vivían allí, como si SpaceX controlara el condado, pero las líneas se difuminaron, teniendo en cuenta que los alguaciles trabajaban en la seguridad de la empresa cuando estaban fuera de servicio, señala Stevens.

En septiembre de 2020, SpaceX envió una carta a varios propietarios de Boca Chica Village ofreciendo comprarles sus tierras por el triple de su valor. Los propietarios hablaron con un abogado que les aconsejó vender, ya que el condado podría recurrir a la expropiación para expulsarlos en nombre de SpaceX. Esto hizo que la mayoría de los propietarios aceptaran el trato, no sin antes negociar mejores términos de los que ofrecía la carta.

«Parecía que ya se había decidido», afirma Stevens. Ella vendió sus tierras en octubre de 2019 de forma rentable, pero cree que aceptar el pago es como entregar las tierras de su familia. «No es un tema de dinero», afirma. «No compensa lo que he perdido y lo que ha perdido mi familia».

Ahora solo hay seis habitantes a tiempo completo en Boca Chica Village y la población se duplica en vacaciones. Stevens estima que hay 10 propietarios que no han vendido a SpaceX. Ella los llama sus «vecinos peleones» y cree que nunca venderán por voluntad propia.

Durante el vuelo del SN8, los residentes del pueblo fueron trasladados a un hotel en la cercana isla South Padre para observarlo de forma segura.

Un cohete superpesado

Mientras los restos calcinados del SN8 yacían en la plataforma de aterrizaje, los trabajadores de la fábrica de SpaceX en Boca Chica ensamblaban secciones de nueve metros de ancho para construir un cohete aún más grande: un gigante de 70 metros de altura llamado SuperHeavy. Se prevé que la primera etapa del cohete se lanzará con el Starship, que después se separará para viajar a otros planetas y aterrizar por sí solo. Cuando se terminen, el Starship y el SuperHeavy medirán 120 metros de altura, siendo más altos que el cohete más grande que se ha construido: el Saturno V de la era Apolo que llevó a los astronautas a la Luna.

Tras el ambicioso programa, Musk se ha convertido en personaje polarizante por su vida personal y empresarial. La SEC lo multó cuando tuiteó erróneamente sobre sacar Tesla a bolsa en 2018 y la NASA evaluó las condiciones de trabajo de SpaceX cuando fumó marihuana en un podcast. Su vida amorosa, cambios de humor, trato de los empleados y tuits erráticos atraen tanta atención que hace poco un escritor bromeó en Vanity Fair: «Si terminamos en Marte, Elon Musk también estará allí y traerá sus extremos con él».

Al mismo tiempo, los fans de Musk aumentan. Algunos observadores de los vuelos espaciales de todo el mundo han perdido la fe en los gigantes aeroespaciales tradicionales y los caros programas de la NASA, como el cohete SLS (siglas en inglés de «Sistema de lanzamiento espacial»), que va con años de retraso y se ha pasado de su presupuesto original por miles de millones de dólares, según el inspector general de la agencia espacial.

Tony Greco (52) y su hijo de 24 años viajaron desde Houston para ver el despegue del SN8, teletrabajando desde una caravana en el parque para caravanas de South Padre. «Nadie más lo consigue, solo Elon Musk», dijo durante una visita a la plataforma de SpaceX la noche antes del lanzamiento. Después señaló el prototipo del Starship.

El patrimonio neto de Musk, que en 2019 era de 28 000 millones de dólares, se ha disparado a 100 300 millones en 2020. Gran parte de ese crecimiento podría atribuirse a Tesla, que ahora es la empresa de automóviles más valiosa del mundo, pero SpaceX también ha conseguido que despegue el negocio gracias a algunos logros impresionantes en ingeniería espacial, como poder recuperar los propulsores orbitales del espacio y volver a lanzarlos, un hito en la historia aeroespacial.

A pesar de lo mucho que se habla del sueño de Musk de llegar a Marte, el Starship atrae clientes. El primero fue el multimillonario japonés Yusaku Maezawa, que pagó una cantidad desconocida para fletar un viaje alrededor de la Luna con tantos artistas como pueda transportar la nave. En junio, la NASA eligió el Starship como uno de los tres diseños de aterrizadores que podrían llevar a los astronautas a la superficie lunar. Quizá lo más sorprendente sea que el director del Comando de Transporte del Departamento de Defensa de los Estados Unidos reveló que se plantean utilizar el Starship para entregar carga militar por todo el mundo en una hora.

Lograr un aterrizaje humano financiado de forma privada podría no ser factible para la fecha propuesta por Musk, en 2026, pero eso no significa que el Starship no sea rentable. «SpaceX podría encontrar clientes en Estados Unidos o internacionales que quieran enviar cosas pesadas al espacio o enviar naves espaciales en viajes más rápidos a los planetas exteriores», afirma Shindell. «Así que podría ganarse mucho dinero de camino a Marte, por así decirlo».

Así fue el primer vuelo de gran altitud del Starship de SpaceX
Observa cómo despega el prototipo del cohete Starship SN8, de SpaceX, sobre la playa de Boca Chica en el sur de Texas el 9 de diciembre. El cohete de 50 metros explotó durante el aterrizaje, pero generó datos suficientes para considerarse un éxito.

Pruebas de cohetes y reservas de fauna

El rápido avance con el Starship y del propulsor SuperHeavy es un buen augurio para los sueños interplanetarios de SpaceX, pero a otros les preocupan las repercusiones de las pruebas de cohetes en la playa de Boca Chica.

El daño está hecho. En julio de 2019, la prueba de un cohete provocó un incendio en el parque estatal de Boca Chica que se propagó rápidamente a lo largo de más de cuatro hectáreas. El Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos (USFWS, por sus siglas en inglés) presentó una queja, afirmando que «no se notificó hasta el día siguiente y, para entonces, el fuego ya había quemado aproximadamente 52 o 54 hectáreas». Más adelante, otro incendio no se combatió durante tres horas porque los bomberos no pudieron acceder a la zona por miedo a que inhalaran los vapores del metano.

Durante las migraciones de las aves o las temporadas de anidación de las tortugas marinas, incendios como estos pueden resultar devastadores. En noviembre de 2019, el USFWS indicó a la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) que: «SpaceX debería esforzarse por evitar o reducir el número de pruebas o lanzamientos entre el 15 de marzo y el 15 de agosto para no perturbar la anidación de las tortugas marinas y las aves limícolas que utilizan las zonas del refugio inmediatamente adyacentes al centro de lanzamiento».

La respuesta de la FAA no animó a los medioambientalistas: «Actualmente, SpaceX evita las pruebas y los lanzamientos del SpaceX durante las temporadas de migración de las aves y de anidación de las tortugas marinas. Sin embargo, pueden ocurrir algunas pruebas y lanzamientos durante este periodo». Añadió que la empresa estaba abierta a «establecer compensaciones por los daños causados al refugio por las anomalías de SpaceX».

A mediados de noviembre, SpaceX invitó a representantes de dos grupos medioambientalistas locales a visitar sus instalaciones. «Fue la primera vez», afirma Jim Chapman, presidente de Friends of the Wildlife Corridor que asistió a la reunión. La reunión no fue conflictiva, pero no abrió un diálogo. «Creo que SpaceX intentaba congraciarse», afirma Chapman.

Hasta hace poco, la FAA había mantenido que un informe de impacto ambiental llevado a cabo en 2014 cubría las operaciones de SpaceX, a pesar del hecho de que la escala del trabajo ha aumentado significativamente con el proyecto SuperHeavy. Pero el mes pasado, justo después de reunirse con los medioambientalistas locales, la FAA anunció que elaboraría un informe de impacto ambiental más exhaustivo para examinar las operaciones de SpaceX.

En lugar de acogerlo como una buena noticia, Chapman cree que la FAA está protegiendo a la empresa de acciones legales al realizar la evaluación ambiental con los auspicios del gobierno. «Lo que le preocupaba a SpaceX no era necesariamente la FAA, que es casi un socio, sino que los lleven a juicio», afirma Chapman.

Los representantes de SpaceX no respondieron a nuestras preguntas sobre las repercusiones de sus operaciones en el sur de Texas en el medioambiente. Pero podría haber un avance que mitigaría el impacto en los ecosistemas de la playa en el futuro, aunque SpaceX se expanda.

En junio de 2020, SpaceX publicó una oferta de trabajo para «ingenieros de operaciones offshore» en Browsville con el fin de «construir una plataforma operativa de lanzamiento de cohetes en alta mar». El propio Musk opinó poco después en Twitter: «SpaceX está construyendo puertos espaciales flotantes para naves superpesadas para viajes a Marte, la Luna e hipersónicos en todo el planeta». Las torres petrolíferas abandonadas en el mar, visibles desde la playa de Boca Chica, son una posible ubicación para una plataforma de lanzamiento permanente de SpaceX.

Las plataformas de lanzamiento en el mar podrían reducir los cierres de las carreteras y proporcionar alivio a la naturaleza. «Las mayores repercusiones para la fauna silvestre ocurren durante las pruebas y los lanzamientos», afirma Chapman. «Así que moverlas al mar tendría menos [repercusiones]».

Pero, por ahora, toda la acción ocurre en tierra, incluso los trabajos del SuperHeavy. Chapman discrepa con la forma en que SpaceX parece solicitar permiso a los reguladores tras haber comenzado las obras en cuestión. «No tienen permiso para lanzar el gran cohete [SuperHeavy] y eso no parece estar ralentizándolos, ¿no?», afirma.

Resurgiendo de las cenizas

El mundo vio por primera vez el diseño del Starship en la playa de Boca Chica durante un evento con invitación en octubre de 2019. El modelo a escala completa, colocado solo para su muestra, se veía desde kilómetros y atrajo a periodistas y aficionados.

Cuando se puso el sol, Musk habló a los asistentes. «Esto va a despegar, volar 20 kilómetros y volver y aterrizar en uno o dos meses», dijo Musk entre los aplausos y las ráfagas de viento. «Verlo despegar y volver será épico».

Llegó un año y dos meses tarde, le faltaron 7,5 kilómetros y no aterrizó, pero el Starship ya vuela —y explota— sobre la playa de Boca Chica. Desde este momento, la comunidad es un centro de vuelos de prueba. A juzgar por los cientos de personas que acudieron a la costa de la cercana isla South Padre durante el vuelo del SN8, también supone el nacimiento del turismo espacial en el sur de Texas. Muchos vecinos han sido remplazados por hordas de visitantes.

«Es imposible predecir si SpaceX tendrá éxito a corto o largo plazo con el Starship», afirma Shindell. «Pero sus actividades parecen haber inspirado mucha confianza, buena voluntad y entusiasmo por la exploración espacial entre el público».

El trabajo continúa. No muy lejos de los restos del SN8, el SN9 ya está ensamblado y listo para la acción, esperando dentro de un hangar a que le llegue el turno en la plataforma. Le seguirá una cadena de montaje de prototipos de Starship. Cada dos años, más o menos, los planetas se alinean para permitir el vuelo más rápido entre la Tierra y Marte y Elon Musk quiere estar preparado.

Joe Pappalardo es el autor de los libros Spaceport Earth (2018) e Inferno (2020). Vive en Corpus Christi, Texas.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
 
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