Revive la estación abandonada de Canfranc, clave en la Segunda Guerra Mundial

Testigo de la Guerra Civil española y refugio de los judíos que huían del Holocausto, más de noventa años de historia vuelven a alzarse en el lugar que fue el nexo de unión con Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 29 nov 2019, 15:15 CET, Actualizado 13 ago 2021, 11:40 CEST
Estación de Canfranc 01
Declarada Bien de Interés Cultural y catalogada como monumento desde 2002, esta estación está en desuso desde 1970, cuando un tren descarriló provocando el derrumbe del puente del L'Estanguet.
Fotografía de Marc Celeiro, Creative Commons

A los pies del collado de Estiviellas y del balcón de Iserías, entre los valles de la cordillera que ha separado dos reinos durante siglos, se encuentra una de las estaciones ferroviarias más singulares de Europa. Allí, en la antigua Estación Internacional de Canfranc, Huesca, parece que el tiempo se hubiera detenido hace casi un siglo.

Los restos que quedaron en pie tras más de noventa años de historia son desde entonces un emblema arquitectónico testigo de la Guerra Civil española, refugio de los judíos que huían del Holocausto y de quienes luchaban contra la dictadura.  

Al seguir la carretera que sube de Jaca a Francia encontramos la emblemática estación como petrificada en el tiempo y con cierto aspecto misterioso a causa del abandono. Surgió del acuerdo entre España y Francia para abrir un camino entre ambos territorios a través del puerto de Somport, en los Pirineos.

A pesar de que el acuerdo fue el 1904, la estación no fue inaugurada hasta 1928, cuando el rey Alfonso XIII, el general Primo de Rivera y el presidente de la República Francesa, Gastón Doumerge, la pusieron en funcionamiento.

No fue hasta 1940 cuando Canfranc se volvió protagonista de la Segunda Guerra Mundial.

Fotografía de Marc Celeiro, Creative Commons

Sin embargo, en 1931 este emblemático edificio sufrió importantes daños en su estructura debido a un gran incendio, que tras iniciarse en el vestíbulo se propagó rápidamente hacia la biblioteca. Más tarde, el control por parte del ejército franquista durante la Guerra Civil significó el tapiado de las vías, con el objetivo de imposibilitar la conexión con el país vecino.

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    Con más de 75 puertas a cada uno de sus lados, su característica fachada bebe de la arquitectura palacial francesa del siglo XIX.
    Fotografía de Turol Jones, Creative Commons

    Catalogada como monumento desde 2002 y declarada Bien de Interés Cultural, esta estación está en desuso desde 1970, cuando un tren descarriló provocando el derrumbe del puente del L'Estanguet. Ahora, una reforma vuelve a dar vida a las estructuras de esta histórica estación, en breve convertida en un hotel, una nueva estación de viajeros, un museo y también un centro de visitantes del Camino de Santiago.

    Un lugar clave en la estrategia del ejército nazi

    No fue hasta 1940 cuando Canfranc se volvió protagonista de la Segunda Guerra Mundial. El motivo de que esta estación reactivase su actividad y se volviera un emblema histórico surgió a raíz de que la parte francesa de sus vías se convirtiera en uno de los puntos estratégicos del ejército nazi, como parada obligatoria de sus tropas y mercancías.

    El control nazi supuso el cese de la estación como transporte de pasajeros y su utilización como vía de paso para transportar desde España hasta Alemania el wolframio, o tungsteno, que el ejército nazi utilizaba para reforzar sus tanques. A cambio de este material, llegaban a nuestro territorio toneladas y toneladas de oro.

    El tren de la libertad: huyendo del Holocausto

    No solo su función como transporte de mercancías clave en la guerra fue lo que convirtió esta estación en un lugar estratégico. Este edificio de estructura simétrica y planta alargada fue también símbolo de liberación. El llamado tren de la libertad recorrió estas vías durante años, alejando del Holocausto hasta 15.000 refugiados judíos que habían logrado escapar hacia España.

    El llamado tren de la libertad recorrió estas vías durante años, alejando del Holocausto hasta 15.000 refugiados judíos que habían logrado escapar hacia España.

    Fotografía de Thierry Llansades, Creative Commons Flickr

    Debido a este gran valor histórico y con el objetivo de preservar su encanto, la Comisión Provincial del Patrimonio cultural comenzó la rehabilitación de sus más de 75 puertas, su característica fachada, que bebe de la arquitectura palacial francesa del siglo XIX, y también aquellos edificios que rodean la estación, como el cocherón de carruajes, el edificio postal, o el almacén.

    La actividad vuelve a la antigua estación 

    Tras años de restauración desde la creación del Consorcio Urbanístico Canfranc 2000 en 1994, el pasado 15 de abril de 2021 llegaron desde Zaragoza los primeros pasajeros a la nueva estación ferroviaria de Canfranc. La estación cuenta ya con un apeadero cubierto, ascensor, sala de espera y paso subterráneo, lo que ha completado la primera fase. 

    El pasado junio dio comienzo la segunda fase de reconstrucción, que durará 15 meses y rehabilitará el edificio central para convertirlo en un hotel. Se espera que las obras de comunicación de la estación y la conexión con Francia terminen a finales del 2022. 

    Uno de los puntos clave de su restauración se ha basado en conservar las zonas más emblemáticas de la antigua estación, de forma que los nuevos viajeros puedan continuar trasladándose a los vestigios de uno de los lugares históricos más emblemáticos de nuestro territorio.

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