Más allá del Holocausto: las grandes persecuciones contemporáneas de los judíos en Europa

El Holocausto puede ser la persecución y operación de exterminio que sufrieron los judíos más famosa, pero no fue la primera.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 27 ene 2022, 15:57 CET, Actualizado 25 ene 2024, 15:27 CET
Llegada de judíos húngaros al campo de exterminio nazi de Auschwitz en el verano de 1944.

Llegada de judíos húngaros al campo de exterminio nazi de Auschwitz en el verano de 1944.

Fotografía de Ernst Hofmann, Bernhard Walte, Archivos federales alemanes, Wikimedia Commons

Casi seis millones de judíos europeos fueron asesinados en el mayor genocidio que perpetraron los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, según datos del Museo de Anna Frank. Etimológicamente, la palabra holocausto proviene de dos palabras del griego antiguo, olos y kaustos, que significan «quemarlo todo». Antes de la Segunda Guerra Mundial, esta palabra ya se utilizaba cuando un gran grupo de personas moría, pero desde 1945 se convirtió casi en un sinónimo del asesinato de judíos europeos y se nombró «Holocausto», con mayúscula. Los judíos lo llaman Shoah, que en hebreo significa «catástrofe».

"La historia de las persecuciones a los judíos camina paralela a la historia de Europa, especialmente desde la Edad Media", afirma el historiador Miguel Ángel Espinosa Villegas, experto sobre el judaísmo y la cultura hebrea. "Los motivos han ido variando según el momento y la geografía, pues no siempre han sido de carácter étnico como durante el holocausto, sino también por cuestiones puramente religiosas, cuando no se podía establecer una motivación étnica como sucedía en época romana o visigoda en Hispania".

En la península ibérica existen precedentes de persecuciones judías desde la época visigoda hasta el Edicto de Granada de 1492, que comporta la expulsión de los judíos peninsulares, que fue el detonante de la diáspora sefardí. Esta etnia hebrea se terminó extendiendo por el Mediterráneo, terminando en lugares tan diversos como Tánger, Rodas, Sarajevo, donde en muchos caso mantuvieron algunas de sus costumbres ibéricas y un vínculo cultural del que aun, más de cinco siglos después, siguen hablando con orgullo. Pero en Europa, las persecuciones a los miembros de esta religión se recrudecieron en plena Edad Contemporánea, cuando ya muchos estados hablaban de unos incipientes derechos humanos.

Ya durante la Edad Media, según explica Espinosa Villegas, este tipo de hostigamiento solía adquirir carácter internacional y se extendía por todas las juderías europeas, alentado por las predicaciones desde los púlpitos de las iglesias. Así sucedió en 1391, en Navarra, con la Revuelta de los Pastorcillos o la oleada de violencia, en 1391, a manos de una masa enfervorecida por las prédicas del arcediano de Écija, Fernando Martínez.

"La violencia se extendió de Sevilla a Castilla y Aragón, donde la continuaron las órdenes mendicantes y Vicente Ferrer", afirma. "Las conversiones fueron numerosas, pero también la quema de sinagogas y su conversión en iglesias. Tampoco la convivencia en los reinos islámicos peninsulares fue una balsa de aceite, la Granada zirí tuvo también su pogromo en 1066. Las persecuciones más cruentas tienen lugar sin duda durante las cruzadas".

Sin embargo, aunque podamos remontarnos muy atrás en la historia y ya encontremos estos sucesos, “no es lo mismo el fenómeno moderno de la persecución de los judíos, que se enmarca dentro del antisemitismo, que los fenómenos anteriores, aunque obviamente hay una continuidad entre ellos”, explica el historiador David Alegre Lorenz, divulgador en el nuevo podcast de National Geographic Espiando la Segunda Guerra Mundial. “Los judíos son un grupo religioso, considerado también a veces racial por razones de endogamia, porque han sido grupos que han tenido mucha tendencia a la endogamia, sobre todo algunos grupos en ciertos momentos de la historia europea, mientras otros grupos tendieron al mestizaje”.

“Creo que hay un hito importante en en la cuestión de la persecución contra los judíos, los pogromos”, afirma Alegre. Las persecuciones, el linchamiento público y el saqueo de los bienes de las personas de origen judío o religión judía se denominan con esta palabra de origen ucraniano que procede de Europa Oriental.

Este término refleja las grandes oleadas de ataques que se dieron desde la segunda mitad del siglo XIX en adelante, hasta las grandes persecuciones contra los judíos de principios de siglo XX en el imperio zarista, a partir de 1903 hasta 1905, y también en el marco de la Guerra Civil Rusa, a partir del año 18 hasta principios de los 20, cuando los bolcheviques se instalan en el poder.

"Al igual que luego durante el holocausto, tienen como característica la premeditación y la represalia, no siempre justa, y el apoyo de las fuerzas de seguridad", explica Espinosa. "Las tierras de población judía, la llamada zona de asentamiento, actuaron como una gran reserva de la que era imposible salir sin permiso o una conversión previa a la iglesia ortodoxa. El dolor quedó reflejado en muchas de las obras de los artistas rusos".

Según Alegre, “es muy interesante tener en cuenta algo importante, que la policía secreta zarista, la Ojrana, falsifica un documento que son los Protocolos de los Sabios de Sion, que fueron muy influyentes en el antisemitismo europeo”.

Estos documentos fueron publicados por primera vez en San Petersburgo en 1902, una reunión secreta en la que los representantes de las comunidades judías se reunían para determinar pautas para conseguir el dominio del mundo. “Es el mito de la conspiración judía para el control de las sociedades en las cuales vivían”, explica Alegre.

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    Izquierda: Arriba:

    Fritz Klein, el médico del campo de concentración de Bergen-Belsen, en abril de 1945. Klein, que nació en Austria-Hungría, fue uno de los primeros miembros del Partido Nazi y se unió a las SS en 1943. Trabajó en Auschwitz-Birkenau durante un año desde diciembre de 1943, donde ayudó en la selección de prisioneros para enviarlos a la cámaras de gas. Después de un breve período en Neungamme, Klein se mudó a Belsen en enero de 1945. Posteriormente, Klein fue condenado por dos cargos de crímenes de guerra y ejecutado en diciembre de 1945.

    Fotografía de Unidad de Cine y Fotografía del Ejército 5, Wikimedia Commons
    Derecha: Abajo:

    Judíos de la Rutenia de los Cárpatos llegan a Auschwitz , descargados en la rampa de Birkenau, muy cerca de las cámaras de gas. Las chimeneas del fondo pertenecen a los Crematorios II y III a la izquierda y derecha respectivamente, cuyas estructuras albergan salas subterráneas de desvestir y gasear. 

    Fotografía de Ernst Hoffmann, Bernhard Walter, Wikimedia Commons

    La Ojrana por tanto ayudó a construir un documento falso que reforzaba esa idea y sirvió para legitimar las grandes persecuciones contra los judíos a partir de 1902.

    “Todos estos procesos de persecución, como los de Europa Oriental, que es el preferente moderno más importante del Holocausto, están también muy vinculados a las supersticiones de la cultura popular”, explica Alegre. “Dentro de esa imaginería popular, al judío siempre se le atribuían también raptos de niños para llevar a cabo rituales religiosos, que fue por ejemplo lo que activó el famoso pogromo de Kielce, en Polonia, y que viene provocado por la barrera cultural. También se le culpa de desastres naturales o situaciones de crisis comunitaria”.

    También ocurría dentro del llamado pueblo judío, que según recalca Alegre, es casi un constructo artificial. "En una Europa decimonónica donde los nacionalismos buscaban un encaje del mapa, estos judíos sin tierra que se habían instalado y prosperado comenzaron a verse como un estorbo que quitaba posibilidades a una población deseosa de mejoras", explica Espinosa. "Los judíos centroeuropeos, cultos y emprendedores, tenían unas posibilidades que les eran negadas a los judíos eslavos orientales de Polonia, Bielorrusia, Ucrania o Rusia. Ellos quedaban confinados en sus shtetelej".

    El shtetel era un asentamiento a modo de gueto judío, generalmente construido cerca de un pueblo cristiano, pero apartado. Las condiciones de penuria de estos pueblos judíos condujeron a muchos a la emigración a América y fueron también objeto de atención por parte de las autoridades sionistas que iniciaron campañas de educación y de formación profesional para convertir a zapateros, sastres, cosarios, en artesanos y profesionales capaces de ganarse la vida. "La pobreza oriental contrastaba con la buena situación burguesa o acomodada de los judíos germanos y de las ciudades", explica Espinosa.

    El recelo contra los judíos "surge de la visión excluyente de la Iglesia que desde los albores de la Edad Media opta por la separación", explica Espinosa. "Recordemos los cánones del Concilio de Elvira en el siglo IV cuando se instaba a los cristianos a no compartir comida, lecho ni costumbres con los judíos. Evidentemente, la prohibición significaba que lo prohibido era habitual. La necesidad de distanciamiento se fundamentó en acusaciones interesadas, como la de ser un pueblo deicida capaz de pervertir la pureza de la fe cristiana".

    A este hecho se unió el recelo de tipo social y económico. "No, todos los judíos no son ricos, pero sí es cierto que se les fuerza históricamente a dedicarse a las tareas de tipo comercial e intelectual, apartándoles de las tierras, lo que los convierte en un grupo de posible éxito, emprendedor y pujante, tal y como demostró el grupo judeoespañol que llega a los dominios otomanos en el siglo XV. Su preparación, sus lazos comunitarios, su control de diferentes lenguas, ante las vicisitudes familiares, supone una ventaja en cierto modo. Y nadie perdona el éxito del vecino".

    Por tanto, según explica el experto, el recelo no surge solo de lo religioso, sino "en buena medida del estupor ante el modo en que, contra todo pronóstico, un grupo minoritario consigue abrirse camino frente a la adversidad y la injusticia".

    (Relacionado: Conoce a los supervivientes de un «genocidio sobre el papel»)

    Cómo han marcado el mundo estas persecuciones

    A partir de este momento, los judíos fueron una especie de chivo expiatorio. “Las persecuciones de judíos y muy particularmente el Holocausto, han permitido señalar el peligro de convertir en chivo expiatorio a un determinado grupo social, pero también que la modernidad y la razón, no inmunizan contra la barbarie”, explica el profesor de historia de la Universidad Francisco de Vitoria Diego Martínez López, experto en las deportaciones de Mauthausen. Pero estas persecuciones también marcaron, según Espinosa, "sobre todo la concepción del judío sobre sí mismo".

    En aquel contexto de finales del XIX se juntó la crisis finisecular, la primera gran crisis capitalista, con la crisis del estado zarista a principios del siglo XX. Se gestaba una descomposición que luego ya es definitiva por el impacto la Primera Guerra Mundial.

    “Los Protocolos de los Sabios de Sion es un documento que automáticamente se traduce a las principales lenguas del mundo, incluido el castellano, e influenció mucho al propio Hitler o incluso a Henry Ford, una figura defensora del supremacismo blanco y un gran industrial, promotor de la cadena de montaje moderno, el fordismo”, explica Alegre.

    Pero las consecuencias no llegan solo hasta ahí. Las oleadas que surgen en la frontera entre Polonia y Ucrania sobre todo, donde se concentran esos grandes pogromos, tienen una consecuencia directa en Viena, una ciudad muy efervescente en el cambio de siglo XIX al XX con una comunidad judía muy importante con gente de alta cultura, como Stephan Zweig,

    En este contexto apareció el proyecto sionista de Theodor Hetzer que promueve una creación de estado para los judíos, preferentemente en Tierra Santa, que es cuando empiezan además las primeras oleadas de colonos o de inmigrantes que van a establecerse allí.

    “Es una especie de toma de consciencia a través de la cual pueden sobrevivir los judíos, teniendo un estado propio que les permita defenderse”, explica Alegre. “Esto es muy importante porque entra dentro de la genética de lo que es el Estado de Israel, muy vinculada a la memoria del Holocausto, que ha sido cultivada y promovida como una especie de mito fundacional traumático del Estado de Israel”.

    A raíz de todo aquello, Israel se presenta a sí misma como el resultado necesario de los desastres de la Shoah vivida por el pueblo judío, que para autopreservarse tiene que buscar un refugio, construir una fortaleza con el Estado de Israel. “Hasta este punto es importante todo lo que implican los diferentes ciclos y la memoria colectiva”, concluye Alegre.

    “A pesar de las dificultades, nuestro deber es continuar pensando en fenómenos como Auschwitz para tratar de evitar a toda costa que algo así pueda volver a repetirse, pero también como prisma desde el que interrogar el presente”, concluye Martínez López. “Al fin y al cabo, tal y como ha señalado de forma reciente el historiador Dan Stone, el interés y la necesidad de arrestar, aislar y mantener a individuos fuera de los marcos legales, se ha mantenido como insoslayable por todo tipo de estados hasta nuestro días”.

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