¿Quién fue Tutankamón?

El rey Tut fue más relevante por su contribución al conocimiento del antiguo Egipto ya estando muerto que por sus logros en vida.

Por Kristin Baird Rattini
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El rey Tut fue más relevante por cuanto contribuyó, una vez muerto, al conocimiento del antiguo Egipto que por sus logros en vida.

Fotografía de De Agostini Picture Library, G. Dagli Orti/Bridgeman Images

De no ser por el impresionante descubrimiento de su tumba, al rey Tutankamón (ca. 1341 - ca. 1323 a.C.) desde luego que no se le conocería en todo el mundo por un apodo, el rey Tut. Durante el reinado del niño rey no sucedió nada reseñable.

Cuando ascendió al trono a la edad de nueve años, el país seguía sumido en el caos que desató la decisión tomada por su difunto padre, Akenatón, de sustituir la religión politeísta  de Egipto por una monoteísta. Según se cuenta, un consejero real llamado Ay manejó al joven rey cual marioneta, concretamente en lo que atañía a su orden de revertir la política de Akenatón y reinstaurar los queridos dioses antiguos y sus templos.

La muerte de Tutankamón: la teoría del accidente de carro

A pesar de las innumerables teorías que se han aducido, la repentina muerte del rey Tut sigue siendo un misterio. ¿Cayó víctima de la malaria? ¿O acaso acabó con él la gangrena que le provocó la rotura de una pierna? ¿Lo atropelló un carro? ¿Quizás fue despedazado por un hipopótamo? Fuese cual fuese la causa de su muerte, parece que el rey fue enterrado a toda prisa y no tardó en caer en el olvido.

Avancemos 3000 años. En 1922, el arqueólogo británico Howard Carter desenterró la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes. El descubrimiento fue noticia en todo el mundo. Lo que más impresionó a la gente no fue la momia de Tut, sino las ofrendas enterradas con él, descritas por Carter como un "extraño y maravilloso revoltijo de objetos extraordinarios y hermosos".

Galería: Así fue la apertura de la tumba de Tutankamón en 1923

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    El mayor tesoro, y quizá el más emblemático en la actualidad, era la máscara mortuoria del rey, que contenía más de seis kilos de oro. Otros objetos enterrados con él para garantizar que siguiera siendo fuerte, conservase su riqueza y estuviese bien alimentado en la otra vida incluían un manto de piel de leopardo, cuatro tableros de juego, seis carros, 30 jarras de vino y 46 arcos. Carter se pasó casi una década catalogando los 5398 objetos de la tumba.

    Dos exposiciones del tesoro de Tutankamón llevaron muchos de los artefactos de gira por el mundo entre los años 1960 y 1970 y afianzaron aún más el legado de Tut. Gracias a su gloriosa sepultura, el rey Tut hizo más por el avance del estudio moderno y el interés por la historia egipcia que todos los demás faraones juntos.

    Este texto es un fragmento del número especial de National Geographic Los personajes más influyentes de la historia antigua.

    Si quieres saber más sobre Egipto y sus tesoros ocultos, no te pierdas ‘Tesoros perdidos de Egipto’.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com

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