Escocia y el tweed: una historia de amor centenaria exportada a todo el mundo

En las colinas e islas de Escocia, las tradiciones textiles inciden en la sostenibilidad y el orgullo local, al tiempo que dejan huella en la alta costura.

Por Mike MacEacheran
Tejedor de las Hébridas Exteriores

En esta foto de 1955, un tejedor de las Hébridas Exteriores produce Harris Tweed en un telar de pedal. La centenaria tradición textil perdura en estas remotas islas de la costa occidental de Escocia.

Fotografía de Bert Hardy, Picture Post, Hulton Archive, Getty Images

Inclinada sobre su telar de hierro fundido de 80 años de antigüedad, Miriam Hamilton, una tejedora de 27 años, comienza el proceso de convertir el hilo de lana en tweed. Sigue una tradición centenaria en su taller junto al lago de la isla de Lewis, en las Hébridas Exteriores, una cadena de islas frente a la costa occidental de Escocia. El tejido ombre y de textura mullida que fabrica Hamilton no formará parte de ninguna chaqueta de caza o gorra de Sherlock Holmes: se convertirá en chalecos para hombre de colores vivos o se utilizará para cubrir pantallas de lámparas elegantes.

"Quiero que mi tweed imite los patrones de la naturaleza", dice Hamilton, que trabaja en The Weaving Shed, en Crossbost. Aprendió a tejer con un crofter (agricultor arrendatario y artesano) de 90 años en 2018, pero infunde a sus tejidos su propia energía y paletas. "Podrían ser los colores del loch [nombre que se da a los lagos en Escocia] o la graduación de ciruela profundo a morera y a lila en la flor de un cardo", dice: "Es un reflejo del drama de este entorno".

Como muchas prácticas tradicionales nacidas en la campiña escocesa, el tweed se inspira en el paisaje circundante y en los materiales de sus campos llenos de ovejas. Este tejido resistente a la intemperie evoca un modo de vida más antiguo y sencillo, y su historia enlaza a la realeza británica con la vida en las granjas locales.

En los páramos salvajes de la isla de Lewis hay una vieja cabaña de campesinos. Los tejedores fabrican tejidos de tweed en estas estructuras aisladas, representantes de una auténtica industria artesanal.

Fotografía de Peter Watson, Loop Images, Alamy Stock Photo

Pero el presente y el futuro del tweed sugieren una feliz unión entre estas remotas comunidades artesanas y los diseñadores de moda de las grandes ciudades, entre los tejidos ancestrales y la tecnología punta. He aquí el origen y el futuro de este tejido escocés.

La historia del tweed no pertenece a ningún pueblo ni a ninguna fábrica. Los tejidos de lana han formado parte de la vida cotidiana de Escocia durante siglos, llevados por granjeros, guardas de caza y atletas. Al igual que otras tradiciones textiles celtas que perduran en el país (los tartanes de los clanes y los jerséis en zigzag de Fair Isle), el tweed está ligado a la geografía, el orgullo nacional y la necesidad de abrigarse cuando hace frío.

"Está firmemente arraigado en el hecho de arrastrarse por las colinas bajo la lluvia más fría y húmeda que se pueda imaginar", afirma Stephen Rendle, Director General de Lovat Mill, que lleva desde 1882 produciendo tweed en la bucólica ciudad ribereña de Hawick, en lo que se conoce como las Borderlands escocesas, la región que limita con el norte de Inglaterra.

En pocas palabras, el tweed es un tejido sutilmente estampado hecho con lana teñida, hilada y tejida de las resistentes ovejas locales. Se lleva fabricando en Escocia desde principios del siglo XVIII, en telares de grandes dimensiones que escupen metros de hilos teñidos originalmente con líquenes y flores silvestres autóctonas.

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      Tejido Harris Tweed en un telar de la isla de Lewis, en las Hébridas Exteriores. El Harris Tweed debe fabricarse con lana teñida e hilada en las islas y tejida a mano en casa del tejedor.

      Fotografía de Tessa Bunney, In Pictures, Getty Images Images
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      Calum Macdonald trabajó mezclando lana teñida en la empresa Harris Tweed Hebrides en mayo de 2014 en Stornoway, Escocia. La fabricación de tweed es una de las últimas industrias artesanales del país.

      Fotografía de Jeff J Mitchell, Getty Images

      No confundas el tweed grueso y moteado con el tartán, su primo más llamativo. Los tartanes también se tejen, pero lucen patrones más atrevidos de cuadros cruzados en dos o más colores, y pueden ser de lana, seda o una mezcla. El tweed se usa para ir de caza o perseguir al ganado; el tartán es el tejido ceremonial de los kilts y los legendarios jefes de las Highlands.

      El tweed recibió su nombre por accidente en 1826 en Hawick, cuando la etiqueta de un comerciante en un cargamento de lana tweel (término escocés para sarga) destinado a un sombrerero londinense fue malinterpretada y confundida con el nombre del cercano río Tweed. Poco después, impulsadas por nuevas técnicas que hacían más brillantes los tintes y las nuevas rutas ferroviarias entre Escocia y Londres, Hawick y la vecina Galashiels se convirtieron en ciudades en auge del textil, con más de 20 fábricas que producían tweeds.

      Entonces y ahora, el tweed se fabrica normalmente con el denso vellón de las ovejas Cheviot de cara blanca, que pastan en los cercano montes Cheviot. Duradero, cálido e impermeable, este grueso material de lana se convirtió en el favorito de los granjeros, y se caracterizaba por sus pequeños y a menudo sutiles dibujos entrecruzados, conocidos como "cuadros de pastor" o "pata de galgo", este último llamado así por su aspecto dentado, como de incisivos.

      Aunque parte del tweed se produce en Inglaterra, Irlanda y Alemania, la mayoría procede de Escocia. Hay dos tipos principales: el colorido y tupido Harris Tweed de las Hébridas Exteriores y los tejidos de tonos más terrosos de las Highlands y Borderlands escocesas.

      (Relacionado: El Gran Bosque de Escocia: ¿mito o realidad?)

      El Harris Tweed da poder a los pequeños artesanos

      El Harris Tweed se fabrica desde hace cientos de años en las bahías de las Hébridas Exteriores. Llamado an clò-mòr en gaélico, se caracteriza por sus ricas ondas de color y debe tejerse a mano con una urdimbre de 700 o 1400 hilos individuales. Este basto tejido se sigue fabricando en remotos cobertizos con pura lana virgen teñida e hilada en las islas.

      "Escocia, y las Hébridas en particular, es casi una tierra de fantasía para los tejedores", afirma Mark Hogarth, director creativo de Harris Tweed Hebrides, que produce aproximadamente tres cuartas partes del Harris Tweed mundial. Para salvaguardar el tejido y la frágil economía de la cadena de islas, en 1909 se creó un grupo de vigilancia, Harris Tweed Authority, que representa a los 190 tejedores autónomos de la zona y sus 9000 patrones diferentes.

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        Un trabajador de las Hébridas Exteriores comienza a fabricar Harris Tweed utilizando un urdidor.

        Fotografía de Janet Miles, Courtesy Harris Tweed Authority
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        Una tira de Harris Tweed se estampa con una marca orbital para designar su origen en las Hébridas Exteriores de Escocia.

        Fotografía de Alison Johnston, Courtesy Harris Tweed Authority

        Los escoceses protegen tanto el Harris Tweed que, en 1993, impulsaron con éxito una ley parlamentaria que prohibía a las fábricas situadas fuera de las Hébridas Exteriores etiquetar otros tejidos como Harris Tweed.

        "Llevamos el Harris Tweed en las venas", afirma Lorna Macaulay, Directora Ejecutiva de la Harris Tweed Authority. "Lo fabrican comunidades socialmente aisladas, y no se puede subestimar la importancia del tejido (económica, histórica y culturalmente) para la vida en la isla".

        Los visitantes pueden ver cómo se fabrica el tejido en la Harris Tweed Authority de Stornoway o en Hamilton's Weaving Shed, donde también confecciona chalecos, bufandas y bolsos. Puedes comprar recuerdos de lana de las Hébridas en todos estos lugares o en Borrisdale Tweed, en Leverburgh, que ofrece gorros, fundas de almohada y bolsos.

        (Relacionado: Duerme como la realeza en estos castillos escoceses)

        Tweeds laboriosos de las Highlands y las Borderlands

        A diferencia de las franjas más brillantes de las Hébridas Exteriores, los tweeds de la frontera con Inglaterra y las Highlands escocesas se presentan en verdes musgosos y marrones apagados y terrosos, una especie de camuflaje aristocrático que recuerda los uniformes de los guardabosques y las bandas de gaiteros. A su alrededor, las suaves aguas de los ríos Tweed, Teviot, Jed, Ettrick y Gala lavaban la lana y movían los molinos. Hoy sólo quedan unos pocos.

        En las Borderlands, el tweed serpentea por el pasado y el presente. La Borders Textile Towerhouse de Hawick llena un edificio de piedra de 500 años de antigüedad con un museo de ropa, equipos y fotos que documentan dos siglos de fabricación de tejidos.

        Cerca de allí, Lovat Mill es el último molino en funcionamiento de la ciudad, donde los telares de pinzas de fibra de carbono de última generación producen tweeds cada vez más ligeros, maleables y, a veces, con teflón para una mayor durabilidad. En la tienda de la fábrica se pueden comprar mantas y bufandas hechas con los mismos materiales que utilizan marcas de lujo com Gucci, Chanel y Thom Browne.

        Una mezcla similar de patrimonio y moda se da en las Highlands, donde el tweed sirve de complemento a los tartanes más ceremoniales. Johnstons of Elgin, en Moray, lleva abierta a orillas del río Lossie desde 1797, pero su denso tweed se convierte ahora en chaquetas bomber de pata de gallo y elegantes bufandas con flecos que encajarían tanto en las calles parisinas como en las colinas de Inverness. Las visitas guiadas a la fábrica muestran sus patrones caleidoscópicos y a sus expertos tejedores.

        "No hay límites reales al número de colores que utilizamos en los diseños contemporáneos", afirma Alan Scott, director creativo de Johnstons. "Podemos usar entre seis y ocho colores en una sola mezcla o 16 colores en una vuelta. Puede haber cientos de colores en un tweed".

        El tweed en la moda

        El tweed captura momentos en el tiempo, entrando y saliendo de la moda. Uno de sus mayores impulsores fue el príncipe Alberto, marido de la reina Victoria, que compró el castillo de Balmoral en Aberdeenshire en 1853. Los tweeds, tejidos específicamente para los trabajadores y residentes de las propiedades de las Highlands, eran muy populares en aquella época. El príncipe ayudó a crear un estampado de gris granito moteado y trazos carmesí para representar la casa de campo de la familia real, que aún se utiliza hoy en día.

        La moda de las telas resistentes causó furor en el Londres del siglo XIX. Las sólidas sastrerías de Savile Row convirtieron la tela hogareña en chaquetas bien cortadas y otros trajes apropiados para la alta sociedad. "El príncipe Alberto fue el abanderado original de la tradición del tweed", afirma Kirsty Hassard, conservadora de exposiciones e historiadora de la moda en Victoria & Albert Dundee, la sucursal escocesa del museo del diseño londinense. La lana se convirtió en un símbolo de estatus, hasta el punto de que Arthur Conan Doyle vistió a Sherlock Holmes con un sombrero de tweed en 1893.

        La Reina Isabel II partió para una visita de Estado a Indonesia en 1974 vestida con un abrigo de tweed escocés. La familia real británica suele llevar este tejido como señal de apoyo a las industrias nacionales.

        Fotografía de PA Images, Alamy Stock Photo

        La realeza británica sigue vistiendo este tejido. La reina Isabel II se vestía de lana con botas de agua en Balmoral, y las generaciones más jóvenes también apoyan la industria. "La duquesa de Cambridge [Kate Middleton] elige diseñadores que utilizan el tweed de forma innovadora", dice Hassard. La princesa Kate ha sido fotografiada con minifaldas de tweed y vestidos mod de firmas británicas como Alexander McQueen y Catherine Walker.

        En el siglo XX, el tweed se hizo popular en todo el mundo, con sus ricos tejidos y cuadros en los pantalones de los golfistas profesionales, las americanas de los profesores de las universidades más importantes de Estados Unidos y la alta costura. La diseñadora parisina Coco Chanel se enamoró de este tejido en los años 1920, tras tomar prestada la chaqueta de su amante. Empezó a incorporar variedades escocesas (y más tarde francesas) en sus trajes y vestidos. John F. Kennedy y Sean Connery lucieron blazers de Harris Tweed en las décadas de 1950 y 1960. Incluso Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay se vistieron de tweed para conquistar el Everest.

        El tweed escocés es casi tan popular en Estados Unidos como en el Reino Unido. Cuando el look preppy se puso de moda en los años 1960, un asombroso 70% de las ventas mundiales de Harris Tweed se destinaron a la costa este de EE.UU. El estilo colegial de este tejido, que mezcla la Nueva Inglaterra con la Vieja Inglaterra, sigue presente en tiendas como Todd Synder, Brooks Brothers, Boden y Supreme, a menudo en formas inesperadas como gorras de béisbol y bolsos cruzados.

        En el Reino Unido, los diseñadores más jóvenes también adoptan el tweed escocés, como Charles Jeffrey, de Glasgow, cuya marca Loverboy lo utiliza junto con tartanes en prendas de club unisex e inesperadas (pantalones con bufanda, gabardinas Matrix), y el diseñador jamaicano-escocés Nicholas Daley, cuya ropa masculina combina motivos reggae, formas africanas y tweed.

        "El tweed es una declaración de moda que habla de tradición", dice Hassard. "Pero también se mantiene a la vanguardia por su practicidad y su vistosidad. Todos los azules y dorados de las playas de las Hébridas y los verdes y marrones de las Highlands se reflejan en sus colores, y eso diferencia al tweed de cualquier otro tejido."

        Mike MacEacheran es un escritor de viajes afincado en Edimburgo. Síguelo en Twitter.

        Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com en 2021.

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