El 75% de la superficie terrestre del planeta está degradada

Un nuevo informe advierte que los daños medioambientales amenazan el bienestar de 3.200 millones de personas. Pero todavía podemos solucionarlo.

Por Stephen Leahy
Publicado 27 mar 2018, 13:26 CEST
Degradación del suelo
La erosión eólica provoca la pérdida de la capa superficial del suelo en terrenos agrícolas sobreexplotados o gestionados de manera inapropiada, lo que provoca daños en el suelo a gran escala en todo el mundo.
Fotografía de Robb Kendrick, National Geographic Creative

Más del 75 por ciento de la superficie terrestre del planeta está considerablemente degradada, lo que perjudica el bienestar de 3.200 millones de personas, según el primer estudio global basado en pruebas empíricas. Estas superficies que se han convertido en desiertos, están contaminadas o han sido deforestadas y convertidas para la producción agrícola son también la causa principal de las extinciones de especies.

Si esta tendencia continúa, el 95 por ciento de la superficie terrestre de la Tierra podría degradarse para 2050. El informe advierte que esta situación podría obligar a migrara a cientos de millones de personas, a medida que la producción de alimento se desploma en muchos lugares.

«La degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático son tres caras diferentes de un mismo problema fundamental: el impacto cada vez más peligroso de nuestras decisiones sobre la salud de nuestro entorno natural», dijo Sir Robert Watson, director de la Plataforma Intergubernamental de Política Científica en Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés), que ha elaborado el informe publicado el lunes en Medellín, Colombia.

La IPBES es «el IPCC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático] de la biodiversidad», una evaluación científica del estado de la vida no humana que forma parte del sistema de soporte vital de la Tierra. Para el estudio de degradación del suelo se necesitaron tres años y más de 100 de los principales expertos de 45 países.

Casi 150.000 orangutanes han muerto por la tala, el aceite de palma y los conflictos con humanos
En un periodo de 16 años, casi 150.000 orangutanes han desaparecido de Borneo, según un nuevo estudio. Entre 1999 y 2015 más de la mitad de la población de la isla desapareció en parte por la pérdida de hábitat provocada por las cosechas de aceite de palma y la tala. La caza furtiva y los conflictos con humanos también han contribuido a esta grave pérdida. En los próximos 35 años, los investigadores predicen que perderemos 45.000 orangutanes más.

La expansión rápida y la gestión no sostenible de tierras de cultivo y de pasto son las principales impulsoras de la degradación del suelo, que provoca pérdidas importantes de biodiversidad y afecta a nuestra seguridad alimentaria, la purificación del agua, el abastecimiento de energía y otras contribuciones de la naturaleza fundamentales para las personas. Ha alcanzado «niveles críticos» en muchas partes del mundo, según declaró Watson en una entrevista.

Las causas subyacentes

Los humedales son las áreas más afectadas: el 87 por ciento se ha perdido en todo el mundo en los últimos 300 años. Desde el año 1900 se ha perdido el 54 por ciento. Todavía se destruyen humedales en el sureste asiático y la región africana del Congo, principalmente para plantar palma aceitera.

Según el informe, las causas subyacentes de la degradación del suelo son los estilos de vida de alto consumo en las economías más desarrolladas, combinados con el aumento del consumo en las economías emergentes y en vías de desarrollo. El alto consumo per cápita, que sigue en aumento, amplificado por el crecimiento demográfico continuo en muchas partes del mundo, están generando niveles insostenibles de expansión agrícola, extracción de recursos naturales y minerales, y urbanización.

«Estamos al tanto de esto desde hace más de 20 años, pero no hace más que empeorar», declaró Luca Montanarella, experto en suelo de Italia y codirector de la investigación.

La mayoría de los gobiernos no suelen considerar la degradación del suelo como un problema urgente, aunque muchos han firmado un acuerdo internacional para alcanzar la neutralidad en la degradación del suelo para 2030. «Necesitamos encontrar un equilibrio estable entre nuestro estilo de vida y nuestros impactos en la naturaleza», declaró Montanarella en una entrevista en Medellín.

Poner fin a la degradación del suelo y restaurar el suelo degradado podría hacer que la humanidad avance un tercio del camino para mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C, el objetivo que según los expertos deberíamos cumplir para evitar los impactos más devastadores. Solo la deforestación supone un 10 por ciento de todas las emisiones producidas por el hombre.

Las soluciones abundan

Para las regiones en vías de desarrollo, como algunas partes de Asia y África, el coste de la inacción ante la degradación del suelo es al menos tres veces superiores al coste de la acción. Y los beneficios de la restauración son 10 veces superiores a los costes, según determina el informe.

Poner fin a los subsidios para la agricultura, la pesca, la energía y otros sectores sería un avance para reducir la presión sobre la naturaleza. Aproximadamente el 25 por ciento de África ha cambiado a producción de ganado vacuno y ovino sencillamente porque es demasiado seca e improductiva para dar beneficios, según Robert Scholes, ecólogo sudafricano y codirector del estudio.

«Estas tierras vuelven a la vida silvestre, al estar mejor adaptadas para esas condiciones», afirmó Scholes. «Lo mismo ocurre en Australia».

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    Las cicatrices de la tala perjudican a las junglas de Borneo.
    Fotografía de Frans Lanting, National Geographic Creative

    Hay muchas soluciones probadas para revertir estas tendencias, como la planificación urbanística, la reforestación con especies nativas, la construcción de infraestructura verde, la rehabilitación de suelos contaminados y sellados (por ejemplo, bajo el asfalto), el tratamiento de aguas residuales y la restauración de los canales fluviales. Debemos gestionar el suelo a escala del paisaje, donde las necesidades de la agricultura, la industria y las áreas urbanas pueden equilibrarse de forma integral, según Scholes.

    Añade también que se necesita más información de libre acceso sobre los impactos de los productos comercializados. Muchos países ricos «descentralizan» sus impactos medioambientales importando grandes cantidades de alimentos, recursos y productos de otros países. La Unión Europea importa entre el 30 y el 40 por ciento de su comida, por ejemplo.

    «A través de este informe, la comunidad mundial de expertos ha dado una advertencia franca y urgente, con opciones claras para hacer frente a los graves daños medioambientales», afirmó Watson.

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