¿Podrá el océano alimentar a una población creciente?

Si se gestionan de forma adecuada, los caladeros sanos podrían ser fundamentales para alimentar a 10.000 millones de personas.

Por Sarah Gibbens
Publicado 28 ago 2018, 12:02 CEST
Salmón rosado
Captura en un caladero de salmón rosado.
Fotografía de Michael Melford, National Geographic

Si las tendencias demográficas actuales continúan, los expertos estiman que el mundo necesitará duplicar la producción de alimentos para 2050 y, para esos mismos expertos, la respuesta se encuentra en el pescado.

«Se nos están agotando las opciones en tierra», afirma Vera Agostini, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). «Lo que podemos sacar del planeta es limitado, por eso la pesca y la acuicultura serán fundamentales».

En 2016, las pesquerías produjeron 171 millones de toneladas de pescado destinado al consumo. Para 2030, se espera que dicha cifra alcance los 201 millones de toneladas.

Para lograr ese objetivo, las pesquerías se enfrentan a multitud de problemas medioambientales y económicos, y los activistas afirman que no todos los peces valdrán la pena.

¿Cuál es el panorama del sector pesquero?

A principios de este verano, la FAO publicó un balance general del sector pesquero titulado El estado mundial de la pesca y la acuicultura. Describía la historia de una industria que esperaban desempeñase un papel fundamental a la hora de cumplir con los objetivos de consumo de alimentos.

Como fuente de alimento, el pescado puede representar una fuente de proteínas fundamental. Solo 150 gramos de pescado pueden aportar al adulto medio más de la mitad de sus necesidades proteicas diarias. En los países en vías de desarrollo con economías en crecimiento y riqueza individual, como China, el consumo de pescado está en auge. En 2016, Europa, Japón y Estados Unidos consumían poco menos de la mitad de la captura mundial de pescado. Para 2015, Asia consumía dos tercios de la captura mundial de pescado.

Una población en aumento y una cada vez más rica demanda alimentos ricos en proteínas y nutrientes. Un estudio de 2015 publicado en la revista Food Security determinó que los peces representaban el 10 por ciento de la seguridad alimentaria mundial.

Los autores del estudio, algunos de ellos exanalistas de la FAO, escribieron que abogaban por que el pescado se incluyera cada vez más en el «debate general y la política futura sobre seguridad alimentaria y nutricional».

La captura de peces en el mar

Otros investigadores se han mostrado más escépticos sobre cómo los peces pueden convertirse en un suministro de alimentos más abundante, sobre todo los peces procedentes de alta mar.

Un trabajo publicado a principios de agosto en la revista Science Advances determinó que la pesca en alta mar (cualquier región a 320 kilómetros mar adentro) desempeña un papel insignificante a la hora de garantizar la seguridad alimentaria mundial.

«La mayor parte del pescado se vende como productos alimentarios de alto nivel», explica el ecólogo Enric Sala, explorador de National Geographic y autor del estudio. «Las pequeñas operaciones locales no pescan en alta mar. La pesca en alta mar es obra de grandes flotas industriales».

Esto se debe a que, entre los costes de combustible y mano de obra, la pesca en alta mar es cara. En otro estudio publicado por Sala en Science Advances el pasado junio, un equipo de investigadores determinó que hasta el 54 por ciento de la pesca en alta mar no sería rentable si no fuera por los subsidios gubernamentales.

Para llegar a las partes más amplias del planeta, los buques de pesca generalmente vienen desde naciones ricas. China, España, Taiwán, Japón y Corea del Sur son responsables del 85 por ciento de la pesca en alta mar.

Las comunidades filipinas que dan un segundo uso a las redes de pesca descartadas
Podemos encontrar plástico en cualquier rincón del océano. En este vídeo, veremos cómo la bióloga marina Heather Koldewey se ha asociado con comunidades de las Filipinas para recuperar redes de pesca descartadas y convertirlas en moquetas.

No son solo las aguas internacionales las que están dominadas por naciones ricas. El 1 de agosto, otro estudio en Science Advances confirmó que, incluso más allá de alta mar, esos cinco países dominan la pesca industrial en su conjunto.

Los críticos de la pesca industrial, como Sala, argumentan que la FAO debería centrarse en caladeros a pequeña escala, no en los industriales, a la hora de preparar estrategias para alimentar al mundo.

Un interés creciente por la acuicultura

A diferencia de los peces salvajes, los peces de acuicultura crecen en recintos de agua dulce o agua salada.

En 2014, el Banco Mundial publicó un informe que afirmaba que, para 2030, el 62 por ciento del marisco del mundo sería acuícola.

En su informe de 2016, la FAO determinó que la acuicultura ya representaba el 47 por ciento del marisco que consumimos.

Un estudio publicado en agosto del año pasado en Nature describía de manera ambiciosa cómo la acuicultura podría ampliarse para satisfacer la demanda mundial de productos del mar sin agotar las poblaciones de peces en el océano.

En determinadas partes del océano, el estudio identificó regiones de hasta 200 metros de profundidad que podían usarse para criar ciertos tipos de peces. Aprovechando el espacio disponible que habían estimado, los autores del estudio concluyeron que podrían criarse 15.000 millones de toneladas métricas de pescado.

¿Pasará factura al medio ambiente?

Poner mayor hincapié en la pesca preocupa a algunos activistas medioambientales.

En el mar, aumentar el número de peces salvajes capturados ha llevado a la sobrepesca o al agotamiento de caladeros enteros. La puesta en marcha de normativas estrictas sobre dónde está permitido pescar y qué se puede capturar ha surtido efecto, según la NOAA estadounidense. En 2017, la organización publicó un informe que determinaba que los caladeros sobreexplotados en aguas estadounidenses seguían estando bajos. Es una mejora significativa, según dicen, desde la situación de hace 20 años, cuando varias especies consumidas habitualmente se pescaron prácticamente hasta la extinción.

Las redes de pesca también pueden ser perjudiciales para el medio ambiente. Algunas atrapan por accidente a animales como mamíferos marinos. Las redes de arrastre pueden destrozar hábitats como los corales. Además, los aparejos de pesca desechados son una de las fuentes principales de contaminación oceánica.

La ONU también pretende aumentar la cantidad de áreas protegidas en el océano. Aunque algunas áreas marinas protegidas permiten la pesca, en otras está completamente restringida y previamente han hecho que el sector y los activistas compitieran por el mismo espacio. Tanto Sala como Agostini esperan que las áreas marinas protegidas puedan emplearse como herramienta para mejorar la salud de los caladeros adyacentes, haciéndolos más lucrativos.

Criar peces en lugar de capturarlos en la naturaleza no siempre es un milagro, aunque lo parezca.

Algunas especies de peces sobrellevan los espacios contenidos mejor que otras y las que no lo consiguen son propensas a desarrollar y propagar enfermedades.

En las explotaciones acuícolas mar adentro, las jaulas defectuosas o las tormentas pueden permitir que los peces enfermos se escapen, infectando poblaciones salvajes cercanas. Las explotaciones tierra adentro también se arriesgan a la propagación de enfermedades.

En la FAO, Agostini afirma que la organización planea crear prácticas oceánicas más sostenibles al mismo tiempo que incrementa el pescado como fuente de alimento a lo largo de los próximos 18 años.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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