Estas imágenes revelan el plancton que se ve obligado a convivir con el plástico

Bajo la superficie del océano, yace un mundo oculto donde diminutas criaturas marinas se ven obligadas a desplazarse en una densa sopa de plástico.

Por Sarah Gibbens, Laura Parker
fotografías de David Liittschwager
Publicado 30 ene 2019, 12:48 CET
Peces y plástico
En un muestreo del agua de la superficie del océano en la costa de Kiholo, Hawái, se recogieron animales marinos, como esta lija, y trocitos de plástico. Basándose en su tamaño, científicos de la NOAA estiman que el pez tiene unos 50 días de edad.
Fotografía de David Liittschwager
Artículo creado en colaboración con la National Geographic Society.

Las corrientes convergentes en la superficie del mar generan unos de los mejores entornos donde hallar vida. Es ahí donde se encuentra el plancton diminuto y, donde hay plancton, hay peces hambrientos.

También es en ese lugar donde un equipo de investigadores está descubriendo un nuevo residente marino ubicuo: el plástico.

«Me parece sorprendente la cantidad que hay en muestras relativamente pequeñas», afirma David Liittschwager, fotógrafo y explorador de National Geographic. El pasado julio, Liittschwager acompañó a los científicos que tomaban muestras de las aguas de las costas de Hawái, donde las corrientes convergen para formar películas superficiales plagadas de plancton. Empleando redes, extrajeron 400 metros cúbicos de agua superficial en cubos con casi 23 litros de capacidad y los transportaron a la Isla de Hawái.

Además de fotografiar muestras de agua de Hawái, Liittschwager también estudió muestras en un laboratorio de Plymouth, Inglaterra. Dicha agua superficial se recopiló en cubos remolcados por barcos de gran tamaño.

En estas imágenes, los animales marinos (izquierda) y los desechos plásticos (derecha) se separan en fotografías distintas. Tanto el plancton como el plástico se extrajeron de una muestra de 358 metros cúbicos de agua en Hawái que se formó a partir de corrientes convergentes denominadas películas superficiales. Estas suelen contener la mayor concentración de objetos pequeños que flotan en el agua.
Fotografía de David Liittschwager

Liittschwager extendió el agua en bandejas para fotografiar los contenidos de cerca. Sus fotografías desvelan un mundo en los que se entrelazan los movimientos del plancton y del plástico. Las pequeñas larvas de peces flotan junto a fragmentos coloridos de plástico y sedales de pesca. Algunas imágenes son tan densas que cuesta distinguir qué está vivo y qué no.

Las imágenes parecen obras de arte marina llenas de color, pero estas muestras revelan una amenaza marina insidiosa y creciente. Los microplásticos, fragmentos de plástico de menos de cinco milímetros, están presentes en todos los océanos del mundo. Fluye por ríos continentales y alcanza las fosas oceánicas más profundas. El microplástico es el resultado de la descomposición de los desechos plásticos en partículas aparentemente invisibles por el desgaste y la luz ultravioleta.

Los científicos intentan averiguar cómo los microplásticos podrían resultar perjudiciales para humanos y seres marinos. En 2017, un estudio desveló que las anchoas confunden el plástico con comida, posiblemente atraídas por el olor de las algas que cubren la basura. Como otros peces más grandes consumen estos pececillos más alto en la cadena trófica, a los científicos les preocupa que puedan acabar en nuestros platos. Un estudio publicado el pasado octubre determinó que el microplástico está presente en el 90 por ciento de la sal de mesa.

«El plástico es un material impresionante», afirma Liittschwager. «Pero la idea de hacer algo de un solo uso resulta ridícula».

En las dos últimas décadas, le han conmovido las imágenes del plástico que cubre las maravillas naturales. En 1994, fue una playa llena de desperdicios en Hawái, donde algunas orillas se encuentran en el extremo receptor de los desechos de la gran mancha de basura del Pacífico. Diez años después, estaba en una remota isla hawaiana con científicos que intentaban averiguar por qué los polluelos de albatros morían de forma prematura. Una necropsia del contenido de sus estómagos reveló tapones de botellas y otros fragmentos de plástico.

En palabras de Liittschwager, su misión consiste en simplemente documentar lo que es real.

«Me gustaría que la gente viera qué hay ahí fuera», afirma.

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    Los alevines, como un joven dorado (centro), nadan entre restos como guantes de goma y fragmentos de plástico.
    Fotografía de David Liittschwager
    La labor fotográfica de David Liittschwager cuenta con el apoyo de una beca de la National Geographic Society.

    Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es.

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