La basura electrónica alcanzará los 120 millones de toneladas en 2050

España es el quinto país que más residuos de aparatos electrónicos produce de la Unión Europea. A nivel mundial, tan solo un 20% es reciclado.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 7 mar 2019, 16:39 CET
Un montón de chatarra tecnológica espera su desguace.
Fotografía de Manuel Flores

A nuestro ritmo actual de producir y desechar, la Organización de las Naciones Unidas advierte: en 2050, la cantidad de basura electrónica acumulada habrá alcanzado las 120 millones de toneladas.

La producción tecnológica aumenta a un ritmo vertiginoso mientras la economía circular aún está lejos de instalarse en nuestro imaginario social. El usar y tirar se ha arraigado tanto en nuestro modo de vida, que dar marcha atrás, hasta que las consecuencias de su impacto se instalen definitivamente en nuestras conciencias, se ha convertido en una ardua tarea que se dilatará, probablemente demasiado, en el tiempo.

Tan solo el pasado año generamos 48’5 millones de toneladas de residuos de aparatos electrónicos y eléctricos (RAEE) a nivel mundial, según la ONU. Tan solo un 20% fue reciclado. Sin ir más lejos, cada año se venden 1.500 millones de teléfonos inteligentes, según los últimos datos del Foro Monetario Internacional. El 66% de la población tiene ya un smartphone en su bolsillo, y probablemente varios más antiguos en los cajones más olvidados de su hogar.

España, que se coloca en el top cinco entre los países europeos que más basura electrónica producen, genera 930.000 toneladas al año, según el informe Global E-waste Monitor 2017, analizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones de la ONU a partir de los datos de Eurostat. Según este mismo informe, cada español genera 20 kilos al año de este tipo de residuo y las estimaciones apuntan a que, en 2025, este número se incrementará hasta los 25 kilogramos.

Reutilizar un ordenador es 20 veces más eficiente

La gestión de este tipo de residuo se complica debido a que, por su valor, es difícil de tratar como tal. A menudo, los móviles que acaban en el cajón continúan funcionando y, aunque no lo hagan, contienen piezas de valor. Igual ocurre con muchos electrodomésticos, que terminan desguazados o en vertederos de chatarra, en lugar de ser correctamente gestionados como RAEE.  

La tasa de reciclaje española, un 21% según el estudio de Back Market, se coloca muy por debajo del 35% que ocupa la media europea. Estudios de esta empresa, dedicada a reparar y vender los aparatos electrónicos reutilizados, estiman que España podría evitar el despilfarro de 250.000 toneladas de RAEE.

Calculadoras, cámaras compactas y dispositivos móviles antiguos, engrosan la montaña de chatarra que produce la fiebre tecnológica que atravesamos hoy en día.
Fotografía de PxHere

“Reutilizar un ordenador es hasta 20 veces más eficiente desde el punto de vista energético que reciclarla”, afirma Thibaud de Larauze, CEO of Back Market en el diario Energy News. Y denuncia que “muchos de los RAEE recolectados para reciclaje terminan en vertederos ilegales, o se exportan y tratan de manera irregular para extraer y vender los materiales valiosos que contienen, lo que los convierte en un grave problema para la salud de las personas y el medio ambiente”.

Adopta un smartphone

Una de las principales amenazas de este tipo de basura es que los elementos tóxicos que los componen, a menudo mal gestionados, terminan por filtrarse hasta llegar a los ríos, los mares y la propia tierra. Arsénico, mercurio, cadmio, plomo, cromo u otros tóxicos que impregnan ecosistemas con consecuencias fatales: la batería de un solo móvil es capaz de contaminar hasta 600.000 litros de agua, según un estudio realizado por la Universidad de Surrey.

En este sentido, el proyecto europeo ProSum, prospección de materias primas secundarias de la mina urbana y residuos mineros, pretende facilitar un inventario de flujos de desechos con utilidad que “proporcionará la base para mejorar la posición de Europa en el suministro de materia prima, con la capacidad de albergar más desechos y recursos en el futuro”, afirma un comunicado del proyecto.

Pero el abordaje de este problema requiere de la participación de todos los agentes sociales, con el consumidor como protagonista central. La campaña de Back Market lo tiene claro: debemos adoptar aparatos electrónicos. Con el objetivo de alargar la vida útil de la tecnología, este mercado repara y vuelve a poner en el mercado objetos cuya vida útil es perfectamente válida.

En esta línea, existen multitud de iniciativas como la campaña Movilízate por la selva, del Instituto Jane Goodall España, que nos ofrece la opción de enviar nuestro teléfono a reciclar de forma gratuita con un sistema de etiquetas prefranqueadas. Así, contribuimos a amortiguar las consecuencias que nuestra alta demanda de coltán, casiterita y otros minerales utilizados en la contrucción de la tecnología que nos rodea. Y es que, como afirmó Galeano, “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

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