La extrema sequía amenaza los cultivos de arroz de Italia y su querido risotto

En los arrozales del norte de Italia, normalmente inundados, se cultivan preciadas variedades de arroz que se utilizan para el risotto, pero este año el calor y la sequía récord están causando devastación y consternación.

Por Jonathan Moens
Publicado 22 jul 2022, 11:48 CEST
Luca Rizzotti regula la inundación de su arrozal en Novara, Italia, el 23 de junio de ...

Luca Rizzotti regula la inundación de su arrozal en Novara, Italia, el 23 de junio de 2022. Intenta salvar al menos parte de la cosecha de la sequía. La falta de lluvias ha obligado a los agricultores a sacrificar parte de sus cultivos de arroz para rescatar algunos.

Fotografía de Mauro Ujetto, NurPhoto, Getty Images

Massimo Saronni camina por su campo de arroz, cada paso es un fuerte crujido. Este campo debería estar inundado de agua, floreciendo con hojas de un metro de color verde esmeralda y panículas de arroz doradas. En cambio, las plantas han adquirido un tinte amarillo-marrón y el suelo se ha endurecido por la falta de lluvia. Pequeños parches de supervivientes salpican el campo, pero sólo le llegan al tobillo.

"Estos cultivos están muy dañados. No han tenido agua, así que no van a sobrevivir", dice Saronni, que ha trabajado como arrocero durante más de 30 años. Cultiva distintas variedades de arroz, entre ellas el carnaroli, un arroz con alto contenido de almidón muy apreciado en la cocina italiana por la cremosidad del risotto que prepara.

El norte de Italia está sufriendo un aumento de las temperaturas y su peor sequía en más de 70 años. Amplios tramos del Po, el río más largo de Italia, se han convertido en playas de arena. Sus famosos lagos, como el Maggiore y el Como, también están retrocediendo. Muchos canales que salen de las fuentes de agua dulce y alimentan campos agrícolas como los de Saronni están ahora estancados y se están secando.

La región no ha visto lluvias sostenidas desde el pasado mes de noviembre. Las causas de esta sequía no es ningún misterio: la temporada de invierno produjo poca nieve para alimentar los ríos; luego, una ola de calor a principios del verano golpeó con temperaturas, normalmente por debajo de los 26 grados centígrados, que con frecuencia se acercan a los 37°C.

Situaciones parecidas las están viviendo en otras partes de Europa, como en la campiña del sureste de Francia o en Cantabria, por ejemplo, donde este año la falta de agua está modificando las prácticas agrícolas.

"Estos fenómenos extremos se producen cada vez con más frecuencia", afirma Barbara di Rollo, asesora principal de la Confederación de Agricultores Italianos en materia de suelos y recursos hídricos. "Es algo que veíamos venir y que, por desgracia para nosotros, ahora tenemos que vivir".

El clima desfavorable ya se ha cobrado un serio precio en la industria del arroz. Se calcula que los agricultores perderán alrededor del 30% de sus cosechas este año, y el sector ya ha sufrido una hemorragia de unos unos 2900 millones de euros como consecuencia de la sequía. Muchos de los campos más afectados se encuentran en las regiones de Lombardía y Piamonte, que juntas producen alrededor del 90% del arroz italiano.

Italia es el mayor productor de arroz de la Unión Europea, con más de la mitad de su producción total, y los importadores de arroz italiano claramente van a verse afectados.

Los arrozales se inundan regularmente, sobre todo para mantener las malas hierbas a raya y la temperatura estable entre los días calurosos y las noches más frescas. Pero no es el único cultivo afectado; se prevé que la sequía y el calor también afecten a la mitad de la industria agrícola italiana, con una caída de hasta el 50% en la producción de maíz, y descensos significativos en las frutas, verduras y productos lácteos de verano.

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Una lucha por la supervivencia

Mientras los días se alargan sin apenas lluvia y los campos se calientan bajo el sol del verano, las autoridades han tomado medidas para mitigar los daños en las cosechas. El 4 de julio, Italia declaró el estado de emergencia hasta finales de año en cinco de las regiones más afectadas y anunció casi 40 millones de euros para ayudar a los agricultores en apuros. Muchos de ellos aún no han recibido ninguna ayuda económica del gobierno, pero se están realizando esfuerzos para cuantificar los daños y determinar la magnitud de las pérdidas, afirma Stefano Greppi, agricultor de arroz y presidente regional de Coldiretti, el mayor sindicato agrícola de Italia.

Los distribuidores regionales están coordinando el transporte de agua a los agricultores más afectados, dando prioridad al arroz sobre otros cultivos como los árboles frutales. El arroz tolera mucha agua, pero no es necesaria para que el cultivo sobreviva. Para ello, los agricultores pueden utilizar menos agua y muchos están plantando arroz sin inundar los campos, y redistribuyendo el agua a los agricultores más necesitados, dice Greppi.

Pero para muchos pueden ser  demasiado tarde e insuficiente. Una vez que los campos se vuelven amarillos o marrones, casi no hay forma de que produzcan granos de arroz esa temporada. Algunos agricultores, como Gianni Spaltini, que cultiva una variedad de arroz utilizada para el sushi, dice que espera perder más del 70% de su cosecha este año.

"En mis 30 años de trabajo con el arroz, nunca he visto nada parecido, ni siquiera mis padres o mis abuelos", dice Spaltini, agricultor de tercera generación.

Para intentar mantenerse a flote, Spaltini venderá algunas de sus cosechas de maíz supervivientes para utilizarlas como biocombustible. Pero incluso esta estrategia es poco probable que mantenga su negocio sin ayuda, dadas las grandes inversiones que ya ha hecho en la cosecha de arroz de este año, incluyendo la compra de semillas, combustible, fertilizantes y más. La invasión de Ucrania ha hecho que algunos de estos costes se disparen, especialmente los precios del combustible para sus camiones.

Saronni y otros terminarán vendiendo el arroz que puedan producir a los molineros a un precio más alto debido a la escasez. Pero ese coste se trasladará inevitablemente a los consumidores, y los más pobres serán probablemente los más afectados. "Los más castigados son los más vulnerables de la sociedad", afirma Ettore Prandini, presidente de Coldiretti.

Normalmente, los agricultores con seguro podrían cubrir parte de los costes de fenómenos climáticos perjudiciales como éste. Pero en los últimos años la gran mayoría de las compañías de seguros han decidido no cubrir las sequías, dice Greppi. Sospecha que esto se debe a que hacerlo en el norte de Italia se ha convertido en algo demasiado arriesgado y poco rentable para ellas.

"Esta situación ha provocado un grave problema de sostenibilidad económica del coste de estos riesgos para el sector asegurador", afirma la Asociación Nacional de Compañías de Seguros, en Italia, en una declaración a National Geographic. Las compañías de seguros colaborarán estrechamente con el Ministerio de Políticas Agrícolas, Alimentarias y Forestales de Italia, que está proporcionando 635 millones de euros en fondos hasta 2027 para ayudar a gestionar el riesgo y apoyar a los agricultores locales, añadió la asociación.

Múltiples culpables

La falta de nieve, seguida de las abrasadoras temperaturas debidas al cambio climático, son los culpables más evidentes de esta sequía, pero no los únicos: la red de suministro de agua de Italia es antigua y muy ineficiente. Las tuberías tienen fugas y están mal mantenidas, y el agua que se utiliza en la agricultura a menudo no se recicla, dice Rossella Muroni, vicepresidenta de la Comisión de Medio Ambiente de Italia. Como resultado, alrededor del 40% del agua transportada de un lugar a otro en Italia se pierde en el tránsito y sólo se recoge el 10% del agua de lluvia, dice Prandini.

"Tiene agujeros, roturas... es un sistema de red de agua que está en mal estado", dice Prandini. "Es imperativo... que invirtamos en proyectos de infraestructura a medio plazo".

Recientemente, Italia desbloqueó unos 4000 millones de euros como parte de una iniciativa para mejorar su sistema de agua, incluida la construcción de depósitos de emergencia en toda la región norte, dice Prandini. Ambos proyectos contribuirían en gran medida a solucionar la raíz de los problemas de Italia, reconoce, pero también tardarán varios años en completarse.

Otro enfoque posible es asignar cantidades precisas de agua a los cultivos de arroz, permitiendo cierto nivel de inundación pero evitando el despilfarro. Sin embargo, confiar demasiado en este tipo de métodos puede ser contraproducente si no se hace con cuidado, dice Guillaume Gruere, analista principal de políticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. En los sistemas hidráulicos, el agua se desplaza de un sitio a otro y parte de ella (conocida como caudal de retorno) vuelve a la fuente, por ejemplo un embalse. Pero en los sistema de alta eficiencia, los cultivos podría acabar usando toda el agua, lo que da lugar a mayores cosechas, pero no deja reservas de agua.

"Es una paradoja", dice. "Si vas muy rápido con todas esas tecnologías sin tener ningún control, puedes ver que... el agua baja cada año y de repente te quedas seco".

Variar los tipos de cultivos que los agricultores producen en el norte de Italia es otra posible vía, dice. El arroz se consume mucho y se cultiva en el norte de Italia desde hace siglos, por lo que cambiar las prácticas no es tarea fácil. Pero los agricultores también tienen que enfrentarse a la dura realidad de que el cultivo de arroz en el clima actual se está volviendo rápidamente insostenible. La transición a otros cereales que utilizan equipos y técnicas similares, como el trigo, podría ser una forma de cambiar y al mismo tiempo amortiguar estos riesgos, dice Gruere.

El cambio es complejo y debe ser guiado por un grupo de trabajo que vincule a los investigadores expertos de las universidades y el gobierno con los agricultores sobre el terreno, dice Muroni. "No podemos dejarlos atrás", dice. "Son personas que están produciendo nuestros alimentos".

Algunos arroceros, como Saronni, ya están planeando cambiar los cultivos por el trigo, que puede crecer durante el invierno en el clima templado de la región y no requiere inundaciones. Dado que Ucrania ya no produce tanto trigo debido a la invasión de Rusia, Saronni considera que se trata de una nueva oportunidad de mercado surgida de las horribles circunstancias. Pero cambiar de cultivo no es tan sencillo, ya que la normativa de la UE ata la financiación a la producción de cinco años de un cultivo, y en muchos casos, en esta región, es el arroz.

Pero para todos los agricultores de la región, cambiar lo que cultivan no ataja la raíz del problema, ni resuelve las desastrosas cosechas de este año: una crisis climática galopante que está devastando el sistema agrícola italiano. Producir trigo, soja u otros cereales puede ayudar temporalmente, pero el aumento de las temperaturas no tardará en alcanzarlo, afirma Spaldini, que no sabe qué hacer. "No sé qué se puede hacer con esta situación de crisis climática".

Lo que está claro es que esperar no es una opción, dice di Rollo. En lugar de responder a la próxima crisis a medida que llega, la gente tiene que unirse y evitar que se produzca. Esto, dice, implicará inversiones a largo plazo para reforzar la frágil infraestructura hidráulica de Italia.

"Este no es un problema estacional, no puede resolverse simplemente con una declaración de emergencia", dice di Rollo. "Tenemos que atajar estos problemas antes de que se produzcan".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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