Las peregrinaciones podrían ser la próxima tendencia de viaje pos-COVID

Las rutas de peregrinación, tradicionalmente religiosas, podrían ofrecer a turistas de todas partes una oportunidad para hallar paz interior y reconectar con el mundo.

Por Kerry Walker
Publicado 16 jul 2021, 12:50 CEST
Ol Doinyo Lengai

Después de más de un año de confinamientos por la pandemia, los viajeros acuden en masa a rutas de peregrinación, como esta a la cima del Ol Doinyo Lengai, o «montaña de Dios», en Tanzania.

Fotografía de Nichole Sobecki, Vii, Redux

Como muchos de los que recorren la red de rutas de peregrinos del Camino de Santiago, Sherly Cho no tenía una motivación religiosa evidente. Pero nunca imaginó que el viaje de 800 kilómetros desde St. Jean Pied de Port, en los Pirineos franceses, hasta Santiago de Compostela, en Galicia, inspiraría grandes cambios en su vida.

«Ir sola fue una buena elección», dice Cho. «Hice amigos para toda la vida. Lo compartimos todo: un albergue, una manzana, nuestros sentimientos más profundos. Me di cuenta de que podía prescindir de los bienes materiales; las cosas solo te pesan. Ahora voy a tener una casa más pequeña; estoy despejando mi vida».

Más viajeros que nunca se embarcan en peregrinaciones, una tendencia que puede estar en auge en un mundo pos-COVID, a medida que la gente se aleja de las escapadas de corta duración a ciudades y las cambia por menos vuelos y viajes más largos con un propósito.

«En los últimos años, nuestras reservas de peregrinaciones han aumentado mucho», afirma Tim Williamson, del turoperador británico Responsible Travel. «Son muy populares entre personas que viajan solas, pero cada vez más familias también se embarcan en ellas. El confinamiento nos ha demostrado que la comunidad es importante; la gente quiere espacio pero echa de menos la conexión humana. Las peregrinaciones cumplen muchos de estos requisitos».

El año anterior a que la COVID-19 frenara los viajes internacionales, el Camino de Santiago recibió una cifra récord de peregrinos. Según la Oficina de Acogida al Peregrino de Santiago de Compostela, 347 578 caminantes recibieron el certificado de la Compostela (una acreditación oficial) en 2019, un aumento del 6 por ciento respecto al año anterior. Los registros también indicaban que cada vez más peregrinos viajaban solos, como Cho, y que solo el 40 por ciento de todos los peregrinos afirmaban que la religión era su única motivación.

Dos personas se encuentran en una colina con vistas a la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, tras llegar por el Camino de Santiago.

Fotografía de Samuel Aranda, Panos Pictures, Redux

Entre 2016 y 2019, se dispararon las ventas de todas las rutas del Camino de Santiago. El aumento fue espectacular en el caso del Caminho Portugués (rutas de peregrinación que comienzan en Portugal), que aumentó casi un 100 por 100. Las rutas menos conocidas son cada vez más populares, como el Camino de Invierno; esta alternativa poco conocida para los que buscan la soledad y que llegan a finales de otoño e invierno recorre muchas de las capillas románicas y los viñedos de España.

Las reservas para las rutas tradicionales también se dispararán en 2021. «Prevemos un aumento de las reservas para el Xacobeo de este año, cuando la fiesta de Santiago Apóstol (25 de julio) caiga en domingo, que ocurrió por última vez en 2010», afirma Mary Lawless, de Macs Adventure, una empresa especializada en vacaciones de senderismo autoguiadas. «Por consiguiente, los peregrinos que hagan el Camino podrán entrar en la catedral por la Puerta Santa. Y los que visiten la tumba del apóstol obtendrán la indulgencia plenaria: el perdón de todos los pecados».

Un remedio natural

Los antiguos santos celtas de los siglos V y VI, como san David, se habrían identificado con la decisión de realizar un viaje en la naturaleza, una razón cada vez más citada para peregrinar. En la Edad Media, su ciudad galesa homónima era un destino de peregrinación que rivalizaba con Santiago de Compostela. El Santuario de san David, en su esplendorosa catedral medieval, es el punto culminante de una nueva ruta de peregrinación de una semana de duración para 2021, que forja la conexión celta entre Irlanda y Gales siguiendo los pasos de los santos a lo largo de las costas golpeadas por el oleaje del condado de Wexford y Pembrokeshire.

«En estas costas todavía se siente la conexión espiritual con el paisaje vivo», dice Iain Tweedale, guía de Journeying y Guided Pilgrimage que dirigirá este nuevo recorrido. «Es lo que los celtas llamaban un “lugar fino”, donde la brecha entre el cielo y la tierra es pequeña», dice. «Después de varios días caminando, cuando la mente se tranquiliza, contemplas tu entorno con más agudeza y ves cosas simples, como rocas, flores y aves, como si fuera la primera vez. El viaje exterior de un lugar a otro se convierte en un viaje interior de la cabeza al corazón».

Si, como sugiere Tweedale, la lentitud de la peregrinación costera nos permite reencontrarnos con un ritmo que hemos perdido —en el que las mareas y las estaciones, y no el reloj, se convierten en nuestros puntos de referencia—, ¿puede la peregrinación ayudarnos a sanar y darnos perspectiva en un mundo pospandémico?

«La COVID nos ha obligado a parar, pensar y cuestionar las suposiciones sobre la vida», dice Tweedale. «A medida que salimos del confinamiento, la peregrinación es más relevante que nunca, ya que nos permite hacer balance y plantearnos nuestro camino. Algunos vendrán a llorar o a replantearse las relaciones. Otros darán las gracias por haber salido adelante».

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    Unos mochileros recorren la ruta de peregrinación del Kumano Kodo en los montes Kii, en Japón. Esta ruta, declarada Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, atraviesa la península de Kii Hanto y conduce al Kumano Sanzan o los Tres Grandes Santuarios de Kumano.

    Fotografía de Stefan Boness, Visum, Redux

    «La peregrinación moderna te permite explorar tu faceta espiritual sin ser necesariamente religiosa», prosigue. «Entramos en una unión con la naturaleza mientras caminamos. Y este nuevo amor y aprecio nos hace querer protegerla. Así que quizá el peregrinaje pueda prepararnos para abordar el cambio climático, el mayor reto de nuestra era, una vez haya pasado la COVID».

    Según una encuesta del British Pilgrimage Trust, casi la mitad de los participantes citaron su bienestar emocional, la conexión con la naturaleza, la espiritualidad o el patrimonio cultural como motivaciones principales. Solo el 13 por ciento citó la práctica religiosa y si muchas peregrinaciones hoy en día son laicas, ¿qué diferencia estos viajes de un paseo muy largo?

    «Normalmente hay un motivo para la peregrinación: resolver un problema, aportar algo, soltar algo», afirma Guy Hayward, cofundador del British Pilgrimage Trust y coautor de la guía Britain’s Pilgrim Places. Él cree que en el centro de la verdadera peregrinación hay intención, determinada por nuestro corazón y activada por nuestros pies.

    «Conectar con tus necesidades más profundas no tiene nada intrínsecamente religioso o laico», afirma. «La palabra “holy” (“sagrado”) procede del anglosajón halig, que significa “traer salud”. Un lugar sagrado puede ser un tejo antiguo o la cima de una colina, una sinagoga o un círculo de piedras».

    «Desde tiempos inmemoriales, la peregrinación ha ofrecido un sendero físico con un destino claro que nos permite estructurar nuestra búsqueda de orientación interior en tiempos de cambio y crisis», añade.

    Un paso más

    Para muchas personas, la peregrinación consiste en una «inversión», no necesariamente en el sentido físico ni monetario, sino en estar dispuestas a abrirse al cambio y a las consecuencias que este conlleva. La COVID-19 ha presentado retos y restricciones que pocas personas habrán afrontado antes. Por eso mucha gente buscará viajes que ofrezcan cambios y beneficios terapéuticos.

    «Hay mucho dolor sin resolver y sin apoyo a causa de la epidemia», dice Dee Dyas, directora del Centro de Estudios de Peregrinación de la Universidad de York y autora de The Dynamics of Pilgrimage. «La gente está desesperada; necesita procesar su vida, hallar sentido en lugares especiales, crear recuerdos positivos, decir adiós».

    «Y la peregrinación no tiene por qué implicar una larga caminata: es mucho más polifacética», prosigue Dyas. «Los seres humanos estamos programados para responder a lugares especiales y buscar algo más grande que nosotros. Hay “peregrinos accidentales” que marcan la casilla de los no religiosos, pero luego encuentran la iluminación espiritual, e incluso a Dios. La peregrinación es una metáfora de la vida: une los viajes interiores y exteriores».

    En esencia, la peregrinación ha cambiado poco desde la Edad Media, cuando Chaucer escribió Los cuentos de Canterbury, que tratan de un grupo de peregrinos que viajan al santuario de santo Tomás Becket, una obra que se ha convertido en una personificación la práctica.

    «Tres años después de la muerte violenta de Becket [en 1170], se le habían atribuido 700 milagros y acudían peregrinos a Canterbury para rendir culto a su tumba», explica Naomi Speakman, comisaria de la exposición de 2021 del Museo Británico: Thomas Becket: Murder and the Making of a Saint. «La peregrinación a Canterbury está en el centro de nuestra exposición y Los cuentos de Canterbury siguen haciendo eco entre el público moderno».

    Thomas Becket no fue el único santo que dejó una huella indeleble en los paisajes británicos, abriendo senderos para futuros peregrinos. Los Northern Saints Trails, cuya inauguración está prevista para 2021, revivirán seis antiguas rutas por el noreste, en homenaje a santos como san Cutberto, san Aidan y santa Hilda.

    «En la época medieval, los peregrinos acudían a Durham desde distintas direcciones y estos senderos lo reflejan», explica el coordinador de la ruta, David Pott. «Entonces, la motivación principal era la búsqueda de curación. Eso mismo ocurre hoy en día, pero de otra forma. No es casualidad que muchas personas peregrinen tras sufrir una crisis vital. Creo en la máxima atribuida a san Agustín: solvitur ambulando [“se soluciona caminando”]».

    Los devotos hindúes se preparan para bañarse en la confluencia de los ríos Ganges, Yamuna y Sarasvati en Allahabad, en Uttar Pradesh, el 14 de enero de 2016. El ritual forma parte del Kumbh Mela, que se celebra cada 12 años y atrae a millones de personas que buscan la absolución de sus pecados.

    Fotografía de Xinhua News Agency, Eyevine, Redux

    Con sus multitudes y sus manifestaciones extremas de fe, en muchas partes del mundo las peregrinaciones pueden parecer la antítesis de los paseos silenciosos y contemplativos. Por ejemplo, el Kumbh Mela, el mayor peregrinaje del mundo, se celebra en un ciclo de 12 años en cuatro puntos del río Ganges, donde 120 millones de hindúes acuden a las aguas sagradas para rezar por la emancipación del ciclo del renacimiento. En Arabia Saudí, 2,5 millones de peregrinos musulmanes acuden a la Gran Mezquita de La Meca durante el hajj.

    Israel recibe más peregrinos que nunca: un récord de 4,5 millones en 2019. Y para muchos, el sentido de la peregrinación es precisamente esta gran cantidad, la masa de la humanidad.

    Si la «intención» es el comienzo y la «inversión» el corazón de toda peregrinación, la «gratitud» es la recompensa final: por la vida y la buena salud, por la naturaleza y sus maravillas. Fue por esto último por lo que, en 2019, el fotógrafo Tim Bird decidió recorrer en bicicleta la recién inaugurada St. Olav Waterway, un sendero de peregrinos que sigue la costa y une Finlandia y Suecia.

    «La peregrinación fue meditativa y espiritual, pero no de una forma religiosa prescrita», dice. «Disfruté de la naturaleza remota, de la recarga física después del largo invierno finlandés. Los vientos y los chaparrones fueron un reto, pero la fauna era impresionante: aves migratorias, ciervos, liebres y algún que otro alce nadando de isla en isla. Cruzarme con una bandada de grullas recién llegadas fue una alegría».

    En una era digital frenética, en la que a menudo nos desvinculamos de nuestro entorno, de los elementos y de nuestro verdadero yo, el ritmo lento de la peregrinación y el espacio físico y mental que nos otorga pueden ayudarnos a reflexionar, a reajustar nuestros objetivos y a pulsar el botón de reinicio.

    Mientras afrontamos el largo camino tras la crisis, podemos vernos como peregrinos en un mundo totalmente nuevo, donde nada es tan potente ni necesario como el simple acto de dar las gracias y poner un pie delante de otro.

    «Me levantaba a las 6 de la mañana y caminaba ocho horas al día», cuenta Cho. «Nunca me había sentido tan feliz ni sana como cuando hice el Camino».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com y es una adaptación de National Geographic Traveller UK.

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