Descubre el mundo salvaje a la luz de la luna en el especial «Naturaleza en directo» de National Geographic

No te pierdas el próximo especial de National Geographic «Naturaleza en directo», que filmaremos empleando solo la luz de la luna como iluminación. Para celebrarlo, te explicamos cómo los animales han dependido del brillo lunar durante eones.

Por Redacción National Geographic
Publicado 9 nov 2017, 4:19 CET

Con camarógrafos y 52 cámaras dispersadas por seis continentes, el próximo especial televisivo de National Geographic Naturaleza en directo promete a los espectadores una ventana sin precedentes al mundo salvaje.

El domingo 30 de julio a las 18:00, emitiremos Naturaleza en directo en National Geographic y Nat Geo WILD, presentando lo mejor del reino animal a tiempo real y de una forma espectacular. El programa es el primero de tal magnitud: es algo así como las Olimpiadas del mundo natural.

El 9 de julio se grabará este especial, un día muy apropiado por razones celestiales: será el día más largo del año con luna llena. Este prolongado brillo lunar permitirá a los directores de este documental retratar a la vida salvaje a todo color empleando solamente la luz lunar gracias a la nueva tecnología de las cámaras que permiten grabar con poca luz y que National Geographic desplegará a lo largo de Estados Unidos, Etiopía y Kenia, así como en otros 16 países.

Pero más allá de la mera iluminación, la luz de la luna tiene una importante influencia sobre los animales y las plantas de la Tierra, señalando el momento en que las crías salen del cascarón o la hora de caza de los depredadores. Aquí te presentamos algunos de los ejemplos más espectaculares de cómo la fauna y la flora utilizan la luz lunar para sobrevivir y crecer.

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La luz de ambiente definitiva

Los ecosistemas costeros de todo el mundo se han adaptado a —y dependen de— las mareas lunares, que menguan o crecen como resultado de una danza entre la Tierra en rotación, el campo gravitacional solar y el campo gravitacional lunar.

El crecimiento y decrecimiento periódico del agua cada 12,4 horas tiene un papel vital en estos entornos, lo que da lugar a un dinámico y único despliegue de organismos intermareales adaptados. Pero además de las mareas, muchas especies acuáticas y terrestres también utilizan el evocador brillo de la luna.

Principalmente, a la evolución parece gustarle utilizar la luz de la luna como luz de ambiente: muchas especies de diversas formas y tamaños se sirven de la irradiación espectral de la luna y de sus 29,5 días de crecimiento y mengüe como señal para iniciar varias fases reproductivas.

No hay lugar del mundo en el que este proceso sea más claro que en la Gran Barrera de coral australiana. En una noche de primavera, tras la luna llena, más de cien especies de corales de este arrecife expulsan óvulos y esperma en el agua: un desove masivo sincronizado con la llegada de la luz de la luna. Espectáculos similares tienen lugar en arrecifes de Hawái, Okinawa y el Caribe.

Un estudio de 2007 sobre la especie de coral Acropora millepora arrojaba algo de luz sobre cómo lo hacen: estos animales poseen una proteína fotodetectora llamada CRY2 que es excepcionalmente sensible a las ondas azules propias de la luz lunar. Muchos animales utilizan la CRY2 junto con la proteína CRY1 para calibrar sus relojes bioquímicos internos.

Mientras que otras señales como la duración de los días y la temperatura oceánica parecen ser una señal de preparación para los corales, la luz de la luna actúa como un desencadenante crucial que dice a los corales que es hora de liberar nubes de millones de óvulos y esperma.

«Es algo mágico», afirmaba en una entrevista previa Bill Leggat, biólogo de la Universidad James Cook que ha estudiado la CRY2 del coral A. millepora. «Sentarse frente a un ejemplar de coral y contemplar cómo un montón de esperma rosa es expulsado de su boca y flota a la deriva es algo increíble de ver».

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La luna como cronómetro

Los corales no son ni mucho menos los únicos animales que vigilan la luna, como señalan la bióloga Noga Kronfeld-Schor y sus colegas de la Universidad de Tel Aviv en un análisis de 2013 sobre la luz de la luna y sus efectos como cronómetro de la vida.

El cangrejo Sesarma haematocheir, por ejemplo, vive en las montañas de la isla japonesa de Honshu. Durante las lunas llenas o nuevas de primavera, sin embargo, los crustáceos caminan ladera abajo para liberar en el mar a su descendencia, un desplazamiento calibrado por la luz de la luna que coincide con las mareas.

Entre las aves, los polluelos de atajacaminos mexicano (Antrostomus vociferus) salen de sus huevos durante la luna nueva. Un estudio de 1986 sugería que esta luz adicional incrementa la capacidad de los padres para buscar comida, asegurando el suministro alimenticio máximo para sus crías durante las dos primeras semanas de vida, cruciales para su supervivencia.

Incluso las plantas están implicadas. A diferencia de muchas de sus especies hermanas, la planta mediterránea Ephedra foeminea no libera su polen al viento. En su lugar, la planta elabora gotas dulces de líquido que absorben el polen de los insectos que la visitan. ¿Pero cómo encuentran los insectos el camino hasta la planta?

La respuesta, según sugirieron recientemente dos investigadoras, se encuentra en la sincronización impecable de la Ephedra foeminea. Tras años de frustración, la profesora de la Universidad de Estocolmo Catarina Rydin y su estudiante Kristina Bolinder se dieron cuenta de que la E. foeminea sincroniza la secreción de sus gotas de polinización con la luna llena de julio. La luna hace que las gotas «brillen como diamantes a la luz de la luna llena», según informaban en un estudio de 2015 publicado en Biology Letters, lo que podría ofrecer a los polinizadores un estímulo atractivo.

Pero en el estudio de la E. foeminea no hay un punto y final, ya que al menos un investigador ha pedido más datos acerca de la correlación con la luz de la luna. Sin embargo, Rydin sigue impresionada ante la posibilidad de que la E. foeminea utiliza la luna como guía, y el hecho de que Bolinder y ella pudieran haber encontrado la conexión.

«Nos encontramos con estos resultados por pura suerte», explica en un email.

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Cena a la luz de la luna

Quizá esto no sea sorprendente, pero la luz lunar también tiene un papel fundamental en las relaciones entre depredadores y presas. Pero la situación es más compleja de lo que se puede pensar.

Por una parte, las lunas llenas emiten luz adicional sobre el paisaje, lo que facilita que algunos depredadores avisten, cacen y engullan a sus presas. Numerosos estudios dejan claro que los roedores en particular no pueden tomarse un respiro: las liebres americanas se enfrentan a aumentos y descensos estacionales en el riesgo de depredación debido a la intensidad de la luz lunar, y los búhos campestres cazan de manera más efectiva a los ratones ciervo cuando la luna aumenta su brillo.

Sin embargo, esta presión de depredación también ha proporcionado a las presas un fuerte incentivo para esconderse durante las noches de más brillo lunar. Como resultado, muchas presas, incluyendo los roedores mencionados anteriormente, reducen enormemente su actividad durante la noche a medida que aumenta la brillantez de la luna.

Para algunos depredadores como los murciélagos esto puede significar que los ciclos lunares no siempre implican una caza exitosa. Para otros, puede significar que las lunas llenas son un presagio de escasez, salvando las distancias. De hecho, un estudio de 1984 descubrió que los leones que vivían en el Parque Nacional Queen Elizabeth de Uganda tenían un menor índice de éxito en sus cacerías cuando la luz de la luna era más brillante, probablemente como resultado del aumento de las presas asustadizas.

«Los leones pueden verse afectados negativamente cuando cazan durante la luna llena», explica la cámara de vida salvaje Sophie Darlington, que filmará a los leones en la Reserva Nacional de Masái Mara en Kenia para Naturaleza en directo.

«Las presas también pueden verlos con menor dificultad [si no está nublado]», explica Darlington en un email, «así que, según nuestra experiencia, tienden a ser más estratégicas, y el trabajo en equipo gana protagonismo».

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Una forma de encontrar el camino

Pero las especies nocturnas no solo dependen de la luna para que ilumine sus hábitats, sino que algunas incluso la utilizan para orientarse en sus viajes.

La gran polilla Noctua pronuba, por ejemplo, puede usar el acimut de la luna (una de las coordenadas horizontales) para orientarse cuando vuela, una habilidad que otras criaturas, como las pulgas de mar, también emplean con buen resultado.

De forma similar, las crías de tortuga marina que salen de sus huevos dependen de la luz de la luna reflejada sobre la superficie del mar para orientarse a medida que recorren la playa hacia el mar.

Otros animales se orientan de formas más sutiles a través de la luz de la luna. El escarabajo pelotero africano Scarabaeus zambesianus busca excrementos frescos al atardecer, y una vez que empieza a hacer rodar una bola de estiércol, lo hace en línea recta en un esfuerzo para escapar de sus competidores. A medida que se pone el sol, el escarabajo orienta su ruta a través de patrones de luz polarizada generada a medida que pequeñas partículas atmosféricas propagan la luz solar.

Un estudio de 2003 demostró que los escarabajos peloteros africanos también pueden usar la luz lunar polarizada como brújula, aunque el efecto de la luz de la luna es un millón de veces más tenue que el que se crea con la luz del sol.

El descubrimiento fue el primero de este tipo, y otra de las muchas demostraciones impresionantes de cómo la luna ejerce su influencia sobre la vida en la Tierra.

Dave Hansford ha contribuido a este artículo.

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