Las medusas gobiernan los mares sin cerebro. ¿Cómo lo hacen?

No tienen cerebro y son principalmente agua, pero las medusas tienen muchos superpoderes.

Por Liz Langley
Publicado 22 ago 2018, 16:22 CEST
Cubomedusas
Las cubomedusas o cubozoos, estas en las aguas frente a la montaña de la Mesa, Sudáfrica, poseen uno de los venenos más letales del planeta.
Fotografía de Thomas P Peschak, National Geographic Creative

Cuando pensamos en animales peligrosos, quizá no nos venga a la cabeza una bolsa de agua sin cerebro. Pero si en la playa se escucha a alguien que grita «¡medusas!», todos los bañistas se ponen alerta como suricatas, ya que una medusa puede propinar un buen golpe.

Las medusas, tan hermosas como peligrosas, son una masa resbaladiza de contradicciones. Antes de que se acabe el verano, veamos cuáles son sus esponjosos superpoderes.

Algunas medusas son un 98 por ciento agua

La parte principal del cuerpo de una medusa —la campana— está compuesta por dos finas capas de células con material acuoso e inerte en medio, según explica el biólogo de medusas Lucas Brotz, investigador posdoctoral en la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver.

Esta estructura simple es «un hábil truco evolutivo», nos dice, que les permite crecer y devorar más sin el coste de un metabolismo acelerado.

«Han sobrevivido a todas las extinciones en masa», afirma Brotz. Aunque la mayoría de especies que han vivido se han extinguido, «este grupo de bolsas de agua ha sobrevivido de algún modo» durante 600 millones de años.

... y superrápidas

La picadura de una medusa «es uno de los procesos más rápidos en biología», afirma Sean Colin, ecólogo de la Universidad Roger Williams, en Rhode Island. También es bastante complejo para un animal aparentemente simple.

Medusas doradas siguen el sol a diario en el lago de las Medusas, un lago de agua salada en Palaos.
Fotografía de Michael Melford, National Geographic Creative

Las células urticantes de una medusa se denominan cnidoblastos o cnidocitos y son un rasgo exclusivo de las medusas y sus parientes, como los corales y las anémonas de mar. En el interior de estas células se encuentra un orgánulo denominado nematocisto, que contiene lo que Colin describe como una cápsula con arponcitos enroscados.

Cuando se disponen a atacar, salen disparados cientos de estos nematocistos. Esa liberación de presión da lugar a pinchazos superrápidos que solo duran 700 nanosegundos y tienen fuerza suficiente para romper la concha de un crustáceo en su punto más débil.

No quieren picarte

Los nematocistos se activan simplemente al rozar cualquier tipo de materia orgánica, lo que nos incluye a nosotros.

Las picaduras de algunas medusas, como las cubomedusas del norte de Australia y del Indo-Pacífico, pueden resultar letales, mientras que otras tienen nematocistos que no penetran en la piel humana.

Sin embargo, las medusas no se pican entre sí. Brotz explica que es probable que lo eviten mediante señales químicas.

Son «cultivadoras» de algas

No todas las medusas flotan con la campana boca arriba. Las medusas invertidas (Cassiopea) se colocan boca abajo y habitan en el lecho marino en aguas tropicales del Indo-Pacífico, Florida, el Caribe y Hawái.

La campana de estas medusas yace sobre el lecho oceánico, como si estuvieran tomando el sol, algo que hacen, en cierto modo. Mantienen algas microscópicas en sus tejidos y «las sostienen mirando hacia el sol, proporcionándoles un lugar donde crecer», explica Brotz, para después usarlas como fuente de nutrientes.

Las medusas doradas del lago de las Medusas de Palaos también cultivan algas, siguiendo el sol conforme viaja de un lado al otro del lago durante el día y fertilizando sus «cultivos» durante la noche.

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    Una gelatina cristal (Aequorea victoria) flota en el Acuario del Pacífico en Long Beach, California. Un gen de la bioluminiscencia en esta especie se ha convertido en una tecnología biomédica galardonada con el premio Nobel.
    Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark

    Han ganado un premio Nobel (indirectamente)

    Según Brotz, muchas de las 3.000 especies de medusas identificadas hasta la fecha son bioluminiscentes, lo que significa que pueden generar su propia luz. Una parte importante de este truco empleado por una especie en particular, la gelatina de cristal, es un gen denominado proteína verde fluorescente (o GFP, por sus siglas en inglés).

    Cuando los científicos lo usan como biomarcador, esta proteína ilumina literalmente el funcionamiento interno del cuerpo, posibilitando el seguimiento de procesos como la producción de insulina, la infección por VIH y la estructura muscular.

    Los investigadores que desarrollaron esta tecnología obtuvieron el premio Nobel de Química en 2008, todo gracias a los tentáculos de una medusa.

    Son peligrosas aunque estén muertas

    Los nematocistos urticantes de una medusa son como ese loco de las pelis de terror que simplemente no se rinde. Puede picarte un tentáculo desprendido o una medusa muerta.

    Colin advierte que, si te comes un calamar que se ha comido una medusa y no la ha digerido del todo, esa medusa también podría picarte.

    ¿Ya tienes ganas de hacerte vegetariano?

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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