Un delfín nariz de botella adopta a una cría de otra especie

La cría huérfana aprendió a actuar como un delfín nariz de botella y fue aceptada en el grupo familiar.

Por Erica Tennenhouse
Publicado 31 jul 2019, 11:31 CEST
Este delfín ha adoptado a una cría de una especie diferente
En 2014, en la Polinesia Francesa, un equipo de investigadores observó un delfín nariz de botella que cuidaba de una cría de aspecto inusual. Era un delfín de cabeza de melón, de un género y especie diferentes a los de la madre. La adopción es insólita en mamíferos salvajes y suele ocurrir entre miembros emparentados de la misma especie. El delfín huérfano entró en el grupo de delfines nariz de botella y permaneció con la madre adoptiva más que su propia descendencia biológica, que desapareció misteriosamente. Incluso la observaron amamantando a veces. Los delfines nariz de botella hembras "roban" las crías a otras especies durante periodos breves en épocas de conflicto. En este caso, la madre dedicaba mucho tiempo al huérfano. Durante sus tres años viviendo con el grupo de 30 delfines nariz de botella, el huérfano aprendió sus conductas, como el comportamiento de "surf".

Los delfines nariz de botella son madres cariñosas que alimentan, protegen y juegan con sus crías durante unos seis años.

Ahora, una nueva investigación ha revelado el primer caso documentado de un delfín nariz de botella salvaje que ha adoptado a una cría de otra especie.

En 2014, un equipo de investigadores avistó a una madre nariz de botella que cuidaba de una cría macho de aspecto inusual y de la que supusieron que era su cría biológica en las aguas del litoral de la Polinesia Francesa.

Aunque los hocicos de los delfines nariz de botella son delgados, el hocico de la misteriosa cría de un mes era corto y romo. Finalmente, los científicos identificaron al huérfano como un delfín de cabeza de melón, perteneciente a un género y una especie diferentes.

«Nos entusiasmaba poder presenciar un fenómeno tan raro», cuenta Pamela Carzon, autora principal del estudio y científica líder del Grupo de Estudio de los Mamíferos Marinos (GEMM) de la Polinesia con sede en Tiputa, en la Polinesia Francesa.

La adopción es inusual en mamíferos salvajes y la mayoría de los casos se dan entre miembros emparentados de la misma especie. El único caso documentado científicamente con un huérfano adoptado de otra especie y género data de 2006, cuando Patrícia Izar, primatóloga de la Universidad de São Paulo, observó a un grupo de monos capuchinos que cuidaba de una cría de tití. «Entonces, nos quedamos atónitos», recuerda.

Izar, que no participó en el estudio, añade que a los científicos les intriga la adopción en el mundo animal porque antes la consideraban un comportamiento exclusivamente humano.

La rivalidad entre hermanos

Carzon y su equipo grabaron y fotografiaron a la familia de delfines de dos especies desde tierra, barco y bajo el agua en el marco de un estudio a largo plazo de esta comunidad de unos 30 delfines nariz de botella que comenzó en 2009.

Aunque la madre ya tenía una cría, cuando la cría de delfín de cabeza de melón apareció en escena, rara vez se fue del lado de su nueva madre. Solían observar a los tres nadando juntos, algo insólito ya que las madres delfín solo suelen cuidar de una cría a la vez.

No siempre reinaba la felicidad familiar: en muchas ocasiones, la cría de delfín de cabeza de melón sacaba a empujones a su «hermana» adoptiva de debajo del abdomen de su madre.

Este persistente huérfano no solo estaba decidido a integrarse en la unidad familiar, sino que también averiguó cómo encajar en el grupo de delfines nariz de botella.

«El delfín de cabeza de melón se comportaba exactamente igual que los delfines nariz de botella», afirma Carzon, que documentó las observaciones en junio en la revista Ethology.

Por ejemplo, socializaba a menudo con otros ejemplares jóvenes e incluso participaba en sus pasatiempos favoritos, como el de saltar entre las olas.

Una madre dedicada

Los delfines nariz de botella hembra «roban» las crías de otras especies durante breves periodos en épocas de conflicto, pero el entusiasmo de la cría adoptada y la dedicación de la madre evidencian que no se trataba de un secuestro.

En este caso, la madre dedicaba una cantidad enorme de tiempo al huérfano: los observaron a ambos juntos durante casi tres años y desparecieron en torno a abril de 2018, el momento en el que habría destetado al huérfano. Su unión siguió adelante poco después de que su cría biológica desapareciera por motivos desconocidos con un año y medio.

Kirsty MacLeod, ecóloga conductual de la Universidad Lund en Suecia que no participó en el estudio, explica que también observaron al delfín nariz de botella hembra amamantando a la cría adoptiva en dos ocasiones, lo que apunta a que estaba muy dedicada a ella. «En mamíferos, sintetizar la leche es muy costoso, es un recurso muy preciado».

¿Por qué adoptar?

Pero persiste una gran incógnita: ¿por qué se molestaría un delfín nariz de botella en dedicar tiempo a una cría con la que no tiene vínculos genéticos?

Una posibilidad es que el reciente nacimiento de su cría activara su instinto maternal. «Lo más probable es que fuera el momento perfecto para la llegada de esta cría, cuando [la madre] se encontraba en un periodo muy receptivo para establecer esos lazos con sus propias crías y esto llevó a una situación un tanto extravagante», afirma MacLeod.

La personalidad podría haber sido otro factor determinante, ya que este delfín en particular era conocido por su tolerancia entre los submarinistas de la zona. Su actitud relajada podría haber sido lo que impidió que mostrara su habitual agresividad hacia crías que no son suyas.

Después está el propio delfín de cabeza de melón huérfano. Los investigadores creen que su voluntad de unirse a la familia de delfines nariz de botella —y actuar como ellos— desempeñó un papel fundamental en la adopción.

«Demuestra que los delfines jóvenes tienen una flexibilidad conductual impresionante», afirma Carzon.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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