El mordisco de un T. rex ejercía la fuerza suficiente para aplastar un coche

El dinosaurio mordía con una fuerza de seis toneladas. Ahora los paleontólogos saben cómo lo hacía.

Por John Pickrell
Publicado 26 sept 2019, 13:17 CEST
Un cráneo mecánico de T. rex empleado en un estudio de la fuerza de su mordisco rompe un hueso. Pese a su aspecto articulado, los paleontólogos creen que el cráneo del dinosaurio habría sido rígido para dar mordiscos aplastantes.
Fotografía de Robert Clark, Nat Geo Image Collection

El mordisco quebrantahuesos de un Tyrannosaurus rex podría haber aplastado un coche: ejercía una presión de seis toneladas sobre sus víctimas indefensas. Pero aunque varias líneas de evidencia respaldan este cálculo de la fuerza del mordisco del dinosaurio, se ha debatido cómo habría podido hacerlo con un cráneo aparentemente articulado.

Lo cierto es que no lo hacía así, según sugiere un nuevo modelo que analiza todas las fuerzas y las presiones del cráneo del T. rex durante la mordida. Los resultados, presentados este mes en la revista The Anatomical Record, demuestran que los huesos del cráneo del T. rex habrían sido fijos y rígidos para que el animal tuviera un mordisco tan temible.

«El T. rex es uno de esos animales de constitución óptima», afirma Casey Holliday, coautor del estudio y paleontólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Misuri. «Posee unos músculos mandibulares enormes y utiliza esa fuerza muscular de forma eficiente al ejercerla sobre sus presas porque tiene un cráneo rígido».

Un T. rex desgarra a su presa en una ilustración.
Fotografía de Brian Engh, www.dontmesswithdinosaurs.com

Rígido, con un poco de flexibilidad

Según Holliday, se había generalizado la idea de que las articulaciones de algunos huesos del cráneo del T. rex eran móviles. Esto se debe en parte al aspecto de los fósiles y en parte a que los cráneos de algunos parientes vivos de los dinosaurios, como los loros o las serpientes, son flexibles y albergan huesos móviles. En particular, los reptiles poseen una serie de huesos que vinculan la cavidad craneal al paladar y este a la mandíbula inferior.

«Difieren mucho de los cráneos de los mamíferos, como los nuestros, en los que solo hay dos partes: la parte que alberga el cerebro y la mandíbula», afirma Holliday.

Sin embargo, la idea de que el T. rex también poseyera un cráneo flexible planteaba un problema matemático.

«Con algo tan enorme como el cráneo de un T. rex de 1,8 metros de largo y 1,2 de ancho y que muerde con una fuerza enorme... si incluyes flexibilidad en la ecuación, prepárate para más fallos», afirma Holliday.

«Quieres aprovechar toda la fuerza de los músculos y ejercerla sobre la presa a través de los dientes, no que se filtre por una serie de articulaciones móviles».

Para poner a prueba la idea, Holliday e Ian Cost, antes alumno de posgrado y ahora profesor adjunto en el Albright College en Reading, Pensilvania, crearon modelos de cráneos de T. rex con paladares capaces de flexionarse hacia los lados, como los de los geckos, y otros que se movían arriba y abajo, como los de los loros grises. A continuación, los investigadores crearon un modelo biomecánico de estos cráneos en acción.

El equipo determinó que el carnívoro habría sido capaz de ejercer la presión de forma más eficaz cuando las articulaciones de la parte superior del cráneo permanecían inmóviles, aunque una pequeña cantidad de flexibilidad podría haber ayudado a que el cráneo resistiera la fuerza ejercida.

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    «La cara y el cráneo del T. rex eran incapaces de moverse... Esto apoya nuestra conclusión de que los huesos [del paladar] de la boca no se movían cuando el T. rex mordía a las presas», afirma Cost. Esto quiere decir que la especie podía utilizar mejor la fuerza total de los músculos mandibulares que sus ancestros y sus parientes con paladares móviles.

    Pesos pesados

    «Los resultados expuestos en este estudio, que se ha llevado a cabo prestando gran atención a los detalles, no solo demuestran que el cráneo del T. rex era capaz de resistir mordiscos muy fuertes, sino que muestran cómo lo hacía», afirma Laura Porro, experta en biomecánica fósil del University College London. Porro añade que este trabajo ayudará a los investigadores a determinar la flexibilidad de los cráneos de otros animales fósiles.

    Eric Snively, paleobiólogo de la Universidad del Estado de Oklahoma en Tulsa que también ha estudiado la mecánica de alimentación del T. rex, afirma que la investigación «desvela cómo mordía el T. rex con más fuerza que cualquier otro animal terrestre».

    Sostiene que los tiranosaurios son raros porque tienen los dientes más fuertes en la parte delantera de la boca, a diferencia de depredadores como los cocodrilos, cuyos dientes más fuertes se sitúan en la parte posterior.

    «Los hocicos están fusionados con huesos entrelazados en el puente de la nariz, pero hasta el presente estudio no comprendíamos cómo funcionaba el resto del cráneo», explica.

    «Ahora tenemos un panorama más completo de la anatomía craneal, que es fantástico para averiguar cómo mordía el T. rex con la fuerza suficiente como para levantar varias camionetas».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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