¿Y si la avaricia no es la causa principal de las cacerías de elefantes?

Según un estudio sobre miles de matanzas en 30 países africanos, se cazaron furtivamente menos elefantes en zonas donde las comunidades eran más sanas y ricas.

Por Rachel Fobar
Publicado 1 feb 2023, 10:50 CET
Caza furtiva de elefantes

"Cuando buscamos proteger la vida salvaje, no podemos hacerlo sin pensar en el bienestar de las personas", afirma Timothy Kuiper, coautor de un estudio sobre la caza furtiva de elefantes en África.

Fotografía de David Chancellor, Nat Geo Image Collection

La caza furtiva de elefantes se debe probablemente a la necesidad, no a la codicia, según las conclusiones publicadas este mes en Proceedings of the Royal Society B.

Según investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido), la ONU, la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y otras instituciones que analizaron datos de más de 10 000 matanzas a lo largo de casi dos décadas y en 30 países africanos, se cazaron menos elefantes furtivamente donde los humanos gozaban de mejor salud y eran más ricos. Basaron su estudio en las tasas de mortalidad de niños menores de cinco años y en encuestas que evaluaban, por ejemplo, el número de habitaciones de las casas, la disponibilidad de agua potable y retretes, y la propiedad de bienes como un frigorífico y un televisor.

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la caza furtiva es una de las principales causas del declive tanto de los elefantes de sabana, en peligro de extinción, como de los elefantes de bosque, en peligro crítico de extinción, cuyo número combinado ha descendido a unos 415 000 ejemplares.

Antes, las pruebas de los motivos de las matanzas de elefantes y otros animales eran anecdóticas y procedían de estudios de casos particulares. Pero ahora, las organizaciones sin ánimo de lucro y los Gobiernos "pueden utilizar el estudio como justificación" de los planteamientos de conservación, afirma Timothy Kuiper, coautor del estudio, encargado por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), el acuerdo internacional que gestiona el comercio de especies silvestres. Otros motivos de la caza furtiva son la corrupción y los precios mundiales del marfil.  

"Cuando queremos proteger la vida salvaje, no podemos hacerlo sin pensar en el bienestar de las personas", afirma. Para combatir mejor la caza furtiva, los conservacionistas tienen que pensar de forma creativa, aplicando estrategias como reformas gubernamentales contra la corrupción, reducción de la demanda en los países consumidores de marfil, mejora de la educación, la sanidad y los programas económicos, y mayor apoyo a los guardas de la fauna salvaje.

Según la UICN, la caza furtiva es una causa importante del declive de los elefantes, tanto de sabana como de bosque.

Fotografía de Charlie Hamilton James, Nat Geo Image Collection

Aunque la aplicación de la ley sigue siendo importante, "la salud y el bienestar de las comunidades locales son factores esenciales para alcanzar los objetivos de conservación de la vida salvaje", afirman Thea Henriette Carroll y Tanya McGregor, que trabajan con el programa de seguimiento de la caza furtiva de elefantes de la CITES. "Esto justifica aún más que las comunidades afectadas participen en la planificación de la conservación y la gestión de las áreas protegidas".

El equipo de investigación descubrió que la caza furtiva se producía con más frecuencia en África Central y cerca de la frontera entre Mozambique y Tanzania, y afectaba a los elefantes de los bosques más gravemente que a sus primos de la sabana. Entre 2002 y 2020, el Parque Nacional de Garamba, en la República Democrática del Congo (RDC), vio morir a más de 860 elefantes a manos de cazadores furtivos, y la Reserva de Caza de Selous, en Tanzania, más de 750. Las zonas circundantes tenían una de las puntuaciones más bajas de riqueza de los hogares y puntuaciones medias de salud.

En una escala de 0 a 100, las regiones más ricas suelen tener puntuaciones de 60 o más. Todas las zonas del estudio obtuvieron puntuaciones inferiores a 45, y las que tenían las puntuaciones más bajas presentaban niveles más altos de caza furtiva. En 2020, en la RDC y Tanzania, las puntuaciones de riqueza sólo habían subido a unos 25 y 26 respectivamente. Según los datos más recientes, en la RDC se registraban unas 79 muertes infantiles por cada mil nacidos vivos, y en Tanzania, 47.

Mientras tanto, a los elefantes les ha ido mucho mejor en el Parque Nacional de Etosha, en Namibia. La puntuación de riqueza de las comunidades vecinas aumentó constantemente desde 2002 hasta 2020, hasta cerca de 43, y en Etosha sólo se registraron dos matanzas ilegales durante esos años. En cambio, las cifras de caza furtiva de rinocerontes en Namibia casi se duplicaron en 2022, hasta 87 rinocerontes, pero esto parece ser obra de sindicatos internacionales más que de cazadores furtivos locales.

En la actualidad, las más de 80 zonas comunales de conservación de Namibia permiten a unos 200 000 habitantes locales participar en la gestión de aproximadamente el 20% de las tierras del país. A este sistema de gestión comunitaria de los recursos naturales se le atribuye la creación de más de 6000 puestos de trabajo desde la década de 1990 y el aumento de las poblaciones de elefantes y leones.

Cuando las comunidades locales disfrutan de los beneficios de la conservación, se reducen los incentivos para la caza furtiva, afirman Carroll y McGregor. "Será importante que los Gobiernos garanticen que las comunidades locales no tengan que soportar la carga de los costes asociados a esta fauna salvaje, sino que tengan acceso a oportunidades de generación de ingresos que puedan ayudar a sacar a las comunidades de la pobreza."

Las matanzas ilegales están impulsadas por redes criminales que reclutan cazadores furtivos más que por cazadores oportunistas, afirma Kuiper. "Cuando se crearon muchos parques nacionales [en África], a menudo se desalojaba a la gente por la fuerza de las tierras que ahora se designaban zonas protegidas", explica. "Los habitantes locales que habían practicado la caza de subsistencia pasaron de repente a ser etiquetados como cazadores furtivos".

Los orígenes coloniales de las leyes de caza de vida silvestre explican en parte por qué algunos africanos "siguen resistiéndose a la legislación para proteger la vida silvestre" y requieren estrategias "que aborden las desigualdades sociales", concluyeron investigadores con sede en el Reino Unido y los Países Bajos en una revisión de 2015 de las conexiones entre la caza furtiva y la pobreza, parte de un creciente cuerpo de investigación sobre lo que motiva las matanzas ilegales de vida silvestre.

Un estudio de 2019 concluyó que la pobreza, medida por la tasa de mortalidad infantil y los datos de ingresos, se encontraba entre los predictores más fuertes de la caza ilegal. En una encuesta realizada en 2017 a 173 tanzanos que vivían en la frontera del Parque Nacional de Ruaha y que habían admitido haber matado ilegalmente fauna silvestre, 164 encuestados dijeron que dejarían de cazar furtivamente si tuvieran ingresos para mantenerse a sí mismos y a sus familias.

Las personas que vivían a unos ocho kilómetros de los refugios de vida silvestre en Tanzania también declararon haber perdido hasta la mitad de sus ingresos en el año anterior a la encuesta debido a la destrucción de sus cultivos por los elefantes y la matanza de su ganado por los leones, dice Eli Knapp, coautor de la encuesta de 2017 y profesor de ecología en la Universidad de Houghton, en Estados Unidos. "Si estás más cerca del parque, realmente sufres más costes que beneficios del área protegida", afirma.

El hecho de que la mayoría de los cazadores furtivos entrevistados fueran pobres planteó una cuestión importante, dice Knapp: "¿Cuál es el nivel de ingresos o medios de subsistencia que hay que elevar en un hogar para conseguir que se abstengan voluntariamente de cazar furtivamente?". Quizá sea una cantidad en dólares, o quizá se trate de permitirles participar en la protección de la fauna del parque.

Pero la situación no es desesperada, añade. En la encuesta, planteó a todos una pregunta hipotética: '¿Qué haría falta para que dejaras de cazar furtivamente?' "Nadie dijo nada".

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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