¿Por qué es casi imposible tener un gato savannah?

El híbrido entre un gato salvaje africano y un gato doméstico es sin duda hermoso y juguetón, pero está prohibido en algunos lugares.

Por Liz Langley
Publicado 16 may 2023, 16:29 CEST
Retrato de dos gatos savannah

Un gato savannah de primera generación (hijo de una gata doméstica como madre y un serval como padre) aparece con otro gato savannah en un retrato.

Fotografía de Astrid Harrisson, Alamy Stock Photo

Con sus cuerpos esbeltos y delgados y sus atractivas manchas, los gatos savannah han conquistado Internet, acumulando hasta ahora 1100 millones de visitas sólo en TikTok. Pero estos híbridos de gato salvaje africano y gato doméstico también son polémicos, y en no pocos países su tenencia está completamente prohibida. España incluida, aunque con excepciones.

La primera gata savannah (llamada así por la sabana africana) nació el 7 de abril de 1986 en Phillipsburg, Pensilvania (Estados Unidos), de madre siamesa y padre serval. Los servales, gatos moteados y rayados que pesan entre 9 y 18 kilos, están muy extendidos por el sur de África. Estos excepcionales cazadores utilizan sus orejas de gran tamaño, parecidas a un plato de radar, para localizar a sus presas entre la hierba alta, y sus largas patas para abalanzarse sobre ellas.

En 2001, la Asociación Internacional del Gato, con sede en Texas (Estados Unidos), empezó a registrar la raza, y el gato savannah ganó en popularidad.

Por un lado, su aspecto exótico fascina a la gente, afirma Carlo Siracusa, profesor asociado de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos). Compara el atractivo del savannah con el del Bengala, un popular híbrido con un patrón de pelaje en roseta heredado de sus antepasados leopardos salvajes asiáticos. "Es como si te llevaras un trozo de naturaleza salvaje a tu piso o a tu casa".

Aunque al principio la gente se siente atraída por el exotismo de su aspecto, "lo que más llega a gustar de los savannah es su inteligencia, su vínculo con los humanos y su carácter juguetón", que los convierte en compañeros casi caninos, según el Comité de la Raza Savannah de la Asociación Internacional del Gato, a través de su portavoz Paige Dana.

"Son preciosos", afirma Bruce Kornreich, director del Centro de Salud Felina de la Universidad de Cornell y cardiólogo del Departamento de Ciencias Clínicas. "Entiendo por qué la gente los adora". Pero también entiende "los motivos por los que podría haber algún tipo de legislación sobre la propiedad".

Una cámara remota capta un serval en África. Estos felinos de largas patas viven en toda el África subsahariana.

Fotografía de Michael Nichols, Nat Geo Image Collection

La Asociación de Aficionados a los Gatos (CFA por sus siglas en inglés) de Ohio, el mayor registro de gatos con pedigrí del mundo, no ha reconocido la raza por temor a tener un gato con raíces salvajes.

"La CFA tiene la política de no aceptar gatos con sangre salvaje. No queremos fomentar ese tipo de cría", afirma Teresa Keiger, juez de todas las razas de la organización.

Según informó en 2022 el periódico 20 minutos: "Ninguna otra asociación felina internacional reconoce al savannah, entre ellas la Asociación Felina Española (ASFE) filial de la Federación Internacional Felina (FIFe), y cuyos requisitos de admisión de razas es estricta y rechazan categóricamente la introducción de razas híbridas".

(Relacionado: ¿Qué piensan los gatos de nosotros?)

La nueva generación

Los gatos savannah se clasifican (y a menudo los criadores les ponen precio) en función de lo alejados que estén genéticamente de sus antepasados salvajes. Un F1 (F de "filial") significa que el gato tiene un progenitor serval y otro doméstico, es decir, a una generación de su ascendencia salvaje. Los cachorros de un F1 serían F2, con un abuelo serval, es decir, a dos generaciones de la naturaleza, y así sucesivamente. Un F1 puede costar unos 15 000 euros, mientras que un F5 ronda los 1000 euros.

Los criadores de gatos savannah suelen tener servales, cuya tenencia es legal en 29 estados de EE.UU., 21 de los cuales requieren un permiso. Para introducir tanto Leptailurus serval como gatos Savanahh en España es preciso cumplir los requisitos de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

En cuanto a la legalidad de poseer un gato savannah, el asunto va por barrios: en algunos lugares se exige que el felino tenga un cierto número de generaciones en libertad. En España, al ser considerada una especie exótica, por lo general su tenencia como animal de compañía está prohibida. No obstante, es posible encontrarse con una de estas criaturas en territorio español, si bien los requisitos son exigentes: el animal debe estar castrado, debe someterse a una revisión veterinaria anual y sólo puede vivir en un zoológico. En 2023, la Guardia Civil y el Ministerio de Transición Ecológica destacaron una operación policial en la que se incautaron tres gatos servales, que incluyeron entre las "especies [...] cuyo grado de conservación se ve amenazado por las modas del mascotismo y acaban en manos de personal no capacitado, lo que les acarrea enfermedades y lesiones en algunos casos irreversibles".

De vuelta a Estados Unidos, el país contempla algunas excepciones un poco más flexibles: aunque estos felinos están prohibidos en la ciudad de Nueva York, el estado de Nueva York permite poseer ejemplares de la generación F5 y posteriores. En Hawái, Rhode Island, Nebraska y Georgia, así como en toda Australia, los gatos son totalmente ilegales, independientemente de su estado generacional.

Algunos gatos savannah de las primeras generaciones pueden pesar hasta 10 kilos, y su tamaño y cercanía a su herencia salvaje pueden convertirlos a veces en una mascota difícil.

Por ejemplo, como la mayoría de los gatos salvajes son solitarios y tienen sus propios territorios, los Savannah de primera generación pueden tener dificultades para adaptarse a la vida doméstica, explica Siracusa.

"Los F1 son mucho más intensos en sus reacciones y más decididos a salirse con la suya cuando se proponen algo", añade Dana, de la Asociación Internacional Felina.

"Como son tan resistentes al cambio y tan intensos como personalidades, sencillamente no se adaptan a muchos hogares".

Como los servales, "los gatos savannah pueden ser territoriales, sobre todo los machos", un comportamiento que puede reducirse esterilizándolos o castrándolos, dice Sabrina Kong, veterinaria de Estados Unidos.

"Poseen fuertes instintos de caza, mostrando a menudo comportamientos de acecho, abalanzamiento y persecución", que pueden canalizarse mediante el juego y el ejercicio.

Kornreich ha visto dos ejemplares de savannah en su consulta y dice que su comportamiento era como el de muchos gatos cuando llegan al veterinario: un poco estresados y desconfiados.

"Tuvimos que ser cuidadosos y comedidos en nuestra aproximación, y ellos desconfiaban bastante de mí", dice.

Los savannah suelen ser muy queridos por sus dueños, como Tommy Wilde, fundador en Texas del sitio web Floofmania, que recibió un gato savannah, Oscar, como regalo de cumpleaños cuando era niño.

Oscar era un F3 savannah, "lo que significa que era un 12,5% serval", dice Wilde. "A veces me sentía como si me hubiera hecho amigo de un león salvaje cuando Oscar se acercaba a mí en el patio, lo cual era genial", dice Wilde por correo electrónico.

Wilde añade que Oscar era "mimoso y dulce", un gato que "disfrutaba jugando con sus humanos."

Dana añade que los savannah de última generación son perfectos para las personas que quieren un compañero interactivo.

"No puedo imaginar nuestro hogar sin savannahs, y mis dos hijos han crecido con sus gatos niñera savannah sentados sobre ellos, y ahora juegan con ellos y se acurrucan con ellos", dice.

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    Ferro, un gato Savannah F2, en su casa de Clinton Hill, Brooklyn.

    Fotografía de Photography By Noland Nathan

    ¿Una amenaza para la fauna autóctona?

    Pueden surgir problemas cuando los gatos savannah salen al exterior. En 2013, una savannah F2 en Detroit se escapó de casa y fue disparada y arrojada a un cubo de basura, probablemente percibida como un animal salvaje.

    Además de esa percepción pública, algunas personas y gobiernos consideran que los savannah que se escapan son "un riesgo ecológico mayor con respecto a su impacto en otras especies autóctonas", dice Kornreich, ya que son más grandes que los gatos domésticos y depredadores superiores.

    En 2008, Australia declaró ilegal poseer gatos savannah, una medida preventiva basada en la preocupación de que sus genes de serval los convirtieran en cazadores más eficientes de la fauna autóctona.

    Un estudio de 2019 respaldó esa decisión, sugiriendo que los gatos savannah escapados o liberados prosperarían en el 97% del país y pondrían en peligro hasta el 90% de la fauna autóctona.

    En general, los gatos savannah no van a desaparecer, y [en Estados Unidos] hay maneras de poseerlos de manera responsable, con mucha supervisión sobre cómo se crían y venden, señala Siracusa.

    "Hay demanda, la gente va a hacerlo de todos modos, así que mejor que esté regulado".

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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