Un lagarto del tamaño de un perro está amenazando el sur de Estados Unidos

Los tegus argentinos se reproducen en varios estados de EE. UU. , amenazando a las especies autóctonas. Pero los recientes esfuerzos para atraparlos pueden estar dando sus frutos.

Por Rebecca Renner
Publicado 10 nov 2023, 12:33 CET
Lagarto tegu blanco y negro

Se han visto lagartos tegu blancos y negros en varios estados del sureste, pero los recientes esfuerzos por capturar y realojar a los animales parecen estar dando resultado.

Fotografía de Kike Calvo, Getty Images

En las profundidades de los Everglades (Florida), un voraz reptil con atractivas escamas moteadas se ha convertido en una de las especies invasoras más preocupantes del estado. El tegu argentino o lagarto overo (Salvator merianae), un lagarto de gran tamaño que puede alcanzar el metro y medio de longitud, ya ha proliferado ampliamente por el sur de Florida. También ha aparecido por todo el sureste de EE. UU., lo que supone una amenaza potencial para las especies autóctonas y los agricultores.

Estas criaturas, originarias de Sudamérica, son omnívoras y comen casi cualquier cosa con valor nutritivo que les quepa en la boca. Comen huevos de animales que anidan en el suelo, como aves y reptiles, incluidas tortugas marinas en peligro de extinción. Comen palomas y otros animales pequeños. Atrapan fresas y otras frutas y verduras que crecen a poca altura del suelo.

Y son extremadamente resistentes, por lo que su propagación es difícil de controlar o reducir una vez que la especie se ha establecido. Sin embargo, los recientes esfuerzos por limitar la población de estos animales en los Everglades y Georgia parecen ser eficaces.

Aunque los tegus llevan más de una década reproduciéndose en el sur de Florida (tras escapar de su cautiverio o ser liberadas por sus dueños), en los últimos años se han extendido al menos a dos condados de Georgia.

Los reptiles también han sido vistos en cuatro condados de Carolina del Sur, donde los biólogos sospechan que pueden estar reproduciéndose. En respuesta, el estado promulgó una prohibición contra la tenencia de mascotas del reptil en 2021. En 2022, Georgia aprobó una ley que regula (pero no prohíbe) la tenencia de tegus. También ha habido informes aislados de su presencia en Alabama, Luisiana y Texas, así como poblaciones establecidas en el centro de Florida.

Los tegus, inteligentes y dóciles, son animales muy codiciados por los aficionados a los animales exóticos. La mayoría de los que hay en EE. UU. son producto de criadores estadounidenses, pero sólo entre 2000 y 2010 se importaron de Sudamérica más de 79 000 tegus vivos, explica Amy Yackel Adams, bióloga del Servicio Geológico de EE. UU. (USGS, por sus siglas en inglés) que estudia este animal. Aunque sólo una pequeña minoría de los animales escapa o es liberada, los biólogos creen que el problema está empeorando.

Si se liberan muchos más animales, "existe la posibilidad de que se forme una población muy grande en la naturaleza", afirma Adams.

Un estudio de 2018 realizado por el USGS utilizó información sobre tegus en Sudamérica para predecir su posible expansión en EE. UU. Según Adams, "toda la porción sureste de Estados Unidos está en riesgo. Gran parte de esta zona tiene un clima adecuado para los tegus". De momento, no hay estimaciones oficiales de cuántos tegus viven en EE. UU.

Los tegus viven mejor en bosques de tierras altas y praderas, sobre todo en zonas que reciben lluvias estacionales abundantes, como los bosques de pinos subtropicales de Florida. Adams afirma que, a medida que el cambio climático desplace hacia el norte las zonas climatológicas tropicales y subtropicales, también podría ampliarse el área de distribución de los tegus en Norteamérica.

Lo que más preocupa a los investigadores son los hábitos depredadores y comedores de huevos de los tegus. En Venezuela, son conocidos por colarse en los gallineros para robar huevos, lo que les ha valido el nombre de lobo pollero. Los avicultores estadounidenses deben estar alerta.

Si los tegus siguen dispersándose por el Sureste, dice Adams, podrían amenazar a muchos animales que anidan o viven en el suelo, incluida la serpiente índigo oriental, que figura en la lista de especies amenazadas de la Ley de Especies en Peligro de Extinción. A Adams también le preocupa que puedan comerse los huevos de las tortugas de tierra (otra especie amenazada), caimanes americanos, cocodrilos americanos, etc.

Los tegus son resistentes, capaces de soportar temperaturas más bajas que otros reptiles porque pueden elevar su temperatura corporal hasta 10 grados por encima de la temperatura ambiente. Si hace demasiado frío en invierno, pueden brumatear, la versión reptil de la hibernación, volviéndose perezosos y escondiéndose en madrigueras que han robado a las tortugas de tierra u otros animales excavadores.

Pueden recuperarse rápidamente de amenazas como la caza. "En los años 80, el tegu era el reptil más explotado del mundo", afirma Lee Fitzgerald, profesor de zoología de la Universidad A&M de Texas (EE. UU.). En esa época, se exportaban desde Argentina unos dos millones de pieles de tegu al año para el comercio del cuero. "Sin embargo, en ningún lugar fueron cazados hasta la extirpación local", afirma Fitzgerald.

Para frenar el atrincheramiento y la propagación de los tegus en EE. UU., las autoridades de vida salvaje y otros organismos de los estados donde se han arraigado están buscando soluciones.

Sólo en 2020, en el sur de Florida, las trampas colocadas por el USGS capturaron más de 900 tegus cerca del Parque Nacional de los Everglades. Según los datos de la agencia, los esfuerzos para eliminar a los animales de las zonas gestionadas están empezando a dar sus frutos: la abundancia del núcleo de la población de tegus de los Everglades ha experimentado un descenso lento pero constante. Los biólogos esperan repetir estas eficaces estrategias en otros lugares.

En Georgia, los biólogos estatales han estado trabajando para atrapar tegus en los condados de Toombs y Tattnall, al oeste de Savannah, e informan de que están encontrando menos de estos animales. Daniel Sollenberger, herpetólogo del Departamento de Recursos Naturales de Georgia, afirma que el estado puede haber detectado el problema de los tegús a tiempo.

"Llevamos un par de años atrapándolos", dice Sollenberger. "Trajimos alrededor de una docena el año pasado y alrededor de media docena este año. Puede que ahora haya menos, al menos en ese lugar".

(Relacionado: Ocho especies invasoras que amenazan la biodiversidad en España)

Encontrar nuevos hogares para los tegus

Parte de la solución en Georgia ha sido implicar a los residentes del estado en campañas de concienciación, animándoles a informar de avistamientos de tegús. La Sociedad de Reptiles de Georgia cuenta con un Grupo de Trabajo sobre Tegus, en el que los residentes pueden enviar fotos de tegus sospechosos para su identificación. Una vez que identifican a un tegu, los voluntarios de la sociedad atrapan al animal y lo llevan a un centro de rescate. Después se entregan a las personas que los quieren como mascotas.

"Hemos visto un aumento de las entregas de lagartos overos", dice Daniel Wolst, vicepresidente de la sociedad. Él atribuye este repunte a la ley de Georgia de 2022, que exige licencia y microchip a todos los tegus cautivos, más que a un aumento de las poblaciones de tegus salvajes. 

"Hacemos todo lo que podemos para conseguir el animal, capturarlo e intentar realojarlos", dice Justyne Lobello, ex presidenta de la Sociedad de Reptiles de Georgia.

"Queremos ayudar a sacarlos del hábitat de la forma más humana posible. Ayuda que tengamos una larga lista de espera de gente que quiere uno como mascota."

No obstante, según los expertos, la mejor forma de solucionar el problema es evitar su propagación a la naturaleza. Algunos estados como Alabama han promulgado leyes que prohíben la importación del animal, y otros podrían seguir su ejemplo. Mientras tanto, algunos biólogos desaconsejan la tenencia de estos animales.

"Los lagartos overos son animales increíbles que crean lazos duraderos con sus cuidadores, y queremos animar a los cuidadores responsables a trabajar con ellos, al tiempo que minimizamos y, si es posible, revertimos el daño causado por los cuidadores irresponsables", dice Wolst.

"No sería honesto decir que la situación está casi resuelta, pero organizaciones como la nuestra y grupos privados similares, así como organismos locales, están trabajando para encontrar la mejor solución para todos los implicados."

Rebecca Renner es autora del nuevo libro Gator Country.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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