El famoso guerrero vikingo de Birka era en realidad una mujer, según revelan pruebas de ADN

Nuevas pruebas obligan a reconsiderar lo que se conocía sobre esta famosa tumba y podrían arrojar luz sobre los roles de género entre los vikingos.

Por Michael Greshko
Publicado 9 nov 2017, 4:28 CET
Batalla vikinga
Armados con lanzas y espadas, unos aficionados recrean una batalla simulada entre vikingos y eslavos durante un festival en Wolin, Polonia. Lo que comenzó como pequeños grupos de asalto a principios de la época vikinga se convirtió en ejércitos enteros que conquistaron vastas extensiones de Europa.
Fotografía de David Guttenfelder, National Geographic

Hace más de un milenio en el actual sureste de Suecia, un supuesto guerrero vikingo rico descansó para siempre en una tumba esplendorosa llena de espadas, puntas de flecha y dos caballos sacrificados. Este lugar de reposo reflejaba el ideal de vida del hombre vikingo guerrero o eso pensaban muchos arqueólogos.

Sin embargo, los nuevos análisis del ADN de los huesos han confirmado un hallazgo muy revelador: la tumba pertenecía a una mujer.

El estudio, publicado recientemente en la American Journal of Physical Anthropology, ha provocado la sorpresa en el mundo de los arqueólogos y ha cambiado su comprensión sobre los vikingos, marineros medievales que comerciaron y asaltaron Europa durante siglos.

«Antes se tenía por el "ideal" de tumba de un guerrero vikingo hombre», explica el arqueólogo de la Universidad Baylor, Davide Zori, que no participó en la investigación. «[El nuevo estudio] va hasta el núcleo de la interpretación arqueológica: siempre hemos establecido nuestra propia idea de cómo eran los roles de género».

Las leyendas vikingas habían insinuado durante mucho tiempo que no todos los guerreros eran hombres. Un texto irlandés de principios del siglo X habla de Inghen Ruaidh («la Chica Roja»), una guerrera que dirigió una flota vikinga a Irlanda. Y Zori señala que numerosas sagas vikingas, como la Saga völsunga del siglo XIII, hablan de «doncellas-escudo» que luchaban junto a los guerreros.

Sin embargo, algunos arqueólogos habían considerado que estas guerreras eran simplemente un adorno mitológico, una creencia influenciada por las expectativas modernas de roles de género.

Desde finales de la década de 1880, los arqueólogos veían al «guerrero de Birka» desde esta perspectiva; los libros de texto hablaban de la tumba como perteneciente a un hombre, pero no por que los mismos huesos lo determinasen. Desde que los restos fueron descubiertos junto a espadas, puntas de flecha, una lanza y dos caballos sacrificados, los arqueólogos la habían clasificado como la tumba de un guerrero, y por tanto, de un hombre.

Como informó la revista National Geographic en su historia de portada de marzo de 2017 sobre los vikingos, todo eso cambió cuando la bioarqueóloga de la Universidad de Estocolmo Anna Kjellström examinó más de cerca los huesos pélvicos y la mandíbula de la guerrera por primera vez. Sus dimensiones parecían coincidir con las típicas de una mujer.

El análisis de Kjellström, presentado en una conferencia en 2014 y publicado en 2016, no atrajo demasiada atención por parte del público y algunos arqueólogos lo rechazaron. La excavación de la tumba había tenido lugar hacía más de un siglo, por ello quizá los huesos habían sido etiquetados erróneamente, un problema que había ocurrido con otras tumbas cercanas. O quizá el esqueleto había sido mezclado con los huesos de otras personas.

Como respuesta, un equipo liderado por la arqueóloga de la Universidad de Uppsala Charlote Hedenstierna-Jonson volvió sobre los pasos de la científica, analizando los huesos y extrayendo dos tipos de ADN. El ADN mitocondrial de esa persona, transmitido de madre a hijo, determinaría si los huesos pertenecían a una o a varias personas. Los fragmentos del ADN nuclear del cadáver, todavía considerado guerrero, revelarían su sexo biológico.

Y los resultados hablaron claro: el equipo no detectó cromosomas Y en los huesos y el ADN mitocondrial de los huesos coincidía. Los restos pertenecían a una sola persona y esa persona era una mujer.

Hedenstierna-Jonson y sus colegas afirman que la mujer era probablemente una guerrera y una respetada estratega. «Sobre su regazo, tenía piezas de un juego», explicó Hedenstierna-Jonson en una entrevista anterior. «Esto sugiere que era la que planificaba las tácticas y que era la líder».

Por una parte, Zori sigue fascinado de lo que revela el descubrimiento sobre Birka, el asentamiento comercial de la época vikinga donde fue descubierta la tumba de la guerrera. Este lugar, que albergaba uno de los cementerios vikingos más grandes y mejor conocidos, también era un próspero centro de comercio donde abundaban la plata bizantina y árabe procedente de la venta de pieles y esclavos enviados por los ríos Dniéper y Volga.

Ilustración de Evald Hansen basada en el plano original de la tumba, elaborado por el excavador Hjalmar Stolpe, publicado en 1889.
Fotografía de Universidad de Uppsala (Ilustración)

Quizá como resultado del flujo de bienes y personas, las sepulturas de Birka contienen un distintivo toque internacional, según Zori. Las prácticas de entierro en Birka abarcan toda la gama formas de sepultura, desde quemar los cadáveres hasta colocarlos en sillas.

«[Birka] unía al mundo vikingo; tiene que ver con el comercio, el intercambio, el desplazamiento de personas, no solo con matarse entre ellos», añade. «Representar esa especie de ethos marcial [de la tumba] en un lugar de comercio también es importante: une dos partes importantes del mundo vikingo».

Zori también señala que sería posible, aunque bastante improbable, que los parientes de la mujer la enterrasen con un atuendo de guerrera sin que eso signifique que desempeñara ese papel durante su vida. Sin embargo, debido a las pruebas de las que se disponen, Zori afirma que está muy seguro de los resultados del estudio.

«Esto ha generado mucho interés durante mucho tiempo, por algunos de los textos que hablaban de guerreras... y ahora contamos con nuevas tecnologías que pueden acercar más esos textos y estos hallazgos arqueológicos», explica.

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