Descubriendo la legendaria comunidad que luchó por su libertad en Jamaica

He aquí cómo el legado del pueblo cimarrón contribuye al espíritu independiente de la isla.

Por Ashante Infantry
Publicado 26 jun 2024, 11:11 CEST
Cimarrones jamaicanos bailan al son de los tambores en el Asafu Culture Yard

Cimarrones jamaicanos bailan al son de los tambores en el Asafu Culture Yard. El espacio comunitario y museo de Charles Town (uno de los cuatro principales pueblos cimarrones supervivientes) se dedica a preservar las tradiciones culturales cimarronas.

Fotografía de Joshua Cogan

Desde su casa enclavada en las montañas Blue y John Crow del este de Jamaica, Ivelyn Harris puede poner en hora su reloj gracias a la naturaleza.

"Escucha bien, puedes oírlos piar", dice, haciendo una pausa en el teléfono; "los pájaros te despiertan a las cinco de la mañana; vuelven a dormirse hacia las 10; luego, a las tres, se despiertan otra vez".

El único parque nacional de la isla, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2015, atrae a observadores de aves, excursionistas y campistas. La serenidad del entorno desmiente su tormentoso pasado.

El idílico pueblo de Harris, Moore Town, es el territorio ancestral de los legendarios cimarrones de Jamaica. Sus antepasados fueron una banda de esclavos africanos huidos que se impusieron en el intento de recaptura por regimientos británicos y se liberaron definitivamente, seis décadas antes de la Revolución Haitiana y más de 100 años antes de la Proclamación de Emancipación.

Muchas de las comunidades cimarronas tienen su hogar en las montañas de Jamaica, como el valle de Río Grande, cerca de la parroquia de Santo Tomás, lejos de las zonas más pobladas que bordean la costa.

Fotografía de Joshua Cogan

"Los cimarrones son los precursores de la independencia jamaicana y de la independencia de espíritu", afirma Harcourt Fuller, profesor asociado de Historia de la Universidad Estatal de Georgia (Estados Unidos) y cimarrón de Moore Town; "los cimarrones dicen que prefieren morir a vivir en la esclavitud. Me emociono cuando lo digo. Forma parte de nosotros: nunca estar atados, nunca estar sometidos, siempre buscando justicia, siempre luchando por sobrevivir".

Los jamaicanos tienen un dicho, "we likkle, but we tallawah", que se traduce como "somos pequeños, pero somos poderosos". Habla de la quintaesencia de los habitantes de esta nación caribeña de tres millones de habitantes, que influye más de lo que se podría esperar para su peso, con exportaciones mundiales de cocina, música, intelectualidad, lengua y atletismo.

El legado cimarrón recibe cierto crédito por sus características de ingenio, fortaleza y misticismo, como demuestran jamaicanos como Bob Marley, Usain Bolt, Marcus Garvey y la estratega cimarrona del siglo XVIII Nanny.

En Estados Unidos, donde casi un millón de personas se identifican como jamaicano-estadounidenses, personas con raíces jamaicanas han realizado importantes y amplias contribuciones, la más reciente de ellas la Vicepresidenta Kamala Harris, la primera mujer elegida para ese cargo.

Los cimarrones, que derivan su nombre de la palabra española que se refiere al ganado fugitivo, existieron en todo el continente americano (en Brasil, México, Barbados, Surinam y otras regiones), pero los más famosos fueron los africanos occidentales procedentes principalmente de la tribu akan. Fueron llevados a Jamaica para trabajar en los campos de caña de azúcar por los británicos, que importaron más de 700 000 africanos entre 1655 y 1807.

Grupos esporádicos de esclavos se sublevaban periódicamente para luchar contra los capataces y huir de las duras condiciones de las plantaciones para refugiarse en las remotas montañas y bosques de la isla. Con el tiempo se dividieron en dos ramas: los cimarrones de Sotavento, en el oeste, y los de Barlovento, en el este. Mantuvieron a raya a las tropas con tácticas de guerrilla, como camuflarse en los árboles y utilizar cuernos de animales, llamados abeng, para soplar mensajes codificados, en lugar de entrar en combate directo.

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      Esta imagen de 1834 muestra una batalla entre cimarrones jamaicanos y soldados británicos. Tras dos guerras en el siglo XVIII, los británicos firmaron tratados con los cimarrones que les permitieron seguir siendo libres y autónomos hasta la abolición de la esclavitud.

      Fotografía de Illustration by Universal History Archive, Getty Images

      Tras dos agotadoras guerras cimarronas (1720-1739, 1795-1796), los británicos capitularon y firmaron tratados de paz con los cimarrones, que les permitieron seguir siendo libres y autónomos hasta la abolición de la esclavitud en la Commonwealth británica en 1834.

      (Relacionado: Explorando cuatro tradiciones herbales utilizadas a diario en todo el mundo)

      Una excepción incluso tras la independencia

      El Gobierno de Jamaica, establecido en 1962 cuando finalizó el dominio británico, ha respetado en gran medida los centenarios acuerdos cimarrones, aunque nunca los ha ratificado. Aunque el Gobierno no recauda impuestos sobre las tierras cimarronas, que no pueden venderse ni utilizarse como garantía en un banco, proporciona infraestructuras (carreteras, puentes, escuelas, clínicas) a los cuatro principales pueblos cimarrones supervivientes: Charles Town, Moore Town, Accompong Town y Scott's Hall. Estas comunidades, normalmente libres de delincuencia, eligen un consejo, dirigido por un coronel o jefe, para gobernar a la población, aunque los residentes pueden utilizar el sistema judicial de Jamaica.

      Las aldeas cimarronas, donde viven unos 700 cimarrones y sus hijos, según el Instituto de Jamaica, se mantienen gracias a la agricultura y el turismo. El medio de vida de Ivelyn Harris es una combinación de ambos. Esta herborista cimarrona de séptima generación, o "doctora de la sabana", suele recibir a un gran número de visitantes en su retiro de bienestar, a una hora en coche de Kingston, la capital de Jamaica.

      La pandemia frenó el turismo a los enclaves cimarrones, que, quizá por su aislamiento, no registraron ni un solo caso de coronavirus entre las cuatro aldeas principales, dicía Harris, de 68 años,  en 2021. Atribuye la tranquilidad general de los cimarrones al "aire, la comida, la atmósfera". Los lugareños también tienen suficientes conocimientos rudimentarios de hierbas medicinales para "curarse a sí mismos", afirma. "Saben qué hierbas usar si les duele la barriga, o si tienen un cólico, o un esguince".

      Una mañana de 2021, en lugar de la media docena de visitas diarias que suele dirigir, la coronel de Charles Town Marcia Douglas, de 44 años, supervisa a 30 niños que hacen clases virtuales en el interior del Asafu Culture Yard, que acoge a los visitantes para almorzar, dar clases de percusión, talleres de artesanía y charlas sobre hierbas y tés tradicionales.

      Mientras los niños charlan de fondo, ella lamenta la sequía económica que azota Charles Town, situada al pie de las Montañas Azules, a hora y media en coche del puerto de cruceros de Ocho Ríos. "Utilizamos nuestra cultura para contar la historia de nuestros antepasados y también como medio de proporcionarnos nuestros principales ingresos", dice Douglas. Pero ahora, "todos nuestros negocios están cerrados", añade.

      Las aldeas son de visita libre para cualquiera, pero se recomienda ponerse en contacto con el coronel local con antelación para organizar visitas guiadas, comidas especiales y estancias en casas.

      El 23 de junio, Charles Town celebra el Día de Quao para conmemorar la firma del tratado de paz entre los británicos y el coronel Quao en 1739. El 6 de enero, Accompong Town celebra su tratado de 1738 y el cumpleaños de Cudjoe, hermano de Nanny.

      Un guía del Jamaica Conservation Development Trust muestra a los viajeros las Montañas Azules, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

      Fotografía de Photographs by Joshua Cogan

      Los viajeros pueden visitar uno de los alojamientos turísticos de la comunidad cimarrona en St. Thomas Parish para explorar la rica mezcla de parajes naturales y culturales de la zona.

      Fotografía de Photographs by Joshua Cogan

      Héroes y patrimonio

      La Jamaica de hoy venera su historia cimarrona. Entre las siete figuras designadas "Héroes Nacionales" por el Gobierno, la única mujer es Nanny, que también aparece en el billete de 500 dólares del país.

      La reflexión histórica no siempre favorece a los cimarrones. Algunos jamaicanos se han sentido decepcionados al saber que los tratados que cimentaron la libertad de los cimarrones también obtuvieron el acuerdo de los rebeldes de no ayudar a futuros fugitivos o levantamientos de esclavos. "Eso ha causado tensiones a lo largo de los años", admite Vivian Crawford, directora ejecutiva del Instituto de Jamaica y oriunda de Moore Town. Pero sugiere que los cimarrones tenían que desconfiar de los recién llegados, porque los británicos a veces utilizaban cautivos africanos como espías para localizar y destruir bastiones cimarrones.

      Además, como sus comunidades están alejadas de los caminos trillados y los insulares cimarrones tienden a quedarse cerca de casa, los descendientes actuales son vistos a veces con recelo por sus compatriotas jamaicanos, y no siempre con estima.

      "No se nos consideraba especiales, porque depende de quién escribiera la historia. Cuando me fui de casa y fui a la universidad, me di cuenta de que la historia enseñaba que éramos salvajes", dice Crawford, de 80 años, recordando el asombro de sus compañeros de clase por el hecho de que supiera tocar el piano. "Eso fue lo que me redimió; pensaban que un cimarrón sólo podía tocar la batería", dice riendo.

      La percusión es una parte importante de la cultura cimarrona; otras aportaciones de los cimarrones al patrimonio de la isla son las danzas tradicionales, el método de cocina jerk, el uso medicinal de las plantas y, por supuesto, un espíritu nacional rebelde.

      "Seguimos siendo guerreros, pero esta vez de otra manera", dice Douglas. Explica cómo en los últimos años su distrito se organizó pacíficamente contra las propuestas de explotación minera de bauxita en las cercanías. En otra ocasión, cuando la comunidad colindante no recibía agua a pesar de pagar sus facturas, los cimarrones se unieron y se apoderaron del vehículo de la comisión del agua y bloquearon la carretera hasta que se solucionó el problema del agua.

      "No se trata de tirar piedras", dice Douglas; "se trata de defender aquello en lo que crees".

      Ashante Infantry es una periodista canadiense afincada en Atlanta, Georgia. Fue profesora de la Facultad de Periodismo de la Universidad Ryerson y lleva 20 años trabajando en el Toronto Star. Síguela en Twitter.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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