Tanis: la 'ciudad perdida' que hizo famosa Indiana Jones

En 'El arca perdida' la ciudad egipcia de Tanis quedó sepultada por una antigua tormenta de arena y fue redescubierta por los nazis que buscaban el Arca de la Alianza.

Por Brian Handwerk
Ruinas de Tanis, Egipto

La ciudad de Tanis es relativamente desconocida entre la riqueza de los emplazamientos históricos de Egipto, aunque contenía uno de los mayores tesoros arqueológicos jamás encontrados. Las tumbas reales de Tanis, que en su día fueron la capital de todo Egipto, han proporcionado artefactos que no tienen nada que envidiar a los tesoros de Tutankamón. 

Fotografía de O. Louis Mazzatenta

Los tesoros encontrados en la "ciudad perdida" de Tanis rivalizan con los del rey Tut. Sin embargo, durante más de seis décadas las riquezas de las tumbas de sus gobernantes han permanecido en gran parte ignoradas. 

Muchos de los que conocen Tanis recuerdan la ciudad tal y como aparece en la película de Indiana Jones En busca del arca perdida. En esta famosa película, la ciudad quedaba enterrada por una catastrófica tormenta de arena acaecida en la Antigüedad y era redescubierta por los nazis que buscaban el Arca de la Alianza. 

En realidad, el Arca nunca estuvo escondida en Tanis, la tormenta de arena no se produjo y los nazis nunca se enfrentaron a Indiana Jones en las ruinas del emplazamiento. Aun así, la verdadera historia de Tanis es digna de llevarse a la gran pantalla. 

Una ciudad que se desvanece 

Tanis era conocida por muchos nombres. Los antiguos egipcios la llamaban Djanet, y el Antiguo Testamento se refiere al lugar como Zoán. A día de hoy se llama Sân el-Hagar. 

El emplazamiento, situado en el delta del Nilo al noreste de El Cairo, fue la capital de las dinastías XXI y XXII, durante el reinado de los reyes tanitas en el Tercer Período Intermedio de Egipto. 

La ventajosa ubicación de la ciudad le permitió convertirse en un rico centro comercial mucho antes de que sugiera Alejandría, pero las vicisitudes políticas se trastocaron, al igual que las aguas del río, y en los últimos siglos el emplazamiento de Tanis se había convertido en una llanura sedimentada con algunos montículos en forma de colina que se consideraban de poco interés. 

Se sabía que la antigua ciudad estaba escondida en algún lugar de la zona, pero no dónde exactamente. 

"La gente proseguía sus intentos de identificarla con diferentes lugares", comenta Salima Ikram, profesora de egiptología de la Universidad Americana de El Cairo y becaria de la National Geographic Society. 

Los "períodos intermedios" de Egipto fueron épocas de debilidad del gobierno central en las que el poder estaba dividido y a veces se escapa del control egipcio. Durante esta época, los gobernantes de Tanis eran de origen libio, no descendientes de familias egipcias tradicionales. Esa distinción puede haber contribuido a la desaparición de la ciudad en años posteriores. 

"No es como el Valle de los Reyes, donde todo el mundo sabía que habían estado enterrando [faraones] durante diez generaciones más o menos", señala David Silverman, egiptólogo de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos). 

Perdida y luego encontrada 

En 1939, un arqueólogo francés llamado Pierre Montet devolvió Tanis al siglo XX tras casi una docena de años de excavaciones. Desenterró un complejo de tumbas reales que incluía tres cámaras funerarias intactas e inalteradas, un hallazgo excepcional y maravilloso. 

Las tumbas contenían deslumbrantes tesoros funerarios como máscaras de oro, ataúdes de plata y sofisticados sarcófagos. Otros objetos preciosos eran brazaletes, collares, colgantes, vajillas y amuletos. 

Las tumbas también estaban repletas de estatuas, jarrones y jarras, y todo ello forma parte de un despliegue que, después de miles de años, sigue siendo testigo del poder y la riqueza de los gobernantes de Tanis. 

Uno de los reyes, Sheshonq II, era desconocido antes de que Montet descubriera su cámara funeraria, pero llevaba elaboradas joyas que en su día adornaron al más famoso Sheshonq I, mencionado en la Biblia. 

"Eso demuestra que [los reyes de Tanis] fueron muy importantes al menos durante ese periodo de tiempo", arguye Silverman sobre la referencia bíblica. 

Tanis se halló en gran parte abandonada, por lo que la ciudad acoge muchos tesoros arqueológicos además de las tumbas. Se han encontrado templos, como el de Amón y el de Horus. Incluso se conservan barrios urbanos de la antigua ciudad, y el lugar sigue acogiendo expediciones arqueológicas en busca de más hallazgos. 

Con tanto por descubrir, ¿cómo consiguió Montet tener un éxito tan espectacular donde otros habían fracasado? 

"Hace falta ser muy perseverante para vencer las probabilidades", dice Silverman. "Pierre Montet trabajó con denuedo para descubrir finalmente lo que se menciona en la Biblia, lo que se conocía de la historia contemporánea pero que se había perdido". 

Pero si los logros de Montet fueron extraordinarios, su sentido de la oportunidad fue terrible. Su descubrimiento de Tanis se vio completamente eclipsado por el estallido casi simultáneo de la Segunda Guerra Mundial. 

Incluso hoy, pocos conocen la historia de los tesoros que descubrió Montet. Y aunque los objetos se custodian en el Museo Egipcio de El Cairo, atraen a muchos menos visitantes que sus homólogos más famosos. 

"Si no hubiera estallado la Segunda Guerra Mundial, los enterramientos reales de Tanis habrían sido tan o más conocidos que la tumba de Tutankamón", señala Ikram. 

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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