¿Por qué esta temporada de huracanes está siendo tan catastrófica?

Aunque Harvey e Irma (y ahora María) han traído consigo una devastación poco común, esta estación de huracanes es menos inusual de lo que crees.

Por Michael Greshko
Publicado 9 nov 2017, 4:28 CET
Huracán Irma
El 4 de septiembre, a las 17:24 UTC, el satélite Suomi NPP de la NASA y la NOAA capturó esta instantánea del huracán Irma cuando tenía categoría 4 mientras se aproximaba a las islas Leeward.
Fotografía de Noaa, NASA Goddard MODIS Rapid Response Team

A medida que el huracán Harvey abandonaba Houston, Irma se situó a la cola tras él y rápidamente se convirtió en el huracán más fuerte en el océano Atlántico desde que hay registros. A continuación, el huracán de categoría 5, María, dejó tras de sí un panorama devastador en varias islas caribeñas como Dominica y en Puerto Rico.

Mientras las zonas afectadas de Norteamérica y el Caribe siguen recuperándose de la devastadora temporada de huracanes de 2017, los meteorólogos advierten: una nueva tormenta podría causar estragos.

Las previsiones apuntan a que la tormenta tropical Nate se intensificará y se convertirá en el huracán Nate durante los próximos días. Tras su paso Centroamérica (donde ha dejado varios fallecidos en Nicaragua, Honduras y Costa Rica), ahora ha puesto rumbo hacia las costas del golfo de México, pudiendo afectar a Estados Unidos.

La trayectoria de Nate

La depresión tropical 19, cuando se encontraba cerca de la costa atlántica de Nicaragua el jueves, se convirtió en tormenta tropical Nate. «Nate se desplazará hacia el norte, sobre el centro del golfo de México el sábado y tocará tierra por la costa norte del golfo el domingo», según informó AccuWeather el jueves.

Se prevé que Nate toque tierra entre el mango de Florida (Florida Panhandle) y el sureste de Luisiana antes de dirigirse tierra adentro. Esto significa que es probable que no pase por las zonas que se han visto más afectadas por otros huracanes recientes, como Puerto Rico y Houston. Sin embargo, sí podría producir daños importantes y riesgos para la vida, de seguir intensificándose.

Es difícil evitar comparaciones con la última vez que unas tormentas tan intensas amenazaron con tocar tierra en Estados Unidos y el Caribe, como ocurrió durante la estación de huracanes de 2005, hace 12 años, que fue totalmente catastrófica.

Como en 2005, cuando los huracanes Katrina y Rita devastaron la costa del Golfo en una rápida sucesión, los habitantes de las zonas afectadas del continente americano miran con miedo el tropel de huracanes que quedan por llegar. En vista de varias tormentas importantes, toda persona razonable se preguntaría por qué esta temporada parece peor y por qué en los últimos doce años se han registrado menos grandes huracanes que hayan alcanzado las costas del Estados Unidos.

Si tienes alguna duda sobre esta estación de huracanes en comparación a los últimos años, aquí podrás encontrar tu respuesta:

¿Cómo de activa se pronosticaba que fuera la estación de huracanes de 2017?

Por encima de la media. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense (NOAA), la Universidad Estatal de Colorado y el Weather Channel estimaban que era probable que este año presenciáramos más huracanes de lo normal en el océano Atlántico. El Centro de Predicción del Clima de la NOAA pronosticaba que habría entre 14 y 19 tormentas con nombre y entre cinco y nueve huracanes esta estación.

En comparación, la estación de huracanes media desde 1981 a 2010 tiene 12 tormentas con nombre y seis huracanes.

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¿Por qué es tan activa esta estación?

En resumen: las condiciones atmosféricas eran favorables a los huracanes y las temperaturas superficiales del mar eran más cálidas de lo normal. Según el Centro de Predicción del Clima existen varias condiciones, como el fuerte monzón en África occidental, que se han alineado para convertir al mar Caribe y parte del Atlántico tropical —una zona fecunda en tormentas denominada la «Región de Desarrollo Principal»— en un área especialmente adecuada para la formación de huracanes.

Huracanes 101

Kerry Emanuel, científico atmosférico en el MIT que estudia huracanes, afirma que hay dos factores a destacar. En primer lugar, actualmente hay pocas diferencias en velocidades de viento cerca de la superficie y en los que se encuentran a unos 16 kilómetros de altura, lo que asegura la formación y estabilidad de los huracanes de kilómetros de alto. Es más, el Atlántico tropical está mostrando un alto «potencial térmico», lo que significa que el agua se puede evaporar rápidamente hacia la atmósfera.

«[El potencial térmico] es un límite de velocidad termodinámica en huracanes», explica Emanuel. «Cuanto mayor sea el límite de velocidad, más condiciones favorables existen para la formación de los huracanes, y más fuerza pueden cobrar».

Además, El Niño se mantiene en condición neutral este año, lo que aumenta las posibilidades de huracanes en el Atlántico. Cuando este calentamiento del Pacífico ecuatorial está activo, tiende a haber más cizalladura y menos potencial térmico sobre el Atlántico, lo que afecta a las posibilidades de supervivencia de los huracanes. 

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Parece que ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos un año como este. ¿Realmente ha habido una «sequía» de huracanes durante más de una década?

La expresión «sequía de huracanes» se refiere al hecho de que, antes de Harvey, habían pasado casi 12 años desde que un huracán de categoría 3 o superior tocó tierra en Estados Unidos, remontándonos al huracán Wilma en 2005.

Dependiendo de cómo definamos un huracán de categoría 3, este periodo ha sido el más largo desde, como mínimo, el año 1900.

Esta temporada de huracanes puede marcar el final de una racha de buena suerte, ya que Irma amenaza con tocar tierra en Florida como huracán de categoría 4, el segundo en afectar a Estados Unidos este año, según dice el meteorólogo Robert Hart, de la Universidad Estatal de Florida. Según el recuento de Hart, Estados Unidos no había sufrido un doble golpe como este desde hace más de un siglo, aunque en 1954 estuvo cerca. Ese año, el huracán Hazel de categoría 4 devastó las dos Carolinas, y dos huracanes de categoría 3 estuvieron a punto de tocar tierra.

«Por el bien de los habitantes de Florida, esta es una racha con la que todos desearíamos continuar», afirma.

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¿Qué ha provocado esta sequía?

En gran parte, tiene que ver con nuestra forma de medir huracanes. Como demostraron Hart y sus colegas en un estudio de 2016, si modificas ligeramente las definiciones de las categorías de huracanes, la «sequía» prácticamente desaparece.

Debemos señalar que el sistema categórico, que clasifica los huracanes según las velocidades máximas de sus vientos, es solo una de las formas de medir la intensidad de un huracán. Si tenemos en cuenta la pérdida de vidas o las pérdidas económicas, no ha habido tanta sequía.

«Diles a las personas que sobrevivieron al huracán Ike [de categoría 2 en 2007] que no fue un huracán importante. Destruyó gran parte de la costa de Texas», afirma Emanuel. «Diles a los afectados que Sandy no fue un fenómeno grande... que no fue un huracán siquiera».

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Dicho esto, ¿es inusual esta temporada de huracanes?

Parece que cuanto más dure peores serán las consecuencias.

Para empezar, Irma tocó tierra en los cayos de Florida como huracán de categoría 4, siendo la segunda tormenta de categoría 4 en tocar tierra en los Estados Unidos continentales este año. No se había registrado un «golpe doble» como este en Estados Unidos desde hace más de un siglo.

Sin embargo, la devastación también ha sido atroz en el Caribe. Irma ha arrasado la práctica totalidad de la isla de Barbuda, que llevaba 300 años habitada. Las Islas Vírgenes estadounidenses y británicas han sufrido daños terribles. Puerto Rico también ha sufrido cortes de electricidad como consecuencia de Irma.

María se intensificó en menos de un día, pasando de categoría 1 a categoría 5 y barriendo Dominica y Puerto Rico en su trayectoria, provocando cortes de agua y electricidad generalizados y llevándose la vida de más de 30 personas. Según el meteorólogo Eric Holthaus, ningún huracán de categoría 5 ha afectado a Dominica desde al menos 1851 y desde 1928 en el caso de Puerto Rico.

«No hay palabras para describir esta estación», dijo Holthaus en Twitter horas antes de que María tocase tierra en Dominica.

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¿Significa una temporada más activa que más huracanes tocarán tierra?

No exactamente. Los analistas advierten de que en un solo año no existen relaciones sólidas entre el número de tormentas en una estación de huracanes y el número de veces que tocan tierra. Eso se debe a que las condiciones meteorológicas locales rigen las trayectorias específicas de los huracanes antes de tocar tierra, y los meteorólogos solo pueden estimarlos con unos pocos días de antelación.

Dicho esto, Emanuel señala que en las escalas temporales de 100 años, el número de huracanes y el número de veces que llegan a tierra son correlativos. Sin embargo, pone de relevancia el papel que juega el azar de año en año.

«Andrew, que tuvo lugar en 1992, fue entonces el huracán más costoso que afectó a Estados Unidos [y] eso ocurrió en uno de los años más calmados que hemos visto en el Atlántico en general», afirma.

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Entonces, ¿realmente significan algo los pronósticos estacionales de huracanes?

Sí, pero son más útiles para los meteorólogos que para el público, según Emanuel. Lamenta que, en ocasiones, la gente base sus decisiones clave, como contratar seguros meteorológicos, en las previsiones que hablan de estaciones «tranquilas» pese al hecho de que incluso las estaciones con pocos huracanes pueden producir tormentas destructivas, como el huracán Andrew en 1992. «El pronóstico estacional está tan malinterpretado que en realidad es contraproducente», afirma.

«Aunque los pronósticos estacionales son útiles en una amplia gama de datos demográficos, uno no puede simple y llanamente decidir su propia preparación personal basándose en esas previsiones estacionales», añade Hart, que también pone Andrew como ejemplo.

Sin embargo, los pronósticos que predicen que la tormenta tropical Nate se convertirá en huracán son una cuestión diferente.

«La gente que se encuentra en la posible trayectoria de una tormenta necesita prestar atención y seguir las órdenes de los responsables de gestión de emergencias», explica Emanuel. «Si te dicen que salgas, sal, no pierdas el tiempo».

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¿Qué papel juega en esto el cambio climático?

Es complicado, pero existen razones para pensar que un clima cambiante tiene al menos cierto impacto en la actividad de una estación de huracanes.

«Cuando hablamos de la predicción de la actividad estacional de huracanes del año que viene, los impactos antropogénicos no son una preocupación primaria, ya que el cambio debido a efectos antropogénicos de este año al siguiente es obviamente pequeño», explica Hart. «Sin embargo, en las próximas décadas y el próximo siglo, podría convertirse en una preocupación principal como impulsor de la actividad de los huracanes».

El arrollador Informe Especial sobre Ciencia Climática de Estados Unidos, preparado antes de la Evaluación Nacional del Clima de 2018 del gobierno estadounidense, afirma que resulta difícil detectar las huellas del cambio climático en el comportamiento de los huracanes. Los huracanes son fenómenos inusuales, y por ello no existen muchos datos que los científicos puedan examinar en busca de una tendencia.

Dicho esto, en las próximas décadas, las predicciones basadas en el calentamiento sugieren que los ciclones tropicales de intensidad media —incluidos los huracanes atlánticos— probablemente aumentarán su intensidad. Emanuel añade que existe un «consenso bastante importante» sobre que los huracanes de alta intensidad (categorías 3, 4 o 5) también se convertirán en fenómenos más comúnes en las próximas décadas.

No queda claro si el número total de huracanes aumentará o disminuirá. Más del 70 por ciento de los ciclones tropicales en todo el mundo son tormentas de categoría 1 o 2, y estas tormentas más débiles podrían ser menos comunes en las próximas décadas, o quizá no.

Tanto Emanuel como el informe señalan que, de media, cada huracán dejará más precipitaciones en el futuro, ya que el aire más cálido puede contener más vapor de agua. Probablemente estamos empezando a verlo en la actualidad: todos los científicos contactados por National Geographic para un artículo anterior estaban de acuerdo en que las lluvias récord del huracán Harvey se debían casi con total certeza al aumento de las temperaturas provocado por la actividad humana.

Las oleadas futuras de tormentas podrían empeorar también, según Emanuel, en parte porque estos intensos huracanes podrían hacer que fueran más numerosos, y en parte debido al aumento del nivel del mar.

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