Día Mundial de las Especies Amenazadas

Foto de un gorila de montaña, Ingo Arndt
Tras tres horas recorriendo la densa selva en las montañas neblinosas de Ruanda, el fotógrafo Ingo Arndt se colocó al borde de un claro. No muy lejos había unos cuantos gorilas hembra con sus crías y Arndt no paraba de fotografiarlos.
«De repente, a menos de tres metros de mí, se movió la vegetación y apareció el rostro de un espalda plateada gigante», recuerda Arndt. «Nos miramos a los ojos durante unos segundos, algo que los gorilas de montaña suelen evitar».
Los gorilas de montaña machos adultos pueden pesar casi 160 kilogramos y, aunque en general son pacíficos, es evidente que los animales pueden ejercer una fuerza enorme en cualquier momento. «Fue un momento muy íntimo», cuenta Arndt. «El mundo pareció detenerse a mi alrededor. Pude sacar dos fotos antes de que el líder del clan se diera la vuelta y desapareciera tras un arbusto».
La sensación de estar tan cerca de un animal tan poderoso y un pariente de los humanos es algo que Arndt nunca olvidará.
Foto de un tigre y su cachorro, Steve Winter
Durante un trabajo para fotografiar tigres en la India, Steve Winter quería conseguir una imagen de una madre con sus cachorros. Esa esperanza se desvaneció conforme pasaba el proyecto cuando mataron no a una, sino a dos hembras en periodo de lactancia, una en un accidente de tráfico y la otra como venganza por depredar el ganado local.
Entonces, tuvo un golpe de suerte. El director del parque descubrió a una tigresa refugiada con sus cachorros en una cueva, la misma donde había nacido la hembra cuatro años antes. Tras 23 días levantándose a las 5:30 de la mañana y adentrándose por la selva a lomos de un elefante para llegar a la cueva, el fotógrafo seguía sin ser capaz de ver las caras de los cachorros.
Finalmente, al vigesimocuarto día, Winter miró hacia arriba y vio una orejita junto al vientre de la tigresa. Un cachorro había salido para mamar. «Miré por la cámara con un [objetivo de] 600 milímetros y saqué varias fotos», afirma Winter. Entonces, el cachorro lo vio y desapareció en la cueva.
Winter cuenta que no sabía si había conseguido la foto, pero sacó la tarjeta de memoria y se la guardó, por si acaso. Tres horas después, ya en el campamento, su persistencia fue recompensada. «Cuando lo vi, lloré como un bebé», dice. «Siempre vale la pena no rendirse, la magia puede ocurrir».
Foto de una jirafa y un cuidador, Ami Vitale
Twiga, una jirafa huérfana, se inclina para darle un beso a un cuidador de fauna llamado Lekupinai en el área de conservación de vida silvestre de Namunyak, Kenia.
Según la fotógrafa Ami Vitale, Twiga fue una de las cuatro jirafas rehabilitadas y liberadas en la naturaleza en el norte de Kenia. Aunque las jirafas son unos de los animales más reconocibles de la Tierra, Vitale dice que la especie no se ha estudiado lo suficiente. De hecho, se debate si las jirafas pertenecen a la misma especie o, como sostienen ahora algunos científicos, cuatro especies diferentes.
Sea como fuere, aunque la caza furtiva de jirafas recibe mucha menos atención que la de elefantes o rinocerontes, las poblaciones de los animales más altos del mundo han disminuido más de un tercio en las tres últimas décadas.
Foto de un pangolín, Jen Guyton.
«Los pangolines son la mejor combinación de lo raro y lo maravilloso», afirma Jen Guyton, fotógrafa y exploradora de National Geographic. Son mamíferos cubiertos de escamas con lenguas larguísimas y un andar extraño, y su única defensa es convertirse en una bola blindada. «No tienen parientes cercanos», afirma Guyton. «Son totalmente únicos».
Aunque Guyton lleva mucho tiempo fascinada con estas criaturas fantásticas, dice que hay mucha gente que nunca ha oído hablar de los pangolines. «Muchas veces tengo que decir: ”No, no he querido decir pingüinos”», bromea.
Por desgracia, los pangolines son muy conocidos en los mercados de fauna silvestre de Asia, lo que ha contribuido a que las ocho especies estén en vías de extinción.
Foto de un orangután, Tim Laman
Para sacar esta foto de un orangután trepando hacia las copas de los árboles, Tim Laman tuvo que prepararse durante 30 años.
Laman se enamoró del Borneo indonesio en 1987, cuando trabajaba como ayudante de investigación. Unos años después, volvió al parque nacional de Gunung Palung para estudiar los matapalos para su doctorado. Así aprendió a descender los árboles gigantes con cuerdas. Más adelante, se casaría con una investigadora de orangutanes llamada Cheryl Knott y volvería año tras año para ayudarla en sus estudios y sacar fotos de los grandes simios peludos que habitan estos bosques.
Pese a su familiaridad con la zona y los animales, Laman dice que tardó décadas en conseguir la foto en las copas de los árboles que tanto ansiaba. «Poco después de empezar a dedicarme en serio a la fotografía de vida silvestre en lo alto de los árboles en los años 90, tuve la idea de fotografiar un orangután salvaje de cerca con un gran angular e incluso hice algunos intentos fallidos en 1994», escribe en una entrada de blog. «Mis intentos recientes se deben a que he soñado con esta foto y la he planificado mentalmente durante más de 20 años».
Al final, Laman consiguió esta imagen galardonada colocando una cámara GoPro en las ramas de un árbol frutal y controlando el obturador desde el suelo por WiFi. «Muchas estaban borrosas y en algunas visitas los orangutanes treparon por la parte trasera del tronco, fuera del campo visual de la cámara», escribe. «Pero uno de los encuadres, cuando el joven macho Ned pasaba cerca de la cámara, capturó el momento perfecto de un orangután en su salsa».
Foto de un jerbo de orejas largas, Joel Sartore
Un jerbo de orejas largas mira fijamente su propio reflejo en el objetivo de la cámara de Joel Sartore.
Sartore ha fotografiado miles de especies en peligro de extinción por todo el mundo dentro del proyecto Photo Ark de National Geographic. De hecho, hace poco sacó la foto 10.000º a un pequeño felino sudamericano conocido como güiña
Cuenta que en 2017, en un viaje al Zoo de Moscú, estaba muy entusiasmado por estar con el jerbo. «El asunto duró solo unos pocos minutos», afirma Sartore. «Era todo adorable que se puede ser dentro de mi tienda de paño».
Los científicos sospechan que los jerbos de orejas largas usan sus apéndices auditivos para detectar insectos sabrosos y para regular su temperatura corporal en los desiertos de Mongolia y China. Por desgracia, el desarrollo urbano está dividiendo el hábitat de este curioso mamífero. «Los gatos callejeros que llegan con la intrusión humana están pasando factura y están exacerbando el descenso de las poblaciones de jerbos silvestres», afirma Sartore.