Este dinosaurio del Cretácico podría haber tenido aspecto de mapache

La contracoloración, una máscara de plumas negras y una cola a rayas podrían haber ayudado a este dinosaurio del tamaño de un pavo a camuflarse.

Por Elaina Zachos
Publicado 30 oct 2017, 10:23 CET
Este dinosaurio del Cretácico podría haberse parecido a un mapache

Hace unos 130 millones de años, un pequeño dinosaurio con plumas recorrió las llanuras del actual noreste de China, oculto a plena vista gracias a su cola a rayas y a su «máscara» de plumas oscuras.

Los científicos han descubierto este patrón de colores tras haber estudiado los fósiles en extraordinario estado de conservación de un Sinosauropteryx, un pequeño dinosaurio carnívoro que vivió durante el Cretácico temprano. Este podría ser uno de los pocos ejemplos conocidos de contracoloración en dinosaurios, una mezcla de colores oscuros y claros en el cuerpo que todavía usan los animales modernos como método de camuflaje.

Los tiburones blancos, por ejemplo, tienen una parte superior oscura para confundirse con las aguas oscuras cuando se ven desde arriba, pero tienen vientres de color claro para poder confundirse con el cielo cuando se ven desde abajo. La contracoloración también hace que un animal semeje más estrecho de lado, lo que puede hacerle parecer más pequeño y menos atractivo para los depredadores.

En su estudio, publicado la semana pasada en la revista Current Biology, los coautores Jakob Vinther y Fiann Smithwick de la Universidad de Bristol presentan pruebas de que el Sinosauropteryx presentaba contracoloración. Basándose en pigmentos conservados descubiertos en los fósiles, afirman que el animal habría tenido una capa de plumas de color marrón óxido en la espalda. De lado, las plumas habrían cambiado de oscuro a claro, con plumas más pálidas por el pecho.

El dinosaurio se parecía «a un cruce entre un correcaminos y un ualabí rupestre», afirma Vinther.

El resultado no solo aporta pruebas sobre el aspecto del Sinosauropteryx, sino también sobre cómo podría haber cazado y evadido a los depredadores en un paraje abierto y soleado.

«Ahora quizá podamos obtener una perspectiva mejor de qué dinosaurios interactuaban entre sí en este entorno», afirma Vinther.

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La contracoloración

En los últimos años, los científicos han podido aislar y estudiar melanosomas, que contienen el pigmento melanina, conservados en plumas fosilizadas. Estos productos ofrecen pruebas sobre el aspecto de estos animales primitivos cuando estaban vivos.

«Cuando se conservan las plumas, eso se debe a que hay melanina», explica Vinther. «Si no hay pigmento, la queratina simplemente se desintegra y no nos queda nada».

En el caso del Sinosauropteryx, el equipo examinó tres especímenes fósiles conservados en China, sacaron fotografías y, a continuación, trazaron sus patrones de color basándose en dichas imágenes. Los investigadores también crearon modelos en 3D del dinosaurio y elaboraron imágenes diferentes conforme a distintas condiciones de iluminación.

Debido a que el contraste de colores del Sinosauropteryx es más definido en la parte superior de su cuerpo, probablemente vivió en un hábitat abierto con luz solar directa, según argumentan.

«[El] patrón de oscuro a claro en el cuerpo necesita equilibrar las sombras», afirma Smithwick. Añade que la investigación proporciona un «enfoque más holístico» desde el que estudiar al espécimen de Sinosauropteryx, analizando sus patrones de colores y su comportamiento.

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    Sin embargo, Mary Schweitzer, conservacionista molecular en la Universidad estatal de Carolina del Norte, no se desvela en los datos y, según ella, afirmar que se trata de la coloración exacta del dinosaurio es especular.

    Los fósiles se conservan de formas diferentes, lo que puede hacer que definir las características de especímenes de varios millones de años de antigüedad sea difícil. El Sinosauropteryx era una especie con plumas y, según Schweitzer, la máscara de «bandido» podría ser el resultado de la caída de las plumas de su cara durante su degradación.

    Los tres fósiles también tienen tamaños diferentes, lo que probablemente indica que tenían edades diferentes en el momento de su muerte. Schweitzer afirma que sería posible que las rayas de la cola fueran un rasgo juvenil que desaparecía al llegar a la adultez.

    Además, los fósiles carecen de plumas en la región abdominal, lo que podría indicar, según los autores, que las plumas eran de color claro en vida y que no se conservaron por falta de melanina. O quizá podría indicar que ni siquiera existieron. Si el animal tenía gases en el estómago en el momento de su muerte, esa parte de su cuerpo podría haber explotado, dejando una zona sin color en la huella fósil.

    Vinther y sus colegas no estaban autorizados para tomar muestras de los especímenes, por lo que no pudieron verificar sus resultados mediante análisis químicos. «No sabemos nada sobre la anatomía de estos ejemplares», afirma Schweitzer, refiriéndose a la naturaleza no invasiva del estudio. «No creo que los datos sean lo suficientemente sólidos como para llegar a afirmaciones concluyentes de una u otra forma». 

    Por el contrario, Vinther está mucho más seguro sobre las conclusiones de su equipo: «Esos patrones de color que vemos hablan por sí mismos».

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