¿Debería ser legal la caza de osos polares?

Los cazadores matan osos polares por sus lujosas pieles, pero un investigador teme que estemos invirtiendo la selección natural.

Por Rachel Fobar
Publicado 29 may 2019, 18:27 CEST
Oso polar
A veces, los cazadores matan a los osos más grandes, que podrían ser los que más distancia nadan, mejor cazan y más tiempo pueden pasar sin comida ante la presión de los cambios medioambientales.
Fotografía de Barrett Hedges, Nat Geo Image Collection

Países de todo el mundo coinciden: los osos polares están en peligro. Se consideran una especie amenazada en Estados Unidos, de especial preocupación en Canadá y vulnerable a nivel internacional. Con todo, en gran parte de su gélido hábitat, es legal coger una escopeta y dispararles.

En Canadá, que alberga casi dos tercios de la población estimada de 25.000 osos polares, los animales se cazan por su carne y por sus pieles blancas, densas y peludas. Tanto el gobierno canadiense como los grupos de conservación han sostenido durante mucho tiempo que, en Canadá, la caza de osos polares es sostenible. Pero en su nuevo libro, Polar Bears and Humans, Ole Liodden, investigador noruego de osos polares, sostiene que no lo es.

Durante décadas, Canadá ha sido el principal coto de caza de osos polares. A veces, el gobierno canadiense establece recomendaciones para cazar de forma sostenible —por ejemplo, cazar dos machos por cada hembra—, pero los gobiernos provinciales y territoriales de Canadá establecen sus propias cuotas de caza anuales.

Samuel Iverson, director de la unidad de gestión de osos polares del Servicio de Fauna Silvestre canadiense, afirma que los científicos recomiendan centrarse en los machos de forma desproporcionada porque se aparean con más de una hembra al año, mientras que las hembras solo se aparean una vez cada dos años. «Si quieres asegurarte de que no cazas demasiado, prestarías atención a la cantidad de hembras que cazas», afirma.

Canadá, que alberga casi dos tercios de la población mundial de osos polares, es donde tiene lugar la mayor parte de la caza.
Fotografía de Paul Nicklen, Nat Geo Image Collection

Liodden cree que la lógica es errónea, ya que los osos polares más demandados para el comercio de pieles son los machos de mayor tamaño, los animales más fuertes y sanos. Al retirar a estos osos de la población, los cazadores perpetúan lo que él denomina «selección inversa», la idea de la supervivencia del más débil, no la del más fuerte.

Los osos polares necesitan las plataformas de hielo para cazar focas que salen a la superficie para respirar. Pero, según Liodden, conforme el calentamiento del planeta derrite la banquisa, perpetuar la especie podría depender de los osos más fuertes, aquellos que pueden nadar más lejos, cazar mejor o pasar más tiempo sin comida.

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    “Al retirar a los osos más fuertes y sanos de la población, al investigador Ole Liodden le preocupa que los cazadores perpetúen lo que él denomina «selección inversa», la idea de la supervivencia del más débil, no la del más fuerte.”

    Los recuentos de osos polares y la evaluación de su situación son caros y difíciles. De las 19 subpoblaciones en las que se dividen los 25.000 osos polares estimados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) —la autoridad internacional sobre el estado de conservación de animales y plantas silvestres—, se carece de datos sobre la cantidad de osos, su salud o ambas cosas en 10 de dichas poblaciones. Por eso no es sorprendente que los expertos no estén de acuerdo sobre los mayores problemas a los que se enfrentan los osos polares.

    Eric Regehr, miembro del grupo de especialistas en osos polares de la UICN, afirma «inequívocamente» que el cambio climático es su mayor amenaza. Iverson es más mesurado y afirma que el cambio climático podría convertirse en un problema para los osos polares en el futuro, pero que en la actualidad «la población total de osos polares de Canadá está sana».

    Según Iverson, las pruebas recopiladas durante tres décadas demuestran que la cuota de caza de Canadá «no pone en peligro a los osos polares». Y como las poblaciones se evalúan y las cuotas se ajustan cada pocos años, las cuotas futuras tendrán en cuenta los efectos del cambio climático. «Es algo para lo que tenemos mecanismos establecidos para actuar correctamente, si existe un problema en cualquier subpoblación».

    Drikus Gissing, director de gestión de fauna silvestre de Nunavut, el territorio más septentrional de Canadá, está de acuerdo. Explica que cada subpoblación es evaluada por el gobierno provincial o territorial pertinente entre cada cinco a 15 años y que las cuotas de caza se ajustan en consecuencia, basándose en la investigación más actual. «No podemos gestionar basándonos en lo que podría ocurrir dentro de 50 años... Si la banquisa desaparece por completo en zonas determinadas, los osos desaparecerán con ella... No podemos cambiar el ecosistema para acomodar a esos animales».

    «Como un Ferrari en el garaje»

    Según Liodden, entre 1963 y 2016, se cazaron una media de 991 osos al año en todo el mundo, un total de unos 53.500 osos. Para él, ese número es «altísimo», debido a la cantidad de osos polares que se cree que quedan y lo lento que se reproducen.

    Como principal proveedor de pieles de osos polares, Canadá exporta cientos cada año, que según Liodden suelen cubrir los suelos de los clientes o se montan en la pared como «símbolo definitivo de posición social... Es como tener un Ferrari en el garaje... Es un objeto que tú puedes tener y que no muchas personas más tienen».

    Los clientes pagan miles de dólares por tapices o alfombras de osos polares como «símbolo definitivo de posición social», afirma el investigador Ole Liodden.
    Fotografía de Ole J Liodden

    «Es un símbolo de posición social, no hay duda», afirma Calvin Kania, dueño de FurCanada, una empresa con sede en Canadá que vende alfombras de osos polares y osos disecados. «No es diferente a llevar un diamante o un abrigo de piel de marta». Los clientes pagan miles de dólares por una sola piel. Kania afirma que sus precios para una alfombra de oso polar alcanzaron su máximo entre 2013 y 2015 en unos 18.000 euros, pero desde entonces, los precios han bajado a entre 10.700 y 13.500 euros a medida que descendía la demanda.

    Durante décadas, la demanda de pieles de oso polar en Japón fue enorme, pero cayó a mediados de la década del 2000 con el desplome de la economía japonesa. En 2008, las importaciones a los Estados Unidos —antes otro importante mercado de pieles— se ilegalizaron cuando los osos polares se clasificaron como especie amenazada según la Ley de Especies en peligro de extinción estadounidense.

    Ahora, el grueso de la demanda procede de China: entre 2006 y 2010, el país importó 467 pieles de oso polar, pero entre 2011 y 2015, esa cifra se multiplicó hasta los 1.175, que representan casi un 70 por ciento de las exportaciones de Canadá, según Liodden.

    En opinión de Liodden, la caza de subsistencia —por carne y ropa— puede gestionarse de forma sostenible, pero el comercio es demasiado arriesgado y debería prohibirse. «El mercado siempre intentará obtener el mayor precio y más presas», afirma.

    “«Las especies en peligro de extinción no deberían ser el objeto del comercio con fines de lucro».”

    por ZAK SMITH, ABOGADO DEL CONSEJO PARA LA DEFENSA DE LOS RECURSOS NATURALES

    Permitir el comercio crea un sistema «inherentemente susceptible a la corrupción», afirma Zak Smith, abogado del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, un grupo internacional de defensa medioambiental. Según él, el comercio de partes de osos polares podría influir en el proceso de establecimiento de cuotas, lo que daría cabida a la posibilidad de que los beneficios afecten a la cantidad de animales que pueden cazarse en un año cualquiera. «Es una especie en peligro de extinción», añade. «Las especies en peligro de extinción no deberían ser el objeto del comercio con fines de lucro».

    Lily Peacock, exinvestigadora de osos polares y bióloga de gestión en Nunavut, afirma que los inuit indígenas de los extremos septentrionales de Canadá han cazado y consumido osos polares durante miles de años. Según ella, la caza debería regularse y estudiarse, pero centrarse en la caza —o la caza excesiva— ignora «el tema tabú... En general, el cambio climático es un problema mucho más grande que la caza, es como, ¿por qué arrebatar parte de la cultura de alguien?».

    Jim Goude es inuit. También es el viceministro de tierra y recursos naturales de Nunatsiavut, una región inuit autónoma. Según él, cuando los osos polares están en peligro, su pueblo es el primero en dar la voz de alarma, no los investigadores de las universidades lejanas. «Para mí, si mañana no hay osos polares, desaparece una parte de mi cultura... Nosotros seremos los que diremos al mundo si creemos que hay algún problema con los osos polares. Nosotros somos los que más tenemos que perder».

    «Demasiados osos»

    Drikus Gissing, de Nunavut, afirma que la situación de los osos polares no es tan terrible como parece. Según él, con unos 13.000 osos, Nunavut, donde tiene lugar más del 80 por ciento de la caza de osos polares de Canadá, tiene ahora más osos que nunca.

    A veces, osos y humanos se cruzan con consecuencias desastrosas: el año pasado, un oso mató a dos hombres de Nunavut. Uno iba desarmado. «Nos encontramos en una etapa en la que hay una superabundancia de osos polares», afirma Gissing. «Hay demasiados osos».

    De hecho, Liodden señala que los tiroteos a los denominados «osos problemáticos» (animales asesinados en defensa de la vida o la propiedad) han aumentado durante las dos últimas décadas, de 13 en 1999 a 91 en 2012, un incremento de un 600 por ciento.

    Nikita Ovsyanikov, ecólogo conductual ruso y miembro del grupo de especialistas en osos polares de la UICN, afirma que el aumento de los avistamientos de osos no significa necesariamente que haya más osos, sino que los animales pierden banquisa y pasan más tiempo en tierra. «Cuando vemos muchos osos polares a nuestro alrededor o cerca de nosotros, cerca de nuestros asentamientos e infraestructuras en el Ártico, no es un indicador de que esté aumentando la cantidad de osos polares», afirma. «Es un indicador de que están en peligro».

    Regehr, de la UICN, afirma que decir que los osos están invadiendo más los espacios humanos por la pérdida de banquisa puede ser válido, pero también es una explicación oportuna en ausencia de cifras precisas de varias poblaciones de osos. «Cuesta saber cuántos topos tienes en el jardín», afirma. Del mismo modo, «contar osos polares en una zona de banquisa del tamaño de Texas es muy difícil y caro».

    Svalbard como ejemplo

    Liodden considera que Svalbard, un archipiélago entre Noruega y el Polo Norte, es un modelo para el futuro. Eso se debe a que, a pesar de su ubicación en el mar de Barents, que ha perdido más del 50 por ciento de su hielo desde los años 80, los osos polares de Svalbard son estables. Las cantidades estimadas eran de 241 osos en 2005 y 264 en 2015. Explica que la diferencia entre Svalbard y otros hábitats de osos polares es que la caza lleva prohibida desde 1973.

    Como los osos polares dependen de la banquisa para cazar, algunos científicos sostienen que el calentamiento global es su mayor amenaza.
    Fotografía de Ole J Liodden

    Smith, el abogado medioambiental, afirma que la caza de osos polares en Canadá «no sería perturbadora si no supiéramos lo que hay en el horizonte... Es posible que estemos eliminando animales que son fundamentales para su propia adaptabilidad. Nos estamos introduciendo en el proceso evolutivo al sacar a algunos animales del acervo genético».

    Péter Molnár, investigador de la Universidad de Toronto Scarborough que predice los efectos del cambio climático sobre los osos polares, está de acuerdo en que la teoría de selección inversa de Liodden es plausible. Según él, en el oeste de la bahía de Hudson, hay «pruebas claras» de que los osos están adelgazando conforme desaparece la banquisa. Los osos polares dependen de las reservas de grasas y proteínas porque ayunan durante meses, por eso en lo que a tamaño se refiere, «cuanto más gordo sea el oso, mejor». Y, según Liodden, los osos más grandes y gordos son los que buscan los cazadores.

    Pero según Regehr, solo porque un oso polar sea más grande o joven, no significa que esté en mejor forma. De hecho, algunos estudios han demostrado que los osos polares están encogiendo por la pérdida de la banquisa, pero postula que es posible que a los osos más pequeños que no necesitan comer tanto para sobrevivir les vaya mejor.

    Para Molnár, la pregunta es la siguiente: «¿Pueden adaptarse los osos polares a algo de todo esto?».

    Las recientes estimaciones de los científicos del Servicio Geológico estadounidense predicen que, debido al derretimiento de la banquisa, perderemos hasta dos tercios de los osos polares para 2050. Aunque sigan quedando osos polares a finales de siglo, Molnár dice que serán cuatro o cinco generaciones, como mucho, que no es tiempo suficiente para evolucionar, ya sea como respuesta al cambio climático, a la caza o a otros peligros.

    «No parece que vayan a persistir mucho tiempo en la mayoría de las poblaciones», afirma. «Tenemos pruebas muy sólidas de que estos descensos empeorarán con el cambio climático. Si no damos la vuelta a la situación en ese frente, las consecuencias serán muy tristes y predeterminadas».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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