¿Cuánto podría durar la erupción volcánica de La Palma?

Tras 50 años de calma, el volcán de Cumbre Vieja ha entrado en erupción, pero la actividad volcánica de la isla es centenaria, y aunque es difícil precisar su duración sí que se pueden descartar algunas consecuencias.

Por Robin George Andrews
Publicado 21 sept 2021, 15:01 CEST, Actualizado 22 sept 2021, 11:43 CEST
Erupción de Cumbre Vieja (La Palma)

La lava sale tras la erupción de Cumbre Vieja en la isla canaria de La Palma. Este evento pone punto y final a una inactividad eruptiva del volcán desde 1971.

Fotografía de Arturo Rodríguez

El volcán de Cumbre Vieja de la isla de La Palma suele retorcerse, convulsionar o quejarse, pero no había escupido lava desde 1971. Eso cambió este fin de semana. A las 15.12 (una hora más en la Península) del domingo 19 de septiembre, el magma se abrió paso por varias fisuras de la ladera occidental de la montaña y dio comienzo a una impresionante erupción, que no tiene visos de parar en los próximos días.

Desde lejos, el espectáculo era impresionante, incluso bello. Descomunales fuentes de lava a más más de 1000º C se erigían hacía el cielo. Alcanzaron alturas de más de 1500 metros, casi el doble que el Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo. En el suelo, incandescentes ríos de piedra fundida iniciaban su lento descenso de las fisuras al mar como sangre brotando de una herida recién abierta.

La isla canaria de La Palma es una de las zonas volcánicas más activas del archipiélago. Cerca de 85.000 personas viven en la isla.

Fotografía de Arturo Rodríguez

A unos 1700 kilómetros de la Península y a unos 550 kilómetros de la costa de África, La Palma se creó, hace mucho, tras un gran episodio volcánico que hizo que emergiera la tierra sobre la superficie del océano Atlántico. Este gran evento creó las Canarias con sus ocho grandes islas y su deliciosa variedad de ecosistemas, que van desde el bosque subtropical hasta el desierto. Además, las altas montañas de La Palma y su clima benigno la hacen el lugar ideal para observar las estrellas, motivo por el cual se instaló allí el principal observatorio astronómico de Europa.

Pero esta nueva erupción demuestra que "el precio a pagar por el privilegio de vivir en una pequeña y coqueta isla es, en este caso, su historia geológica", dice Helen Robinson, geóloga de la Universidad de Glasgow (Escocia, Reino Unido) que trabajó en el equipo de monitorización de Cumbre Vieja en 2015.

Cumbre Vieja es una formación volcánica muy activa, en los últimos 7000 años, se han dado una plétora de erupciones a lo largo de su risco que va de norte a sur, un eje magullado y salpicado por fisuras, conos, cráteres y agujeros. Desde el siglo XV, multiples ríos de lava han dañado edificios en su camino al mar. Las erupciones suelen producirse en las fisuras, como ocurre en el volcán Kilauea de Hawaii o en la erupción constante de la península islandesa de Reykjanes.

Más de 48 horas después del inicio de la erupción, se empieza a notar cierta ralentización en la salida de la lava, pero no parece que vaya a parar pronto. Según Pedro Hernández, un vulcanólogo del Instituto Vulcanológico de Canarias (INVOLCAN), la lava continúa su camino ladera abajo en dirección al mar. La mayoría de la isla no se está viendo afectada, pero ya se han evacuado a 6000 personas. "Han desaparecido más de 150 viviendas, como continúe el recorrido que tiene en estos momentos, esto se podría duplicar o triplicar", decía a Televisión Española Mariano Hernández, presidente del Cabildo de La Palma, sobre la lava el martes 21 por la mañana. El lunes, la agencia Reuters informaba que más de 500 turistas tuvieron que irse de su hotel y cerca de 360 fueron evacuados a un resort en la isla de Tenerife.

Cuánto tiempo seguirá la lava amenazando las poblaciones locales es difícil de calcular. Las erupciones en La Palma pueden durar semanas, incluso meses. "La única manera de saberlo sería saber el volumen total de magma eruptivo que hay bajo Cumbre Vieja", dice Pablo J. González, un investigador de la Estación Volcanológica de Canarias (IPNA-CSIC); "ese es un dato que no tenemos".

El miércoles 22 de madrugada, INVOLCAN dijo en sus redes que: "Utilizando los datos que conocemos sobre la duración de las erupciones históricas ocurridas en la Isla de La Palma, se podría obtener una posible respuesta a esta pregunta nada fácil de responder. Por lo tanto, sería aceptable transmitir que nos movemos en el rango de una duración entre los 24 y 84 días, con una media geométrica del orden de los 55 días de duración"

La cambiante forma del volcán y la banda sonora sísmica de sus temblores puede ayudar a encontrar la respuesta a esta gran pregunta. Pero incluso siendo sometida a un duro interrogatorio científico, Cumbre Vieja no desvelará sus secretos fácilmente.

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    La última erupción vino precedida de una importante actividad sísmica. La vigilancia intensiva permitió a las autoridades empezar con las evacuaciones antes de que la lava empezara a salir.

    Fotografía de Arturo Rodríguez

    Una amenaza creciente

    La Palma, la isla más noroccidental de las Islas Canarias, es una quimera volcánica: una suma de varias construcciones volcánicas de distinto tamaño. En el sur está Cumbre Vieja, que pese a su nombre es de los hermanos más jóvenes y que data de hace solo 125.000 años. La última erupción del volcán se produjo en un pequeño cono llamado Teneguía en 1971. Pero eso no significa que Cubre Vieja haya estado durmiendo todo este tiempo.

    Según Itahiza Domínguez Cerdeña, un sismólogo del Instituto Geográfico Nacional, se han producido nueve enjambres sísmicos [cientos de temblores produciéndose en una misma zona en una rápida sucesión]  a unos 30 kilómetros de profundidad bajo el volcán desde octubre de 2017.

    Hace solo una semana, estos terremotos se produjeron a apenas 11 kilómetros de profundidad y, en los últimos días, justo debajo de la superficie. Entre el 10 y el 19 de septiembre, se registraron 25.000 temblores, la mayoría imperceptible para los humanos. Esta cacofonía ascendente era el sonido de la corteza siendo desplazada y deformada. ¿La causa? La "presión del magma introduciéndose en la corteza", dice Domínguez Cerdeña.

    Para el fin de semana, la tierra se había inflado más de 15 centímetros, sugiriendo que una cierta cantidad de magma había había llegado a la corteza superficial.

    La mayoría de las intrusiones de magma no desembocan en una erupción; no pueden romper la roca sólida de la superficie por lo que se enfrían y terminan por dejar de ascender. Pero siempre es posible que una gran cantidad de roca fundad se acumule bajo una intrusión y sea la que detone una gran y prolongada erupción.

    Los vulcanólogos se alarmaron ante la deformación de la montaña y sus ruido sísmico y, el 13 de septiembre, las autoridades elevaron el nivel de alerta, avisando a la parte sur de la isla y sus 35.000 habitantes que podría llegar una erupción.

    El 18 de septiembre, los científicos empezaron a desplegar más sismómetros en la región para identificar mejor los tipos de temblores y registrar con más precisión su dirección, mientras se desplegaba la una vigilancia térmica con helicópteros para ver si la tierra se estaba calentando. Justo antes de la hora de comer del domingo 19, un potente temblor de 4,2 grados de magnitud sacudió el volcán.

    Para prevenir males mayores, se empezó con la evacuación de las poblaciones circundantes.

    Esa misma tarde, la lava explotó en las boscosas laderas occidentales del volcán. La lava está arrasando con la vegetación y las tierras de cultivo, sepultó una carretera y destruyó varias casas. Esa noche, el Gobierno canario anunció se había evacuado a 5000 personas.

    "El progresivo avance hacía un área más poblada", del que hablaba Robinson el lunes, no se ha detenido y el martes por la mañana se abría una novena boca en la zona de El Paso y se evacuó también esa zona. La reacción rápida de las autoridades evacuando las poblaciones con antelación ha reducido mucho las posibles de que los daños sean más graves.

    Se ha evacuado a miles de personas y la erupción, que no ha parado, ya ha destruido varias decenas de casas.

    Fotografía de Arturo Rodríguez

    Ceniza, astronomía y tsunamis

    Afortunadamente, dure lo que dure la erupción, no debería dañar la multitud de telescopios astronómicos palmeros que tiene el Observatorio del Roque de los Muchachos. Juan Carlos Pérez Arencibia, director del observatorio, dice que las instalaciones están casi 20 kilómetros al norte de la erupción. Además, el observatorio está a casi 2.400 metros sobre el nivel del mar, mientras que la lava está emergiendo a 600 metros de altitud.

    "La ceniza puede obligar a cerrar los telescopios varios días y que no se puedan usar, pero el observatorio en su mismo no debería sufrir daños", dice David Jones, uno de los astrónomos de las instalaciones.

    Y pese a los miedos disparados en las redes sociales por un poco riguroso estudio de 2001, hay muy pocas posibilidades de que la erupción de Cubre Vieja provoque un mega-tsunami que podría llegar incluso a la costa este de América, dice Dave Petley, un geógrafo experto en movimientos sísmicos de la Universidad de Sheffield en Inglaterra.

    El colapso de la ladera del volcán sí preocupa y no conviene olvidar que hace miles de años se produjeron varios desplomes de laderas en la costa de La Palma. Pero un estudio de 2015 encontró que, bajo un modelado de condiciones realistas, los colapsos más severos no producirían más que una ola de unos dos metros en la ribera occidental del Atlántico. 

    Aunque nadie desea esta posible eventualidad, INVOLCAN señala que sería necesario un terremoto tremendamente potente y pasmosa explosión volcánica ocurriendo simultáneamente para que se produjera cualquier tipo de colapso de una ladera. Cumbre Vieja es estructuralmente sólida y no hay nada que apunte a que esa conjunción de factores sea ni remotamente posible.

    Aun así, los ríos de lava siguen siendo un peligro lo suficientemente preocupante como para tomar todas las precauciones necesarias. Afortunadamente, los habitantes de La Palma están siendo protegidos por una legión de vulcanólogos y un escuadrón de sismólogos. Los esfuerzos a largo plazo que han hecho los geólogos en la isla detectaron que algo maligno se cocía en Cumbre Vieja mucho antes de que la serpiente de lava asomara la cabeza por las laderas de la montaña.

    "Si no hicieran un trabajo de monitorización tan intensivo", dice Robinson; "no conocerían sus volcanes tan bien como los conocen".

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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