Esta pequeña isla podría esconder los restos mortales de Amelia Earhart

Los investigadores emplean perros que olfatean en busca de huesos en un campamento donde la piloto pionera podría haber muerto hace 80 años.

Por Rachel Hartigan
Publicado 9 nov 2017, 4:19 CET, Actualizado 23 abr 2021, 0:56 CEST
Amelia Earhart
Volar la hizo famosa. Desaparecer la hizo legendaria. Earhart esperaba encumbrar su carrera en 1937 convirtiéndose en la primera mujer en volar alrededor del mundo. Murió en el intento, pero los buscadores esperan que los perros olfateadores ayuden a localizar sus restos.
Fotografía de Bettman, Getty
No te pierdas el estreno de Expedición Amelia Earhart el domingo a las 22:00, en National Geographic.
El explorador de National Geographic, el Dr. Robert Ballard, famoso por haber encontrado el Titanic en 1985, se dispone a resolver el misterio de la desaparición de Amelia Earhart. De estreno en octubre en National Geographic, el documental Expedición Amelia Earhart profundizará sobre cómo se convirtió en una de las figuras más intrigantes e inspiradoras de la historia.

Una expedición con perros olfateadores de huesos para buscar los restos de Amelia Earhart ha llegado a esta remota isla deshabitada tras un viaje por mar de 1.600 kilómetros desde Fiji.

Los perros, cuatro border collies con chalecos salvavidas, desembarcaron en un accidentado canal excavado a través del arrecife y emprendieron cuidadosamente su viaje a través del coral resbaladizo hasta la arena de la playa para poder olfatear por primera vez la isla. La temperatura del suelo al sol era de 41°C.

La búsqueda más reciente de los restos mortales de Earhart se centra en la diminuta isla Nikumaroro, donde según algunos investigadores podría haber aterrizado sobre un arrecife expuesto durante una marea especialmente baja.
Fotografía de Brian Skerry, National Geographic Creative

«Esto va mucho más lejos que nada que hayamos hecho», afirma Lynne Engelbert, que se ocupa de un perro que olfatea restos humanos llamado Piper, del Instituto Forense Canino (ICF, por sus siglas en inglés).

Los adiestradores del ICF trajeron a los perros a la orilla para una breve visita inicial para ver si podían encontrar cuatro tumbas conocidas de personas que colonizaron la isla entre 1938 y 1963. «Nunca habíamos puesto a prueba a los perros en una isla tropical», explica John Grebenkemper, coordinador de campo de ICF para este proyecto y adiestrador de Kayle. «No estábamos seguros de cuánto del rastro habría sobrevivido».

Sin embargo, los cuatro perros encontraron las tumbas escondidas, sentándose o acostándose cuando olían los restos humanos. «Hemos resuelto uno de los problemas», afirma Grebenkemper. «El rastro sobrevive en el coral».

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    El perro olfateador Kayle sentado sobre una tumba oculta durante un recorrido de prueba por la isla.
    Fotografía de Susanne Martin

    Nikumaroro es un arrecife de coral que se encuentra sobre un volcán hundido, un estrecho anillo de terreno en torno a una laguna. La isla, que solo tiene 7,2 kilómetros de largo y 2,4 de ancho, aparece en la mayoría de los mapas como una mísera manchita en medio del vasto océano Pacífico.

    El 2 de julio de 1937, Earhart y su copiloto Fred Noonan se dirigían a la isla Howland, que es incluso más pequeña que Nikumaroro. Tras haber despegado de Lae, en Nueva Guinea, en el tercer y último tramo de su intento de circunnavegar el planeta, no consiguieron localizar Howland y desaparecieron.

    Algunas personas creen que Earhart y Noonan acabaron en las islas Marshall, otros dicen que en Saipán, mientras que algunos afirman que el avión se estrelló y se hundió. Sin embargo, el Grupo Internacional para la Recuperación de Aeronaves Históricas (TIGHAR, por sus siglas en inglés) está investigando la hipótesis de que Earhart y Noonan aterrizasen su Lockheed Electra 10E sobre la isla Nikumaroro al no poder encontrar Howland.

    El 2 de julio de 1937, Amelia Earhart y su copiloto Fred Noonan despegaron de Lae, en Papúa Nueva Guinea, en dirección a la isla Howland, una de las últimas paradas en su vuelo de 46.670 kilómetros alrededor del mundo.

    Los investigadores han basado su hipótesis en las últimas transmisiones por radio de Earhart. A las 8:43 de la mañana del 2 de julio, Earhart envió un mensaje por radio a la embarcación Itasca, un buque patrullero de los guardacostas estadounidenses que esperaba a Earhart en Howland: «KHAQQ [las letras de llamada de la Electra, su aeronave] a Itasca. Estamos en la línea 157 337». La Itasca recibió la transmisión, pero no logró conectar con la señal de radio.

    La «línea 157 337» indica que el avión estaba volando en la línea de navegación del noroeste al sureste que atravesaba la isla Howland. Si Earhart y Noonan pasaron sobre Howland, habrían volado o bien al noroeste o bien al sureste de la línea para encontrar la isla. Al noroeste de Howland solo hay océano abierto durante miles de kilómetros; pero al suroeste se encuentra Nikumaroro.

    El mensaje de radio sobre su línea de posición fue la última transmisión confirmada de Earhart, pero los operadores de radio recibieron 121 mensajes durante los 10 días siguientes. De ellos, al menos 57 podrían haber sido de la Electra. Las estaciones inalámbricas obtuvieron orientaciones de dirección de seis de los mensajes.

    Los fans de Earhart de todo el mundo se mostraron conmocionados por la noticia de que ella y su copiloto Fred Noonan (a la izquierda) se habían desvanecido, habiéndose estrellado presumiblemente en el mar. Algunos fans actuales piensan que la pareja podría haber aterrizado en Nikumaroro y haber muerto como náufragos.
    Fotografía de N.Y. Daily News Archive, Getty

    «Cuatro se cruzaban cerca de las islas Fénix», explica Tom King, arqueólogo del TIGHAR. «La mayoría de los mensajes se emitían durante la noche, cuando había marea baja».

    En la época en la que desapareció Earhart, la marea de Nikumaroro era especialmente baja, lo que dejaría al descubierto una superficie coralina a lo largo de la orilla, lo suficientemente plana y larga para aterrizar. Si Earhart logró mandar alguna de esas 57 transmisiones por radio, el avión debería haber aterrizado relativamente intacto.

    Los investigadores de TIGHAR tienen la teoría de que Earhart y Noonan enviaban señales de radio por la noche para evitar el abrasador calor del día dentro del avión de aluminio. Finalmente, la marea se llevó a la Electra del arrecife, y quizá se hundió o se rompió debido al oleaje. Las transmisiones cesaron el 13 de julio de 1937.

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    Pruebas adicionales

    Existen otras pruebas que apuntan al fatídico destino de Earhart y Noonan como náufragos en Nikumaroro. En 1937, una partida británica exploró la isla con la intención de colonizarla. Eric Bevington, un oficial colonial, se dio cuenta de que parecía un «campamento de noche». También sacó una fotografía de la costa, que incluye un objeto no identificado que, según TIGHAR, podría tratarse del tren de aterrizaje del avión.

    Para 1938, la isla había sido colonizada como parte del plan de asentamiento en las islas Fénix, una de las últimas expansiones del imperio británico. Los colonizadores informaron de que habían encontrado partes de aeronaves, algunas de las cuales podrían haber sido de la Electra.

    En 1940, Gerald Gallagher, el administrador de la colonia, descubrió 13 fragmentos de hueso enterrados cerca de los restos de una fogata. También encontró los restos de dos zapatos —de hombre y de mujer—, así como una caja que en su día contenía un sextante, un instrumento de navegación. Los huesos se llevaron a Fiji, donde fueron medidos y finalmente se perdieron.

    Dos doctores coloniales examinaron los huesos. Uno pensaba que pertenecían a un anciano polinesio, mientras que el otro afirmaba que pertenecían a un varón europeo. Los investigadores de TIGHAR estudiaron las medidas utilizando técnicas modernas y determinaron que los huesos podrían pertenecer a una mujer del tamaño y la complexión de Earhart.

    TIGHAR ha realizado 12 expediciones a Nikumaroro desde 1989. Durante dichas visitas a la isla han identificado un lugar que coincide con la descripción de Gallagher del emplazamiento en el que se encontraron los huesos.

    En el «Seven Site» —nombre que le han dado por la forma del claro que le rodea— existen restos de varias hogueras, así como restos de aves, peces, tortugas y almejas, lo que indicaría que alguien habría comido allí. Basándose en la forma en la que abrieron las almejas y consumieron el pescado (no se habían comido las cabezas), probablemente no eran isleños del Pacífico.

    En este lugar también se han encontrado varios botes de cristal de la década de 1930. Uno de ellos podría haber contenido una crema para ocultar las pecas, un cosmético que es posible que Earhart hubiera utilizado.

    Los perros olfateadores de restos humanos centrarán su atención en el Seven Site. Tras la última expedición de TIGHAR en 2015, se recogió tierra de ese lugar y se usó para poner a prueba a los perros. Uno de ellos se puso alerta al olerla.

    «Los perros necesitan estar en la isla para que sea concluyente», explica Lynne Angeloro, vicepresidenta de ICF y adiestradora de Berkeley. Y durante la próxima semana, los perros recorrerán la isla.

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