¿Cuánto daño ha hecho Indiana Jones a la arqueología?

Harrison Ford y los arqueólogos opinan sobre el impacto que el Dr. Jones ha tenido en la disciplina durante más de 40 años.

Por Simon Ingram
Publicado 26 jun 2023, 10:48 CEST
Un arqueólogo trabaja en la excavación de los restos de un niño en el yacimiento de ...

Un arqueólogo trabaja en la excavación de los restos de un niño en el yacimiento de Huanchaquito-Las Llamas, en Perú. El campo de la arqueología vuelve a estar en el candelero con el estreno cinematográfico el 30 de junio de Indiana Jones y el dial del destino, la última entrega de la saga iniciada en 1981 con En busca del arca perdida, protagonizada por el actor Harrison Ford. "Supongo que hicimos que la arqueología pareciera divertida", dice Ford. "Son grandes juegos. Grandes aventuras. Pero (y lo digo de la mejor manera posible) no me llevo ningún [mérito] personal".

Fotografía de Robert Clark, Nat Geo Image Collection

El 30 de junio llegará a las salas de cine Indiana Jones y el dial del destino, la última entrega cinematográfica de la saga iniciada en 1981 con En busca del arca perdida. Una vez más, el arqueólogo más famoso del mundo (real o no) hará que muchos de sus colegas de profesión, los del mundo real, pongan los ojos en blanco. La pregunta que merece la pena hacerse es cuántos de los menos puristas serán los primeros en hacer cola para comprar entradas.

En primer lugar, hay un paralelismo digno de mención. El cineasta Steven Spielberg ha declarado que lamenta profundamente la demonización de los tiburones tras su película Tiburón (1975). Muchos fueron cazados y nacieron prejuicios. Un estudio de 2015 del académico Christopher Pepin-Neff describió la tendencia del público a dar por válidas suposiciones basadas en la ficción,en lo que denominó "El efecto Tiburón". Pero se trata de un legado complejo: muchos científicos y conservacionistas especializados en tiburones atribuyen a la película el haber despertado una fascinación más benigna.

Spielberg puede tener más motivos para sentirse avergonzado. Gracias a la respuesta del público a sus películas, los genetistas han tenido que responder a preguntas (con los ojos como platos) sobre los dinosaurios; además, también es su culpa de que todos los conductores de DeLorean se sientan al volante de una máquina del tiempo, y de que la gente piense que probablemente todos los arqueólogos tengan un sombrero y un látigo escondidos en alguna parte.

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"Conseguidor de antigüedades raras"

Por mucho que su estilo recuerde a arqueólogos de principios del siglo XX como Hiram Bingham, Henry Field y Earl Halstead Morris, Indiana Jones no se ciñe a una sola figura histórica. Diseñado como un homenaje a los seriales de acción televisivos que tanto le gustaban a su creador, George Lucas, y con un personaje principal que lleva el nombre de su perro, la franquicia de aventuras se ganó el corazón del público y recaudó casi 1000 millones de dólares en todo el mundo. Sucedió que su protagonista era un profesor de arqueología a tiempo parcial que se dedicaba a perseguir artefactos antiguos cargados de misticismo, a menudo con el telón de fondo de una guerra en ciernes y perseguido por otros con intenciones menos museísticas.

Estos artefactos (entre ellos el Santo Grial, el Arca de la Alianza, las piedras de la "buena suerte" creadas por Shiva, las calaveras de cristal y el misterioso Reloj del Destino) ocupan una zona gris en la que confluyen la historia, la mística religiosa y la licencia artística. Sin embargo, Indiana Jones sedujo accidentalmente a los cinéfilos hacia la arqueología e hizo que más de uno pensara "vaya, me gustaría hacer eso". Algunos ya son adultos y hacen descubrimientos por todo el mundo. En una profesión generalmente libre de nazis, trampas explosivas y civilizaciones interdimensionales, pero que recién despierta a su legado colonial (y con un personaje principal a menudo comparado con un saqueador de tumbas aprovechado) cabe hacerse una pregunta:¿es semejante influencia algo bueno?

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"¿Llamas a esto arqueología?"

El propio Indiana Jones no está convencido. "Yo... no sé. Supongo que hicimos que la arqueología pareciera divertida", dice Harrison Ford, de 80 años, a National Geographic a través de una mala línea telefónica cuando se le pregunta cómo se siente acerca de que su personaje inspirara a una generación de arqueólogos. "Son grandes historias. Grandes aventuras. Pero, y lo digo de la mejor manera posible, no me atribuyo ningún mérito personal. Cuando se me acerca alguien que es arqueólogo, siempre me interesa saber cuál fue su experiencia. Me alegro de que la gente haya encontrado un trabajo que le satisface. Pero creo que es un poco extraño".

Es un punto de vista sensato; como arqueólogo, el "Dr. Jones" es un modelo curioso. Tiene métodos de excavación cuestionables. Aparece en las excavaciones cargado con un revólver y un látigo. Rara vez regresa con la mercancía y se ve habitualmente envuelto en todo tipo de caos (desde simples amontonamientos de tanques hasta la detonación de armas nucleares) a pesar de su afirmación de que la mayor parte de la arqueología "se hace en una biblioteca".

Sin embargo, como bien sabe Ford, el personaje al que ha dado vida en la pantalla durante más de 40 años se ha convertido en toda una mascota. En 2008, el venerable Instituto Arqueológico de América concedió al actor el Premio Bandelier, cuyo entonces presidente, Brian Rose, profesor de arqueología de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), elogió el "importante papel de Ford en estimular el interés del público por la exploración arqueológica".

A pesar de la evidente resonancia en palabras reales de Indiana Jones, Ford es quizá un poco reacio a dar a su personaje más profundidad de la que se pretendía. "Creo que en la película original, En busca del arca perdida, trabajábamos con la idea de que estábamos haciendo una película de serie B. Era divertido, era atrevido. Pero no había una terrible sofisticación en todo ello", afirma. "Siempre he dicho que estas películas son más sobre cine que sobre cualquier otra cosa. Son aventuras, son imaginaciones. Lo que más me gusta de él es el placer que somos capaces de dar al público".

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      Un arqueólogo trabaja en el alijo de artefactos recuperados durante la excavación de una antigua ciudad en Honduras.

      Fotografía de Dave Yoder, Nat Geo Image Collection

      Ford admite que personalmente "me gustan las antigüedades, las cosas que nos informan del pasado, las que están bellamente hechas". En cuanto a la restitución de objetos, dice ser "consciente de los problemas... [que] ha habido algunas desigualdades [en torno a] cómo se recogen los objetos y a quién pertenecen. Me complace ver el movimiento actual para devolver estos artefactos a sus culturas originales".

      Sin embargo, cuando se le pregunta qué es lo más preciado que ha tenido en sus manos, responde simplemente: "un recién nacido".

      Como escribió la periodista Marilyn Johnson en su libro Live in Ruins [Vidas en ruinas], "todos los arqueólogos a los que entrevisté incluyeron a Indiana Jones en la conversación, normalmente con afecto, como si mencionaran a un temerario hermano mayor".

      Sin embargo, "existe una distinción real entre la aceptación por parte de los arqueólogos del estilo de Indiana Jones (y toda la inestimable publicidad que ese personaje dio a la profesión) y de su metodología", explica Johnson a National Geographic en un correo electrónico. "Es asombroso que una profesión dedicada sobre todo al minucioso trabajo de campo y de laboratorio tenga una imagen tan de capa y espada".

      Gracias a ello, los arqueólogos modernos se encuentran a menudo metidos con calzador en un marco de referencia a lo Indiana Jones. Johnson menciona a la arqueóloga clásica Joan Breton Connelly, conocida como "Indiana Joan" en el Explorer's Club; el arqueólogo biomolecular Patrick McGovern es omnipresentemente conocido como el "Indiana Jones de las antiguas cervezas, vinos y bebidas extremas". También hay un Indiana Jones del mundo del arte, de la exploración de los fondos marinos, de la economía y de la fotografía, lo que sugiere que cualquier ocupación puede tener su "efecto Indiana Jones".

      Además, como ocurre con los tiburones y Tiburón, antes de que la gente viera en acción a un arqueólogo de ficción, la mayoría no tenía ninguna opinión al respecto.

      "Cuando se estrenaron las películas había una desconexión entre lo que el público percibía como el trabajo de los arqueólogos y la labor real que realizaban", dice Janina Ramírez, investigadora de historia del arte en la Universidad de Oxford (Reino Unido) y presentadora de la serie de la BBC Mundos perdidos y tesoros ocultos. "Estoy segura de que algunos estudiantes se apuntaron a estudiar la carrera pensando que implicaría viajes glamurosos, riqueza potencial y emoción".

      Durante una excavación en el oasis de Bahariya (Egipto), unos trabajadores utilizan cuerdas pesadas para apartar la parte superior de un antiguo ataúd de piedra. Muchos atribuyen a las películas de Indiana Jones el mérito de llamar la atención sobre la arqueología. "El hecho de que Indiana Jones haga que cualquiera que la vea sienta que hay maravillas y aventuras que vivir ahí fuera es algo muy bueno", afirma Albert Lin, científico, explorador y presentador de Ciudades perdidas con Albert Lin, de National Geographic. "Porque eso forma parte de lo que somos como humanos. Somos exploradores".

      Fotografía de Kenneth Garrett, Nat Geo Image Collection

      Ramírez recuerda que, tras ver la primera película de Indiana Jones, "inmediatamente me puse en contacto con el club de arqueología de mi localidad, y así nació una obsesión por el pasado que durará toda la vida", y añade que no se puede subestimar la influencia de la franquicia en una generación. "Las películas captaban la emoción intrínseca que produce el descubrimiento", afirma. "He tenido la suerte de participar en excavaciones en las que se hicieron grandes hallazgos. Que estos momentos sigan acaparando titulares y generando fascinación en el público es lo que subraya el éxito de Indiana Jones".

      Pero, ¿le perjudica la asociación? Como dice Ramírez, "aunque la arqueología intenta ser una disciplina científica y basada en hechos, requiere imaginación, narración y construcción de mundos. Si un personaje de cine puede dar vida al tema mediante técnicas similares, entonces no puede ser del todo malo".

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      "¡Debe estar en un museo!"

      Dicho esto, lo que vemos del trabajo de Jones no tiene mucho éxito. El ídolo de los guerreros chachapoyanos es robado por un rival; el Santo Grial acaba engullido por la Tierra, la calavera de cristal desaparece "en el espacio entre los espacios". Mientras tanto, el Gobierno estadounidense se lleva el Arca de la Alianza, una antigua reliquia de una tierra lejana, a un almacén del tamaño de un templo repleto de cajas anónimas de Dios sabe qué, de quién sabe dónde. El extenso plano final de En busca del arca perdida, de 1981, resulta algo diferente hoy en día. Pero aún así, la actitud de olor colonial no ha envejecido bien en el clima actual de concienciación sobre la procedencia de las antigüedades. Se podría argumentar que se debe a la época en la que están ambientadas las películas: Johnson dice que "ambientar las [primeras] películas de Indiana Jones en los años 30 daba a Indy licencia para ser malo". Pero en lo que respecta a la fortuna y gloria personales del personaje, los resultados rara vez justifican los medios.

      Entonces, si no son sus métodos o sus motivaciones, ¿es el atractivo de Indiana Jones algo menos obvio y más portátil a través de los tiempos?

      "Las historias de todas las culturas tienen un profundo impacto en nuestra forma de ver el mundo y nuestras posibilidades", afirma Albert Lin, científico, explorador y presentador de Ciudades perdidas con Albert Lin, de National Geographic. "Para mí, crecer con historias como Indiana Jones, o Bailando con lobos, incluso leyendo National Geographic... esas historias eran una ventana a un mundo más grande. Esta creencia en la maravilla, en la aventura. Que ahí fuera hay alguna ciudad oculta en las selvas, o alguna historia de una tierra mítica. No fue hasta que hice el doctorado y alguien me dijo: 'Eh, en realidad hay mucho desconocido'. Desde entonces, mi vida parece un extraño espejo de Indiana Jones".

      Hablando con National Geographic a través de Zoom, Lin está cubierto de picaduras de su última expedición a Guatemala, donde se encontró subiendo a la tumba de un antiguo rey maya y enfrentándose a antiguos glifos que revelaban pistas sobre una ciudad que nunca se ha encontrado. Había cocodrilos y escorpiones de por medio, además de rumores locales sobre una enorme anaconda. Pero dejando a un lado sus propios paralelismos, Lin (cuyo trabajo con tecnologías como Lidar le ha valido el apodo de "Indiana Jones 2.0") está convencido de que el atractivo va más allá de lo literal. "El hecho de que Indiana Jones haga sentir a cualquiera que la vea que hay maravillas y aventuras que vivir ahí fuera es algo muy bueno. Porque eso forma parte de lo que somos como humanos. Somos exploradores. Y todavía existe una frontera de exploración. Y por muy fantásticas que sean esas historias, hay realidades (varios caminos de la realidad) donde pueden hacerse realidad".

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      Harrison Ford y la cruzada climática

      Para Ford, que en El dial del destino culmina una de las interpretaciones más largas que un actor ha hecho de un personaje en la gran pantalla, convertirse en el Dr. Jones no es difícil. "Me pongo la ropa. El personaje viene solo", dice. "Me resulta fácil. Le entiendo, entiendo su relación con las historias que contamos. Y me gustan esas historias". El tesoro al final de la aventura de Ford no está en duda. "Lo encontré. Es la naturaleza. Con todo su misterio y complejidad. Eso es lo que deberíamos proteger. La naturaleza sana es el mayor tesoro de todos y el que más peligro corremos de perder".

      Es un sentimiento que puede respaldar. Ford ocupa el cargo de Vicepresidente de Conservation International desde 1991, y contribuyó a la serie documental de National Geographic Planeta en peligro, en la que el actor arengó al Ministro de Silvicultura de Indonesia tras presenciar operaciones ilegales de aceite de palma. El "enfrentamiento" se convirtió en un incidente diplomático y el actor fue amenazado con la deportación. En 2018, su estruendoso discurso en la cumbre de Acción Climática Global de la ONU (en el que suplicó a los agentes del cambio reunidos que "paren, por el amor de Dios, la denigración de la ciencia") prácticamente hizo temblar el hemiciclo.

      "Supongo que me emocioné. Me apasiona", afirma Ford. Como era de esperar, muchos artículos sobre la filantropía de Ford en la escena mundial mencionaron a un arqueólogo poco convencional, aunque ninguno mordió el anzuelo para sugerir que el "Indiana Jones de la conservación" podría ser en realidad Indiana Jones.

      "Creo que hay mucho de mí en cada personaje que interpreto", dice Ford sobre si siente algún parentesco con su alter ego de ficción. "Indy y yo tenemos algunas cosas en común: nos interesa cómo funciona el mundo. El amor por los enigmas y los misterios. Una creencia en la bondad de la humanidad".

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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