¿Dónde surgió el fútbol? Esto dicen los arqueólogos

Aunque el deporte que conocemos hoy lo formalizaron los británicos, sus raíces se remontan a la China antigua o Mesoamérica.

Giovanni Navaro Cornelio, 30, (a la izquierda) y Arturo Sánchez, 32, juegan al ulama en Teotihuacán, México. El antiguo juego de pelota, que se cree que jugaban los mayas hace 3500 años, es un precursor del deporte que hoy conocemos como fútbol.

Fotografía de Alicia Vera, Redux
Por Erin Blakemore

Este artículo se publicó originalmente en junio de 2018 y ha sido actualizado el 13 de junio de 2023.

Índice

  • Los antiguos orígenes del fútbol
  • Sacrificios
  • Los colegios británicos le dan una vuelta de tuerca
  • El fútbol hoy

El fútbol es, con diferencia, el deporte más popular del mundo, y por una buena razón: con al menos 265 millones de seguidores en todo el mundo, es fácil jugarlo en un jardín o campo cualquiera e identificarse al instante con los jugadores que corren por estadios de todo el mundo. Prueba de ello fueron las multitudes que salieron a la calle para celebrar la victoria de Argentina en el Mundia de Qatar 2022

El deporte volvió a demostrar su resonancia global cuando se anunció que el argentino Lionel Messi, una de las mayores estrellas mundiales del balonpíe y para muchos el mejor jugador de la historia, pasaría a jugar para el Inter Miami de Estados Unidos. Pese a lo poco futbolero que es el país norteamericano, Messi copó las portadas de los periódicos más importantes.

Pero si buscas el primer ancestro de todas esas carreras, patadas y juego en equipo, vamos a tener que retroceder en el tiempo, dar la vuelta al mundo y, literalmente, evitar perder la cabeza. Te contamos lo que necesitas saber sobre los antiguos orígenes del fútbol y porqué hoy se ha convertido en el deporte rey.

Los antiguos orígenes del fútbol

Los chinos fueron los primeros en divertirse dando patadas a pelotas y metiéndolas en redes como deporte en el siglo III a.C., y el deporte conocido mundialmente como fútbol se formalizó en Inglaterra en el siglo XIX. Pero el predecesor de este deporte con balón más moderno tal y como lo jugamos hoy en día se encuentra en las Américas.

"La idea de deporte en equipo se inventó en Mesoamérica", afirma Mary Miller, profesora de historia del arte de la Universidad de Yale (Estados Unidos) que ha estudiado numerosas pruebas sobre el deporte.

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    Una bola de latex de origen olmeca, de unos 3000 años de antigüedad. No está claro si esta pelota se usaba para jugar o si era una pelota ritual. A juzgar por su buen estado, parece más que era lo segundo.

    Fotografía de Kenneth Garrett, Nat Geo Image Collection

    En Mesoamérica, la vasta región histórica que se extiende desde México a Costa Rica, las civilizaciones florecieron mucho antes de que Colón las "descubriera" y muchos de estos pueblos jugaban un deporte con una pelota pesada hecha de una sustancia derivada de la resina de los árboles. 

    No está claro dónde se inventó exactamente el deporte, pero era popular en muchas de las culturas mesoamericanas, como los teotihuacanos, los aztecas y los mayas, hace unos 3000 años. Su nombre variaba —ullamaliztli en azteca, pok-ta-pok o pitz en maya—, al igual que sus reglas, que incluían jugadas como mantener la pelota en juego dándole con partes del cuerpo o usando raquetas o bates.

    Muchos juegos se jugaban con una pelota de caucho de unos 7 kilos, que todavía encontramos en los registros arqueológicos. Otras evidencias del juego las encontramos desde en vasijas de cerámicas hasta en las más de 1300 relives escultóricos en piedra que se han hallado por toda la región.

    Estas antiguas civilizaciones perfeccionaron el proceso de elaboración de pelotas de caucho milenios antes de que apareciera el proceso moderno de vulcanización del caucho.

    «Es probable que estos pueblos hicieran miles de pelotas de caucho», afirma Miller. Añade que las pelotas eran huecas, aunque podían pesar hasta 7 kilogramos.

    Las bolas parecen haber sido prácticamente omnipresentes en las culturas que las valoraban y todavía existen muchas en el registro arqueológico. 

    El registro histórico contiene pruebas en forma de escritos de la era colonial por parte de Diego Durán, sacerdote dominicano cuyos testimonios en primera persona sobre la vida azteca incluyen una descripción del deporte tal y como se practicaba en 1585.

    Los jugadores aztecas lanzaban la bola de aquí para allá entre los equipos usando solo sus caderas y sus nalgas (no se permitía usar pies ni manos). Intentaban que rebotara sobre una línea central y tirarla contra la pared posterior de la pista de sus oponentes, y normalmente sufrían lesiones graves cuando les golpeaba la dura y pesada pelota.

    Si un jugador lograba meter la pelota por un anillo en el lado del equipo contrario, eso suponía una victoria automática.

    El ganador del partido, según escribió Durán, «era homenajeado como un hombre que hubiera vencido a muchos y ganado una batalla».

    Sacrificios

    Aunque se jugaba como deporte cotidiano, al igual que el fútbol o el baloncesto, este juego también ocupaba un lugar sagrado en la religión y la guerra para las culturas mesoamericanas. Los reyes aztecas supuestamente lo jugaban como sustituto de la guerra, obteniendo derechos de gobierno o aliviando dramas diplomáticos con un partido.

    En las culturas maya y de Veracruz había mucho más en juego. Los perdedores de algunos partidos rituales eran sacrificados.

    Los detalles no están del todo claros, pero algunas pistas estaban decoradas con escenas que representaban el sangriento sacrificio de los perdedores. El sacrificio y el deporte también están estrechamente relacionados en el mito de la creación maya: un par de gemelos juegan a la pelota y derrotan a los señores del inframundo sobre la pista, para acabar convirtiéndose en el Sol y la Luna.

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      En este relieve se representa un sacrificio humano que se celebró después de un partido de pelota antiguo. Estaba esculpido en una de las 17 canchas de pelota que se han encontrado en las ruinas de El Tajín, una ciudad prehispánica situada en lo que hoy es Veracruz, México.

      Fotografía de Martin Gray, Nat Geo Image Collection

      Los mayas "se enfrentaban a las deidades a diario en un juego de pelota", afirma Miller. "Existe un elemento central de conflicto entre humanos y deidades".

      Según Miller, pese a las pruebas de que a veces a los perdedores se les pasaba por el hacha, algunos arqueólogos del siglo XX se niegan a creer que mataran a todos excepto a los ganadores. Ella lo atribuye a un afán por su parte de representar a los mayas como excepcionales, no belicosos.

      "No se creen que los mayas cometieran sacrificios humanos", dijo. "Ahora sabemos que eso es una tontería, al igual que la idea de que un jugador victorioso fuera sacrificado". En la mitología maya, el perdedor del juego de pelota es decapitado, y los expertos actuales aceptan ampliamente que eran los perdedores, y no los ganadores, quienes eran sacrificados.

      Todavía quedan incógnitas sobre cómo se jugaba este deporte y cómo funcionaba el horrible rito que esperaba a los perdedores. Pero su espíritu, al que Miller se refiere como una «compleja mentalidad de grupo», sigue vivito y coleando en las encarnaciones modernas del deporte y en los millones de jugadores que cada día corren, zigzaguean y dan patadas por un campo de fútbol oficial o improvisada.

      Los colegios británicos le dan una vuelta de tuerca

      Aunque otras culturas precolombinas y pueblos indígenas australianos practicaban juegos similares, el deporte modernos conocido como fútbol nació en los colegios británicos. Aunque habían jugado versiones informales del juego desde hacía décadas, el deporte se formalizó en el siglo XIX.

      A mediados del siglo XIX, las innovaciones del transporte, trabajo y la tecnología permitieron a las personas tener más ocio y medios de viajar para competir en partidos en campos de césped segados. Para la década de 1840, una gran variedad de colegios británicos crearon sus propias reglas de juego, haciendo posible que se pudieran celebrar torneos entre jugadores que se regían por unas reglas comunes.

      Con el paso del tiempo, dos normativas de competición empezaron a ser la predominantes. El Sheffield Football Club permitía a sus equipos lanzar una falta si algún jugador inclumplía alguna de las reglas del juego. La Universidad de Cambridge prohibió a los jugadores llevar el balón en sus manos.

      A medida que el deporte ganaba adeptos, los jugadores se agruparon en la London Football Association.En 1877, Sheffield adoptó oficialmente las llamada "Reglas de Londres". Por aquel entonces, algunos equipos ya estaban haciendo fichajes, pagando en secreto a los jugadores de las ligas de la clase trabajadora.

      Los futbolistas de las clases altas querían que el deporte siguiera siendo amateur. Pero en 1885, finalmente aceptaron la participación de jugadores profesionales, permitiendo una mayor expansión del deporte. En 1904, el deporte era tan popular que había traspasado fronteras y nació la Fédération Internationale de Football Association (FIFA), con sede en Suiza, por eso su nombre estaba en francés.

      El fútbol hoy

      A partir de ese momento, el éxito del fútbol se disparó. Tras debutar en los Juegos Olímpicos de 1908 y la organización del primer Mundial de la FIFA en 1930, el fútbol profesional floreció. Hoy, la FIFA sigue siendo el órgano rector del deporte, con unos ingresos de casi 750 millones de euros solo en 2021 que se esperan aumenten en 2022 con la celebración del Mundial de Catar.

      Pero el corazón y el alma del deporte siempre ha sido el césped, donde todo el mundo, desde menores que pegan sus primeras patadas a un balón hasta profesionales que ganan mucho dinero pueden disfrutar del deporte. El espíritu del fútbol, que Miller califica como "un complicado pensamiento de equipo", está vivito y coleando tanto en las recreaciones modernas del antiguo juego de pelota como en los millones de futbolistas amateurs que corren, sudan y patean su camino cada día en un campo de fútbol, ya sea reglamentario o improvisado.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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