La plaga de la mosca negra invade los ríos españoles

Con más de 300.000 afectados en Madrid en cuatro años, la plaga de la mosca negra multiplicó los casos de picaduras casi por tres en diez años, según alertaba Sanidad el pasado verano. Y su proliferación continúa en aumento.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 5 nov 2020, 6:57 CET
Mosca negra plaga
Un enjambre de moscas negras sobrevuela el lomo de una vaca.
Fotografía de Design Pics Inc, Nat Geo Image Collection.

La mosca negra se multiplica a lo largo y ancho de nuestro territorio allí donde encuentra caudales limpios de agua que no tienen suficiente calidad como para ser  hábitat de sanguijuelas y otros depredadores de la mosca negra.

Madrid, Cataluña, Valencia, Aragón, Murcia y La Rioja son las comunidades más afectadas por la hembra de este insecto, que busca sangre con la que alimentar a sus huevos. Para ello, sus mandíbulas sierra cortan la piel, provocando que su picadura sea en realidad una mordedura que produce fuertes reacciones alérgicas y síntomas como altas fiebres que pueden llegar a durar semanas.

La saliva de este insecto va además equipada con anestésicos que hacen que no sientas la mordedura, así como anticoagulantes para obtener la sangre. Estas mismas sustancias son las que provocan las fuertes reacciones alérgicas que se observan tanto en los humanos como en el resto de los animales como el ganado.

Madrid y Aragón, en el punto de mira

En Madrid, la zona más afectada por la plaga abarca desde los ríos Henares y Jarama hasta los humedales del Parque del Sureste, afectando a municipios como Rivas Vaciamadrid o Torrejón de Ardoz, donde los casos pasaron de 1.001 en 2005 a las 2.894 en 2015, según datos de Sanidad.

Un primer plano de una mosca negra permite apreciar en su anatomía las pequeñas sierras con las que lleva a cabo la mordedura.
Fotografía de David Liittschwager, Nat Geo Image Collection

La sequía y el cambio climático han provocado que esta proliferación se convierta en una plaga de la que ya alertaban los datos de Sanidad el pasado verano: en algunos municipios como Torrejón de Ardoz, el número de picaduras se triplicó en tan solo diez años. Los bajos cauces provocados por la modificación del entorno y la sequía facilitan el crecimiento de la planta en la que esta mosca deposita sus larvas.

Un tratamiento eficaz de los ríos afectados con una bacteria que mata las larvas, así como un control de la planta en la que cría (macrofitos) son dos medidas que disminuyen notablemente el número de larvas de este insecto y, por tanto, de adultos.

Al contrario que especies invasoras como la avispa asiática o el mosquito tigre, la mosca negra es una especie autóctona que ha existido siempre en nuestro país, pero que ha terminado siendo una amenaza para la salud pública debido a su fuerte proliferación los últimos años.

La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla) aconseja tomar una serie de precauciones frente a este insecto, entre las que se encuentra vestir con ropa clara, evitar acumulaciones de agua cercanas, utilizar mosquiteras y evitar los cauces de los ríos, sobre todo a última hora de la tarde.

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