Japón ha empezado a soltar aguas residuales de la central nuclear de Fukushima al Pacífico; ¿deberíamos preocuparnos?

El plan para verter gradualmente más de un millón de toneladas de agua tratada procedente de la accidentada central nuclear de Fukushima ha dividido profundamente a naciones y científicos.

El 21 de febrero de 2021, un empleado de la Compañía Eléctrica de Tokio mide la radiación en el exterior de su central nuclear de Fukushima Daiichi, devastada hace una década por un terremoto. El vertido previsto por Japón de aguas residuales utilizadas para refrigerar los reactores dañados está suscitando polémica.

Fotografía de PHILIP FONG, AFP, Getty
Por Lesley M.M. Blume
Publicado 26 may 2023, 13:28 CEST, Actualizado 24 ago 2023, 18:12 CEST

El jueves 24 de agosto de 2023 el Gobierno japonés confirmó y puso fecha a una de las decisiones que muchos llevaban meses esperando: ha empezado a verter las aguas residuales en el océano. Pero no se trata del tipo de aguas residuales que fluyen desde las calles de la ciudad a los desagües. Se trata de aguas residuales nucleares tratadas utilizadas para refrigerar los reactores dañados de la central nuclear japonesa de Fukushima Daiichi, afectada por un terremoto y un tsunami hace más de una década.

Japón afirma que las aguas residuales, que contienen un isótopo radiactivo llamado tritio y posiblemente otros restos radiactivos, serán seguras. Los países vecinos y otros expertos afirman que supone una amenaza medioambiental que durará generaciones y puede afectar a los ecosistemas hasta Norteamérica. ¿Quién tiene la razón?

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Qué pasó en Fukushima y qué ha hecho Japón

Tras un terremoto de magnitud 9,1 en la costa este de la isla principal de Japón el 11 de marzo de 2011, dos olas de tsunami se abalanzaron sobre la central nuclear. Cuando tres de sus reactores se fundieron, los operarios comenzaron a bombear agua de mar para enfriar el combustible derretido. Más de 12 años después, el proceso de refrigeración en curso produce más de 130 toneladas de agua contaminada al día.

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    Más de un millón de toneladas de aguas residuales tratadas se almacenan en tanques de la planta. Sin más capacidad de almacenamiento, Japón afirma que no le queda más remedio que liberar el agua gradualmente en el océano.

    Fotografía de The Asahi Shimbun, Getty

    Desde el accidente, se han recogido, tratado y almacenado más de 1,3 millones de toneladas de aguas residuales nucleares en un parque de tanques de la central. Según el Gobierno japonés, el espacio de almacenamiento está a punto de agotarse, por lo que no queda más remedio que empezar a verter las aguas residuales al Pacífico.

    El plan de vertido de Japón consiste en liberarlas gradualmente a lo largo de las próximas tres décadas, aunque algunos expertos afirman que podría llevar más tiempo, dada la cantidad que se sigue produciendo. Mientras el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) (el organismo de vigilancia nuclear de la ONU) evalúa la seguridad del plan, algunos vecinos de Japón lo critican por unilateral y peligroso. Un alto funcionario chino lo calificó recientemente de riesgo "para toda la humanidad" y acusó a Japón de utilizar el Pacífico como "cloaca". El director del Foro de las Islas del Pacífico, organización que representa a 18 naciones insulares (algunas ya traumatizadas por décadas de pruebas nucleares en la región) la calificó de caja de Pandora. El 15 de mayo, el líder de la oposición surcoreana se burló de las afirmaciones de los dirigentes japoneses de que el agua es lo bastante segura para beber: "Si es suficientemente segura para beber, deberían utilizarla como agua potable".

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    "Un acontecimiento transfronterizo y transgeneracional"

    Ahora, los científicos estadounidenses temen que la vida marina y las corrientes oceánicas puedan transportar isótopos radiactivos nocivos (también llamados radionucleidos) por todo el océano Pacífico.

    "Se trata de un acontecimiento transfronterizo y transgeneracional", afirma Robert Richmond, director del Laboratorio Marino Kewalo de la Universidad de Hawái y asesor científico del Foro de las Islas del Pacífico sobre el plan de vertido. "Todo lo que se libere en el océano frente a Fukushima no se va a quedar en un solo lugar".

    Richmond cita estudios que demuestran que los radionucleidos y restos liberados durante el accidente inicial de Fukushima se detectaron rápidamente a 8500 kilómetros de distancia de la costa de California. Los elementos radiactivos de los vertidos de aguas residuales previstos podrían volver a extenderse por el océano, afirma.

    Los radionucleidos podrían ser transportados por las corrientes oceánicas, especialmente la corriente de Kuroshio que cruza el Pacífico. Los animales marinos que migran grandes distancias también podrían propagarlos. Un estudio de 2012 cita "pruebas inequívocas" de que el atún rojo del Pacífico portador de radionucleidos derivados de Fukushima llegó a la costa de San Diego (costa pacífica de Estados Unidos) en los seis meses posteriores al accidente de 2011. No menos preocupantes como portadores, dice Richmond, son los organismos flotantes libres de fitoplancton que son la base de la cadena alimentaria para toda la vida marina y pueden capturar radionucleidos del agua de refrigeración de Fukushima. Al ser ingeridos, esos isótopos pueden "acumularse en diversos invertebrados, peces, mamíferos marinos y seres humanos". Además, un estudio de principios de este año se refiere a los microplásticos (diminutas partículas de plástico cada vez más extendidas en los océanos) como un posible "caballo de Troya" del transporte de radionucleidos.

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      Richmond afirma que el hecho de que los científicos fueran capaces de detectar trazas de elementos radiactivos cerca de California tras el accidente de 2011 "es indicativo de lo que podríamos esperar" durante décadas de vertidos de aguas residuales. Richmond y sus colegas asesores científicos del Foro de las Islas del Pacífico publicaron recientemente un artículo de opinión en el que afirman que aún no se sabe lo suficiente sobre los posibles efectos de las aguas residuales en la salud humana y medioambiental, y pidieron a Japón que retrase los vertidos, pero parece que el Gobierno japonés no escucho sus ruegos.

      Richmond y sus colegas no son los únicos científicos estadounidenses que plantean urgentemente estas preocupaciones. El pasado mes de diciembre, la Asociación Nacional de Laboratorios Marinos de Estados Unidos (una organización con más de 100 laboratorios miembros en Estados Unidos o sus territorios) hizo pública una declaración en la que se oponía al plan de vertido de aguas residuales. Citaba "la falta de datos científicos adecuados y precisos que respalden la afirmación de seguridad de Japón". Los vertidos, según la declaración, pueden amenazar la "mayor masa de agua continua del planeta, que contiene la mayor biomasa de organismos... incluido el 70% de la pesca mundial".  

      Hay que ver los vertidos con perspectiva, dice Ken Buesseler, radioquímico marino y asesor del Foro de las Islas del Pacífico. El vertido accidental de materiales radiactivos de Fukushima al Pacífico en 2011 fue comparativamente masivo, afirma, pero aun así, los niveles detectados frente a la costa occidental de Norteamérica "fueron millones de veces inferiores a los niveles máximos frente a Japón, que fueron peligrosamente altos en los primeros meses de 2011."

      Dado que la distancia y el tiempo reducen los niveles de radiactividad, "no creo que las emisiones destruyan irreparablemente el océano Pacífico", afirma Buesseler. "No vamos a morir. Esta no es esa situación".

      Pero, añade, "no significa que no debamos preocuparnos".

      Los tanques de las aguas residuales almacenadas contienen diversos niveles de isótopos radiactivos como cesio-137, estroncio-90 y tritio, dice Buesseler, que se pregunta hasta qué punto es eficaz el sistema de filtración de aguas residuales para eliminar todos los elementos radiactivos de los tanques. La Tokyo Electric Power Company (TEPCO), propietaria y operadora de la central nuclear, utiliza un sistema que, según el OIEA, elimina 62 tipos diferentes de isótopos radionucleidos, excepto el tritio, una forma radiactiva del hidrógeno.

      Un portavoz de TEPCO dijo en un correo electrónico que el impacto de los vertidos sobre "el público y el medio ambiente será mínimo". Todas las aguas residuales serán "repetidamente purificadas, muestreadas y analizadas de nuevo para confirmar que las concentraciones de sustancias radiactivas están por debajo de las normas reguladoras" antes de ser vertidas. Aunque el sistema de filtración no puede eliminar el tritio, las aguas residuales tratadas se diluirán con agua de mar hasta que los vertidos contengan niveles de tritio inferiores a los liberados "por otras centrales nucleares tanto en Japón como en el resto del mundo", según el portavoz (el tritio es un isótopo comparativamente débil que no puede penetrar en la piel pero puede ser nocivo si se ingiere).

      Tres de los seis reactores nucleares de la central se fundieron cuando se produjo el desastre en marzo de 2011 y siguen emitiendo radiación en la actualidad. Los operadores comenzaron casi inmediatamente a bombear agua de mar en los reactores para enfriar el combustible fundido y los restos de combustible, y los trabajadores con equipos de protección se pusieron a limpiar el lugar.

      Fotografía de Pallava Bagla, Corbis, Getty

      Buesseler advierte de que el sistema de filtración aún "no ha demostrado ser eficaz todo el tiempo". Dice que hay otros "elementos muy preocupantes... que no han sido capaces de limpiar", como el cesio y el estroncio-90, un isótopo que aumenta el riesgo de cáncer de huesos y leucemia, lo que le ha valido la siniestra denominación de "buscador de huesos".

      Tras examinar los datos de TEPCO sobre algunos de los tanques de almacenamiento de aguas residuales, Buesseler y sus colegas afirman que, tras el tratamiento, las aguas residuales seguían conteniendo isótopos radiactivos cuyos niveles variaban significativamente de un tanque a otro. "Es injusto decir que se han eliminado con éxito", afirma. 

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      Estados Unidos y la ONU parecen dispuestos a apoyar los vertidos

      Preguntado por la postura de Estados Unidos ante los vertidos propuestos por Japón, un portavoz del Departamento de Estado expresó un cauto apoyo, afirmando en un comunicado que el país ha sido "transparente en su decisión y parece haber adoptado un enfoque acorde con las normas de seguridad nuclear aceptadas en todo el mundo". El portavoz se negó a comentar las preocupaciones específicas sobre la posible propagación de radionucleidos a través del Pacífico hasta las costas norteamericanas. Los representantes de los ministerios de Asuntos Exteriores de Canadá y México, los otros dos países del otro lado del Pacífico que podrían verse afectados primero, no respondieron a las múltiples peticiones de comentarios al respecto.  

      Un grupo de trabajo del Organismo Internacional de la Energía Atómica está examinando los vertidos de aguas residuales previstos en relación con las normas internacionales de seguridad y se espera que publique un informe a finales de junio con su evaluación final. El plan está "en consonancia con la práctica mundial", declaró Rafael Mariano Grossi, director general del organismo, en 2021. "Nuestra cooperación y nuestra presencia ayudarán a crear confianza (en Japón y fuera de él) en que la eliminación del agua se lleva a cabo sin un impacto adverso en la salud humana y el medio ambiente".  

      Richmond y Buesseler dicen que, aunque han tenido conocimiento de muchos de los mismos datos que el OIEA y se han reunido con representantes de TEPCO y del Gobierno japonés, siguen siendo escépticos.  

      "La raíz de este problema es que se están moviendo ya con un plan que aún no ha demostrado que vaya a funcionar", dice Buesseler. "Están diciendo: 'Podemos hacer que funcione. Lo trataremos tantas veces como haga falta'. Si quieres ponerle un apodo a este plan, es 'confía en nosotros; nos ocuparemos de ello".

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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