Este animal sobrevive con tan sólo dos horas de sueño al día

El sueño sorprendentemente corto puede ser una forma de que el elefante marino evite a los depredadores, un hallazgo intrigante del primer estudio sobre el sueño en mamíferos marinos en libertad.

Por Jessica Taylor Price
Publicado 21 abr 2023, 13:28 CEST
Una joven hembra de elefante marino, apodada Snoozy Suzy the Superweaner

Una joven hembra de elefante marino, apodada Snoozy Suzy the Superweaner, proporcionó la primera grabación salvaje de sueño en el entorno natural de un elefante marino. Suzy, vista aquí en el Parque Estatal de Año Nuevo, debe su apodo a que fue amamantada por dos madres y pesó 1800 kilos a los dos meses de nacer.

Fotografía de Jessica Kendall-Bar

El elefante africano ostenta el récord de ser el mamífero que menos duerme (unas dos horas al día), pero ahora el elefante marino le ha salido constón y a por su primer puesto.

Varios experimentos recientes de medición de las ondas cerebrales de elefantes marinos del norte en la bahía de Monterrey, California (Estados Unidos), han revelado que los animales dormían una media de sólo dos horas al día durante los siete meses del año que pasaban en el mar. Es una hazaña impresionante, teniendo en cuenta que los gorilas duermen 12 horas al día, los perros más de 10 y los leones hasta 20.

Jessie Kendall-Bar, entonces candidata al doctorado en la Universidad de California en Santa Cruz, descubrió la capacidad de los elefantes marinos mientras investigaba cómo duermen a cientos de metros bajo la superficie del océano estos grandes animales, cuyos machos tienen una nariz en forma de trompa.

En el primer estudio sobre el sueño de mamíferos marinos en libertad, descubrió que en mar abierto los elefantes marinos duermen menos de dos horas al día, mientras que en tierra dormitan más de 10 horas diarias. 

"Son capaces de tener esta especie de doble estilo de vida", afirma Kendall-Bar, exploradora de National Geographic que dirigió un estudio sobre el fenómeno publicado esta semana en la revista Science. "En cuanto a un mamífero que tenga ese grado de flexibilidad, es algo prácticamente sin precedentes".

Elefantes marinos del norte y leones marinos de California descansan en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de las Islas Farallon, en California. Los elefantes marinos machos pueden pesar más de 1000 kg.

Fotografía de Frans Lanting, Nat Geo Image Collection

Probando el nuevo casco

Observaciones anteriores habían demostrado que los elefantes marinos en mar abierto salen a la superficie durante un par de minutos cada vez, entre inmersiones de 10 a 30 minutos. Así que los científicos sabían que debían dormir bajo el agua. Pero aún así, "sabemos muy poco", afirma Daniel Costa, coautor del estudio, investigador de la UC Santa Cruz y Explorador de National Geographic. Roxanne Beltrán, también Exploradora de National Geographic en la UC Santa Cruz, fue una de las autoras del trabajo.

Para averiguar más, Kendall-Bar desarrolló un gorro que contiene el mismo tipo de sensores utilizados para realizar estudios del sueño en humanos. El aparato es impermeable, capaz de soportar grandes presiones de agua y lo bastante sensible para detectar las ondas cerebrales a través de la gruesa capa de grasa de la cabeza del animal. 

En 2019 en el Centro de Mamíferos Marinos, un hospital de animales en Sausalito, Kendall-Bar tuvo la oportunidad de probar su gorro para la cabeza en un elefante marino dormido traído para recibir atención médica, llamado Libélula. El dispositivo funcionó: "nuestra primera confirmación de que realmente podíamos detectar algo a través de centímetros de grasa", dice. Próxima parada: mar abierto.

Kendall-Bar probó con tres focas jóvenes salvajes. Utilizando un adhesivo, colocó el casco en una de ellas cuando estaban tumbadas en la playa. La foca se zambulló en el agua y regresó dos días después, lo que le permitió quitarle el capuchón. Las otras dos fueron equipadas y trasladadas del Parque Estatal de Año Nuevo a la cercana playa de Asilomar, en Monterrey, y los instrumentos se recuperaron días después.

(Relacionado: Un pequeño porcentaje de elefantes marinos hembra produce la mayoría de las crías)

Espiral del sueño de los elefantes marinos

Los cascos recogían datos sobre las ondas cerebrales, la frecuencia cardiaca, la profundidad de inmersión y los movimientos de los animales para determinar cuándo dormían. Kendall-Bar utilizó entonces los datos para extrapolar los patrones de sueño a lo largo del tiempo en focas adultas.

Descubrió que las focas no duermen en periodos de dos horas, sino en una serie de siestas de menos de 20 minutos cada una. Empezando en la superficie, las focas adultas realizan inmersiones de 10 minutos a grandes profundidades, normalmente entre 90 y 300 metros.

En ese momento, el animal entra en la primera fase del sueño, o sueño de ondas lentas. Después, entran en el sueño REM, cuando se paralizan y sus cuerpos giran sobre sí mismos en lo que Kendall-Bar llama una "espiral de sueño".

Al parecer, el sueño REM en profundidad es arriesgado, sobre todo por la imposibilidad de escapar de los depredadores. "Que un animal haga esto bajo el agua y se quede en ese estado paralítico me parece escalofriante", afirma Terrie Williams, coautora del estudio e investigadora de la UC Santa Cruz. 

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      Izquierda: Arriba:

      Una cría de elefante marino del norte se acerca a la cámara. Esta gran especie pasa siete meses al año en mar abierto.

      Fotografía de Thomas Peschak, Nat Geo Image Collection
      Derecha: Abajo:

      Los elefantes marinos migran en busca de alimento, pasan meses en el mar y a menudo se sumergen en las profundidades para buscar comida. En invierno regresan a sus colonias para reproducirse y dar a luz.

      Fotografía de Bates Littlehales

      Evitar a los depredadores

      Pero lo que probablemente ocurre es que las focas duermen a profundidades que sus principales depredadores (tiburones y orcas) raramente frecuentan.

      "Básicamente, el elefante marino utiliza su capacidad de bucear a gran profundidad como mecanismo de protección", afirma Kendall-Bar, ahora becaria postdoctoral en el Instituto Oceanográfico Scripps (Estados Unidos). "No tiene que mantener un ojo abierto ni permanecer despierto. Duerme con todo el cerebro".

      Especula que este comportamiento de sueño se desarrolló debido a la necesidad de las focas de buscar alimento durante largos periodos en mar abierto, como medio de soportar su gran peso corporal que puede superar los 2000 kilos. "Están hechas para estar en el mar durante mucho tiempo".

      "Lo realmente interesante de este estudio es que es el primero que examina la actividad de las ondas cerebrales y otros indicadores del sueño en un mamífero marino en libertad que bucea a gran profundidad", afirma Jane Khudyakov, profesora asociada del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad del Pacífico en Stockton (California), que no participó en la investigación.

      "La mayoría de los estudios anteriores sobre el sueño en mamíferos marinos se realizaron en cautividad [durante la inmersión en piscinas] o en tierra".

      Khudyakov también advierte que comparar las dos horas de sueño de un elefante marino con, digamos, nuestras siete horas, no es tan lineal: por un lado, la necesidad de sueño REM y no REM varía mucho entre mamíferos, incluso entre los estrechamente emparentados.

      "Quizá nos parezca poco porque no comprendemos del todo la diversidad de adaptaciones y funciones del sueño en los distintos animales", explica por correo electrónico.

      Los elefantes marinos del norte (vistos en la Reserva Estatal de Ano Nuevo) duermen hasta 10 horas al día durante los meses que permanecen en tierra, lo que contrasta con sus hábitos oceánicos.

      Fotografía de Frans Lanting, Nat Geo Image Collection

      Sigue siendo un misterio cómo los elefantes marinos pueden sobrevivir en mar abierto durmiendo tan poco.

      Costa señala que los animales grandes, como los elefantes africanos, tienen un metabolismo más lento, lo que les permite dormir menos. Williams especula con la posibilidad de que las focas pospongan los "procesos de reparación" que tienen lugar durante el sueño hasta que llegan a la playa y pueden descansar en serio. 

      En cuanto a Kendall-Bar, más que calificar su estudio de descubrimiento, lo considera un gran privilegio. "Los animales llevan tanto tiempo haciendo esto que es un honor observarlo y que me cuenten este secreto".

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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