Koala, un icono dormilón
Pese a que parezca un oso de peluche el característico animal australiano tiene más en común con los canguros que con los osos.
A pesar de que parecen verdaderos osos de peluche, este adorable animal es un marsupial emparentado con los canguros que nada tiene que ver con los osos. Este animal icónico de Australia, que no está incluido entre los símbolos nacionales del país, se alimenta a base de hojas de eucalipto y es capaz de dormir hasta tres cuartas partes del día. Pero, pese a la falta de reconocimiento oficial, su imagen está estrechamente ligada a la del país oceánico.
Como la mayoría de los marsupiales tienen bolsas donde se desarrollan los recién nacidos, y en el caso de los koalas, las hembras - que suelen dar a luz a una única cría cada vez - llevan a los recién nacidos en la bolsa durante seis meses aproximadamente.
Un koala recién nacido es del tamaño de una gominola. Llamado joey, el bebé nace ciego y sin orejas. Tan pronto como nace, esta pequeña criatura se abre camino desde el canal de parto hasta la bolsa de su madre. Usando dos sentidos con los que nace bien desarrollados, el olfato y el tacto, junto con sus fuertes patas delanteras y un instinto que le dice en qué dirección dirigirse, el bebé koala llega hasta la bolsa.
Cuando la cría ha estado en la bolsa durante unos seis meses, su madre comienza a producir una sustancia especial llamada papilla. El joey se alimenta de ella además de la leche que ya está recibiendo. La papilla proviene de los intestinos de la madre y contiene bacterias que el joey necesita tener en su interior para poder digerir una dieta adulta de hojas de eucalipto.
Alrededor de los siete meses, el joey deja la bolsa para comer hojas, pero regresa para amamantar. Para cuando el joey tiene alrededor de un año, deja de mamar y solo come hojas. Cuando la cría sale de la bolsa se agarra a la espalda de su madre o a su tripa, acompañándola a todas partes.
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Hábitat, comportamiento y dieta de los koalas
Los koalas viven en el este de Australia, donde hay más eucaliptos; les gustan tanto estos árboles que casi nunca los abandonan. Además, gracias a sus extremidades y dedos oponibles se mantienen cómodamente sobre ellos. Los koalas pueden dormir hasta 18 horas al día, sujetos en las ramas y rincones de los árboles.
Cuando no están durmiendo se alimentan de las hojas de eucalipto, especialmente por la noche. No beben mucha agua, por lo que su hidratación proviene de las mismas hojas. Cada koala come una gran cantidad comparado con su tamaño: aproximadamente un kilogramo al día. A veces las almacenan en una especie de bolsa que tienen en las mejillas, como los hámsters y otros roedores.
Poseen un sistema digestivo especial con un estómago muy largo que les permite digerir las duras hojas de eucalipto y que evita que su veneno les haga daño. Los koalas comen tal cantidad de estas hojas que tienen un olor muy peculiar que recuerda a las pastillas para la garganta.
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Amenazas a la supervivencia
El número de koalas se desplomó a finales del siglo XIX y principios del XX debido a la caza por su piel. Ahora enfrentan serias amenazas por la pérdida de su hábitat. La limpieza de tierras, la tala y los incendios forestales, especialmente la devastadora temporada 2019-2020, han destruido gran parte del bosque en el que viven. Los koalas necesitan mucho espacio, alrededor de cien árboles por animal, un problema apremiante a medida que los bosques de Australia continúan reduciéndose.
Mientras Australia vivía esa oleada masiva de incendios, corrieron muchos rumores acerca de su extinción funcional, ya que su única defensa es trepar más alto de los árboles, una defensa inútil contra un incendio forestal de gran intensidad. Imágenes de cientos de koalas quemados recorrieron los medios del mundo entero como símbolo de los estragos que había provocado el fuego.
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En 2016, los expertos estimaban que Australia albergaba unos 329 000 koalas, que representan un descenso medio de un 24 por ciento en las poblaciones en las tres últimas generaciones. Gracias a los programas de reintroducción han vuelto a aparecer en su hábitat natural, pero siguen siendo pocos y están dispersos. Los koalas necesitan mucho espacio, unos cien árboles por koala, lo que supone un problema grave debido a la disminución de los bosques australianos.
Los koalas están catalogados como vulnerables por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que nombró a la especie como uno de los 10 animales más vulnerables al cambio climático. El aumento del dióxido de carbono en la atmósfera está disminuyendo la calidad nutricional de las hojas de eucalipto (que ya es bastante baja) y provoca sequías e incendios forestales más prolongados e intensos.
En respuesta a la sequía, los koalas se ven obligados a dejar de dormir la siesta y bajar de los árboles para buscar agua, gastando una energía muy necesaria y poniéndolos en un mayor riesgo de depredación por parte de dingos y búhos grandes. También corren el riesgo de ser atropellados por automóviles y atacados por perros. La clamidia está muy extendida en algunas poblaciones de koalas y puede causar ceguera, infertilidad y, a veces, la muerte .