Así entrenan los científicos del MOSAiC, la mayor expedición ártica de la historia

Cientos de personas se han preparado para una expedición diseñada para averiguar qué significa el calentamiento del Ártico para la humanidad.

Por Sarah Gibbens
fotografías de Esther Horvath
Publicado 18 sept 2019, 15:30 CEST
Entrenamiento MOSAiC
Simulan los vientos y la oscuridad de una tormenta en una piscina de entrenamiento en Alemania. El entrenamiento es obligatorio para quienes participan en las primeras tres etapas de la expedición MOSAiC. Si se quedasen atrapados, los participantes deben saber cómo enfrentarse a las malas condiciones del océano para llegar hasta una balsa salvavidas.
Fotografía de Esther Horvath, National Geographic

Se enfrentarán a unas de las condiciones más duras del planeta: noche polar, oscuridad total, tormentas intensas y temperaturas que pueden alcanzar casi -45 grados centígrados.

Por eso Markus Rex, el científico atmosférico que dirige una expedición de 600 personas al Ártico —la mayor hasta la fecha—, ha pensado en todo lo que puede ir mal.

«Tenemos planes para todos los casos, incluso la posible pérdida del buque», afirma, aunque cree que es improbable.

Esta expedición de 150 millones de dólares, llamada MOSAiC (Multidisciplinary drifting Observatory for the Study of Arctic Climate), durará un año entero y participarán personas de 19 países.

Será la expedición al Ártico más larga y multitudinaria de la historia y la primera gran expedición ártica en una región que el cambio climático está calentando más deprisa que cualquier otro lugar del planeta.

El barco, que zarpará el 20 de septiembre de Tromsø, Noruega, se colocará en la deriva transpolar y flotará, atrapado en hielo durante un año, hacia el norte de Groenlandia. La mayor parte de la expedición tendrá lugar en un rompehielos alemán llamado Poalrstern, pero otros cuatro rompehielos suministrados por Suecia, Rusia y China llevarán pasajeros y suministros de forma periódica.

Los participantes en la etapa de la noche polar tendrán que investigar con cuidado. Los ecólogos que estudian el fitoplancton y las algas solo utilizarán lámparas rojas (la luz blanca podría alterar sus patrones estacionales). Los guardias deberán llevar gafas de visión nocturna para vigilar en busca de osos polares. Los días tendrán una estructura fija para garantizar que todo el mundo mantenga sus ritmos circadianos.

¿Por qué vale la pena este viaje tan extenuante?

Las temperaturas del Ártico aumentan y esto influye más que la banquisa.

«El Ártico es la zona donde se crea gran parte del tiempo atmosférico», afirma Rex. «Comprender el Ártico nos ayuda a comprender los fenómenos meteorológicos extremos».

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      Si un pasajero del Polarstern cae por la borda, quizá haya que rescatarlo en helicóptero. En la foto, un participante había nadado hasta el arnés para que lo izaran. En esta piscina, se simulan olas y vientos intensos.
      Fotografía de Esther Horvath, National Geographic
      María Josefa Verdugo hará su investigación de doctorado durante el tiempo que pase en el Polarstern. En la foto, se pone un traje de buceo grueso para su entrenamiento.
      Fotografía de Esther Horvath, National Geographic
      Los participantes saltan al agua desde un saliente a 4,5 metros de altura.
      Fotografía de Esther Horvath, National Geographic

      El contraste entre el aire frío de los polos y el aire tropical caliente contribuye a la circulación uniforme de la corriente en chorro polar por el hemisferio norte. Cuando aumenta la diferencia térmica, la corriente en chorro oscila y una masa arremolinada de aire frío llamada vórtice polar envía ráfagas de aire invernal gélido hacia el sur.

      Los expertos sostienen que el debilitamiento de la corriente en chorro es parcialmente responsable de la ola de frío que hizo que algunas partes de Estados Unidos estuvieran más frías que el Ártico el año pasado. Algunas investigaciones han vinculado el debilitamiento de la corriente en chorro a más olas de calor e inundaciones.

      «En última instancia, este diseño pretende mejorar nuestros modelos», afirma Matthew Shupe, científico de la Universidad de Colorado y del Laboratorio de Investigación del Sistema Tierra de la NOAA que participará en la expedición. «Por eso vamos a ir ahí fuera. Creo que aprenderemos mucho sobre los procesos físicos que informan nuestras capacidades predictivas».

      Shupe decidió que quería hacer un viaje de un año al Ártico en 2009, tras una expedición de seis semanas en 2008 que le dejó la sensación de que el tiempo de la investigación había sido demasiado corto.

      «No tenía ni idea de dónde venía el hielo ni de a dónde iba», afirma.

      Tanto él como otros investigadores estaban de acuerdo: debía ser un año. Un año tomando mediciones precisas y observando cambios estacionales aportaría los datos brutos necesarios para crear el tipo de modelos climáticos que nos desvelarán qué podría ocurrir cuando el Ártico se caliente.

      En un campo de tiro de Cuxhaven, Alemania, la ecóloga Susanne Spahic aprende a manejar una escopeta. Los guardias acompañarán a los científicos durante la investigación llevada a cabo sobre el hielo para protegerlos de los osos polares, pero todos deben estar preparados.
      Fotografía de Esther Horvath, National Geographic

      Esta vez, Shupe observará las nubes.

      «Hay todo tipo de cosas maravillosas en las nubes del Ártico: sus efectos radiativos y los efectos en el balance energético terrestre que determina factores como el derretimiento y la congelación de la banquisa», afirma.

      «También podremos presenciar la evolución completa de la capa de hielo», afirma Don Perovich, físico experto en la banquisa de la Universidad de Darmouth que participará en la quinta etapa de la expedición, a finales de mayo.

      Quiere saber qué ocurre con el calor absorbido por el océano. ¿Derrite la parte inferior del hielo? ¿Los laterales? O quizá se queda atrapado en el mar, donde puede afectar a la formación del hielo el año siguiente, creando un ciclo de retroalimentación positivo que acelera el calentamiento.

      «Es una cuestión planteada cuando escribí mi tesis de doctorado en 1983, así que llevo mucho tiempo pensándolo», afirma.

      ¿Cómo se preparan los pasajeros?

      La investigación del hielo es físicamente complicada y, de ocurrir una emergencia a bordo o fuera del barco, los pasajeros tardarían días en recibir ayuda. Por eso muchos de los que subirán a bordo del Polarstern han tenido que pasar por un programa de entrenamiento riguroso donde aprenden a extinguir incendios, evacuar el barco y disparar con rifles en caso de ataque de oso polar.

      «Los osos polares no son nada nuevo», afirma Hans Honold, guardia durante la primera etapa del viaje.

      Honold sirvió en las Fuerzas Armadas alemanas y depués se convirtió en guía de montaña y polar especializado. Cree que la noche polar podría ser dura psicológicamente, pero afirma que pasar mucho tiempo lejos de casa no le es ajeno.

      En cada estación de investigación en el hielo, Honold y su equipo establecerán un perímetro vallado de 3,2 kilómetros. Una vez allí, se sentará con sus gafas de visión nocturna y escrutará el horizonte. Si avista un oso, la partida deberá regresar al barco de inmediato. Si no tienen tiempo suficiente, el barco tocará la bocina para ahuyentar al oso.

      Utilizarán una pistola de bengalas no letal y un espray de pimienta antes de disparar un rifle, el último recurso que nadie quiere utilizar, según insiste Honold.

      «Todo es posible con un oso polar», afirma. «Algunos son peligrosos, pero la mayoría solo tienen curiosidad y quieren saber qué pasa, ver si es algo que pueden comer».

      Otros retos de la expedición se derivarán de vivir en un lugar cerrado, compartir espacio con desconocidos y estar lejos de los seres queridos.

      «No llevamos un psicólogo a bordo, pero nuestros directores tienen formación para hacer frente a situaciones de estrés y tratar a personas que están a punto de sufrir una crisis», afirma Rex. «Todos saben que dependemos los unos de los otros».

      «Un incendio a bordo es lo peor que puede pasar», afirma el capitán Stefan Schwarze. Es fundamental enseñar a los pasajeros a extinguir incendios. Debido al esfuerzo físico que exige, se requiere una valoración médica para entrar en el curso. Para la fotógrafa Esther Horvath, la extinción de incendios fue la parte más difícil del curso a bordo del Polarstern: «Me dio la sensación de que iba a desmayarme».
      Fotografía de Esther Horvath, National Geographic
      Susanne Spahic (izquierda) y Till Dürrenberger se entrenan para rescatar a una persona de la proa de un barco rodeada de humo denso y con un traje de bombero completo. Los participantes tuvieron que subir dos pisos, encontrar un maniquí y llevarlo a la cubierta del barco.
      Fotografía de Esther Horvath, National Geographic
      Mientras entrenaban, los participantes se cubrieron la cara con máscaras azules de plástico que simulaban la escasa visibilidad del humo en un barco incendiado. Las temperaturas de la simulación son altas, lo que hace que el rescate sea exigente físicamente.
      Fotografía de Esther Horvath, National Geographic

      El Polarstern también cuenta con una sauna, una piscina y un gimnasio donde pasar el poco tiempo libre que haya.

      Un legado duradero

      Perovich compara la expedición MOSAiC con un célebre viaje al Ártico de 1896 dirigido por el explorador noruego Fridtjof Nansen, que pretendía ser el primero en llegar al polo. Aunque no lo logró, el barco de Nansen flotó a lo largo de la misma corriente que tomará el Polarstern.

      Cien años después de que aquellos exploradores partieran al Polo Norte, el Ártico se ha calentado mucho. Una investigación sugiere que el Ártico se calienta el doble de rápido que el resto del hemisferio norte.

      «Es el primer gran experimento sobre océano Glacial Ártico en el nuevo océano Glacial Ártico», afirma Perovich.

      «El legado son los datos. Recopilaremos un conjunto de datos increíble para que la gente lo use durante las próximas décadas», añade. «Queremos ser capaces de predecir qué va a ocurrir. Para hacerlo, primero hay que observar qué está ocurriendo y comprender las causas de esos cambios».

      Esther Horvath es una fotógrafa que documenta las regiones polares.
      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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