Las lecciones de Corea del Sur para salvaguardar la biodiversidad de marismas, costas y humedales

Después de que dos tercios de las marismas del país se perdieran por el desarrollo de la costa, los científicos surcoreanos se propusieron demostrar por qué este ecosistema es tan esencial.

El sol se pone sobre una llanura mareal en el suroeste de Corea del Sur. Las llanuras mareales son un tipo de ecosistema que sirve de hábitat a la fauna y ayuda a combatir el cambio climático.

Fotografía de Photographs by Youngrae Kim
Por Anna Jeanine Kim
Publicado 17 ago 2023, 14:37 CEST

Mientras Byeongwoo Lee camina lentamente por una llanura de marea arenosa en Yubudo, una pequeña isla de la costa occidental de Corea del Sur, el guía ornitológico lo hace en silencio.

"Ahora no puedes ver los pájaros", dice Lee: "Puedes sentirlos".

A través del catalejo, apenas era posible distinguir sus formas borrosas en la oscuridad, y oír el suave pero potente "whhhrrr-reet-reet-reet" de decenas de miles de aves mientras se alimentaban en la orilla y en las aguas poco profundas.

Al salir el sol, la marea retrocedió hasta dejar al descubierto casi 10 kilómetros de fondo marino fangoso. Canales de agua como ramas de árbol entrecruzaban el lodo rebosante de cangrejos, almejas, caracoles y gusanos marinos.

Según la hora del día, las llanuras mareales están completamente sumergidas o expuestas al aire. Aquí, durante la marea baja, los canales de marea atraviesan una llanura mareal expuesta cerca de un barrio residencial de Muan (Corea del Sur).

Fotografía de Photographs by Youngrae Kim

Las llanuras costeras como ésta son un tipo de humedal que se encuentra en las costas de todo el mundo. Las llanuras de marea del Mar Amarillo de Corea, como las de la isla de Yubudo, forman el corazón de una ruta de casi 30 000 kilómetros que recorren 50 millones de aves playeras en su migración desde el este de Rusia y Alaska en el verano boral hasta Australia y Nueva Zelanda en el invierno del hemisferio norte.

Muchas de ellas sólo se detienen una vez en sus maratonianos viajes, y las llanuras costeras de Corea del Sur les proporcionan alimento y refugio esenciales.

Sin embargo, a pesar de su importancia crítica para el medio ambiente, muchas corren el riesgo de desaparecer. Algunas de las más importantes, y más amenazadas, se encuentran rodeando el Mar Amarillo a lo largo de las costas de China y el lado occidental de la península coreana.

Durante décadas, la gente ha transformado estos humdales en zonas industriales y granjas, reduciéndolas a áreas más pequeñas y llevando a algunas especies al borde de la extinción. Pero a medida que la ciencia demuestra que estos humedales benefician a la fauna y ayudan a combatir el cambio climático, los científicos y conservacionistas surcoreanos se esfuerzan por salvar y restaurar lo que queda.

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      Durante una ceremonia anual que tiene lugar en la primera luna llena del Año Nuevo Lunar, Gwangho Chu se inclina ante una mesa ceremonial colocada en una llanura mareal de Wando, una pequeña isla de Corea del Sur. Las comunidades costeras de la región del Mar Amarillo han seguido honrando la tradición centenaria de celebrar a los espíritus ancestrales del mar y rezar por una buena cosecha de las marismas.

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      Marisco en un restaurante de Yamido, una pequeña isla unida ahora a tierra firme por la construcción de un dique de 33 kilómetros de largo en el marco del proyecto de desarrollo de Saemangeum. Muchos de los residentes que viven alrededor del dique solían ganarse la vida trabajando en la industria del marisco, pero la destrucción de las marismas cercanas redujo significativamente sus cosechas, amenazando su sustento.

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      De izquierda a derecha, Okji Kim, Yangim Kim y Sunim Bae trabajan juntos para hacer gamtae-kimchi, un tipo especial de kimchi hecho con algas marinas en lugar de col. Con escasas tierras de cultivo, las comunidades costeras han dependido tradicionalmente de la abundancia de marismas, desarrollando una cultura culinaria única a lo largo de miles de años.

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      Por qué las llanuras de marea son un motor medioambiental

      "Las llanuras de marea hicieron posible la relación entre el hombre y el mar", afirma Joon Kim, investigador del Instituto de Investigación Jeonnam que estudia la cultura en torno a las llanuras costeras coreanas.

      Desde la prehistoria, las comunidades costeras de Corea del Sur han dependido de estas llanuras para recolectar almejas, cangrejos, pulpos y algas, adaptando su modo de vida a las mareas. Su biodiversidad y abundancia inspiraron muchas cocinas locales muy apreciadas, una cultura costera única y una economía pesquera valorada en más de 300 millones de euros al año.

      Estos mismos ecosistemas ayudan ahora a combatir el cambio climático.

      Las universidades surcoreanas colaboran con el Gobierno para estudiar las llanuras de marea y su capacidad para limpiar las aguas contaminadas, proteger a las comunidades costeras de las tormentas y mitigar el cambio climático absorbiendo dióxido de carbono.

      Las llanuras costeras coreanas están llenas de diminutos organismos unicelulares llamados diatomeas bentónicas que se hunden en el fango al completar su ciclo vital, enterrando el dióxido de carbono en el sedimento profundo, explica Jong Seong Khim, científico marino y profesor de la Universidad Nacional de Seúl.

      Inok Lee, investigadora de la Universidad Nacional de Seúl, entrega una muestra de sedimentos a su colega frente al dique de Saemangeum. Científicos como Lee estudian cómo el proyecto de desarrollo a gran escala está dañando la calidad del agua y la fauna marina.

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      La diversidad y el número de diatomeas bentónicas hacen que las llanuras de marea surcoreanas sean únicas, al igual que su espeso lodo, de más de 30 metros de profundidad en algunas marismas.

      En 2021, Khim y sus colegas publicaron un estudio según el cual las llanuras costeras de Corea del Sur absorben 260 000 toneladas anuales de dióxido de carbono, lo que equivale a retirar de la circulación unos 110 000 coches al año.

      Ese mismo año, el Gobierno surcoreano anunció un proyecto de cuatro años para recuperar las llanura costeras y las salinas con el fin de luchar contra el cambio climático.

      Kim espera que, al demostrar la eficacia de las marismas para almacenar carbono, los gobiernos y los grupos conservacionistas las reconozcan como valiosas y eviten su destrucción.

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        Personas pasean en barcas de recreo por un canal artificial en un parque urbano de Songdo (Corea del Sur). Songdo, antaño un próspero ecosistema de llanuras mareales, se construyó en terrenos ganados al mar y fue aclamada por crear "una ciudad de la nada". En los últimos 70 años, Corea del Sur ha perdido más de dos tercios de sus llanuras mareales debido a proyectos de recuperación como éste.

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        Por qué están en peligro las llanuras costeras

        En los últimos 70 años, Corea del Sur ha pasado de ser un país devastado por la guerra a una nación industrial altamente desarrollada. Durante este rápido cambio, dos tercios de sus marismas han desaparecido.

        En un país rodeado de océano por tres lados, como Corea del Sur, la ingeniería de terrenos sólidos y secos sobre terrenos anegados (un proceso conocido como recuperación de tierras) puede ampliar el territorio o crear más tierras de cultivo.

        De todas las amenazas que se ciernen sobre las llanuras mareales (como el aumento del nivel del mar y la contaminación), la recuperación de tierras es la que más pérdidas ha provocado.

        Los científicos sólo están empezando a comprender el verdadero alcance de esta pérdida a nivel mundial, pero un estudio reciente sugiere que el 16% de las llanuras mareales del mundo han desaparecido en las últimas décadas.

        "Hemos llegado a un punto en el que debemos plantearnos qué podemos hacer para recuperar estos ecosistemas", afirma Kim.

        El dique de Saemangeum, de 33 kilómetros de largo, es la estructura de este tipo más larga del mundo. Tras su construcción, decenas de miles de aves playeras desaparecieron de la zona, que solía ser uno de los hábitats más importantes de la región del Mar Amarillo.

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          En 1989, una imagen de satélite muestra el aspecto de las marismas que rodean el proyecto de urbanización de Saemangeum antes de que se iniciaran las obras.

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          En 2018, una imagen por satélite de esa misma llanura mareal revela el efecto de un dique de 33 kilómetros y de la construcción. El proyecto de recuperación de 40 000 hectáreas es siete veces mayor que Manhattan.

          fotografías de ESA, NASA, USGS

          Uno de los desarrollos costeros más controvertidos es Saemangeum, un proyecto de recuperación de 40 000 hectáreas, una superficie similar a la isla de La Gomera.

          En un principio, los promotores imaginaron Saemangeum como una vasta zona agrícola para el cultivo de arroz; luego, al cambiar la economía, prometieron convertirla en un corredor industrial.

          En 2006, a pesar de las demandas y protestas, un muro de 33 kilómetros de largo en Saemangeum privó al ecosistema del agua que necesitaba para existir. Fue sólo una parte de la transformación de la región y estableció el récord Guinness de la presa marina más larga del mundo.

          Millones de moluscos murieron cuando el muro separó el ecosistema de la marea.

          Decenas de miles de aves migratorias desaparecieron al no encontrar alimento ni lugar donde posarse. Murieron unas 90 000 aves, ahora en peligro de extinción, lo que redujo su población total en al menos un 24%.

          Mientras las excavadoras trabajan en la recuperación de llanuras mareales en Songdo, las aves playeras descansan durante su migración anual desde Australia hasta el Lejano Oriente ruso. La construcción de marismas en esta región destruye hábitats críticos para los 50 millones de aves migratorias que recorren esta ruta cada año.

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            Dongpil Oh y su hijo, Seungjun Oh, realizan estudios mensuales de las poblaciones de aves playeras en la llanura mareal de Sura, en Gunsan (Corea del Sur). Sura es una de las últimas llanuras mareales que quedan en el área recuperada de Saemangeum. Dongpil y Seungjun forman parte del Equipo Ciudadano de Investigación Ecológica de Saemangeum, una organización de base que aboga por la conservación y documenta las amenazas a las llanuras mareales afectadas por el Saemanguem.

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            Los correlimos gordos se alimentan de almejas y gusanos marinos en una llanura mareal cerca de Yubudo, una pequeña isla de la costa occidental de Corea del Sur. Alrededor del 80% de los playeros han desaparecido en las dos últimas décadas debido a la pérdida de hábitat.

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            No sólo sufrió la fauna salvaje. Antes del muro, la zona era conocida por las mejores almejas del país, con una industria pesquera que daba sustento a unas 20 000 personas. Casi todo eso desapareció.

            Y a pesar de las promesas de empleo hechas a la comunidad, los promotores han completado menos de la mitad de la recuperación, y gran parte de lo que se ha recuperado son solares vacíos sin urbanizar.

            Los promotores de Saemangeum planean ahora construir un aeropuerto sobre la última llanura de marea que queda, Sura, y está previsto que las obras comiencen en 2024. Los activistas han presentado una demanda para impedirlo, señalando que el lugar sigue siendo hábitat de especies en peligro de extinción, como las espátulas negras y los zarapitos del Lejano Oriente.

            "Es doloroso recordar lo mucho que ha cambiado. A veces olvidas lo hermoso que era en el pasado porque tus ojos se adaptan al aspecto que tiene ahora", dijo Dongpil Oh, uno de los activistas implicados y líder del Equipo Ciudadano de Investigación Ecológica de Saemangeum.

            Investigadores del Instituto Nacional de Ecología y voluntarios locales marcan crías de aguja colinegra con localizadores GPS en Incheon (Corea del Sur). Alrededor del 90% de estas aves playeras en peligro de extinción se reproducen en la costa occidental del país. Después de que su población mundial cayera por debajo de los 300 ejemplares a finales de la década de 1980, los esfuerzos de conservación han hecho que su número se sitúe en torno a los 5200 ejemplares. "Como depredador principal en las llanuras mareales, su salud puede indicar la salud del ecosistema en general", afirma el investigador Inki Kwon.

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              Las halófitas se tiñen de rojo en una llanura mareal de Sinan (Corea del Sur). Investigadores surcoreanos estudian cómo estas plantas tolerantes a la sal pueden aumentar la capacidad de las llanuras mareales para luchar contra el cambio climático absorbiendo carbono.

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              Un saltarín de fango de manchas azules salta durante una danza de apareamiento en marea baja en Sinan. Este insólito pez anfibio, que descansa en su madriguera durante la marea alta y se alimenta en el fango cuando la marea baja, está adaptado a los drásticos cambios diarios de la llanura mareal.

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              Una nueva era de conservación

              Tras 30 años de construcción, Saemangeum se ha convertido en sinónimo de colapso ecológico, pero también desencadenó un movimiento ecologista en Corea del Sur después de que la gente fuera testigo de lo que ocurre cuando se pierden las llanuras costeras.

              Dos años después de que se terminara el dique de Saemangeum, en 2008, el Gobierno surcoreano prohibió nuevos proyectos de recuperación a gran escala, aunque los que ya estaban en marcha, como Saemangeum, siguen estando permitidos.

              Según un informe publicado de 2023 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en 2019, la recuperación de marismas se estabilizó en Corea del Sur y la ganancia neta de la restauración apenas superó a la pérdida.

              Uno de los mejores lugares para ver los beneficios de este tipo de conservación es la Reserva del Humedal de la Bahía de Suncheon, en el extremo sur de la península. El humedal se salvó de la amenaza del desarrollo en los años 90, cuando residentes y activistas protestaron contra el plan del Gobierno de explotar el terreno.

              El guía ecoturístico Sunjeong Heo señala una bandada de aves sobre una llanura mareal en la Reserva de Humedales de la Bahía de Suncheon, en Corea del Sur. Este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, atrae a más de seis millones de visitantes al año y es un modelo para la conservación de las llanuras mareales y el ecoturismo en el país.

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              La bahía de Suncheon se convirtió en el primer humedal costero del país protegido internacionalmente, y sus marismas fueron designadas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2021, junto con otras cuatro marismas de Corea del Sur. Cada año, más de seis millones de turistas visitan el humedal y el cercano Jardín Nacional para ver animales salvajes como grullas encapuchadas y salteadores de fango de manchas azules.

              Con fondos municipales y nacionales, la Reserva del Humedal de la Bahía de Suncheon compró tierras de labranza cercanas a la costa, restaurando la conexión con el mar.

              Su enfoque holístico de la restauración ha introducido el cultivo orgánico de arroz para reducir la contaminación por escorrentía y oportunidades educativas para ecoturistas, residentes y niños de las escuelas locales. El éxito de Suncheon es un modelo para la conservación de llanuras mareales en todo el mundo.

              "Nuestro objetivo es que la marea vuelva a fluir como siempre lo ha hecho", afirma Sunmi Hwang, conservacionista de la reserva de humedales. "Y entonces la naturaleza se cura sola".

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                El sol se pone sobre la Reserva del Humedal de la Bahía de Suncheon durante la marea baja. Alrededor del 16% de las marismas del mundo han sido destruidas en las últimas décadas, pero la ciencia demuestra cada vez más la importancia de estos ecosistemas para preservar la vida salvaje y luchar contra el cambio climático.

                Fotografía de Photographs by Youngrae Kim

                El fotógrafo Youngrae Kim y la escritora Anna Jeanine Kim cuentan historias sobre la intersección de los seres humanos, la cultura y el medio ambiente. La National Geographic Society ha financiado su trabajo de documentación de la belleza y la importancia de los ecosistemas costeros desde 2022.

                Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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