Escudo de Veraguas, una isla conocida por sus frondosos bosques y sus aguas cristalinas

Descubriendo la cara remota y salvaje de Panamá de un modo nuevo y único

Una nueva iniciativa vincula a los viajeros con guías indígenas y rurales, abriendo el acceso a regiones que en gran medida no han sido tocadas por el turismo.

Escudo de Veraguas, una isla conocida por sus frondosos bosques y sus aguas cristalinas, está a una hora aproximadamente de Río Caña, una comunidad indígena ngäbe buglé, incluida en una nueva red turística de Panamá. La isla es el único lugar donde los viajeros pueden ver el raro perezoso pigmeo de tres dedos.

Fotografía de Luca Renner, imageBROKER, Getty
Por Stephanie Vermillion
Publicado 17 oct 2023, 0:30 CEST

Panamá es el patio de recreo de todo viajero aventurero, con excursiones por la selva tropical al son de los monos aulladores y paseos por la playa guiados por conservacionistas para ver anidar a las tortugas marinas por la noche. A pesar de estos atractivos naturales, el turismo del país se ha centrado durante mucho tiempo en su famoso canal y su bulliciosa capital. Sin embargo, una nueva iniciativa de turismo comunitario podría cambiar esta situación.

Ahora, los viajeros pueden adentrarse en la naturaleza y la cultura de Panamá de la mano de quienes mejor la conocen: las comunidades indígenas y rurales a través de la red SOSTUR. El portal digital permite a los visitantes reservar aventuras sostenibles en regiones poco explotadas por el turismo.

Los lugareños (cocineros, artesanos, conservacionistas) muestran a los trotamundos el lado menos trillado del país, desde excursiones por la selva y avistamientos de animales salvajes hasta clases de cocina tradicional y arte. Dada la lejanía, los visitantes suelen alojarse en casas de huéspedes o cabañas.

A su vez, las comunidades reciben importantes ingresos del turismo que mantienen la rica flora y fauna de Panamá. He aquí cómo vivirlo.

(Relacionado: Jaguares y ganaderos, un delicado equilibrio en Panamá)

Un impulso al turismo sostenible

Sobre el papel, Panamá cumple todos los requisitos del ecoturismo. Este pequeño país, de aproximadamente del tamaño de Castilla la Mancha, se encuentra en una de las regiones con mayor biodiversidad del planeta, según el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Su franja de selvas edénicas, montañas, manglares y humedales une Norteamérica y Sudamérica, con más de 1400 islas salpicadas de palmeras a lo largo de sus costas caribeña y pacífica. Animales como perezosos, monos, guacamayos y tortugas marinas figuran entre los cientos de especies del país.

Los pueblos indígenas (alrededor del 14% de la población) viven en el interior y en los alrededores de estos enclaves naturales, como las zonas de amortiguamiento de los parques nacionales y los bosques. Protegen gran parte de la biodiversidad del país.

A pesar de sus innumerables atractivos naturales, Panamá nunca se ha consolidado en el mapa del ecoturismo. "Es complicado analizar cómo Costa Rica tiene una industria turística enorme y multimillonaria [basada] en la naturaleza y la cultura y, sin embargo, al lado, un país que podría decirse que tiene tanta biodiversidad y diversidad cultural, lucha por atraer viajeros para estas cosas", dice Jamie Sweeting, presidente de Planeterra, una ONG que apoya a empresas de turismo comunitario.

El Parque Internacional La Amistad, que se extiende desde la frontera sur de Costa Rica hasta Panamá, es una de las mayores reservas naturales de Centroamérica.

Fotografía de Oyvind Martinsen, The Chiriqui Landscape Collection, Alamy

SOSTUR es un primer paso para impulsar el ecoturismo en Panamá. El sitio web del programa incluye una lista de operadores turísticos autorizados y con posibilidad de reserva que coordinan la logística para llegar a los 10 destinos piloto de la red y participar en experiencias basadas en la comunidad. La red forma parte del Plan Maestro de Desarrollo del Turismo Sostenible del Gobierno panameño, de cinco años de duración y 301 millones de dólares, que abarca hasta 2025.

El principal objetivo de la estrategia es aumentar el número de visitantes dando prioridad a las personas y la naturaleza. "El turismo comunitario es un vínculo con la conservación", afirma Annie Young, presidenta de SOSTUR y de la Fundación Panameña de Turismo Sostenible; "cuando una comunidad se da cuenta de que su patrimonio natural y cultural es su activo, sabe que tiene que apoyarlo".

(Relacionado: Esta antigua cárcel insular se ha convertido en un paraíso natural)

Las mejores aventuras comunitarias en Panamá

Rafting, senderismo y recolección de cacao en un bosque tropical

El pueblo naso habita desde hace mucho tiempo las cumbres y selvas tropicales del noroeste de Panamá, incluido el actual Parque Internacional La Amistad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y situado en la frontera entre Costa Rica y Panamá. Hay 11 comunidades naso que residen a lo largo del río Teribe y sus afluentes; cinco de ellas se han unido para formar parte del Camino Naso.

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      Izquierda: Arriba:

      Isabel Sánchez, colíder de la Organización de Mujeres Unidas de Bonyic, dirige un taller de cacao en el hotel Posada Media Luna, propiedad de mujeres.

      Derecha: Abajo:

      La Organización de Mujeres Unidas de Bonyic utilizó subvenciones para construir Posada Media Luna, una posada gestionada por mujeres, en 2010.

      fotografías de Stephanie Vermillion

      Los viajeros utilizan 4x4, canoas o balsas tradicionales (palos atados) para ir de pueblo en pueblo y realizar excursiones por la selva a través del Parque de La Amistad; almuerzos y compras de artesanía con artesanas locales; y clases de cocina y recolección de cacao tradicional.

      El alojamiento local, la Posada Media Luna, se encuentra en el pueblo de Bonyic. La Organización de Mujeres Unidas de Bonyic (OMUB) utilizó subvenciones para construir la posada gestionada por mujeres en 2010. Los ingresos generados por las estancias de los huéspedes ayudan a las mujeres naso a avanzar en su educación formal. "El turismo es fundamental en nuestra comunidad", dice Isabel Sánchez, colíder de OMUB; "aporta ingresos a nuestra organización y a nuestro grupo".

      Un hombre naso construye una balsa tradicional para que los turistas puedan flotar por el río Teribe.

      Fotografía de Stephanie Vermillion

      Observa multitudes de tortugas anidando

      Únete a un éxito real de conservación en Isla Cañas, una comunidad rural de la costa del Pacífico del país. Su recóndita costa es uno de los 11 lugares del mundo donde se puede ver la arribada, la llegada de cientos o miles de tortugas lora y golfina. Los reptiles llegan una vez al mes de julio a noviembre, explica Daniel Pérez, conservacionista y guía de Isla Cañas. Los viajeros admiran el fenómeno crepuscular mientras aprenden sobre las iniciativas locales de sostenibilidad.

      "La comunidad entiende que la protección y conservación de las tortugas es lo que trae más turismo", dice Pérez. Lo mismo ocurre con los manglares, que se enfrentan a amenazas como el desarrollo costero, la escorrentía de nutrientes y la extracción ilegal de carbón.

      En 2021, la comunidad puso en marcha la Ruta de los Manglares, un laberinto entre árboles y arbustos que da la bienvenida a piragüistas, navegantes y observadores de aves. El sendero incluye siete estaciones educativas donde los viajeros pueden aprender sobre esta especie vital. Las más de 160 000 hectáreas de manglares del país contienen 52 millones de toneladas de carbono. Es lo que ha ayudado a Panamá a convertirse en uno de los pocos países con emisiones de carbono negativas del mundo.

      Haz un safari en perezoso pigmeo y luego pruebe la artesanía indígena

      Río Caña, una comunidad de la comarca indígena Ngäbe-Buglé, es una de las paradas más remotas de SOSTUR. Se encuentra cerca del mar Caribe, de un azul intenso, y tiene acceso directo al Escudo de Veraguas, una isla paradisíaca habitada por el endémico perezoso pigmeo de tres dedos. Además de los safaris de perezosos, las excursiones de un día a la isla (que forma parte de la comarca) incluyen paseos por la playa y buceo con tubo en vibrantes arrecifes de coral.

      Un perezoso pigmeo de tres dedos, en peligro crítico de extinción, se agarra a un árbol en la isla de Escudo de Veragua, frente a la costa caribeña de Panamá.

      Fotografía de Stephanie Vermillion

      De vuelta a Río Caña, las mujeres locales acogen diversas experiencias culturales. Los talleres de artesanía se centran en las bolsas de chacara tejidas a mano con fibras vegetales. Las clases de cocina ofrecen platos tradicionales, como la ensalada de dachín, una verdura básica de la región. Los huéspedes se alojan en rústicos bohíos (cabañas con techo de paja) junto a la escuela de la comunidad.

      Al anochecer, los visitantes llegan a la protegida playa de Chiriquí con el grupo de base Ngäbe-Buglé para la conservación de las tortugas, una organización respaldada por Sea Turtle Conservancy. Los viajeros observan cómo científicos experimentados y jóvenes vigilan a las crías o a las tortugas que anidan, incluidas las colosales tortugas laúd. Los conservacionistas creen que Chiriquí es uno de los lugares de anidación de tortugas laúd más críticos de Centroamérica y del mundo.

      Stephanie Vermillion es periodista de viajes y actividades al aire libre, cineasta y fotógrafa. Sigue sus aventuras en X e Instagram.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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