Cómo las excursiones de observación de tortugas ayudan a la conservación

Desde la recogida de datos hasta el cuidado de las tortugas heridas, ¿por qué no participar en uno de los programas de conservación de tortugas marinas más importantes de la Tierra?

Por Caroline Taylor
Publicado 9 jun 2022, 16:56 CEST
Only one in a thousand leatherback turtles survive to sexual maturity and return to the place ...
Only one in a thousand leatherback turtles survive to sexual maturity and return to the place of their birth to lay their eggs, like this nesting mother in Matura, Trinidad. Critical turtle conservation programs welcome travelers to get involved in Trinidad and Tobago.
Fotografía de Mauricio Handler, Nat Geo Image Collection

Las tortugas marinas existen desde la época de los dinosaurios y han sobrevivido a múltiples eventos de extinción a lo largo de cientos de millones de años. Pero los efectos en cascada de la actividad humana han provocado un rápido declive de la población, y ahora seis de las siete especies de tortugas marinas se consideran amenazadas.

Hay lugar para la esperanza, gracias a la dedicada labor de los conservacionistas y las organizaciones comunitarias de todo el mundo. Es lo que ha convertido a Trinidad y Tobago (una nación de dos islas en el extremo sur del archipiélago caribeño) en una de las colonias de tortugas laúd más importantes del hemisferio occidental, y la segunda más grande, después de Gabón.

Cinco de las siete especies de tortugas marinas se encuentran en las aguas de Trinidad y Tobago. Aquí, la costa occidental de Tobago abraza el Mar Caribe.

Fotografía de Michael Melford, Nat Geo Image Collection

Cada temporada, los equipos de conservación de las islas dependen de los visitantes para ayudar a que estas criaturas tengan una oportunidad de luchar contra la multitud de amenazas que se ciernen sobre su supervivencia, como la destrucción del hábitat, los problemas de reproducción inducidos por el cambio climático y las capturas accidentales en alta mar.

Las excursiones de observación de tortugas que organizan proporcionan unos ingresos vitales para financiar la vigilancia y las patrullas, y los voluntarios (incluidos los viajeros del extranjero) impulsan ese trabajo sobre el terreno.

"Es, literalmente, nuestra pasión: nadie se mete en esto para ganar dinero", dice Giancarlo Lalsingh, que lleva 30 años en la conservación local, incluida más de una década en Save Our Sea Turtles (SOS Tobago). "Es muy duro. Pero el resultado de todo ese trabajo merece mucho la pena".

Independientemente de la capacidad o la experiencia, todo el mundo puede ayudar a las nuevas generaciones de tortugas marinas a sobrevivir contra viento y marea. Esto es lo que hay que saber sobre las amenazas a las que se enfrentan estos animales, y cómo se puede participar para ayudar.

Una historia de éxito de seis décadas

Trinidad y Tobago es quizás más conocida por los tambores de acero, el calipso, el limbo y el carnaval caribeño. Pero en la tranquilidad de los bosques y las playas aguarda otro tipo de encanto.

Por la noche, durante la temporada de anidación (a veces, pero muy raramente, a la luz del día), las tortugas comienzan a emerger del mar. Las grandes tortugas laúd dejan boquiabiertos a los espectadores, ya que pueden llegar a pesar 4000 kilos y medir 3 metros. Las madres que anidan se lanzan a tierra, primero tallan sus nidos y luego ponen de 80 a 100 huevos antes de camuflar laboriosamente las nidadas en la arena antes de volver lentamente al mar.

Las madres que anidan realizan múltiples visitas a la playa a lo largo de la temporada: hasta 10 en el caso de las tortugas laúd y cinco en el de las carey. Aproximadamente dos meses después, las pequeñas crías salen de la arena y se lanzan a mar abierto.

Menos de una de cada 1000 llegará a la madurez sexual 25 o 30 años después. Las hembras que lo consiguen harán el largo viaje de vuelta a las playas en las que nacieron para dar a luz a otra generación.

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    Una madre anidadora pone una nidada de huevos en la playa de Matura, en la costa noreste de Trinidad.

    Fotografía de Brian Skerry, Nat Geo Image Collection

    Tras dos meses en la arena, las crías de tortuga laúd emergen y se lanzan a mar abierto.

    Fotografía de Brian Skerry, Nat Geo Image Collection

    Cinco especies de tortugas marinas visitan las aguas de Trinidad y Tobago: laúd, carey, verde, caguama y golfina. Las tres primeras anidan en ambas islas, principalmente en las costas norte y este de Trinidad y en menor número en Tobago durante la temporada de anidación (de marzo a agosto para las tortugas laúd y de mayo a noviembre para las tortugas carey).

    Durante los meses de anidación, más de 6000 tortugas (y hasta 10 000) desovan en las playas de las islas. La mayor concentración se producirá en Grande Riviere, una playa de más o menos un kilómetro de largo en un remoto pueblo de la costa norte de Trinidad, y el lugar de anidación de tortugas laúd más denso del mundo. En una noche de gran afluencia en los meses álgidos (mayo y junio), pueden anidar hasta 500 tortugas sólo en esta playa; y hasta 400 en Matura, una playa más grande en la costa rural del noreste.

    "El número de tortugas laúd que anidan allí es casi como un evento de anidación masiva", dice Vanessa Bezy, una exploradora de National Geographic, bióloga marina y conservacionista de la vida silvestre de Estados Unidos que trabaja para proteger a las tortugas marinas en Costa Rica. "Donde yo estoy, las tortugas laúd están en peligro crítico de extinción. Creo que sólo quedan un par de cientos en esta parte del Pacífico".

    Los voluntarios son los responsables de que la humilde conservación de las tortugas de Trinidad y Tobago sea un éxito a escala mundial. Pasan incontables horas marcando, contando y midiendo a las madres que anidan; vigilando y a veces incluso reubicando los nidos; y ayudando a salvaguardar a las tortugas de los depredadores y las amenazas. Su duro trabajo ha hecho que la caza furtiva de carne y huevos de la tortuga laúd se reduzca casi a cero.

    Los voluntarios ayudan a las crías a encontrar el camino hacia las aguas abiertas. Sin esta ayuda, las jóvenes tortugas pueden desorientarse por las fuentes de luz artificial y ser presa de depredadores como perros y mapaches.

    Fotografía de Brian Skerry, Nat Geo Image Collection

    El Parque del Patrimonio de Pigeon Point, en Tobago, protege los hábitats de comunidades coralinas, bosques de manglares, tortugas carey y más de cien especies de peces.

    Fotografía de Michael Melford, Nat Geo Image Collection

    Esa labor comenzó en 1965 gracias a la colaboración entre la Universidad de las Indias Occidentales y el Club de Naturalistas de Campo de Trinidad y Tobago. En 1989, la División Forestal del país estableció una asociación de cogestión con las comunidades rurales donde anidan las tortugas, lo que propició el crecimiento de varias organizaciones comunitarias que impulsarían el esfuerzo de conservación en las décadas siguientes. Veintiocho de ellas forman ahora el Turtle Village Trust.

    Este enfoque distintivo dirigido por la comunidad, especialmente en Matura y Grande Riviere, se ha convertido en un modelo para iniciativas de conservación similares en todo el Caribe, y ha hecho que las organizaciones reciban premios locales e internacionales por su trabajo.

    Mientras que en la cercana Guayana Francesa se ha producido un descenso del 99% de las poblaciones de tortugas laúd, y del 90% en el Pacífico Oriental, en Trinidad y Tobago las poblaciones locales se recuperaron de forma significativa en la década de 1990, y desde entonces han ido disminuyendo gradualmente. Estos esfuerzos se han visto reforzados por la prohibición de la caza de tortugas en 2011 y la declaración de las especies de tortugas marinas como ambientalmente sensibles en 2014.

    Impulsado por las personas

    Todavía queda mucho trabajo por hacer. Solo una parte de las playas de anidación se vigila activamente, lo que deja un vacío de datos no solo en el caso de la tortuga laúd, sino también en el de las tortugas más pequeñas, la carey y la verde, que son el principal objetivo de la caza furtiva y la recolección por su carne y caparazón.

    La escasez crónica de fondos, equipos y trabajadores hace que, sobre todo en las playas de anidación muy transitadas, algunas tortugas vuelvan al océano sin ser marcadas o registradas. La cobertura del seguimiento en alta mar es aún menor. Todos los datos son fundamentales para ayudar a los investigadores y a los responsables de las políticas públicas a entender las rutas migratorias de las tortugas; cuándo, dónde y con qué frecuencia anidan; el éxito de sus nidos y las principales tendencias de la población. Ayuda a configurar la política local, regional e internacional.

    "La anidación es sólo una parte del ciclo vital", explica Tomas Diagne, biólogo senegalés y explorador de National Geographic que trabaja en la conservación de las tortugas en África. Las tortugas marinas necesitan viajar y llegar a su lugar de anidación, dice. Es en lo que ha enfocado el trabajo que realiza para tratar de limitar las capturas accidentales en alta mar. Es el problema mundial más acuciante para las tortugas marinas, junto con otros factores de disminución de la población: la contaminación por plásticos, el desarrollo costero y los efectos de la crisis climática (desde la pérdida de hábitat hasta la alteración de la proporción natural de sexos inducida por el calor).

    Una chica pasea por la bahía de Store, en Tobago. A pocos kilómetros de la costa, en el mayor arrecife de coral de la isla, Buccoo Reef, los visitantes pueden ver tortugas marinas, tiburones de arrecife, tiburones martillo, meros, rayas águila y mantas.

    Fotografía de Michael Melford, Nat Geo Image Collection

    Una vez que las crías, como esta tortuga laúd en Matura (Trinidad), llegan al agua, inician un "frenesí de natación" para alejarse de la orilla, donde la depredación es alta.

    Fotografía de Brian Skerry, Nat Geo Image Collection

    Una de las formas más sencillas de ayudar es a través de una aplicación llamada TURT, un proyecto de SOS Tobago y SpeSeas, en la que los usuarios pueden informar de avistamientos de tortugas marinas en tierra o en el mar. Michelle Cazabon-Mannette, una de las directoras de SpeSeas (junto con la exploradora de National Geographic Diva Amon, de Trinidad), dice que los buceadores son uno de los grupos clave a los que se dirige la aplicación, para ayudar a la vigilancia en alta mar.

    Pero la mayor parte de los datos de las islas se recogen durante la anidación y se introducen en bases de datos organizativas y nacionales. Gran parte se financia con las excursiones de observación de tortugas, que son una forma accesible de verlas de cerca.

    Los voluntarios locales e internacionales, por su parte, son la columna vertebral del trabajo de seguimiento. Nature Seekers recibe el mayor número de voluntarios del extranjero. Aunque tanto ellos como otras organizaciones agradecen el apoyo operativo para cosas como la introducción de datos y el marketing, la mayor necesidad está en el campo, que puede ser agotador.

    "Salimos de noche, caminamos largas distancias, estamos expuestos a los elementos, a los mosquitos, a las moscas de la arena y a la lluvia", dice Lalsingh. "Es un trabajo realmente difícil y físicamente agotador".

    Las asignaciones pueden variar en función de la experiencia, el nivel de compromiso y la forma física. Pero tras la formación, los voluntarios de campo empezarán casi siempre a asegurarse de que las madres que anidan pueden acceder a la playa y anidar con éxito, a recoger datos sobre las que lo hacen y a vigilar a las tortugas heridas o enfermas.

    Algunas tortugas llegan heridas o impedidas de algún modo: con cuerdas o aparejos de pesca enredados, aletas dañadas o perdidas, o con otras heridas de guerra de su vida en el mar (una había sido atravesada por un arpón de un pez de pico). Los voluntarios tienen que trabajar rápidamente para prestar unos primeros auxilios de emergencia, ya sea desenredando, limpiando las heridas o ayudando a excavar los nidos.

    Los voluntarios esperan a que la madre entre en el estado crítico de "trance", cuando se consume en el proceso de puesta y reduce al mínimo su consciencia y reacción a la actividad que la rodea. A continuación, los voluntarios se ponen a trabajar midiendo, escaneando las marcas de las tortugas que regresan (a veces sustituyéndolas o mejorándolas) o colocando las marcas en las nuevas. Hacer contacto en cualquier otro momento podría comprometer todo el proceso de anidación.

    Los nidos se siguen vigilando durante toda la temporada, y los voluntarios trabajan para garantizar que el mayor número posible de crías llegue a salvo al mar. Cuando hay crías que no pueden salir del nido por sí solas, los voluntarios excavan el nido, las cuidan y las liberan en el mar. Y como algunas tortugas eligen lugares inhóspitos para anidar (la erosión de la playa es una de las principales amenazas), los voluntarios pueden reubicar cuidadosamente el nido, a veces en un criadero artificial.

    "Después de 32 años, sigo asombrada por esta gentil y magnífica criatura", dice Suzan Lakhan-Baptiste, Directora General de Nature Seekers. "Me gustaría que el mundo lo experimentara, para involucrar a los que quieren marcar realmente la diferencia".

    Caroline Taylor es una escritora afincada en Trinidad y Tobago. Puedes encontrarla en Twitter.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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