Visita los impresionantes monumentos de Petra

Las cuevas, templos y tumbas de Petra revelan una civilización espectacular.

Por Redacción National Geographic
Publicado 9 jul 2018, 11:30 CEST
Visita los impresionantes monumentos de Petra

La ciudad de Petra es un panal de templos, tumbas y cuevas labradas a mano en la piedra arenisca rosada del desierto de Jordania hace unos 2.000 años. Oculta por el tiempo y la arena, Petra nos habla de una civilización perdida. Se sabe poco de los nabateos, un pueblo nómada del desierto cuyo reino prosperó entre estos acantilados y picos y cuya increíble riqueza creció gracias al lucrativo comercio de incienso.

Raqmu, o Petra (como la conocían los griegos), se convirtió en la ciudad más próspera de los nabateos, conectando las caravanas de camellos entre los mares Mediterráneo y Arábigo, de Egipto a Siria y hasta Grecia. El control de los recursos hídricos y una habilidad casi mágica para desaparecer en las hendiduras de las rocas garantizó a los nabateos permanecer invictos durante siglos.

Los romanos llegaron en el 63 a.C., marcando una nueva era de expansión masiva y construcciones grandiosas, como el teatro que albergaba a más de 6.000 espectadores, así como algunas de las fachadas más impresionantes de la ciudad. El Tesoro y el Monasterio, tallados en la pared de roca, tienen rasgos helénicos inconfundibles, con columnas corintias ornamentadas, bajorrelieves y fantasiosas acroteras. Saber que dichos hitos arquitectónicos se lograron tallando de arriba abajo la convierte en un lugar aún más impresionante.

Los fenómenos de ingeniería de Petra son innumerables, como el sofisticado sistema hídrico que sustentaba a unos 30.000 habitantes. El canal de irrigación, tallado en el retorcido pasaje del Siq, baja solo 3,6 metros en el transcurso de 1,6 kilómetros, mientras que las cisternas subterráneas almacenaban la escorrentía para usarla en épocas más secas.

Y aunque es la belleza cruda de Petra la que atrae a millones de visitantes, toda la ciudad de ruinas es una obra de arte, pintada sobre un lienzo de piedra natural que cambia de color cada hora. La elegante Tumba de Seda brilla con vetas rojas, azules y ocre, mientras que los vívidos mosaicos pavimentan los suelos de una iglesia de la época bizantina.

El cristianismo llegó a Petra en los siglos III y IV, y prosperó, pero la ciudad decayó tras un terremoto en el 336 d.C. y bajo las primeras dinastías islámicas del siglo VII.

Petra fue redescubierta por el explorador suizo Johann Burckhardt en 1812 y sigue revelando sus secretos. Incluso ahora, los arqueólogos han explorado menos de la mitad del extenso sitio y en 2016, con la ayuda de imágenes por satélite, se descubrió una estructura monumental enterrada en la arena. No es de extrañar que Petra siga siendo la principal atracción turística de Jordania y uno de los lugares Patrimonio de la Humanidad más venerados del mundo.

Cómo llegar

Petra está a tres horas en coche desde Amán y a dos horas del puerto del mar Rojo de Áqaba. Hay buses que realizan una ruta a diario, así como excursiones organizadas y taxis privados. El Jordan Trail atraviesa Petra, lo que permite a los senderistas conectar con Dana o Wadi Rum.

Cómo visitarla

Reducir Petra a un viaje de un solo día es un error habitual. Recuerda que Petra se extiende a lo largo de más de 260 kilómetros cuadrados, el cuádruple de la superficie de Manhattan. Aunque burros, camellos y carros de caballos pueden agilizar el viaje entre los monumentos, la mayoría se alcanza mejor a pie. Debes estar preparado para caminar por terreno escarpado.

Pasa al menos una noche en la ciudad y planea tus visitas en una serie de caminatas. Los guías autorizados de Petra tienen un conocimiento excepcional y añadirán una mayor dimensión a tu visita mostrándote tumbas secretas y detalles ocultos que nunca podrías encontrar por ti mismo. No te pierdas el espectáculo de «Pedra por la noche», que proporciona una visión evocadora e inolvidable.

Cuándo visitarla

Petra está abierta todo el año, así que puedes escoger tu propia aventura: la primavera y el otoño suelen ofrecer el tiempo más templado, con una luz fantástica. El verano es hermoso, pero puede ser insoportablemente caluroso. Enero y febrero son los meses más fríos, con algún que otro chaparrón. Recuerda que la gran elevación implica que las noches son frías. Petra brilla de verdad al amanecer y al atardecer, con colores cambiantes, así que ven temprano y quédate hasta tarde.

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