La ciencia pionera que desveló los secretos de la cultura de las ballenas

Para una nueva serie documental acerca de las ballenas, el fotógrafo Brian Skerry quiso capturar los «rasgos humanos» de las ballenas y tuvo que deshacerse de su equipo de submarinismo para entrar en su esfera más íntima.

Por Jacqueline Cutler
Publicado 23 abr 2021, 12:26 CEST
Una orca parece ofrecer una raya al fotógrafo Brian Skerry

En las aguas de Nueva Zelanda, una orca parece ofrecer una raya al fotógrafo Brian Skerry, colocándola a sus pies. Al final, la orca recogió la raya y la compartió con otra orca. Se sabe que las orcas comparten la comida y son quisquillosas, con preferencias de alimentos que pueden ser diferentes de las de otros grupos de orcas. Se trata de un rasgo que ilustra la cultura de los cetáceos, la idea en la que se basa la nueva serie documental.

Fotografía de Brian Skerry

Sigourney Weaver se encontraba en su piso de Manhattan, James Cameron en su casa de Nueva Zelanda y el fotógrafo Brian Skerry, bajo el agua, por todo el mundo. Pero mientras trabajaban individualmente en Los secretos de las ballenas, todos tuvieron la misma sensación: asombro.

Se sintieron conmovidos ante una orca que intentaba compartir una raya con Skerry —no cabe otra interpretación para lo que hacía— y las belugas que habían adoptado a un narval perdido. Estas escenas sin precedentes se grabaron para la serie documental original de National Geographic que se estrenó en Disney+ el Día de la Tierra, el 22 de abril. Sus cuatro episodios —«La dinastía de las orcas», «Las canciones de las ballenas jorobadas», «El reino de las belugas» y «Los gigantes del océano»— ofrecen una perspectiva íntima de la vida de los cetáceos.

Cada verano, las belugas hembra migran a un estuario de la isla de Somerset, en el Ártico canadiense, transformando la zona en un criadero de belugas, mientras las crías recién nacidas retozan en las aguas poco profundas. Esta reunión es única en el mundo de las ballenas, ya que se congregan cientos de ellas al mismo tiempo para socializar en un lugar donde están casi sin depredadores como los osos polares.

Fotografía de Brian Skerry y Nansen Weber

Con la banda sonora de Raphaelle Thibaut, que se acalla cuando los animales se comunican y se intensifica cuando cazan, la serie revela historias de naturaleza, crianza y culturas sofisticadas con Weaver como narradora, Cameron conduciendo la narrativa y Skerry y otros científicos siguiendo a los mamíferos marinos. Los secretos de las ballenas es el producto de tres años de investigación, de trabajar con expertos que estudian diferentes especies, de comprender  los patrones migratorios y de golpes de suerte.

«La naturaleza siempre te sorprende», dice Cameron, que es explorador de National Geographic. «No vas a conseguir lo que quieres. Pero te da sorpresas que no te esperabas». El proyecto se basa en la idea de que las ballenas tienen una cultura que quizá no sea tan distinta a la nuestra.

«Antes de que Brian comenzara este proyecto, había visto algo que consideraba una prueba de una cultura real», explica Cameron. «No solo inteligencia ni solo lo que ha creado la selección natural.

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    La actriz Sigourney Weaver ha narrado el documental. Ha puesto voz a más de una docena, pero en esta vez hubo un giro pandémico y casero: grabó los episodios desde su piso de Nueva York, creando barreras de sonido con montones de ropa, trajes y mantas.

    Fotografía de Andrew H. Walker Variety REX Shutterstock

    James Cameron es el productor ejecutivo del documental. En 2012, el director y explorador marino de National Geographic realizó una inmersión histórica en solitario hasta el punto más profundo de la Tierra, consiguiendo pilotar un submarino a casi 11 kilómetros de profundidad, hasta la fosa de las Marianas, en el océano Pacífico.

    Fotografía de Mark Thiessen, National Geographic

    El trabajo de fotografía y vídeo de Skerry deja claro que especies diferentes tienen formas distintas de comunicarse y cazar. Skerry, también explorador de National Geographic, se acerca a estas criaturas majestuosas, como esa orca hembra. Acababa de aturdir a una raya para alimentar a su familia, pero en su lugar se la ofreció a él.

    «Tuve la suerte de que me enviara los vídeos con antelación», cuenta Weaver, que también interpretó a la investigadora de National Geographic Dian Fossey en la película de 1988 Gorilas en la niebla. «Con todo lo que hacía Brian Skerry, lo que capturaba», dice, «me olvidaba de narrar y me quedaba boquiabierta».

    Se palpa el asombro en la voz de Weaver mientras vemos, por primera vez, un cachalote amamantando a su cría y el momento en que 2000 belugas se congregan en la ensenada Cunningham, en Canadá, para una reunión estridente.

    Skerry fotografía un grupo de cachalotes en la costa de la isla caribeña de Dominica. Para introducirse en su entorno más íntimo, tuvo que deshacerse de su equipo de submarinismo, que puede asustarlas, y optar por la apnea, que es menos intrusiva. Simplemente utilizó equipo de esnórquel y aguantó la respiración bajo el agua.

    Fotografía de Steve de Neef

    Normalmente, Weaver narra los documentales desde un estudio. Sin embargo, durante la pandemia tuvo que hacerlo desde su piso en Nueva York. Acababan de empezar a hacer obras en su calle, así que Weaver limitaba las grabaciones a los fines de semana y, junto con su ayudante, improvisó amortiguadores de sonido.

    «Utilizamos toda mi ropa», explica. «Incluso algunos disfraces antiguos que había comprado. Y colocamos barras para colgar, y utilizamos toallas y mantas».

    Weaver, una medioambientalista veterana, creció cerca del estuario de Long Island y siempre le encantó el agua. Cameron, que dirigió a Weaver en las películas de Alien y Avatar, la persuadió para aprender submarinismo. Recuerda una inmersión nocturna impresionante: «Nos pusimos en el fondo del mar y vimos unas mantas preciosas pasando justo sobre nosotros».

    Los Beatles de mundo de las ballenas

    La fascinación de Cameron con el mundo acuático no hizo más que aumentar con El secreto de las ballenas. El director y productor oscarizado, experto en la vida marina, ha pasado miles de horas bajo el agua e incluso ha descubierto decenas de especies. Con todo, Cameron se quedó cautivado con las imágenes de Skerry, como las canciones de las ballenas jorobadas.

    «El hecho de que sea un grupo pequeño de ballenas jorobadas macho en la costa de Australia Occidental el que compuso esta canción que será la canción de toda la población de ballenas jorobadas del hemisferio sur no es solo cultura, es cultura popular», dice Cameron. «¡Son los Beatles! Es decir, alguien compone la música y después todas se aprenden la melodía y no pueden dejar de cantarla».

    Una ballena jorobada macho en la costa de las Islas Cook «canta» para atraer a su pareja. Con el cuerpo en posición vertical, cantan hasta 20 minutos antes de salir a la superficie para respirar y después retoman la canción. Estos cantos se han estudiado durante décadas, pero nuevas investigaciones revelan su complejidad y cómo una melodía puede transmitirse por el mar al ser adoptada por otras ballenas. «Eso no es sólo cultura», dice Cameron, «es cultura popular».

    Fotografía de Brian Skerry

    Puede que ver esta serie inspire a los espectadores del mismo modo que Jacques Cousteau inspiró a Cameron y Skerry. El legendario explorador submarino salía en televisión cuando ambos eran niños. Las aventuras de Cousteau los inspiraron y aprendieron submarinismo en la YMCA local, lo que les ayudó a dar forma a sus carreras. 

    Cameron, que no quiere atribuirse el mérito de El secreto de las ballenas, se describe como un «gurú de la narrativa», alguien que enmarca los documentales de forma dramática. Estas historias nos conmueven porque son universales: el nacimiento y la muerte, el juego y la caza, la enseñanza y el aprendizaje.

    «Hay intimidad en la forma en que llegó ahí la cámara y la forma en que Brian se introdujo entre estos animales», afirma Cameron. «Y creo que hay una intimidad emocional en la forma en que ella [Sigourney] describe lo que vemos».

    «Esta era revolucionaria»

    Skerry dice que la idea de este proyecto, que lo llevó a 24 lugares del mundo, lleva fraguándose una década.

    «Buscaba esa narrativa y buscaba varias cosas en los artículos científicos», afirma Skerry. «Una parte importante de mi carrera es la conservación. Esta era revolucionaria». La ciencia estaba revelando lo que podría describirse como rasgos humanos en ballenas. Con eso, «quizá la gente vea los océanos de otra forma», dice.

    Colaboró con National Geographic para crear un artículo que es la historia de portada de la edición de mayo de la revista, la serie de televisión y un libro. Tras décadas fotografiando seres marinos, acumulando más de 10 000 horas bajo el agua, sabe qué funciona y sabe que trabajar con ballenas es diferente.

    Para la mayoría de sus proyectos de fotografía subacuática, Skerry hace submarinismo. «Con ballenas, el submarinismo no funciona, las burbujas las asustan», explica. «Para este proyecto, el 95 por ciento de lo que hice fue apnea». Solo se puso gafas, tubo, aletas y neopreno. «Respiras profundamente y te quedas un par de minutos bajo el agua».

    Skerry ayudó a resolver un misterio cuando grabó unas de las primeras imágenes de un cachalote amamantando. Los científicos se habían preguntado cómo alimentaban las madres a sus crías, que tienen mandíbulas largas. Las hembras tienen unas ranuras que esconden los pezones; cuando una cría tiene hambre, introduce la mandíbula en la ranura y se alimenta a medida que sale la leche.

    Fotografía de Brian Skerry

    A veces, las ballenas parecían posar para él. A pesar de haber vivido así durante tres años, Skerry aún se queda estupefacto ante sus experiencias.

    El momento que más le llamó la atención fue «el recién nacido que mamaba de su madre», cuenta, su voz rebosante de emoción. «Saqué la primera foto de una cría de cachalote mamando».

    Como ocurre con cualquier madre siendo cariñosa con su recién nacido, fue una escena tierna. Weaver reconoce por qué nos sentimos identificados.

    «Es la capacidad de moverse bajo el agua tan cerca de las madres y las crías y hacerlo de tal modo que nunca sentimos que nos inmiscuimos en la vida de las ballenas ni las dañamos. Siento que la energía con la que se fotografió es un regalo fantástico para nosotros, porque es respetuoso y admirable».

    Weaver reflexiona sobre cómo evolucionó su papel como narradora conforme avanzaba la serie. «No era tanto una recitadora de hechos científicos, sino más bien una narradora. Y era como si dijera, “Acompañadme. Conozco a una familia que quiero presentaros”», afirma. Puso énfasis en «llevar al espectador conmigo. Estas imágenes son tan asombrosas que quiero presentarlas de forma práctica».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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