Las tres grandes gestas de Jimmy Carter para hacer del mundo un lugar mejor

Desde ser pionero en el uso de la energía solar hasta ayudar a erradicar enfermedades, he aquí algunas de las formas en que el 39º presidente de Estados Unidos ha ayudado a mejorar el planeta.

Por Erin Blakemore
Publicado 23 feb 2023, 13:09 CET
Un retrato de James E. Carter, Jr. el 39º presidente de los Estados Unidos

Un retrato de James E. Carter, Jr. el 39º presidente de los Estados Unidos. Nacido el 1 de octubre de 1924, Carter creció en un pequeño pueblo de Georgia antes de dedicar su vida al país, desde su época en la Marina estadounidense hasta la presidencia y su labor humanitaria posterior a la presidencia.

Fotografía de Mark Thiessen, Nat Geo Image Collection

En 2016, National Geographic publicó una carta al director especialmente inusual: nada menos que del expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter.

En un artículo sobre los esfuerzos para erradicar la ceguera en todo el mundo, Nat Geo no había mencionado la ceguera evitable debida a infecciones transmitidas por moscas y parásitos, señaló el 39º presidente, y su organización no gubernamental, el Centro Carter, había administrado casi 60 millones de tratamientos para prevenir tales infecciones solo ese año.

Era puro Jimmy Carter: amable en el tono, pragmático en el enfoque y respetuoso con los agentes de cambio que trabajan para mejorar el mundo para todos. Pero, característicamente, restaba importancia a las contribuciones del propio presidente para hacer del mundo un lugar mejor, contribuciones que no sólo cambiaron el mundo, sino que podrían haberlo salvado.

Carter y su hermano, Billy, fotografiados en el Almacén Carter, desde donde la familia Carter dirigía su negocio de cacahuetes.

Fotografía de Jodi Cobb, Nat Geo Image Collection

A medida que el ex presidente de 98 años entra en los últimos días de su vida en cuidados paliativos a domicilio, he aquí sólo tres de las formas en que este agricultor de cacahuetes de Georgia, de voz suave, cambió el mundo para mejor.

1. Ayudó a evitar un desastre nuclear en Canadá

Nacido como James Earl Carter Jr. el 1 de octubre de 1924, Carter creció en un pequeño pueblo de Georgia antes de alistarse en la Marina estadounidense como submarinista y oficial. La promesa (y la amenaza) de las armas nucleares definiría su carrera. Encargado de ayudar a desarrollar el primer programa de submarinos nucleares del país, el futuro presidente se implicó a fondo en una tecnología que resultaría vital durante la Guerra Fría y más allá.

En 1952 conoció de cerca los peligros de esta tecnología cuando supervisó la limpieza de una fusión nuclear parcial en una planta experimental de Ottawa (Canadá).

Durante la fusión, millones de litros de agua radioactiva llenaron el sótano del reactor tras una rotura parcial de las barras de combustible de la planta. Gracias a su formación de alto secreto, Carter fue una de las pocas personas autorizadas a intervenir en la fusión.

La misión conllevaba muchos peligros: después de trazar sus movimientos en una reproducción de la central construida en una pista de tenis cercana, Carter y sus colegas serían introducidos en el reactor durante un breve periodo de tiempo cada uno.

"Trabajamos frenéticamente durante el tiempo asignado", recordaba Carter en su biografía de campaña de 1975, Why Not The Best? "Habíamos absorbido la cantidad máxima de radiación permitida para un año en un minuto y veintinueve segundos".

La orina y las heces del futuro presidente fueron radiactivas durante meses. Pero, escribió, "No hubo secuelas aparentes de esta exposición: sólo un montón de bromas de dudoso gusto entre nosotros."

(Relacionado: Cronología del devastador legado de pruebas nucleares de Estados Unidos)

2. Fue un pionero de la energía verde

Las formas alternativas de energía ayudarían a definir los logros de Carter, que se convertiría en el primer presidente en instalar paneles solares en la Casa Blanca. Tras dejar la Marina para hacerse cargo de las granjas de cacahuetes de su difunto padre en 1953, Carter se involucró en la política demócrata local, y luego estatal y nacional. Tras ganar las elecciones a gobernador de Georgia en 1971, se impuso en las presidenciales de 1976.

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    El 20 de junio de 1979, el Presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, anunció su política de energía solar delante de los paneles solares que había hecho colocar en el tejado de la Casa Blanca en Washington D.C.

    Fotografía de Universal History Archive, Universal Images Group, Getty Images

    Carter gobernó en una época tumultuosa de la historia de su país, al frente de una nación dividida por la guerra de Vietnam y desmoralizada por la agitación del cambio social. Dirigió su mirada hacia el tumulto en el extranjero. Pero en casa, las cosas no fueron menos contenciosas, especialmente durante la crisis energética de 1979, que se convirtió en una prueba (y sello distintivo) de su presidencia.

    La población y la economía del país se habían disparado tras la Segunda Guerra Mundial. Pero también lo había hecho su dependencia del petróleo extranjero. Cuando Carter asumió la presidencia, la energía se había vuelto prohibitivamente cara y el consumo nacional era más del doble que el de otras naciones desarrolladas.

    En 1979, los precios del petróleo empezaron a subir aún más. Carter ya había tomado medidas en los primeros años de su presidencia para hacer frente a la inminente crisis: creó el Departamento de Energía (el equivalente estadounidense de un Ministerio) y propuso un plan energético que planteaba la energía nuclear y otras formas de energía renovable como una posible solución con beneficios "muy reales y prácticos", a pesar del riesgo de que aumentara el armamentismo.

    Pero Carter creía que la gente corriente también podía ayudar, y adoptó una ética de conservación personal de la energía que se convirtió en su firma. En un discurso pronunciado en 1979, Carter pidió a los estadounidenses de a pie que conservaran la energía en sus propios hogares, cambiando sus hábitos personales por el bien de todos. "En el campo de batalla de la energía podemos ganar para nuestra nación una nueva confianza, y podemos retomar el control de nuestro destino común", dijo.

    Para el propio Carter, eso se tradujo en cambios no sólo en la política, sino también en la Casa Blanca, donde bajó el termostato, se puso un jersey beige en el Despacho Oval para protegerse del frío e instaló los primeros paneles solares del edificio.

    Pero los paneles solares sólo calentaron el agua de la casa durante siete años. Al final, Carter fue incapaz de movilizar a la opinión pública en torno a su austera política energética. En 1986, en un gesto que reflejaba la impopularidad de esas políticas, el Presidente republicano Ronald Reagan hizo retirar los paneles solares (si bien el Presidente demócrata Barack Obama volvería a instalar paneles solares más tarde, en 2010).

    Hoy, sin embargo, los puntos de vista de Carter sobre la generación y conservación de energía, junto con sus amplias políticas de conservación, se consideran en gran medida adelantados a su tiempo.

    (Relacionado: Fusión nuclear, la energía que alimenta las estrellas)

    3. Ha ayudado a salvar millones de vidas en todo el mundo

    Es posible que Carter haya dejado su mayor huella en el mundo después de su presidencia, de un solo mandato. Tras dejar el cargo, fundó el Centro Carter y se convirtió en un destacado defensor de los derechos humanos, observador electoral y negociador de la paz, con un Premio Nobel de la Paz en su haber. Pero uno de sus mayores legados pospresidenciales fue llevar al mundo una asistencia sanitaria de vital importancia.

    El logro más importante de la labor de Carter en el campo de la sanidad fue una campaña internacional para erradicar la enfermedad del gusano de Guinea, una infección parasitaria causada por el consumo de agua contaminada que en 1986 afectaba a 3,5 millones de personas al año, en su mayoría en países tropicales de bajos ingresos.

    La enfermedad hace que un gusano crezca hasta un metro de longitud y luego emerja a través de la piel de su víctima, causando un dolor devastador. Aunque rara vez es mortal, la lenta aparición del parásito puede incapacitar a su huésped durante meses y provocar infecciones secundarias o discapacidad permanente.

    Dado que no hay forma de curar o vacunar contra la enfermedad, el Centro Carter trabajó para formar a más de 100 000 trabajadores sanitarios de las aldeas que trataban la enfermedad del gusano de Guinea y otras enfermedades. También proporcionó millones de filtros de agua para proteger a la gente de la ingestión del parásito, y desarrolló programas educativos que enseñan a la población local a prevenir la transmisión de la enfermedad.

    Y funcionó: en enero de 2023, el Centro Carter anunció que sólo se habían contabilizado 13 casos en el último año y que ya se había certificado que 200 países estaban libres de la enfermedad del gusano de Guinea. El Centro Carter sigue trabajando para erradicar la enfermedad, así como en el control y la prevención de otras enfermedades tropicales desatendidas, como la ceguera de los ríos, la enfermedad parasitaria sobre la que Carter había escrito en su carta a National Geographic.

    Ante la mirada de su esposa Rosalynn Carter, Jimmy Carter abraza a su nieto Jason en la sede de National Geographic en 2002. Por aquel entonces, Jason acababa de publicar un libro con National Geographic sobre su experiencia como voluntario en el Cuerpo de Paz en Sudáfrica.

    Fotografía de Mark Thiessen, Nat Geo Image Collection

    Carter mantenía una estrecha relación con la National Geographic Society y, en 2000, explicó su ética en un discurso pronunciado en la sede de Nat Geo. "No hay forma de separar la paz de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, de la calidad medioambiental y del alivio del sufrimiento", dijo. "Espero encontrar la manera de transformar la desesperación que siente la gente en esperanza y en la expectativa de una vida mejor".

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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