Sí, las orcas son capaces de matar ballenas azules, el animal más grande de la Tierra

Pero no hay motivos para alarmarse por este hallazgo: según los expertos, el descubrimiento puede ser una buena noticia para ambas especies.

Por Claudia Geib
Publicado 27 ene 2022, 10:32 CET
Las orcas viven en grupos familiares que trabajan juntos para cazar.

Las orcas (vistas arriba en el Caribe) viven en grupos familiares que trabajan juntos para cazar.

Fotografía de Brian Skerry, Nat Geo Image Collection

Comienza con una persecución: 12 orcas nadan hacia su presa hasta que se cansa. Cuando su objetivo finalmente se ralentiza, se unen más orcas, con 20 juegos de dientes que rasgan y muerden la carne. Unos minutos más tarde, los depredadores trabajan juntos para obligar a su presa a sumergirse. No vuelve a salir.

Esta no es una cacería normal. La escena, observada frente a la bahía de Bremer, en el suroeste de Australia, constituye un hito: es la primera vez que los humanos han documentado a las orcas (también conocidas como ballenas asesinas) cazando y comiéndose una ballena azul en peligro de extinción, el animal más grande que jamás haya existido.

En total, los científicos han descrito tres matanzas de ballenas azules, en marzo y abril de 2019 y en marzo de 2021, en un nuevo estudio publicado esta semana en la revista Marine Mammal Science.

"Este es el mayor evento de depredación en este planeta: el mayor depredador posible acabando con la mayor presa", dice el coautor del estudio Robert Pitman, ecólogo marino del Instituto de Mamíferos Marinos de la Universidad Estatal de Oregón. "Ya no tenemos dinosaurios, así que para mí, como biólogo de ballenas y zoólogo, es algo increíble".

Se ha documentado que las orcas se alimentan de casi todas las demás especies de ballenas grandes en todo el mundo, aunque la mayoría de los ataques han sido a crías. Cada vez más, estos relatos proceden de observadores aficionados con teléfonos móviles o drones: en uno de estos vídeos con drones, tomado en 2017 frente a Monterey, California (Estados Unidos) era posible ver cómo las orcas atacaban (aunque sin matarla) a una ballena azul.

Un grupo de orcas trabaja en equipo para cazar a una ballena boreal

"Era cuestión de tiempo que se produjera un avistamiento como este", afirma David Donnelly, investigador marino del Instituto de Investigación de Delfines de Australia, que dirige el proyecto de ciencia ciudadana Killer Whales Australia (Orcas Australia).

Y las probabilidades de que ocurriera en la bahía de Bremer eran buenas, dice, ya que las orcas pueden encontrarse allí de forma fiable año tras año.

El fondo marino de la bahía de Bremer presenta un profundo cañón que arroja a la superficie agua fría y rica en nutrientes y sustenta una cadena alimentaria extraordinariamente diversa, desde el fitoplancton hasta el atún rojo del sur y el salmón, pasando por los cachalotes, los raros zifios y numerosas especies de tiburones.

"Todo lo que pasa por esa región puede acabar en la boca de una orca", dice Donnelly, que no participó en el nuevo estudio.

La importancia del trabajo en equipo 

En dos de las cacerías, las orcas se dirigieron a animales jóvenes, incluyendo una cría y lo que parecía ser un juvenil de un año. En la tercera, las orcas abatieron a un adulto aparentemente sano, de entre 18 y 21 metros de largo. Las orcas más grandes miden sólo unos 9 metros.

Los científicos no tuvieron la oportunidad de tomar muestras de las ballenas cazadas, pero basándose en la época del año, la ubicación y la dirección en la que se movían las ballenas, el equipo conjeturó que se trataba de ballenas azules pigmeas migratorias, una subespecie más pequeña que, sin embargo, alcanza unos 24 metros de longitud.

Dicho esto, ¿cómo es posible que una orca pueda plantarle cara y vencer a un animal que le dobla en tamaño? Es una cuestión de familia: las orcas viven en grupos muy unidos, dirigidos por sus abuelas, madres o tías. Las ballenas aprenden unas de otras y cooperan para sobrevivir. Por ejemplo, hasta 50 ejemplares participaron en la persecución durante estas cacerías, y múltiples grupos más pequeños trabajaron juntos, a menudo intercambiando papeles, para morder y finalmente ahogar a su presa. 

"Estos grupos de orcas viven lo mismo que un ser humano o más, por lo que cazan juntos de forma cooperativa durante décadas y décadas", dice Pitman, comparando la estrategia de caza de las ballenas con la de los lobos. "Se puede aprender mucho sobre cómo trabajar juntos cuando se practica en equipo".

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    Una orca muerde la lengua (su parte favorita) de una cría de ballena azul. Esta orca, probablemente una hembra adulta, estuvo implicada en los tres ataques descritos en la  investigación.

    Fotografía de John Daw, Australian Wildlife Journeys

    ¿Buenas noticias para las dos especies?

    Para Pitman, estas cacerías también pueden suponer un paso positivo para las poblaciones de ambas especies. La población mundial de orcas, que habitan todos los océanos del mundo, es desconocida. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasifica a la ballena azul como especie en peligro de extinción debido a la agresiva caza de ballenas que tuvo lugar en el siglo XX, pero su número ha aumentado constantemente desde la década de 1960, cuando la especie fue protegida a nivel mundial. En todo el mundo, puede haber entre 5000 y 15 000 ballenas azules vivas en la actualidad, según estimaciones de la UICN.

    Pitman dice que es posible que las orcas siempre se hayan alimentado de ballenas azules, pero que cuando el número de éstas cayó en picado durante la época de la caza de ballenas, las orcas se vieron obligadas a tener que cambiar de presa. 

    Así que estas cacerías recién observadas, añade, pueden ser una prueba de que las orcas vuelven a un antiguo hábito cuando regresa una antigua fuente de alimento.

    Pitman cree que es poco probable que los ataques de las orcas supongan una amenaza existencial para la recuperación de las ballenas azules, aunque espera que estos lances vayan en aumento a medida que ambas poblaciones aumenten su número.

    También le intriga ver cómo las orcas podrían cambiar la dinámica del ecosistema marino en Australia Occidental. Por ejemplo, algunas ballenas, como las jorobadas y las ballenas de proa, pueden trazar todas sus rutas de migración para evitar a las orcas.

    "Nadie que esté vivo hoy en la Tierra ha visto cómo era el océano antes de que empezáramos a cazar ballenas", dice Pitman. Las orcas australianas (y sus dientes) pueden brindarnos una visión de cómo era el océano por aquel entonces.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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