Cría de dragón de Komodo

Partenogénesis, úteros dobles y otras habilidades de las hembras en el mundo animal

En la naturaleza, algunos «superpoderes» del sexo femenino compiten con los de la mismísima Wonder Woman.

Una cría de dragón de Komodo trepa por un árbol en el parque nacional de Komodo, Indonesia. Los dragones de Komodo son unos de los pocos vertebrados que pueden tener «partos virginales», posibilitados por la partenogénesis.

Fotografía de Stefano Unterthiner, Nat Geo Image Collection
Por Liz Langley
Publicado 9 nov 2017, 4:21 CET, Actualizado 15 feb 2024, 9:37 CET

No se puede negar que Wonder Woman ha sido una de las superheroínas más reconocidas de todos los tiempos, pero muchas hembras animales tienen superpoderes de los que no se suele hablar mucho.

Estos son algunos de nuestros favoritos, incluyendo —no es broma— un lazo «mágico».

Úteros dobles

Estos depredadores caricaturescos, que viven principalmente en Nueva Gales del Sur, en Australia, no son gusanos exactamente, sino parientes de los artrópodos, un grupo gigantesco en el que se incluyen los insectos y las arañas.

Los onicóforos viven en grupos de unos 15 individuos, dominados por hembras. A la hora de aparearse, varios machos sitúan paquetes de esperma (espermatóforos) en cualquier parte de la piel de la hembra, de mayor tamaño, y esta los absorbe y los almacena por separado —según el macho— en su receptáculo para esperma.

Almacenar esperma de varias hembras contribuye a tener unas crías con mayor diversidad genética, y por tanto más saludables. Además, tienen dos úteros, por lo que pueden desarrollar dos grupos de embriones a ritmos diferentes.

Machos y hembras cazan juntos, disparando un pegajoso lazo de proteína y agua para capturar a sus presas: termitas, escarabajos y arañas.

La hembra dominante come antes que nadie, obviamente.

Las monas de Marruecos, Algeria y Gibraltar atraen a los machos con reclamos que emiten mientras se aparean con otros machos, lo que significa que suelen copular todos los machos del grupo.

Y no solo eso: un estudio de 2008 desvelaba que los reclamos de las hembras durante el apareamiento incrementan las probabilidades de eyaculación por parte del macho.

Ambas técnicas fomentan la competencia espermática, lo que dificulta saber quién es hijo de quién y aumenta las probabilidades de que los machos cuiden de todos los bebés

(Relacionado: Siete curiosos órganos animales que las personas no tenemos)

Preparadas para la batalla

Existe la idea de que en el caso de especies territoriales «las hembras son menos agresivas», afirma Aaron Reedy, bióloga en la Universidad de Virginia.

Ese no es el caso de los Anolis sagrei de Florida.

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    Dos lagartijas Anolis sagrei hembras enzarzadas en una batalla, un acontecimiento relativamente inusual.
    Fotografía de Ambika Kamath, National Geographic Creative

    En un estudio publicado la semana pasada, Reedy y sus colegas descubrieron que los A. segrei, tanto machos como hembras, atacan a los intrusos con una frecuencia similar. Sin embargo, «las hembras atacan más rápidamente y con menor exhibición conductual».

    Reedy y su equipo —formado mayoritariamente por profesores de ciencia de instituto en el programa Evolution Education— sospechan que los machos tienen más que perder si llegan a las manos.

    Las mandíbulas de los machos, mucho más fuertes, pueden infligir daños a sus rivales, así que quizá un poco de lucha proverbial sea menos arriesgada que «saltar directamente a pelear», afirma Reedy.

    (Relacionado: Animales que mueren tras el coito)

    Partenogénesis

    La naturaleza tiende a preferir la reproducción sexual porque la mezcla de genes crea animales más sanos.

    Sin embargo, algunos tiburones, rayas, peces óseos y reptiles no necesitan esperma, sino que practican lo que se conoce como partenogénesis.

    Entre las rayas jaspeadas (en la imagen aparece un ejemplar en la Reserva Marina de Hol Chan, en Belize) puede darse partenogénesis.
    Fotografía de Brian Skerry, National Geographic Creative

    La partenogénesis puede ocurrir cuando los machos no están presentes, especialmente en entornos en cautividad, como en los acuarios.

    En dichas situaciones, la partenogénesis puede ser la respuesta biológica de un animal «para dar continuidad a la especie», señala George Burgess, ictiólogo en el Museo de Historia Natural de Florida.

    El factor biológico exacto que provoca la partenogénesis es todavía desconocido, añade él.

    Poder de desmembramiento

    Muchas hembras son más grandes que los machos porque necesitan espacio para su aparato reproductivo o «para llevar a sus crías hasta que tengan un tamaño apropiado para nacer», afirma Burgess.

    Un pulpo manta violeta hembra, Tremoctopus violaceus, nada en mar abierto. Los pulpos manta machos son del tamaño de una nuez.
    Fotografía de Stephen Frink, Alamy

    Los pulpos manta hembra del Atlántico y del Mediterráneo, por ejemplo, pueden llegar a medir 1,2 metros de largo. Los machos, del tamaño de una nuez, son «básicamente bancos de esperma para la hembra en el agua», afirma él.  

    Estos diminutos machos transfieren su esperma a través de un hectocótilo: una extremidad que el macho arranca de un tirón de su cuerpo para dársela a la hembra.

    ¡Es un buen tirón! 

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